Angel y Demonio

- ¡¿Pero quien me ha hecho esto?!. Tashigi se miraba sorprendida. En el cuello tenía dos chupetones, uno a cada lado.

El chillido hizo que dos hombres entraran corriendo en la habitación. Eran los ocupantes contiguos a cada lado. Desde la puerta veían a la chica, con una bata blanca de seda, el pelo suelto y las marcas en el cuello

- Bueno, ayer...

- Me pasé un pelín...

Los dos se habían puesto a hablar a la vez. Y se miraron sorprendidos, como si ninguno de los dos hubiera sabido que el otro también era responsable. Tashigi los miró con cara de incrédula.

- Anoche estuvo conmigo, así que no te inventes las cosas

- El que se lo está inventando eres tú, que estuvimos juntos en mi habitación

- Un momento, ¿Estáis diciendo los dos que me hicisteis esto?

La noche anterior había pillado tanto a los G5 como a los Mugiwara en una isla muy pequeña, con solo una población y un hotel. Podían pelearse, pero la tormenta que arreciaba era tan fuerte que ganara quien ganara no podría salir de la isla. Y las previsiones es que duraría un par de días. Así que llegaron a un acuerdo, las habitaciones del fondo eran para los piratas y las de la entrada para los marines. Dada la situación, en el bar todos los integrantes de ambas tripulaciones habían estado bebiendo sin parar, y tuvieron que ser ayudados por el barman para llegar a sus respectivas habitaciones.

Tashigi llegó más o menos consciente a su habitación. Se despojó de su ropa y tras un baño caliente cogió su bata de seda y se fue a dormir. No bien había pasado media hora se levantó de la cama y sin decir palabra alguna salió del cuarto y fue al contiguo suyo a la derecha.

Smoker dormía allí, aunque en ese momento estaba fumando un par de puros. Al verla entrar no le extrañó mucho, pensaba que querría comentarle alguna cosa de trabajo. Pero no le había dirigido palabra alguna. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

- ¿Que estas haciendo?

Tashigi seguía callada. Le quitó los dos puros de la boca, los puso en el cenicero y volvió a besar a su superior. El beso era dulce y ligero, como el roce de una mariposa. Ella se apartó un poco y empezó a besar el cuello.

Smoker estaba sorprendido del comportamiento de su capitana. Él siempre se había sentido atraído por ella, pero ni por el cargo ni por la diferencia de edad había pensado en decirle algo. El roce de sus labios lo había excitado. Y se moría de ganas de dejarse llevar. Pero quería estar seguro de que ella no se arrepentiría. Suponía que el alcohol la había desinhibido lo suficiente para ello.

- Tashigi, ¿Estás segura que quieres esto?

Tashigi no contesto, sino que volvió a besar sus labios, silenciando la propuesta. Ese gesto fue suficiente para Smoker, que se dispuso a lo que le trajera la noche.

Tras dejar sus labios volvió a donde estaba. Besaba el cuello con besos cortos, pequeños como caricias. Las manos de Tashigi se deslizaban por los hombros, rozando con los dedos la piel realizando pequeños círculos y deleitándose con el contacto.

Tashigi dejó de besar el cuello para ir a la cicatriz de la cara. Resiguió su contorno llenándola de besos pequeños mientras con una mano reseguía la cicatriz de su torso. Smoker había cerrado los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que transmitían los besos y los dedos de Tashigi.

Smoker con un brazo aferró la espalda de Tashigi atraiéndola hacia él y sujetando su cuello y con la otra mano deshizo el nudo de la bata. Debajo de la bata no había nada de lencería, estaba totalmente desnuda. Con la mano que tenía libre deslizó la bata para que fuera cayendo.

Mientras Tashigi se deleitaba besando su cara él agarró uno de los pechos y empezó a masajearlo. Esa acción llevó a que Tashigi soltará un gemido y dejara de besar, siendo aprovechado por Smoker para besar sus labios e introducir su lengua. El sabor de la boca de Tashigi era dulce, a chocolate.

Con la sujeción que tenía la llevó hasta la cama y los dos se tendieron en ella. Smoker, encima de ella iba estimulando los pezones y los senos con ambas manos mientras su erección apretaba el vientre de Tashigi. En cuanto a ella, seguía acariciando la espalda de su jefe, deslizando las manos arriba y abajo, siguiendo los músculos hasta llegar a las costillas, donde volvía a retroceder a la espalda. Todo ello, interrumpido muchas veces por los besos que se iban dando haciendo que en ese momento Tashigi sujetara a Smoker de los hombros abrazándolo para no romper el contacto.

Debieron estar una hora recorriendo la piel de ambos a base de besos y caricias. Smoker se frotaba contra el abdomen de Tashigi. Estaba duro como una piedra y necesitaba algo más. Deslizó su mano buscando la entrada de Tashigi y comprobó que ella estaba preparada. Introdujo un par de dedos y notó que salían empapados. No pudiendo esperar más, metió la punta para que Tashigi se fuera acostumbrando a su diámetro y lentamente se fue introduciendo en ella. Los gemidos de Smoker eran por el calor y la opresión que sentía eran idénticos a los de emitía Tashigi. Las piernas de Tashigi estaban enroscadas entre las suyas, con una mano se apoyaba en la cama mientras la besaba y con la otra seguía presionando sus senos. Las embestidas fueron aumentando de ritmo. Tashigi estaba aferrada a él, besando su cuello y Smoker estaba besando el suyo cuando ya no pudo aguantar más y se derramó en su interior. Fue en ese momento cuando le hizo el chupeton en el lado derecho. Tashigi también había llegado al clímax a la vez que él. El gemido había sido fuerte y Smoker suponía que se habría escuchado por toda la planta. Smoker se puso a un lado de ella para contemplarla. La piel de Tashigi estaba perlada por el sudor y el aroma de ella, de acero y chocolate, se mezclaba con el de él, de tabaco.

Tras unos instantes Tashigi se levantó de la cama y sin decir palabra alguna cogió su bata y se fue a su habitación. Entró en la ducha dejando que cayera el agua sobre su piel y tras unos minutos volvió a salir y se dispuso a dormir como si nada hubiera pasado.