Prologo:
Eran las 7:45pm de ese día y en el hospital se podía escuchar el llanto de un recién nacido. Aunque eso ya era algo normal en ese lugar, en el cuarto número 27 se encontraba una hermosa chica de compleción delgada y cabellos alborotados de color café, la cual en esos momentos lloraba de felicidad por que acaba de dar a luz a su primogénito: un hermoso varón de tez clara cabello negro y ojos azul metálico.
- Es un hermoso bebe, ¿Qué nombre le pondrá? – le pregunto la enfermera que estaba en la habitación terminando de limpiar el lugar.
- Se llamara Kyoya – contesto la joven mientras sonreía con dulzura mirando al pequeño angelito que dormía tranquilamente entre sus brazos.
En eso la enfermera se acercó y le coloco una pulserita azul pastel con el nombre del bebe, haciendo que este se moviera un poco y gruñera por que le tocaron, ocasionando que ambas mujeres rieran bajito por el comportamiento del infante.
- Saldré un momento a llevar esto y ahora regreso por él bebe para que igual usted descanse – le comento mientras salía.
- Bienvenido mi pequeño ángel – le dijo la castaña al bebe dándole un beso en su frente.
En eso la puerta se volvió a abrir ahora revelando a un hombre alto, vestido de traje negro con corbata verde y camisa blanca, tenía el cabello negro y tez clara y ojos de color negro.
- Mochida, amor, mira ya nació nuestro… - empezó a hablar feliz la castaña al ver que su marido logro llegar al hospital, pero sus palabras fueron interrumpidas por este.
- Cállate… - le ordeno, asustando a la chica – no estoy aquí para mirar a ese bastardo, estoy aquí para decirte que este es la última vez que nos veremos – dijo mirándole con odio.
- ¿Qué…? – la castaña no entendía por que le hablaba así, por lo que no sabía que decir.
- Aquí están los papeles de divorcio, ya no te soporto e igual te dije que no quería que esa cosa naciera – dijo tirándole una carpeta a la chica la cual callo sobre sus piernas – fírmalos y terminemos con esta farsa.
- ¿Pero de que estas hablando?, ¿porque haces esto?, yo pensé que tú y yo… - Tsuna seguía sin poder entender.
- Oh vamos sí que eres una dame como todos te dicen, en serio creías que te amaba, quien amaría a una cosa tan fea como tú – sus palabras se notaban cargadas de odio y malicia ocasionando que la chica solo empezara a llorar en silencio – fue una apuesta que hice con los chicos sobre ver quién era el primero en llevarte a la cama y soportar vivir contigo un año entero – comento mientras sonreía – y como notaras gane e igual ya paso ese año así que ya me deshago de ti.
Tsuna no sabía que decir, temblaba de furia y al mismo tiempo se sentía tan dolida por sus palabras pero igual no le gritaba a ese imbécil que tenía enfrente para no despertar a su bebe…
- Entonces, ¿para ti somos un juego? – pregunto armándose de valor.
- Te equivocas tu eres un juego y esa cosa – señalando al pequeño - un adefesio que ni debió existir, ahora déjate de dramas y firma de una maldita vez, pero tranquila para que veas lo bondadoso que soy ya pague el hospital – comento acercándose a la cama donde estaba ella.
- … - la verdad lo único que ella sentía en esos momentos eran las ganas de gritar y golpear a su supuesto esposo por todo lo que le estaba haciendo sentir en esos momentos.
- Ah…, te hice llorar – se burló – bueno ya déjate de dramitas y firma – dijo poniéndole los papeles enfrente y un bolígrafo en su mano. A lo que ella sin mirarle a ver los firmo.
- Después de esto, no te quiero volver a ver nunca más en mi vida – declaro la joven mirando a los ojos, a su ahora ex-esposo.
- Y quien querría volver a verte, fea, torpe, una mujer sin gracia y ahora con un mocoso; nadie te tomara en serio – se burló para dirigirse a la salida pero antes de tocar el pomo de la puerta se giró para verla una vez más – por cierto ni te atrevas a ir a mi casa por tus cosas, ya las tire a la basura y pobre de ti donde intentes pedirme pensión para mantener a esa cosa – dijo para salir y aporrear la puerta en el proceso, ocasionando que él bebe se despertará y llorar a todo pulmón, provocando igual que ella llorara mientras trataba de calmar al bebe.
Le dolía lo que estaba pasando y se sentía estúpida de no haberlo notado antes, pero se dejó segar por el amor ya que ese sujeto siempre la trataba mal y de un momento a otro cambio, se dejó enamorar como una idiota y ahora ese era el resultado, sentirse humillada y usada. Le dolía recordar las palabras de su padre, el cual jamás creyó en ese tipo pero aun así respeto sus decisiones.
Dolía por que ahora no tenía nada, pero en eso una pequeña manita atrapo uno de sus dedos haciéndole recordar que aún no podía dejarse vencer, existía alguien que la necesitaba por lo que solo siguió llorando y jurando en silencio que nunca más se dejaría caer por esa estupidez del amor porque tal y como le dijo ese imbécil: nadie la tomaría enserio o la amaría por ser como era… pero al menos buscaría salir adelante por esa pequeña vida que no tenía la culpa de lo que ocurría.
Dos días después de salir del hospital, Tsuna decidió afrontar a su padres y pedirles ayuda temiendo que igual la rechacen por que al salir de casa se peleó con ellos porque no estaban de acuerdo con su idea de vivir con Mochida… y vaya que tuvieron razón.
Con muy poco dinero y solo con un pequeño kit que el hospital le regalo para él bebe, se fue caminando hasta la otra ciudad para llegar a casa de sus padres, ya que le dinero lo prefirió guardar para comprarle un poco de formula al pequeño o comida para ella. Tardo tres días a pie pero al final llego aunque al llegar a la entrada de la casa sintió que ya le faltaban fuerzas pero reunió las pocas que le quedaban para tocar la puerta.
- Ya voy – se escuchó que le contestaban desde el otro lado, al abrirse la puerta revelo a una hermosa mujer de cabello ligeramente largo de color verde oscuro, ojos azules, de piel clara la cual vestía un vestido blanco largo de manga corta con cuello el cual tenía una cinta naranja por debajo del pecho y llevaba puestas unas pantuflas blancas en ese momento – Tsuna… - dijo asustada al mirar a su hija en la entrada la cual se notaba cansada y estaba apoyada en la pared.
- Mama… perdón... – dijo antes de dejarse vencer por el cansancio y caer inconsciente sentada.
- ¡Reborn!- grito la mujer llamando a su esposo mientras ella tomaba al bebe que su hija sostenía para revisar que este estuviera bien y luego mirar a su hija la cual no se veía nada bien.
En eso un hombre de cabello negro cortó con patillas rizadas, ojos negros y estaba con un pantalón negro de vestir y una camisa naranja llego corriendo a la entrada solo para ver a su mujer hincada en el suelo y a su hija inconsciente en la entrada.
- ¿Pero qué…? - fue lo único que atino a decir.
- Llama a Shamal, rápido – le ordeno la mujer, a la cual este solo asentía e iba a buscar un teléfono para llamar a su médico familiar.
Después de un rato el medico salió de la habitación donde descansaba la joven.
- Ella se pondrá bien, lo que hizo fue muy imprudente ya que pudo morir más por que recién acaba de dar a luz – dijo mirando al pequeño bebe que la mujer sostenía en sus brazos.
- Entonces este bebe es mi nieto – dijo la mujer para mirar con ternura al pequeño que estaba dormido en sus brazos.
- Ese imbécil me va a escuchar esta vez – dijo Reborn sacando su arma para ir a buscar a Mochida y llenarle el cuerpo de balas.
- No creo que eso sirva cariño, encontré estos papeles en la mochila que traía nuestra hija – dijo Luce entregándole una carpeta a su esposo, el cual al leerlos solo tembló de rabia y los tiro al suelo.
- Juro que lo mato – declaro enojado.
- Olvídate de eso, no vale la pena, además ahora tenemos algo más importante que atender – dijo de forma seria la mujer, ya que esta igual tenía ganas de ir a matar a ese sujeto que jugo con su pequeño cielo pero sabía que ahora la prioridad era ver como se encontraba ella – Shamal, ¿Tsuna se recuperara? – le pregunto preocupada al médico.
- Tranquila, ella solo debe descansar y comer bien e igual que tome estas medicinas – dijo dándole una receta a la mujer – y con eso se recuperara, lo que si necesitara de todo su apoyo por que no sé cómo este con respecto a lo sentimental – dijo con algo de tristeza mirando a ver de reojo a la chica que seguía dormida.
- Descuida de eso nos encargaremos nosotros – dijo Reborn, cruzándose de brazos.
- Es bueno saber que tanto Tsuna como Kyoya llegaron a salvo con nosotros – comento la mujer.
- ¿Kyoya? – pregunto Reborn sin entender.
- Así se llama tu nieto, mira – dijo acercándoselo y mostrándole su pulserita con su nombre.
- Bueno sin más me retiro, cualquier cambio en la salud de ambos no duden en llamarme – dijo Shamal, retirándose y dejándole a la pareja sola.
- Se lo que estás pensando Reborn – dijo Luche de forma seria – yo igual quiero hacer lo mismo pero ahora nuestra prioridad es velar por ellos.
- Lo sé, pero eso no quita mi enojo, yo lo sabía ese imbécil solo jugaría con ella y aun así la deje ir – comento apretando sus puños mientras temblaba de ira.
- Lo importante es que ella regreso y estaba bien, nosotros nos encargaremos de cuidarla mejor esta vez – comento ella poniendo su mano derecha en la mejilla de su esposo para que la mirara a ver y hacer que este se calmara.
- Si tienes razón amor, ahora me encargare de que estos papeles los revisen, no quiero que ese imbécil se llegue acercar de nuevo a Tsuna – dijo recogiendo los papeles.
- Te apoyo, si lo llego a ver no dudare en matarle – dijo la mujer mientras que su mirada se oscurecía.
- Amo ese lado sádico tuyo – dijo el pelinegro de forma coqueta mientras se acercaba y besaba a su mujer, aunque este acercamiento hizo que sin querer aplastara al bebe el cual se puso a llorar – ¿y tú que lloras? – dijo retándole.
- No seas niño, anda ve a prepararle algo de comer a tu nieto – le regaño divertida mientras buscaba arrullar al bebe.
Al ver que su esposo fue a hacer lo que le pidió, la mujer fue a sentarse en la orilla de la cama donde estaba su hija para recostar al bebe junto a ella. Le sonrió de forma melancólica, porque ella mejor que nadie sabía que tendría mucho trabajo por delante para ayudar a su pequeña a poder levantarse de este golpe y más aún recordarle que ella no estará sola.
