Disclaimer: Drama! Acción! Romance! Aventura! Himaruya!
Summary: Francia ha organizado un ALGO, Francia siempre organiza cosas, algo como... oh, vale, hagamos una fiesta para que papá conozca Paris. Oh! Es una buena idea, de hecho Roma lleva bastante quejándose que no le han llevado a ROMA.
Bueno, la cosa es que, evidentemente... el señor hagamos-todo-con-bombo-y-platillo pretendía hacer una cena ENORME en Versalles, pero no. Así que bueno, todos los involucrados quedaron convidados a una bonita comida en su hermoso jardín ahora que va a terminar el verano (y no llueve), de estas comidas en las que todos han de ir muy formales vestidos de lino y para la que todo invitado recibió una invitación en papel y... bueno, una de ESAS comidas.
Roma quiere hacer notar a Germania, sentados en la parte de atrás del Mercedes de Alemania como es que van a casa de su hijo por las carreteras que él dibujó hasta Lutecia. Solo es un comentario. Ejejem.
Alemania es FULMINADO por el espejo retrovisor.
Y el romano recuerda que han pasado exactamente unos... dos mil años, ¿no? Bueno, tan mal no estarían entonces... no, solo es una cuestión de las cosas que se hacen bien, por si acaso alguien dudaba todavía y eso. Un poco de publicidad pro-romana nunca está de más para los escépticos. (Germania ignora la publicidad... con unos buenos ojos en blanco)
Los invitados incluyen a los regulares, es decir y como es evidente... Inglaterra, España, Romano, Prusia, Hungría, Alemania, Italia, Roma, Germania, Canadá, Liechtenstein, Seychelles, Suiza y... Si no queda más remedio, Austria.
España y Romanito hace rato que están ahí ayudando al anfitrión, como buenos hermanos, a probar el vino no sea que esté malo antes de servirlo.
Suiza le ha pedido a Austria que pase por él y puede que lleguen un poquito tarde entonces... a juzgar por lo que se oye que están haciendo en el cuarto antes de irse. Uh... bueno, Suiza llegará tarde y de mal humor por ello, peeeero un poco más cariñoso que de costumbre.
Hungría viene con Prusia en el Audi que le prestó Alemania, ambos hermanitos vienen TENDIDOS en las autopistas alemanas trazadas sobre los caminos romanos, sí... esas en las que no hay límite de velocidad, mientras Germania trata de destensarse con muchos trabajos porque sigue sin estar tan convencido de que un ser humano pueda ir a esta velocidad sin sufrir daños internos severos.
—Lutecia —sonríe Roma mirando por la ventana tan tranquilo porque siempre le ha gustado correr, excitadillo con la velocidad y con la carrera con Prusia—. ¿Te acuerdas de todo eso?
—Recuerdo todo mucho más verde, tranquilo y apacible... yo que me quejaba de tus ciudades.
—Sí, eso también es increíble... ¡estoy muy emocionado por ver la ciudad! Ojalá fuéramos a casa un día de estos también.
—Hay que hablar con Römer de ello si quieren ir, aunque dudo que te guste mucho. Es ruidosa y desordenada —explica Alemania entrando por Champs Elysees para enfilarse a la casa de Francia.
—No es desordenada y ruidosa, es divertido cuando vamos —responde Veneciano—, seguro podremos ir pronto.
—Y todos conducen como tu bruder, Italien... es un peligro.
—En realidad siempre ha sido ruidosa y desordenada, se llama vida —se ríe el romano
Francia omnipresente le señala a Roma el arco del triunfo y sonríe diciéndole que ese monumento lo hizo para conmemorar una brillante victoria de Napoleón contra el ejército austriaco y ruso. Sonríe orgulloso.
—Anda, mira que arco del triunfo más grande... ¡como el de Tito! —señala Roma a Germania echándose sobre él para mirar por la ventanilla.
—Veo que tus hijos tienen esa misma mala manía tuya de hacer bodoques feos de piedra en cualquier sitio —murmura Germania mirando por la ventana sin poder aún convencerse del todo del asunto de lo hermoso del asfalto y los coches por más brillantes y bonitos que se vean.
—Es para conmemorar victorias, ¡mira que calles más bonitas!
—El arco de Tito aún sigue en pie en casa —comenta Veneciano y a Roma le brillan los ojos.
—¿Ves? ¡Tenemos que ir! ¡Cosas duraderas y bien hechas!
—Bodoques indestructibles además —murmura levantando las cejas y mirando el obelisco—. Eso no es de...
—¡Mira, mira! —exclama yendo de un lado a otro histérico intentando escaparse de su cinturón.
Alemania hace los ojos en blanco entrando a la calle de la casa de Francia, que no vamos a decir cuál es porque es secreto de estado... un par de hombres con guantes blancos les abren las rejas, contratados específicamente para la ocasión *ojos en blanco* y finalmente Alemania se estaciona detrás de SU Audi blanco notando que no está el coche de Austria ni el de Suiza. Mira la hora y sonríe al ver que han llegado a tiempo.
—Papa! —sale corrieeeeeeeeeendo Francia a saludarles, tan mono vestido de blanco. Sí, Roma, sí... aún te reconoce como su padre. Espera unas horas y verás cómo todo eso cambiará de golpe.
—¡Mi niño! —abre los brazos hacia él cuando sale del coche para abrazarle.
—¿Has visto todo? ¿Te han enseñado? —pregunta abrazándole y sonriendo—. ¿Por dónde vinieron? ¿Viste el Louvre? Et l'arc du triomphe? La tour?
—¡El arco del Triunfo! ¡Es magnífico!
—Sí que lo es, es como el de Tito pero mucho más grande.
—Sic! ¿Qué fue lo que ganaste?
—Oh, la batalla de Austerlitz a Autriche y Russie. Fue una victoria excelsa, una de las mejores de Napoleón, obligamos a Autriche a salir de la guerra.
Roma sonríe y le besa abrazándole más fuerte.
—Ese es mi chico.
—Tengo también una columna que hicimos con los cañones capturados en la batalla. Habrías estado orgulloso de mí, papa... —asegura porque siempre le recordó con especial cariño en el campo de guerra—. Pero ven, vamos a que veas la casa antes de comer —tira de él y olvídense de ellos por un rato laaaargo porque va a enseñarle hasta las pelusas de debajo de la cama.
Roma le toma de los hombros y se va con él tan emocionado por ver todo lo que le quiera mostrar.
Canadá y Seychelles llegan los siguientes junto con Inglaterra. España, ayudado por uno de los veinte criados de Francia se queda en el feliz papel del anfitrión mientras Roma y Francia desaparecen un rato.
Veneciano se va a saludarlo a él y a su hermano, mientras Prusia se acerca a Alemania y su padre, sacando unas cervezas para ellos.
Germania, atención, saca un cigarrillo... porque le ha dado por fumar desde que lo descubrió, tomando la cerveza que le ofrece Prusia.
—Siempre haciendo cosas ridículas y ostentosas estos latinos, ¿verdad? —comenta mirando la casa.
—Nada que no tengamos en casa —comenta Alemania frunciendo el ceño al cigarrillo de su padre.
—¿Qué has visto de la ciudad? —Prusia se lo quita y le da una calada antes de devolvérselo, porque de tanto en tanto, de gratis, no le molesta
—Un arco del triunfo y una cosa de esas largas que tanto le gustaban a Egipto —indica—, y muchísima gente y humo y este piso...
—Ah, ja. Y espera a ver la torre Eiffel.
—¿Qué tiene la torre esa? —pregunta frunciendo el ceño
—Nada, yo no lo entiendo. Dicen que es tan romántica pero solo es una antena de metal.
—A Frankreich le gusta mucho, pero es un pico muy alto... nada que no quede opacado por e Fernsehturm de Berlin... —comenta Alemania dando un trago a su cerveza—. Solo que por alguna razón a la gente le gusta más esta
—Durante una época fue la más alta del mundo, ya ves... ya verás cómo se ponen ellos de locos, no tiene sentido —asiente Prusia—. Ah, y la utilizan para hacer chiste sobre... eso de Frankreich, a mí me costó un poco pillarlo.
—¿Un chiste sobre was? —pregunta Germania sin pillarlo. Alemania se sonroja un poco.
—Sobre sus... regiones vitales —explica Prusia y baja la mirada a las de Germania para que lo entienda.
—Oh... oh! —se pone una mano en la zona y carraspea—. Ehh... ¿y sabes algo de tus otros brüder?
—Ah, ni idea...
—Tengo un poco de hambre ya... —Germania le da un bueeen trago a la cerveza terminándose el cigarrillo.
—No te preocupes por la comida, si por algo vale la pena el viaje hasta acá cada vez, es por la comida de Frankreich —comenta Alemania —, casi puedo apostar a que Schweiz accedió a venir nada más por eso.
—Por qué no vas dentro, hay comida en las bandejas... pero que no se note que te la has llevado —propone Prusia.
—No voy a robar comida... aun no tengo tanta hambre. Pensaba de hecho ir por otro paquetito de estos antes de comer, ¿sabes si en algún lado por aquí puedo pagar por uno?
—Hay una tienda al final de la calle.
—Me sirven estos mismos papeles que me dieron acá, ¿verdad? —pregunta sacando un fajo de billetes bien acomodados del bolsillo
—Deberías esperar a que venga Schweiz para manejar el dinero —se ríe Prusia un poco ácido.
—Mein gott, vater, no tienes que traer TODO el dinero que te di. Te alcanza con estos tres billetes, ¿quieres que te guarde lo otro? —pregunta Alemania.
—Nein, neeein, Deutschland. Por Odín contigo, que por más que insistas en no creérmelo, tu vater es un hombre mayor que no nació ayer —aunque parezca que tiene veinte años. Le sonríe levemente y le da una palmadita en la mejilla—. No me tardo.
—¿No se perderá? —pregunta Alemania a Prusia, nerviosito, cuando ve a su padre salir por la puerta.
—Podía orientarse en un bosque, si no lo encuentra, volverá y ya...
—Esto no es un bosque... hay coches y maleantes. Las estadísticas de seguridad han bajado en París en los últimos meses... —indica Alemania.
—¿Quieres ir con él?
—Nein, nein, está bien, que aprenda a ir y volver —cual niño pequeño... además no quiere separarse de su cerveza.
—Creo que lo más peligroso que se podría encontrar es una huelga —bromea Prusia antes de beber un poco más de cerveza. Alemania se ríe un poco por lo bajo.
Germania sale con calma y tranquilidad por la puerta, siguiendo el camino que le ha mostrado Prusia. En realidad, el problema principal no es el perderse, sino es conseguir decirles lo que quiere, pero... el lenguaje de señas es universal, así que camina mirando hacia todos lados, más impresionado por lo bonito de la ciudad de lo que querría admitir.
En la calle contra la pared, han una mujer envuelta en una especie de gasas blancas muy vaporosas que le llegan hasta los pies descalzos, mira los coches con mucho miedo mientras se protege a si misma con los brazos medio hecha bolita. Tiene una suave cabellera rubia que le cae en ondas por debajo de los hombros, con un mechón de pelo rebelde en mitad de su cara y unos ojos azules abiertos como platos.
Germania podría no haberla visto en realidad... ¡hay tantas cosas que ver! Pero la mente humana está construida para encontrar patrones y cosas que a uno le parecen familiares y en un mundo de desconocidos, a veces es tan fácil encontrar a alguien familiar que incluso parece que los astros se ordenan para que uno lo consiga (tampoco hay tanta gente en la calle, fuera de unos cuantos turistas tomando fotos y, eso sí, los coches que no dejan de pasar). Cuando la nota no la reconoce por completo de inmediato pero se acerca unos cuantos pasos parpadeando.
Ella sigue medio planchada contra la pared del edificio viendo a los coches. Germania da unos pasitos más hacia ella cada vez más convencido.
—Galia?
Al oír su nombre desvía la mirada hasta el germano y levanta aún más las cejas si es posible al reconocerle, acercándose para echársele encima y que la proteja.
—¡Germania! ¿Qué es todo esto?
Germania, como habitualmente con una mujer, se sonroja un poco, pero le da unas palmaditas suaves en la espalda.
—Vaya, ¡tú también! —Indica sorprendido—, yo lo sé, es una locura... ¿cuánto llevas ahí parada? Es... vaya, ¡toda una casualidad que haya salido!
—¿Qué es todo esto? Mira que cosas, nunca había visto nada igual —asegura sacando un poquito la cabeza ahora que está él ahí.
—No lo vas a creer pero esto es tu casa —carraspea—, o al menos eso me han dicho.
—¿M-Mi casa? —le mira a los ojos un instante.
—Ja, lo que después fue Lutecia —se sonroja un poco con la mirada pero no desvía la suya —. Esto es mucho tiempo después de lo que te acuerdas y por eso no lo reconoces.
Ella vuelve a mirar alrededor, acercándosele un poco más y tragando saliva. Él le abraza... las cosas que hace pasar tanto tiempo con Roma últimamente.
—Tranquila, Galia. Las cosas no están tan mal aquí, hay comodidades que no puedes imaginarte —trata de tranquilizarla.
—Pero... ¿el futuro? ¿Estoy en un sueño? —ya empezamos...
—Nein, estás en el futuro. Es algo complejo de explicar, yo tampoco lo entiendo aun... mira, acompáñame aquí a comprar unas cosas y te explicaré en el camino.
—¿Me vas a llevar a un mercado? —sonríe calmándose porque de repente está en un sueño, así que no pasa nada.
—Ja, es como un mercado —asegura.
Lo toma del brazo con sus manos de dedos largos y finos de pianista.
Germania se pone derecho, pasándose una mano por el pelo y... siempre se sintió especialmente guapo con esta mujer soñadora y delicada. Camina lo más galante que puede hacerlo un bárbaro hacia el fondo de la calle.
Galia suspira y le acompaña dando algunos brinquitos, con los ojos medio entrecerrados y una sonrisa tranquila, sin hacer caso de los coches ni de nada ahora ya. El universo de Galia.
Germania le explica los puntos generales de la actualidad, algunas cosas básicas que cree que puedan gustarle como que hay duchas con agua caliente o vestidos muy bonitos y zapatos.
—Quisiera unos zapatos, este lugar es muy sucio y duro —se mira los pies.
—Lo sé... —la mira un poco preocupado porque además conoce bieeeen a Galia—, mira, vamos a ir por aquí ahora y seguro en la casa te darán unos zapatos. ¿Quieres que te cargue?
—Sí —se le abraza del cuello. Cargar a Galia no es especialmente un problema, así que aunque la mitad de los parisinos les miran con su cara de huelepedo (sí... la cara de huelepedoparisina) Germania la carga hasta la tienda de los cigarrillos.
Ella lo sigue mirando todo con los ojos y los labios abiertos como platos.
El tendero piensa que han salido de una fiesta del medievo o del manicomio o algo así especialmente por como habla Germania el francés... que es en realidad un intento BURDO de hablar algo así como galoceltaanticuadoeincomprensiblequenoesfrancés. Sea como sea, la transacción no es tan compleja y salen con sus cigarrillos.
Y más con las aportaciones de la gala corrigiendo sus palabras.
—Ahora hablan unos lenguajes casi incomprensibles —comenta Germania saliendo de la tienda y dirigiéndose a la casa.
—¿Porqué hablan así? Se parecía bastante al latín de Roma...
—Ja. Verás, esto fue parte del imperio de Rom —explica.
—Oh... —da igual, no lo entiende—. ¿Está aquí él también?
Germania la mira de reojo.
—Ja.
Ella sonríe un poquito con eso y Germania siente la punzada de celos por ambas partes de caaada maldiiita vez.
—Me gustan los sueños en los que salís los dos —asegura.
—¿Cuáles sueños? —pregunta aun sin entender que esto para ella es un sueño.
—Normalmente estáis desnudos, esos sueños...
—Galiaaa! —protesta llegando a la reja e intentando abrirla antes de que el hombre enguantado venga a hacerlo para él.
Ella sonríe un poco por la protesta y mira la casa y la reja con ensoñación.
—Oh, que bonito, es un jardín... ¿Qué hace aquí toda esta gente?
—Frankreich nos ha traído aquí para mostrarnos su casa —indica entrando por la reja así, tan mono y tranquilo como si fuera tan normal entrar con una mujer en brazos. Se acerca a Prusia.
—Francia... ¿Esta es la casa de mi hijo? —le mira otra vez, Prusia sigue bebiendo cerveza y comentando con España sobre Suiza y Austria que acaban de llegar.
—Preussen, ve a buscar a Rom.
—Ah? —se vuelve a su padre y levanta las cejas al ver que viene con una chica.
—A Rom, ve por Rom —insiste en la instrucción señalando la puerta.
—Ah... ja, ja —deja su cerveza y se va para la casa.
—Ahora verás a los demás, ya viene Rom. Esta es casa de Frankreich, ja, se alegrará de verte —explica dejándola en una silla.
—Frankreiiiich —grita Prusia al entrar a la casa
—Ya vooooy, ya vooooooooooy —grita Francia al otro lado de la casa. Prusia se va para allá, porque sabe que eso no significa nada.
Francia está adentro del armario grande, es decir, del armario principal... es decir, está dentro del cuarto adyacente a su cuarto en donde guarda la ropa de la temporada.
Y Roma tras él, pidiéndole que le deje probarse esto o aquello, como sieeeeempre.
—Prusse? —Francia se gira a la puerta al reconocer sus pasos
—Soy yo... Mein vater... es que me ha pedido que bajes —le dice a Roma.
—¿Qué ha pasado? —pregunta volviendo a vestirse, mientras Prusia, sonrojadito, carraspea y no le mira directamente.
—Pero todavía no acabamos... ¿ya llegaron todos los que faltan? Espagne va a matarme, le he dejado todo —cual si le costara tanto trabajo a España hablar con todos sus conocidos.
—Ha ido a por tabaco y ha traído a una mujer... —explica Prusia. Roma se detiene y parpadea.
—Quoi? —pregunta Francia con la misma impresión.
—Ja... una mujer... pequeñita, así toda rubia de pelo largo... y me ha dicho que viniera a buscarte —sigue el albino, Roma mira a su hijo con cara de "¿tú entiendes esto?"
—¿Y no te dijo quién era la mujer? Ni idea de quién es o qué hace aquí... —explica a su padre yendo a la sección correspondiente del armario—. Ponte este cinturón mejor, te va a quedar mejor que el que traías. Anda, vamos abajo.
Roma se quita el suyo poniéndose el que le da el francés, siguiendo a Prusia.
—Lo siento, hijo, luego seguimos. ¿No te ha dicho quién es? —le pregunta a Prusia y este niega.
—Está bien, ahora tengo ya curiosidad también yo —asegura Francia saliendo tras él y dejando, claro está, el cuarto con tooooooda la ropa que han sacado de fuera, nada que impresione al romano, por supuesto.
Así que los tres salen al jardín y cuando Roma la ve, mientras todos los demás están por ahí mirándola desde lejos y preguntándose quien es, sonríe de oreja a oreja.
—¡Pero hombre, Germaniae! ¿¡Cómo no me dijiste!? —exclama tomando a Francia de la cintura para que se acerque a ella también, que se vuelve a mirarles.
—¿Decirte? Pues te mandé llamar —protesta Germania sonrojándose y debatiéndose entre estar cómodo o no con esta situación.
—¡Roma! —se levanta ella sonriendo.
—¿Quién es? —pregunta Francia dejándose arrastrar hacia ella, entrecerrando los ojos.
—¡Mi princesa! —suelta al francés, la toma de la cintura y lo que viene a continuación hace a Germania rechinar los dientes SEGURO.
Oh, vaya que se los hace rechinar y hacer los ojos en blanco y cruzarse de brazos con cara de traer un palo en el culo.
—¿Cómo estás? ¿Hace cuánto que has llegado? —pregunta él sonriendo cuando se separa del beso, quitándole el pelo de la cara.
Francia parpadea con el asunto de "la princesa", levantando la antena y buscando a Inglaterra en automático con la mirada, sólo por un instante, antes de girarse a ver de nuevo a su padre.
—La encontré aquí afuera —se mete Germania empujando un poco a Roma para que se separe más de la chica.
—Germania me ha contado del sueño, ya se lo he dicho, me gustan mucho estos —explica ella soltando al romano, que se pasa una mano por el pelo sin dejar de sonreír.
—Estás tan hermosa como siempre —asegura Roma ignorando desde ya las idas de olla. Germania se cruza de brazos al lado de Galia, fulminando a Roma.
—Papa...
Roma se vuelve a mirar a Francia y levanta las cejas, acordándose de repente.
—Ah, Galiae, ya has visto que hijo más hermoso tienes —le empuja un poco hacia ella, que levanta las cejas y mira al francés.
Francia levanta las cejas hasta la estratósfera y abre la boca.
—M-Mi... E-Es...
Roma se ríe y le aprieta un poco los hombros a Francia para darle ánimos.
—Ah! Roma, que bormista. Mi hijo es un niño pequeño —sonríe ella con su ensoñación.
—¿Ella... es... es ma m-maman? —susurra el francés mirándola con ojos muuuuy abiertos y pensando que sí que se parece a un dibujo que le hizo su padre hace cientos de años y de hecho... que se parece en algo a el mismo.
—Era... ahora ya ha crecido y se ha convertido en un hombre muy guapo —asegura el romano para la gala y le da un beso en la mejilla a Francia—. Sic, mi vida.
A Francia se le humedecen los ojos. Galia inclina un poco la cabeza y se acerca al francés, levantando una mano un poco temerosa de ponérsela en la cara y tocarle... cuando nota que se le humedecen los ojos, parpadea un poquito también.
El francés se muerde el labio, emocionado y traga saliva esperando el contacto, casi temblando, con el corazón acelerado. Levanta el brazo y le acaricia con la punta de los dedos el dorso de la mano haciendo que la pegue contra su mejilla. Cierra los ojos cuando le toca.
Ella sonríe con el corazón enternecido, acariciándole con suavidad.
—Este es un sueño maravilloso.
—Este ES un sueño maravilloso —asegura Francia girando un poco la cara y dándole un beso en la palma de la mano, y sobra decir las veces que Francia en su vida soñó con tener a su madre así para hacer esto. Ya está llorosito.
—Ven —hace un gesto con la otra mano para que se le acerque y poder abrazarle—. No puedo creer que seas tú de verdad... mi niño pequeño... mira que grande vas a ser.
—Claro que soy yo, yo no puedo creer que seas tú de verdad —susurra el francés, abrazándola cálidamente de vuelta y cerrando los ojos.
—Roma... ¿has visto quién es? —pregunta ella abrazando al francés con cariño, no muy fuerte porque igual es así de delicada y el dramático latino ya está casi llorando a moco tendido otra vez acercándose y abrazándolos a los dos.
Y Francia suelta un par de lagrimitas porque esto, esto es PERFECTO, la familia completamente perfecta que siempre soñó, con su mamá princesa y su padre hijo de dios, y él, como el niño consentido y mimado que es, en medio de los dos.
Inglaterra, Canadá y Seychelles están mirando la escena con prácticamente la mandíbula en el suelo en plan Oh. My. God. Los tres. Suiza la está espiando un poquito a lo lejos, levemente interesado y Alemania el muy chismoso está hablando con Prusia bajito al respecto.
Austria comenta para Suiza que no era exactamente así como se imaginaba a la madre de Francia, aunque de hecho no se la imaginaba de ninguna manera y luego comenta sobre lo extraño del hecho que estén apareciendo todos últimamente.
Suiza le responde distraídamente que Francia hablaba cosas buenas de su madre y cuando se queda pensando en ello, casi puede apostar a que incluso el francés tiene un cuadro de ella en algún sitio.
Inglaterra, rojo como un tomate, hace el esfuerzo de acercarse a ellos con clara intención de presentarse o algo así, pero solo consigue carraspear y una firme determinación de no mearse encima cuando le miren... no promete no salir corriendo y esconderse bajo la mesa.
—Je t'aime, maman... —susurra Francia al separarse dándole un beso delicado en la mejilla, acariciándole la otra.
—Que bonito hablas, yo también a ti —responde ella con suavidad y Roma balbucea algo incomprensible, hecho un desastre de mocos.
Francia le sonríe a ella, luego mira a su papá y le da un beso en la mejilla. Se mete una mano al bolsillo y saca su pañuelo a la vez que encuentra a Inglaterra con la mirada.
—Oh, Angleterre! —se le llenan ooooooootra vez los ojos de lágrimas.
Inglaterra se queda paralizado y Roma les suelta a los dos y se va a buscar a Germania para llorarle encima... lo siento.
Germania hace los ojos en blanco, pero le abraza consolándole. El latino se hace bolita escondiéndose en su pecho mientras sigue llorando sobre lo bonito que es y lo emocionado que está y quién sabe qué otras cosas porque no se le entiende NADA.
—¿Ya viste, Angleterre? Es ma maman... —susurra Francia y extiende una mano hacia el para que se acerque—. Maman, él... él es l'amour de ma vie, Angleterre.
Inglaterra se acerca y se tropieza un poco con sus propios pies, sonrojándose de muerte con eso... por la forma en la que le tiembla el labio, va a ir a esconderse en 3... 2...
Francia le detiene del brazo antes de que pueda escaparse y le abraza a él y a su madre a la vez.
Ella se queda mirando al inglés y es imposible saber lo que está pensando.
—Te pareces a alguien —le suelta.
—Es hijo de Britania —susurra Francia en el oído de su madre.
—Oh! —ella levanta las cejas y vuelve a mirar a Inglaterra reconociéndole ahora sí—. ¿De verdad?
Francia vacila un segundo mirando a Galia porque en teoría según sabe es bueno, pero la expresioooon, es indescifrable
—Y-yes, mylady —asegura Inglaterra en un susurro súper formal, casi como si le hablara a la reina, bajando la cabeza.
—Tu madre es mi mejor amiga en el mundo, espero que se encuentre bien —sonríe ella. Francia respira aliviado y mira a Inglaterra ilusionado.
—Oh, Francia... — le mira la gala otra vez porque es que aún no se lo cree y le vuelve a poner la mano en la mejilla.
Francia sonríe ENCANTADO porque tampoco le cree, cierra los ojos y abraza con más fuerza a Inglaterra.
—Este es el mejor día de mi vida, mon père et ma mère, mon petit Angleterre, mes enfants... todos conmigo en mi casa —asegura ooootra vez con los ojos llorosos, diosmioconestoslatinos.
—Eresunidiota —Inglaterra es que no puede contenerse.
—Yo también te quiero, Angleterre... míralo, maman! —le suelta el abrazo e intenta tomarle de la mano pero no se deja y mientras los dos pelean Roma solloza un poco aun acabando de llorar, limpiándose la nariz.
Y los meseros les piden muy amablemente que se acerquen un poco porque van a servir pronto la comida.
—Francia... —le llama Galia—. ¿Y tú hermano?
—Ehh... no lo sé —responde Francia distraído levantando la cara un segundo buscando a España.
—Ah, es cierto —cae en la cuenta Roma buscando entre los demás, limpiándose la cara—. Austria, muchacho, ven a saludar a tu madre —hace un gesto para que se acerque.
Solo puedo decir... chan, chan, chaaaaaaan!
Esto salió a raíz de un cómic de Cadaska en deviantart en el que hablaba de las raíces es influencias celtas en Austria, pueblos celtas originariamente procedentes de las Galias.
