Hola! Igual que antes hice con "El vino del hogar" y que ya considero felizmente acabada, decidí que empezaría también con el proceso de revisión y edición de este fic. Todo en aras de mejorar esta conti, que aún no termino… Espero que vuelva a mí la inspiración.
Le debo a Kaizokou ou16, el haberme sembrado la semillita de la curiosidad sobre cómo serían los hijos de Ace y Nojiko… Asi que, éste se lo dedico a él. Pero también, es un homenaje a una serie de TV de los años 80, que trató el tema de la adolescencia y el deseo de hacer realidad sus sueños, llamada "Algo más que Soñar" y que recuerdo con mucho cariño.
Más que un Sueño
I
"Me forjé cual mi generación,
Distinta a la de ayer". Pablo Milanés
El hijo del joyero esperaba oculto tras los árboles, pendiente de cuando se abriera la puerta de aquella casa, tras la que se habían esfumado varias joyas de su propiedad. No tuvo que aguardar mucho, hasta que vio al hombre salir con el bolso de viaje, consultar algo en su muñeca y seguir camino adelante. Apenas se perdió entre las líneas de mandarinos, abandonó el escondite para dirigirse al portal.
Los toques estremecieron la hoja y escuchó la voz tranquila, pero malhumorada de la dueña.
—Pensé que el hombre de esta casa había olvidado algo —abrió una mujer de cabello celeste, sosteniendo con la mano izquierda el dintel de la puerta y la derecha cerrada en un puño contra la cadera— ¿Quién te crees que eres para golpear así?
—¡Señora, yo…!
—¡¿Señora?! —la palabra, más que el tono, hizo que ella frunciera el ceño y se cruzara de brazos.
—Er… ¿Señorita Nojiko?
—Ni tanto como eso —musitó la del cabello celeste— Nojiko está bien… —lo miró de pies a cabeza— Cocoyashi ha crecido en los últimos tiempos, así que no tengo ni idea de quién eres.
—¡Soy el hijo del joyero de la Doskoi! —gritó el chico— ¡Y su hija me robó la prenda más cara que había en la tienda!
—Anne está en la Marina, —Nojiko se hizo la desentendida— y a Rouge la dejé durmiendo…
—¡Pues estaba bien despierta cuando me estafó!
—Oh, —se observó las uñas— ¿dices que Rouge lo hizo así, se metió en tu comercio y arrasó con todo?
—¡Peor! Me hizo creer que…
—Seamos breves… ¿Qué pretendes entonces? —la peliceleste se inclinó hacia él, llevando las manos a las rodillas. El chico retrocedió un poco ante la visión atrevida del escote— ¿Que te las pague yo?
—¡Noooo, señora! —el estado de confusión en el pobre muchacho dio lástima a Nojiko— Eh… Es que su hija pidió unas esmeraldas talladas en bruto y bueno… se le resbalaron hacia delante y… me dijo que abandonara el mostrador para ayudarla a desabrocharle el... ¡pero en lo que iba, desapareció!
–HOTARUBI.
Fue apenas un susurro tenso en el viento, pero la mujer había dejado de escucharlo y miraba seria tras él. El chico notó unas pequeñas luces verdes cubriéndole, como si las luciérnagas hubiesen decidido abandonar los mandarinos para posarse sobre su cuerpo.
—Nunca te echas atrás cuando vas al mar, Ace —Nojiko apartó a un lado al jovencito— ¿Qué pasó?
—Dejemos las explicaciones para después, No.
El muchacho se tornó pálido e hizo ademán de apartar aquellas luces.
—Creo que deberías hablar con Rouge primero, —ella lo observó seria— y preocuparte por los detalles más tarde.
—Mejor no. Es suficiente con lo que oí —dijo Ace, enfrentándolo—. ¿Qué es eso de estar "dándole una mano" a mi hija con el sujetador?
—¡Fue ella quién lo pidió! Además… —el muchacho titubeó al verlo bien dispuesto a freírlo— Rouge y yo pensábamos casarnos, apenas ella lograra reunir lo suficiente. Por eso le daba parte de las joyas…
—¿Casarse, pero quién rayos te crees que eres? ¡Rou es una niña todavía!
—Ace… se está volviendo adulta. —intervino la peliceleste y volviéndose hacia el interior de la casa, llamó a su hija, acostada en el diván del recibidor—. Son quince años.
—Esto no tiene sentido. Oi, No ¿sabes algo al respecto y no me has dicho?
—Ni idea.
La figura de una chica pelinegra apareció junto a la de su madre, y apenas vio al muchacho, se deshizo en carcajadas.
—¡Ah, tú! ¿Qué vienes a reclamarme ahora?
—¡Rouge! ¿Cuánto tiempo planeas ocultar que pensabas casarte con esta lagartija? —en los ojos de Ace hubo un destello de ira mientras señalaba al muchacho con el pulgar— No puedo decidir por ti, pero sería bueno que dijeras las cosas por lo claro.
—¿Yo, matrimonio? —Rouge hizo un gesto inocente y fue a abrazar a su padre— Por favor, pá… a quién se le ocurre. Soy tu navegante, ¿recuerdas?
Ace aceptó la muestra efusiva de su hija sin poner reparos, pero no dejó de mirarla serio.
—Pues este chico dice que te ha entregado algo a cambio de eso, o algo así…
—Ni que me vendiera tan barata, por Dios. —la pelinegra observó al muchacho con desprecio— El muy tonto creyó que un par de joyas bastarían para despertar mi interés… ¿Qué las tomé? Es verdad, pero… —se mordió los labios mirando cándida a su padre— ¿qué chica no lo hace? Después de todo, eso no significaba la obligación de aceptarlo.
—Entonces, ya está resuelto. —Ace zanjó de plano la cuestión y se volvió hacia el jovencito— Sobrevivirás a esto, y ya sabes que esa forma de conquista no siempre da resultado.
—¡Quiero que me devuelva las joyas!
—Ah, por cierto… —Ace hizo traquear sus nudillos— aún queda el asunto del sujetador y…
—Déjalo ya. —Nojiko lo asió del brazo, atrayéndolo hacia la casa— Tampoco tú me explicas a qué se debe esta vuelta.
—Entonces… —el pirata quiso hacer una advertencia al hijo del joyero, pero éste había desaparecido— Bueno, ¡adentro, Rouge!
Dio un suave empujón a la pelinegra, y quedaron en pie en el recibidor. La chica se dejó caer en el diván, suspirando.
—No hice nada malo.
—¡Que sea la última vez, Rouge! —Nojiko le propinó un manotazo a ras de la cabeza— ¿Cuántas veces te he dicho que no quiero que sigas los pasos de Nami?
—¡Estás despeinándome, má!—se arregló el moño desesperada— Solo me divertía a costa de ese idiota. Así aprenderá que las mujeres no somos fáciles.
—¿Y tenías que robar para eso? Además, lo engañaste a conciencia, a ti no te gustaría que jugaran con tus sentimientos.
—¡Es un bobalicón, te lo dije! Eso no se lo creería ni tío Luffy.
—Pues yo sí lo creí, Rouge —Ace la miró severo— y no pensarás que soy también un idiota ¿no?
—¡Eso es diferente, pá! Tú lo creíste porque me quieres ¿cierto? —le devolvió una mirada candorosa— Lo siento, de verdad. Pero te prometo que nunca tuve la intensión de casarme con él ¡ni con nadie! —al ver que el ceño fruncido del padre no se suavizaba, saltó hacia él— ¡Soy tan libre como tú, seguiré siendo tu navegante! ¡No necesito de un idiota a mi lado!
—Le devolveremos las joyas a esa lagartija.
—¡Papá!
—Sin réplicas. —Ace rompió el abrazo— Dame todo lo que tomaste.
—¡No tengo la culpa si me gustan las prendas! —se cruzó de brazos, esperando que al final consintiera— ¡Quiero tener dinero y lucir bien!
—Esa no es forma de conseguirlo, —Nojiko recordó los tiempos de Bellemere con Nami— ¿Acaso no te hemos dado cuánto podemos y un poco más?
—¡Pero Anne es la favorita, a mí me tienen relegada!
—¿Quién dice tal cosa?
—¡A ella le dan lo mejor, y ni siquiera te siguió los pasos, pá! —sollozó, mirándolo— ¡Tampoco quiero ser una mantenida! Y cada vez que consigo hacer algo, a ustedes les parece mal.
—Es lógico, si todo viene del robo y del engaño.
—¡No es cierto! ¿Qué pasó entonces con aquel sueño? —Rouge se volvió hacia su padre, iracunda— Podía tener beries a montones en mis manos y no me apoyaste.
—Lo hicimos, pero saltas de una cosa a otra sin definir lo que realmente ambicionas —la atajó Nojiko— Al final terminaste dando la espalda a tu sueño ¿Y nos culpas de eso?
—Rouge… —Ace hizo un esfuerzo para continuar— No saldrás conmigo en los próximos tres viajes.
—¡Cualquier cosa menos eso!
—No voy a repetirlo.
Iba replicar, cuando se abrió la puerta del recibidor. Al ver a los que entraban, escapó hacia su cuarto, encerrándose en él.
—Por cierto, Ace ¿Qué fue lo que te detuvo de marcharte?
—La respuesta la tienes delante de tus ojos, No. Hoy regresan los niños, y es imperdonable que lo haya olvidado.
/
Una chica hizo entrada, haciéndose acompañar por el instructor de marines Garp. Si bien era notable el parecido con Rouge, Anne Bellemere tendía a semejarse a Nojiko desde el cabello celeste hasta los grandes ojos y su figura bien proporcionada, donde las curvas eran motivo de más de una conversación en la Marina. Contrario a su hermana, que lucía una esbeltez artística de formas agradables con la que dominaba a todo varón de la isla, prefería no hacer gala de sus atributos y más bien se mostraba seria, casi huraña. Causa también de más comentarios en la Marina, donde cadetes y oficiales se disputaban en vano su atención.
—¡Mamota! ¡Papaso! ¡Estoy de vuelta y con un Diploma de Oro! —rió Anne y lanzó su bolso junto al de Ace, para asirse a ellos en un apretón. Nada común tanta espontaneidad, pues si algo caracterizaba a Anne era la mesura propia de su madre, sin dudas obtener un título como ese era un acontecimiento realmente importante para ella— ¿… donde está mi hermana? —observó el gesto enfadado en el rostro de sus padres— Sí, ya sé… Rouge la hizo otra vez.
—¡Bwa ha ha ha! ¡Si continúa sacándolos de quicio, terminarán dándomela para la Marina! —Garp se acomodó en el diván y volvió el rostro hacia Nojiko— ¿No hay café para mí, bruja?
—Deja de llamarle así a mi madre, abuelo. —salió Anne en defensa, sin dejar de abrazarla— Ahora que estoy en casa, puedo hacértelo yo. No le des más trabajo.
—¡Oh, ella lo prepara a mi gusto! La última vez sabía a jugo de hierba guisazo ¡Bwa ha ha ha! —Nojiko dio un beso a su hija y le hizo un guiño, disponiéndose a ir a la cocina. El ex vicealmirante alcanzó una revista abandonada junto al mueble y se puso a hojearla, muy entretenido— ¡Oh, fotos de mi nieta!
—Rouge se ha dedicado un poco al mundo de la imagen, por lo visto —Anne dejó de abrazar al padre y fue de inmediato junto al bisabuelo—. Uh, se ve muy bien en éstas.
—¡Mi nieta es una chica con talento! ¡Excelente pose, ésta marearía a todos esos viejos salidos de Mariojea!
—¿Por qué no encaminas a Rouge en lo que le gusta, papá? No entiendo por qué dejó a un lado la danza, si le iba tan bien. Pero creo que sería muy buena modelo. Incluso tía Nami puede ayudarla.
—Nunca le he impuesto las cosas a tu hermana, Belle. —Nojiko volvía con las tazas de café y Ace tomó la suya, meditativo— Les doy viento en popa y ustedes hacen lo que sueñan…
—¿Qué si a Rouge no le gusta tanto en verdad ser pirata? —cuestionó la mayor de los trillizos— A lo mejor, solo te pisa los talones porque se le ha metido en la cabeza que soy tu favorita.
—¡¿Quién dice tal cosa?! —Garp la envolvió en un abrazo— ¡Eres la mimada del abuelo! ¡El primer expediente de la Marina!
—Jamás hemos tenido preferencias por alguno de ustedes en particular, Anne. —el padre la observó preocupado— Edward y tú, al menos, nunca nos reclamaron tal cosa.
—Quizás debieras hablar con ella, Ace. —dijo Nojiko, depositando la bandeja en la mesa de centro—. Sé que para esta clase de familia su gusto es inusual, pero Nami también se inclina por esas cosas. Todo lo que Rouge hace, apunta a ese camino. Ahora se ha dedicado a posar a escondidas… y es mejor saber en qué mundos se sumerge. Tampoco pienso que ser pirata sea lo que busca, si bien ya ha hecho de las suyas.
—¡Es impresionante que todavía no le hayan colgado un cartel! ¡Sí que es lenta la nueva camarilla de los marines! ¡Bwa ha ha… ha… ha…! —la carcajada fue en mengua y los ojos del instructor de marines abriéndose como platos— ¡Ace! ¿Qué clase de padre eres, que permites esto?
—Por favor, abuelo, —sonrió Anne, divertida— es una foto en traje de baño. Tía Nami tiene millones de esas.
—¡Es precisamente lo que no quiero!¡Que termine siendo peor que esa endemoniada bruja pelicandente! —Garp recogió su capa, y fue directo a la puerta— ¡Y eso es responsabilidad tuya! —se volvió hacia Ace— Así que ya lo sabes, si no quieres que reabra tu caso en la Marine…
—Viejo chantajista —murmuró Nojiko, sintiendo rabia al no poder golpearlo por estar Anne presente.
—Oh, abuelito no hará algo así con papá ¿Verdad? —la joven peliceleste se lanzó a besarlo— Sino, Anne no volverá a quererlo como lo quiere… Y me convertiré en una pirata, muy, muy mala…
Ace sonrió malicioso al ver al viejo Garp deshacerse en disculpas con la bisnieta. En Anne y Rouge tenía dos defensoras acérrimas.
—Y tú que no querías hembras… —Nojiko le señaló con el mentón a la trilliza de pelo celeste, que en ese justo momento hacía que el instructor de marines repitiera "está bien, papá Ace es bueno".
—Hablaré con Rouge, No. Si quiere dejar el mar y volver a los brincos y a las vueltas, o algo más, buscaré que me lo diga.
—Bien, así no te perderá la confianza.
Nojiko observó a Garp retirarse, después de reclamar un beso de Anne. La chica cerró tras de sí la puerta, deteniéndose para aspirar el aroma de la comida casera de su madre, que pronto estaría a punto.
—¡Adoro la casa! —exclamó alegre, pero se tornó seria al mirar a sus progenitores y hacerles la pregunta— ¿Ed no ha llegado?
