Ella vio la escena completa: Damon, Elena, el beso… Él no iba a morir, ella se lo juró a sí misma, y además, debía quedarse con la chica de la cual siempre estuvo enamorado.
Pero eso no impedía que lágrimas cayeran por sus mejillas y que la tristeza inundara su corazón.
Luego, cuando supo lo que iba a pasar, dejó al lado todo el dolor para sacar la valentía; aunque en el fondo sabía que eso más le convenía a ella que a él.
"No está mal amarlos a ambos"
Katherine le había dicho eso hace un tiempo, pero ella no amaba a los dos Salvatore, ella lo amaba sólo a él.
Tan pequeña, tan frágil que dan ganas de protegerla para toda la vida… Y Damon lo iba a hacer, lo juró por su existencia; pero jamás, jamás contó con el hecho de que ella no ibas a estar allí para ser protegida por él.
_ llegó al departamento de Alaric y se encontró con una escena horrible, pero sobre todo, fuera de lo común. No sólo porque fuese una escena que nadie se lo iba a imaginar, sino que ella jamás había esperado llegar a ver alguna vez aquello: Stefan, con tantas bolsas de sangre humana ya vacías, rogando por más.
Hola, pequeña –la saludó Klaus, que le daba la espalda.
_ salió de su trance, y recordó la razón por la que estaba allí: para enfrentarlo.
¿A qué debo tu visita? –le preguntó Klaus con una gran sonrisa, ya mirándola de frente.
La pregunta no era necesaria, él ya sabía la respuesta.
Vengo a proponerte algo –le contestó ella, firme.
¿Qué cosa? ¿Un intercambio? ¿Tú por él?
Sí.
-¡NO! –gritó Stefan desde atrás. Ambos lo ignoraron.
¿Qué me podrías ofrecer tú? –habló Klaus
Lo que sea –contestó _, rogando que la voz no se le quiebre- La única condición es que los dejes en paz.
¿Será que eres tan poderosa como dicen por allí? –la frase era más una burla que una pregunta. Klaus no sabía con quién se enfrentaba.
No lo sé. Tal vez me podrías probar –contestó _ con una sonrisa angelical, pero que detrás escondía la enorme malicia.
Klaus amplió su sonrisa, hasta que sintió los dolores punzantes, los desgarros a lo largo de su cabeza. ¡Rayos! La chica era realmente fuerte. Pero la combinación híbrida de vampiro y hombre-lobo lo curaba rápidamente. De todas formas, él logró caer al piso.
No, _, sal de aquí. ¡Vete!
Ella no escuchaba a Stefan, simplemente lo ignoraba. Y de paso lo inmovilizó.
Te estás haciendo daño. ¡Para esto! Eres sólo una niña…
Puedo tomar mis propias decisiones, Stefan – le cortó.
Klaus se recuperó. Se paró y miró fijamente a la pequeña mujercita que estaba frente a él.
Era bella, bellísima en realidad. Esos ojos negros como la noche, el cabello lacio larguísimo, la piel de un dorado perfecto… y el cuerpo adornado con unas curvas exóticas, dignas de una latina en pleno florecimiento. Aunque todo eso no le quitaba el hecho de ser la única arma para destruirlo.
Klaus sonrió.
Creo que ya sé en qué me podrías ser útil.
Aparte de acabar contigo, ¿en qué más, corazón? –le preguntó ella sarcásticamente.
Si pudieses ya lo hubieses hecho –rió él- Pero es por otra cosa.
Te escucho.
No sé por qué te dicen que todavía eres una niña, cuando ya estás hecha toda una mujer.
Klaus amplió aún más su sonrisa.
_ se quedó en shock. Jamás había esperado eso. Había esperado una tortura, un maltrato, cualquier cosa menos un… deseo proveniente de Klaus por ella.
Ni siquiera lo pienses –le rugió Stefan.
Ese es mi trato –dijo Klaus- te quedas tú, para ser mía y dejo a tu amada Mystic Falls en paz- ¿Aceptas, querida?
_ tenía ganas de gritarle todo lo que él se merecía.
Ella ya se veía como una mujer, pero se sentía como una niña. Y así Damon y Stefan la habían tratado, como a su pequeñita.
Y luego venía ese imbécil a proponerle ser suya. Y lo peor es que ni siquiera podía negarse.
Sí –contestó.
¡NO! ¡Este es mi trato! ¡Vete de aquí, _! –Stefan gritaba como un demente, e incluso estaba llorando.
Déjalo ir –le pidió _ a Klaus.
Primero tienes que probarme que no vas a dejar de cumplir tu trato a lo largo de toda la eternidad.
¿C-cómo q-quieres que haga eso? –tartamudeó ella, aunque ya sabía la respuesta.
¿Sabes? La cama de Alaric es muy suave –respondió Klaus, ya riendo.
Sabes que lo haré. No es necesario.
Prefiero que el Salvatore le lleve un mensaje totalmente verificado a su hermano.
_ tragó saliva.
Klaus le ofreció su mano y ella la aceptó. Caminaron hacia la habitación, y cuando Klaus cerró la puerta, sólo le dedicó una sonrisa de triunfo a Stefan.
Él lo escuchó todo: los gemidos, caricias, el roce de los labios… Pero sabía que eso era la peor pesadilla para _. Sólo deseaba en ese momento y rescatarla, y luego desquitar todo su ira contra el idiota de Klaus; podría golpearlo para siempre.
Luego de un tiempo, Klaus salió de la habitación, con el torso desnudo y la parte inferior envuelta a una sábana.
Fue un trato muy placentero, en realidad. Acepto. –Klaus habló en tono burlón, mientras Stefan lo asesinaba con la mirada- Anda dile a tu hermano eso, ¿quieres?
Todo es por nada. Sabes que Katherine no le llevó nada –le contestó en un rugido
Dije que daría mi sangre para salvarlo, nunca que me aseguraría de que llegara a él.
La ira ya había desbordado todo límite, pero Stefan no podía hacer nada.
_ se apoyó tímidamente en el marco de la puerta de la habitación, envuelta en una sábana blanca, con las lágrimas cayendo. A Stefan se le partió el alma.
Ahora, vas a ir a casa –empezó Klaus, utilizando la coacción- le dirás a tu hermano lo que pasó. Y nunca, nunca la buscarás. Bueno, tampoco la vas a encontrar. Levanta la paralización, mi amor.
_ lo hizo. También utilizó el don de su coacción a distancia, para hacer que Stefan saliese de allí y no regresara a buscarla.
Stefan prácticamente se evaporó, y dejó a los dos híbridos solos.
No te preocupes, corazón –le dijo Klaus- Pronto olvidarás al Salvatore. Pronto, tú me amarás a mí.
Podré ser tu muñeca inflable real, Klaus. Pero jamás, jamás te amaré –le aclaró.
Se dio media vuelta y regresó a la habitación.
Analizó su situación, y sólo le quedó llorar. Llorar por haber perdido al único amor que tenía.
Ahora sólo esperaba que Elena mantuviese su promesa.
Stefan llegó a casa desesperado, tratando de asimilar todo. ¿Cómo se lo diría a Damon?
Sabía que eso lo destrozaría, y lo sabía muy bien. ¿Para qué engañarse? Él también se había enamorado de ella… _ había hecho que él se olvide totalmente de Elena.
Entró a casa y encontró a Elena apoyada al lado de la cama de Damon, y a Katherine dándole todo el frasco de la sangre de Klaus.
¡¿Cómo lograste salir? –exclamó Katherine cuando lo vio.
Algo p-pasó –tartamudeó Stefan.
Damon ya estaba recuperándose. Su semblante lucía como de costumbre y su cuerpo dejaba de estar decaído. Su voz seguía intacta, igual de firme y déspota con su hermano. Aunque en ese momento no se le ocurrió preguntar por él…
-¿Dónde está _?
-Ella… -empezó Elena- Ella me hizo prometerle que… -hizo una pausa y se volvió hacia Stefan- ¿Qué pasó? ¡Anda, dilo!
_ se ofreció de intercambio a Klaus… por mí –terminó por decir.
Damon se quedó en shock por unos segundos. Pero la que estalló fue Katherine, sacando un lado protector que nadie jamás había conocido.
-¡NOO! ¡¿Cómo dejaste que eso pasara, imbécil? ¡Ella es la única que puede vencer a Klaus! ¿Y ahora? ¡Está a su merced!
-Yo lo intenté, pero ella me coaccionó y… Tú sabes que contra eso no se puede hacer nada –replicó Stefan. Luego miró a Damon- Lo lamento, hermano. No sabes cuánto lo lamento.
-No puede ser –susurró Damon- Ella no pudo hacer eso.
-Con razón que… -Elena se calló cuando se dio cuenta que había llamado la atención.
Damon dejó su inmovilidad, y al darse cuenta que Elena sabía algo, voló a su lado, y la sacudió, exigiéndole que le diga qué era lo que ella sabía. Pero más aún, por qué no había hecho nada.
¿Qué sabes? ¡Contesta, Elena! ¿Qué sabes?
_ me hizo prometerle que te iba a amar, y que no iba a dejar que te pase nada –contestó ella entre lágrimas- También dijo que cuidara de Stefan. Que los cuidara a ambos. Que los amara. Pero no se me vino a la cabeza pensar que… Lo juro, Damon…
¿Y no hiciste nada para detenerla? –le gritó Damon.
Jamás imaginé que ella haría eso.
¡Pues lo hizo, Elena!
Damon la soltó. Salió de la casa hacia el jardín, dejando atrás los lloriqueos de Elena, toda la rabia de Katherine, y el dolor de Stefan.
Él sabía que su hermano también la quería, la amaba, la deseaba…
"Pero ella fue la primera que me eligió a mí" se dijo.
Y también era a la que había perdido… para siempre.
