Le dedico esta fick a mi hermanita menor Maddie... Te kiero mucho niña!! Gracias por todo

Espero que les guste...

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer.


La madrina:

Estoy cansada, cansada de sentirme así: cansada de sentirme una persona horrible, cansada de ver a Sam con Emily.

El hombre que más he amado en mi vida y mi prima estaban a dos horas de casarse… y me habían elegido como madrina.

¿No era ya suficiente castigo?. Creo que no me merezco que me hagan esto, no ellos, no pueden, no tienen derecho de seguir torturándome por el resto de mi vida.

Entre a la iglesia y me paré en el lugar que me habían indicado.

No quería ni mirar a Sam.

Seguro que estaba deslumbrante en ese traje negro, con esa flor color crema en su saco, con su cabello bien peinado y con la mirada vidriosa, con sus hermosos ojos llenos de expectativa.

¡DEMONIOS!. Ya lo había mirado.

Emily entró. Su vestido color crema era muy sencillo, pero aún así no dejaba de lucirse, estaba bellísima. Al llegar al altar me miró y me sonrió, como agradeciendo por estar allí. Le devolví la sonrisa más sincera que pude esbozar.

El cura comenzó a hablar y con él comenzaron a darme una especie de puntadas, como puñaladas en el estómago, cada vez más fuertes, más intensas y más dolorosas.

- Si, quiero. – oí la voz de Sam.

No podía seguir allí parada, no iba a poder soportar el "Puedes besar a la novia" sabiendo que yo debía ser la novia, si el mundo fuera como debía ser, como era antes, yo sería la novia y no ella, mi prima.

Deje caer el arreglo de flores que tenía en mis manos y salí corriendo, corrí por el costado de la iglesia, ya había hecho suficiente escándalo como para encima salir por la puerta principal y quedar más en ridículo delante de todos los presentes que me miraban con disgusto.

Corrí, corrí y corrí… llegué a la playa y me detuve, me senté y comencé a llorar como loca, como nunca antes en mi vida había llorado.

- ¿Te encuentras bien?. – escuché la voz cerca mío, ésta me resultó muy dulce, suave, melodiosa.

Levante la vista. En cuanto lo vi se me cortó la respiración y el corazón se me aceleró.

Ya no me interesaba nada, nadie, me estaba perdiendo en esos ojos color azul oscuro que me miraban intensamente.

Sentí el momento exacto en el que mi mundo dejaba de girar y comenzaba a girar nuevamente, pero en otra dirección, alrededor de otro sol, alrededor de él. Alrededor de ese hombre alto, de ojos azules y cuerpo de surfista que me miraba y me sonreía.

- Estoy bien. – trate de decir casi sin voz.

- ¿Cómo te llamas?. – me preguntó con voz insistente, mientras me tendía la mano.

Yo la tomé y sin esfuerzo me levantó, quedamos frente a frente.

- Leah. – le respondí tratando de que mi voz dejara de temblar. - ¿Tu? – le pregunté ansiosa.

- Derek.

Fin...