Es que me gustan tus ojos, palpitando hacia el infinito…deteniendo en su brillo el tiempo, me gustan. Estrellas eternamente en fuga, caída de agua de todo el universo en pleno.
I Believe….in you
By Lady Segushi
Capitulo 1.- Un guiño para Martin.
"El nombre: Sherlock Holmes, la dirección 221B Baker Street (un rápido guiño en su ojo izquierdo), buenas tardes…una toma del perplejo John Watson"….y ¡Corten!...
Esta vez había estado mucho mejor, Martin se descubrió a sí mismo felicitándose, esta vez la escena no le había tomado por sorpresa, ya estaba preparado para ese sensual guiño. La primera vez que lo filmaron fue muy diferente, habían ensayado mil veces esa toma (que obviamente no incluía el famoso guiño), pero justo cuando las cámaras efectivamente estaban rodando a Benedict se le ocurrió "improvisar". Martin no entendió en el instante, solo sintió que todos felicitaban a Benedict y adoraban su espontaneidad. El director Paul McGuigan y el guionista Steven Moffat tenían los ojos brillantes de amor. Él solo escuchó cuando rieron y dijeron al pasar "la cara de Watson es de asombro total". En otras palabras, el mundo amó a Benedict por dejarlo shockeado con su belleza y él quedo como el Watson baboso. Esta vez en cambio, se había comportado con total naturalidad, como un actor profesional, después de todo eso es lo que era, ya no era un principiante.
De pronto volvió a la realidad debían seguir filmando, todo en el set era movimiento, camarógrafos, asistentes de producción y las odiosas maquilladoras, parecía simplemente una locura que cada cierto tiempo se congelaba para que él y Benedict dieran vida a la fascinante historia. En ese punto sonrió y se sintió casi mágico, después de todo, ese episodio piloto con Watson baboso y todo, les había conseguido presupuesto y apoyo dentro de la BBC.
Esa tarde regresó caminando a casa, la hermosa ciudad de Londres tenuemente iluminada por el atardecer, era un bello panorama. Con un par de gafas de sol era fácil pasar desapercibido, después de todo él nunca llamaba mucho la atención. Caminaba a paso lento disfrutando del aire fresco, había sido un largo día, muchas escenas, muchos diálogos que aprender, muchas maquilladoras y sobre todo, mucho Sherlock.
Martin era un tipo tranquilo, había estado en la actuación desde que tenía dieciocho años, pero nunca se había convertido en una verdadera estrella. Aún así no se quejaba, le gustaba su trabajo y le permitía llevar un interesante estilo de vida. La familia estaba bien para él, a pesar de que el trabajo había terminado por distanciarlo de su esposa, quien también viajaba constantemente, ya que era actriz. Su relación era de cordial fraternidad y de apoyo hacia sus hijos. A veces se preguntaba si eso estaba bien, pero terminaba por aceptarlo, después de todo a su edad no odiar a su mujer ya era un logro que no muchos tenían. En resumen, era un solitario, le gustaba pensar, crear, viajar, era un eterno inmaduro bipolar, que pasaba del amor al odio y del gusto por la gente al mundo interior; ser actor lo era todo, era su llave de salida de una típica vida que él jamás habría soportado.
Ahora encarnaría a un personaje encantador, estaba feliz, adoraba a ese tal John Watson, se alegraba de tener el papel. Una brisa rozó su cabello, así que se arregló el abrigo y mientras lo hacía, le pareció que alguien lo miraba, tal vez lo habían reconocido, caminó rápido, no tenía interés de saludar a nadie. Se imaginó como sería si Benedict quisiera hacer algo así, era tan alto que resultaría imposible, además con esa ropa de diseñador jamás pasaría por un tipo normal.
¡Basta!- Se dijo a sí mismo entre dientes.
Últimamente estaba pensando en Benedict más de lo normal, al principio había sido muy ingenuo, pero ya no lo sería. Cuando conoció a Benedict Cumberbatch quedó simplemente fascinado, el tipo era extraordinario, un gran actor, al saber que tendría el papel junto a él estaba feliz. Sin embargo, después de un tiempo trabajando juntos ya se le hacía un poquito…mmm…¿molesto?, no sabía exactamente lo que era, pero definitivamente era difícil concentrarse cuando estaba cerca.
El día de su audición estaba nervioso, había chicos muy guapos que querían el papel, jamás pensó que lo tendría, pero en cuanto estuvieron juntos le era fácil sentirse un idiota y al parecer eso era parte de la temática. Ninguno de los otros chicos a pesar de su juventud se veía tan pequeño cerca de Benedict. Martin había conquistado a los creadores, sobre todo a ese Mark Gatiss, que no le quitó los ojos de encima y que sonreía constantemente al verlos juntos, incluso, Martin se equivocó un par de veces y pidió disculpas tiernamente, hecho que a Gatiss le pareció adorable. Benedict estuvo impecable obviamente, incluso mientras leía sus líneas realizaba esos felinos movimientos. Para Martin había sido un desafío, pero estaba seguro de su talento, así que al poco andar de la actuación era evidente la química. Antes de salir de la sala vio a Moffat y a Gatiss hablando como en secreto y haciendo gestos raros, le pareció extraño ese clima de confianza, pero luego recordó que ellos eran íntimos amigos, siempre tuvo curiosidad por saber que tanto se decían, pero el punto es que finalmente le llamaron para decirle que él sería el nuevo John Watson. Esta era una gran oportunidad y no la perdería por nada.
Benedict por desgracia se había transformado en un problema, era tan absolutamente guapo que lo desconcentraba, no le dolía admitirlo, porque estaba seguro que a todo el elenco le pasaba igual. No era raro ver a Louise Brealey, conocida en la serie como Molly Hooper arrojándose a su cuello, ella estaba loca. Todos lo adoraban y hablaban de sus ojos. ¡Cielos! esos ojos, eran tan lindamente azules, pero, al mismo tiempo verdosos y al mismo tiempo brillosos, los odiaba. A veces estaban grabando y se quedaba como prendido a sus ojos, realmente no le salía el habla y tenían que volver a grabar la escena. Filmar el piloto fue un calvario, le llamaron varias veces la atención por morderse los labios en algunas escenas, por suerte la gente creía que era una manía suya, pero él sabía que solo le pasaba frente a Benedict. Este por su parte, tenía carácter de estrella, a pesar del tiempo que estuvieron trabajando pocas veces le dirigió la palabra, solo le hablaba para consultar temas del guión, estaba seguro que para Benedict él era invisible y realmente no le importaba demasiado serlo. Lo que Martin no sospechaba es que esa lejanía estaba a punto de cambiar…
Llegó a su apartamento y se sentó en su sillón, recordó sin querer el sillón de Baker Street y sintió una entupida nostalgia.
Martin es solo un set – se dijo en voz alta.
Pero, es que había algo que le gustó desde el principio de ese sofá, era cómodo, acogedor. Le encantaba el estilo de ese falso apartamento, tan vintage, tan de ellos, tan de Sherlock, sí, era cierto, si bien Benedict era malo, Sherlock era adorable, siempre tan atento a John, simplemente protector, le encantaba.
Una pena que sea solo un personaje – pensó.
Estaba comenzando a relajarse y olvidarse del trabajo cuando su teléfono sonó escandalosamente. Contestó como por reflejo y lo que escuchó lo dejó sin aliento.
Hola Martin, ¿Eres tú?
Esa fría voz era absolutamente inconfundible, era grabe, sensual, profunda y desagradable, era la voz de Benedict.
Sí, sí, emmm….Hola ¿Qué ocurre?...¿Sabes mi teléfono?
Martin estaba confundido, las palabras se le escapaban de la boca, y la voz de Benedict por alguna razón parecía enojada.
A veo que reconociste mi voz, eso es bueno. Y no, no sé tu teléfono, pero una secretaria amable me lo facilitó sin problema, era confidencial, pero tú sabes tengo mi encanto.
Martin estaba seguro que al decir eso había vuelto a guiñar el ojo, así se lo había imaginado, como lo odiaba.
¿Estas ahí Martin me escuchas?
Sí te escucho perdón, es que me tomas por sorpresa.
Ya veo, la verdad es que ambos estamos sorprendidos entonces.
¿Por qué lo dices?
Hoy el señor Gatiss se me acercó, para regañarme y creo que es por tu culpa.
¿Qué? Mi culpa, pero no…no puede ser.
Necesito verte.
¿Qué? Ahora, pero acabo de llegar.
No el próximo año, ¡Claro que ahora!
Perdón, ósea, sí, pero ¿Dónde?
Dame tu dirección y voy apara allá.
Martin no quería esto, le resultaba molesto e invasivo, era su tiempo libre, nadie tenía derecho a decirle que hacer en él, esto era sencillamente inaceptable.
Media hora después estaba abriendo la puerta a un airado Benedict Cumberbatch. Quien paso rasante el umbral, vestido con un impecable traje negro de corte casual.
Adelante…pasa por favor…
Mmm…lindo lugar, ¿Estas solo?
Sí, por ahora sí…
Esta bien, es mejor tenemos que hablar.
Martin estaba nervioso, trataba de repasar en su mente todos sus diálogos con el señor Gattis y por más que pensaba no lograba encontrar algo que lo pudiera poner en contra de Benedict. Por otra parte se le hacía raro tenerlo en su sala, era tan invasivo. Pero a la vez le recordó a Sherlock y John, eso le pareció gracioso, aunque claramente no reiría por nada del mundo.
Por favor cuéntame qué pasó Benedict.
No, cuéntame tú que paso, ¿Qué le dijiste?
Nada, creo...es decir, nada que yo recuerde.
Bien, pues hoy al salir del estudio se me acercó y me dijo, jovencito, deberías ser más amable con Freeman, se lo que esta pasando y no me agrada en absoluto, te recuerdo que somos un equipo de trabajo.
Martin sintió el estomago revuelto, que sería lo que estaba pasando que tenía así a su jefe…Dioses ahora si que Benedict se pondría horrible.
Bueno que quieres que te diga, me sorprende.
A mi también, yo soy siempre muy amable.
Bueno… no se si tan amable – esa voz sonaba más que dudosa.
Benedict dio un respingo y puso cara de seriedad.
¿De que hablas, acaso no soy amable?
Bueno, a veces no me saludas o no me hablas y siempre te maquillas primero.
¿Cómo?
Además distraes a las maquilladoras conversando y ellas después hacen conmigo el trabajo a la rápida…y también te bebes mi café, sí, casi todos los días te bebes mi café.
Benedict parecía asombrado, no sabía que era tan molesto.
Ya veo, tal vez a eso refería…
Sí puede ser.
Aún así, eso no te da derecho a hablar mal de mi con el jefe, si tienes problemas puedes decírmelo en persona.
¡Qué no he dicho nada!.
La conversación ya no era tan amigable. Benedict lo miraba con odio y la verdad Martin tampoco parecía muy simpático. En ese momento pensó lo diferentes que eran de Sherlock y John, tuvo el tonto impulso de actuar como lo haría su personaje, de decirle que seguramente él tenía razón y que no volvería a actuar mal. Incluso sintió ganas de sonreírle, de pedirle perdón y de escucharlo tocar el violín, sí eso sería perfecto. Estaba en esos delirios cuando Benedict se acercó a la puerta con furia y salió del apartamento sin decir palabra. Por algún motivo se sintió más triste de lo habitual, algo así como solitario en su propia casa.
Al día siguiente entraron enfurecidos a la oficina de un relajado y sensual Gatiss, quien leía el periódico como si el mundo fuera a su ritmo.
Miren a quienes tenemos aquí, dijo sonriente, a la nueva pareja estrella de BBC.
Benedict sin más tomó la palabra.
Señor Gatiss, respecto a lo que conversamos ayer, tenemos una duda, ya que Martin, aquí presente, me dice que él no ha hablado con usted.
Gatiss seguía en relajo total y miraba al par de actores con total indiferencia.
En efecto – contestó sin pensarlo demasiado - Quien me lo dijo no fue Martin, fue Moffat.
Benedict se sintió terriblemente. No solo había culpado a Martin sin motivos, sino que además el jefe mayor era quien tenía esa mala imagen de él, quería morirse allí mismo.
Bueno señor Gatiss, lamento haberle quitado su tiempo, con permiso.
Salió a gran velocidad y Martin lo siguió por costumbre. Benedict, sin embargo le dio una mirada tan fea que se detuvo y éste se alejó hacia el set de grabación.
Todo ese día fue extraño, era como si Benedict fingiera que él no existía, eso era en extremo difícil, considerando que estaban en casi todas las escenas juntos. Finalmente cuando ya era tarde y se aprestaban a dejar el lugar Martin sintió que alguien lo miraba desde la puerta del camarín. Era Benedict, que tenía cara de niño agredido.
Está bien lo diré…pero solo una vez...
Martin lo miró con expresión entre sorprendida y asustada.
- Lo siento, en serio lo siento mucho.
Fue como si le doliera el decirlo, como si fuera algo muy grabe. A Martin le pareció gracioso.
Esta bien no hay problema.
No, no está bien, está mal, déjame hacer algo para compensarte.
Martin tragó saliva y pensó que alguien con un rostro como el de Benedict no debería decir esas cosas a la gente.
No es necesario, en serio.
Pero…
No es necesario…ya olvídalo…
Al día siguiente Martin se sorprendió al ver las tasas del café, eran las mismas que usaban habitualmente, pero tenían un papelito pegado con los nombres de cada uno.
Benedict se le acercó y le dijo al pasar.
Son para identificarlas, así no me volveré a tomar tu café.
¿Tú lo hiciste?
Sí, puedo ser más creativo de lo que crees – dijo mientras guiñaba sensualmente el ojo izquierdo.
Martin le sonrió, pero este se alejó tal vez sin notarlo. Ese día las cosas fueron más normales y Sherlock le pareció más encantador a John de lo que nunca le había parecido.
Oye Moffat – le dijo Gatiss al escritor- si Benedict te pregunta algo tú solamente di que sí ok. Y pon cara de molesto.
¿De qué estamos hablando?
Nada, es que estoy en un proyecto para fomentar la unidad del equipo.
Moffat lo miró con una cara de "se lo que pretendes y me asustas". Y Gatiss solo le sonrió con cara de gato.
Está bien, confío en tu criterio- dijo Moffat.
Te amo socio.
