Declaimer: El personaje de Miguel no me pertenece. (c) Latin Hetalia (aka Kuraudia)
Drabble 29
Se sentó en una de esas sillas blancas a la vista de todos aquellos que, por desgracia, miraban parados el Desfile Militar. Se sentía ridículo, como un payaso de circo. Las ganas de bajarse del estrado comenzaban a hacerse notar, pero al sentir la mano del Presidente sobre su hombro le hizo darse cuenta que no había marcha atrás. Se quedaría sentado viendo la tortuosa ceremonia que, como a cualquiera, lo arrojaba a un vórtice melancólico.
Y recuerda a España; una persona muy curiosa. Miguel podía pasar todo el día contemplándolo ir de aquí para allá en esas bestias a las cual llamaba "caballos". Dígase que aquel personaje de tamaña galantería cautivó su atención desde el día en que se autoproclamó padre y hasta el que dejó de serlo.
Miguel, quien en ese entonces era un niño, no sabría explicar cómo fue que termino viviendo bajo su tutela, peor aún, siguiendo sus normas y lentamente olvidándose de su alguna vez amada libertad prehispánica. Hasta hoy esa pregunta persiste en su mente, pero aprendió a ignorarla con el pasar de los años.
La arraigada relación entre ambos por culpa de la convivencia, en algún momento, llegó a convertirse en un amor desembocado propio de la adolescencia. Cuando de anónimo paso a padre, y de padre a amante. Dicho sea de paso que esto tergiversaba los términos de "incesto" o "pedofilia". El amor de un país llega a mesclar más que sentimientos, razas, cultura, religión e ideologías.
Y… ¿Qué pasa cuando el amor se divide?
Se logra la indecisión y próximo las guerras. Guerras por defender lo que crees que es justo, guerras por proteger a quien quieres, guerra por amor propio y guerras por pura ignorancia. La ideología de antaño era violenta y así han sido todas las relaciones de Perú, violentas, turbosas y llenas de mucha hipocresía. Sus vecinos. Sus hermanos. Cuanto odio, cuanto amor. Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia. Fueron los pocos con los cuales entendió que algunas veces la política cuesta y desmiembra.
Poco a poco fue reconociendo los uniformes de aquel desfile, recordando nombres, recordando héroes, recordando escenas, recordando pesares y recordando victorias. Tal vez si su melancolía fuera pasajera al igual que el viento que hace flamear las banderas colgadas por toda la avenida Brasil, solo tal vez… no habría decepcionado a tanta gente con sus malas decisiones, mayoría de las cuales estuvieron basadas en suposiciones novatas de un gobierno difuso.
"De buenas voluntades se pasa hambre"
Miguel no era del todo independiente, era un esclavo al igual que todos sus hermanos. Vendidos a un emporio, esclavos del capitalismo por un amor que hoy en día es opacado por intereses egoístas. Un sabor amargo acapara su boca. Nunca hubo dicha libertad, es más, ahora se sentía más dependiente de lo que era con España, pero aún así fingiría sentirse alagado de tanta pavonada presidencial.
Diplomacia ante todo.
Cansado ya de divagar decidió prestar atención al desfile. Solo por ese día olvidaría sus problemas, ya que si su gente creía en él, no habría nada que no pudiera soportar en un futuro. Actitud positiva, la clave del éxito; tremenda mierda que se inventa la gente.
¡Viva el Perú!
Respiró profundo y sonrió a más no poder; solo eso se necesitaba, unas cuantas sonrisas y manos alzándose a saludarlo con euforia. Solo esperaba poder soportar las esperanzas de treinta millones de peruanos otro año más. No había opción al fracaso, no de nuevo.
