¡Gracias por leer! Bueno, este es mi primer fic Okikagu, tened piedad de mí xDDD Va a ser una serie, por que no pienso parar hasta que estos esten juntos bien juntos, como debe ser :D He dejado algunas expresiones en japonés, así que dejo aquí su traducción (más o menos, no sé japonés XD):
Arigatou: Gracias / Aneue: Hermana / Mattaku: Maldita sea / Urusai: Ruidoso ("que te calles") / Baka: Idiota / Megane: Gafas / Chigau: Te equivocas (más o menos, en resumen XD)
La risa de Kondo resonó en el enorme salón japonés.
- Vaya, vaya, ¿no vas a beber, Sougo?
Con la indiferencia marcada en sus roijzos ojos, el joven castaño asintió pero no hizo ademán de coger el vaso. A su alrededor, todo el Shinsengumi bebía y comía como si estuvieran invitados. En cierta forma así lo estaban, o al menos hasta que Matsudaira se diera cuenta de que tenía la factura a su nombre. Repasó la escena con una mirada: Alborozo, risas, Yamazaki medio borracho enseñando no sé qué del bádminton, Hijikata vertiendo cantidades ingentes de mayonesa en cada uno de sus platos, bailes absurdos/ridículos...
Era poco común que el Shinsengumi pudiera celebrar fiestas, de manera que cuando se les presentaba la ocasión, la exprimían al máximo. El motivo de esta era bien simple: El vigésimo tercer cumpleaños del Capitán de la Primera División. Por desgracia, Okita Sougo detestaba las fiestas. Tal vez porque era una persona mucho más tranquila de lo que su apodo de "sádico" pudiera hacer creer, o quizá aquella no era el tipo de fiesta que encendía sus sentidos. Indiferente, cogió otro trozo de taoyaki. "Veintitrés años...", pensó. Lamentaba que su hermana no estuviera allí para verle. No solía pensar en ella a menudo (tenía poco de masoquista como para mortificarse con su recuerdo) pero las ocasiones especiales le producían cierta añoranza. ¿O era el olor a alcohol del aire? Fuese lo que fuese, Okita tenía ganas de escabullirse y echarse a dormir.
Justo cuando se le había ocurrido proponer el juego "Ponle la colita al burro" pretendiendo usar a Hijikata como burro, escuchó gritos en el pasillo. Aún con el bullicio del salón, pudo reconocer las voces. Como un resorte, una sonrisa afloró en sus labios. La excitación corrió por sus venas como la adrenalina durante una batalla. Esperó ansioso, agudizando el oído para asegurarse de que venían.
Por fin algo divertido.
El sonido seco de la puerta al deslizarse atrajo varias miradas. Parados bajo el dintel, se presentaban los tres integrantes de los trabajos raros: Gintoki Sakata, antiguo Shiroyasha, actualmente trabajador ocasional y vago constante; Shinpachi Shimura, con gafas; y Kagura, la deslenguada y basta chica Yato. Sus particulares sonrisas dejaban entrever que pensaban liarla, y por una vez, los miembros del Shinsengumi estaban más que de acuerdo con esa propuesta. Mientras algunos achispados les jaleaban, Okita les observó de reojo. Sus ojos se centraron en una persona en particular, la cual le devolvió el mismo tipo de mirada. Era como un telepatía sin pensamiento, más cercana a un instinto afín. No necesitaban palabras ni gestos. La reacción de uno siempre congeniaba con la del otro, ambos lo sabían y disfrutaban con ello.
- ¡Ueh! - Les llamó el Gorila, algo achispado, al verles- ¡Aquí, aquí, Yorozuya!
Hijikata casi se atragantó al verles.
- Espera, Kondo-san, -repuso enfadado- ¿porqué les has llamado?
- Relájate, Toushi. - respondió este con tono serio- Nos han ayudado en muchas ocasiones, son amigos para el Shinsengumi. ¡Los amigos no sólo comparten desgracias, también las alegrías! ¡Aquí, aquí, sentaos donde podáis!
- Arigatou, Kondo-san -le agradeció Shinpachi, tomando asiento con los demás, quienes aún no se habían sentado y ya estaban comiendo y bebiendo- Ah, Aneue no ha podido venir, tenía trabajo. Pero manda felicitaciones a Okita-kun de parte de todo el Club.
- ¿So? Bueno, pues... - se levantó-
- ¿Hm? ¿A dónde vas, Kondo-san?
- ¡OTAE-CHAAAAAN, YO QUIERO COMPARTIR MI ****** CONTIGOOOO! -gritó mientras salía corriendo como alma que lleva el diablo.
- ¡SÓLO LES HAS INVITADO POR ELLA, ¿VERDAD!?
- Mattaku, ese Gorila no tiene control con sus vicios -saltó de pronto Gintoki.
Hijikata se volvió hacia él. Tres botellas vacías descansaban a su lado, sus mejillas tenían color. Junto a él, Kagura acababa con los platos de un cuarto de la mesa, de la enorme mesa que alimentaba a todo el Shinsengumi.
- ¡SOIS VOSOTROS LOS QUE NO TENÉIS CONTROL!
Mientras...
- Te vas a poner gorda, China.
- Urusai.
Resultaba muy poco erótico verla comer de forma tan bárbara, ingiriendo más de lo que podía tragar de una sentada. Aún así, joder, se le iban los ojos. La muy desgraciada llevaba el mismo vestido rojo que había llevado durante años, con la particularidad de que su cuerpo había ido creciendo en el proceso. En ese talle ceñido, su ya desarrollado pecho quedaba apretado, y lo mismo sucedía con la cintura y las caderas. ¿Es que nadie la había dicho que no podía vestirse como una niña cuando ya no lo era? Resultaba irritante.
Alargó la mano para coger un sashimi, pero Kagura le clavó el tenedor en la muñeca.
- No toquef mi...
El joven estampó la palma de su otra mano en la frente de ella, con tanta fuerza que le hizo retroceder. Ya estaban de nuevo. No se podían contener, al menos él. Y más difícil era cuando ella le iba provocando (física y violentamente) como solía ser el caso desde que decidió tener pecho.
La pelea se intensificó durante algunos minutos. Al principio escuchó al Megane de la Yorozuya pedirles que parasen, pero no tardó en quedar encubierto por el griterío de los demás animando la pelea. Terminó por dejar de escucharles, porque si no se concentraba en la pelea acabaría recibiendo algún golpe y ella no era dada a contenerse demasiado.
Durante la refriega, la comida volaba de un lado a otro, aunque algunos del Shinsengumi, cual equilibristas de circo, trataban de proteger los platos que aún quedaban con vida. Y es que, como siempre, no había reglas. Cualquier cosa podía ser un arma. Incluso Yamazaki, que se las apañaba para acabar siempre en medio y terminar recibiendo de forma indirecta.
Consiguió tirarla al suelo, momento que aprovechó para situarse sobre la pelirroja, con sus piernas a cada lado del exasperante vestido rojo. Iba a hacerla tragar un bote de picante cuando, en un abrir y cerrar de ojos, ella levantó sus propias piernas, le cogió de la cintura con ellas y tiró hacia abajo.
Okita no se partió la columna gracias a que optó por seguir el movimiento en vez de luchar contra él. El espaldarazo contra el suelo no fue gran cosa, así que preparó el contraataque: Agarró aquellas piernas blancas, estilizadas y fuertes, dispuesto a abrirla de piernas como ningún hombre habría hecho nunca, y... Vaya, eran suaves. Muy suaves, para su sorpresa. De alguna forma, no había creído posible que semejante bruta pudiera tener tal tersura apetecible. La idea (o la fuerza de sus muslos) le desconcertó durante un efímero instante, momento que la Yato aprovechó para coger un cazo que encontró tirado y golpearle en la entrepierna.
En su querida entrepierna.
Vio más estrellas que putas había en Yoshiwara. El castaño se dobló, dolorido, al tiempo que la chica le liberaba y aprovechaba para ponerse en pie.
-¿¡Pero qué haces, zorra!? - gimió cubriéndose sus nobles atributos, mientras sus ojos echaban auténticas chispas de furia.
Los preciosos ojos azules de ella le observaron orgullosos y satisfechos. Depositando una mano sobre su cadera, rió entre dientes como una mala de película.
- No es mi culpa que dejes tus partes vulnerables al descubierto, baaaka.
Gargojeó una última carcajada y regresó a la mesa. El público, entre risas nerviosas y algún cuchicheo, entendió que el espectáculo había terminado y volvió a sus quehaceres; el convite se reanudó con tantas ganas como antes de que llegaran los Yorozuya. El cumpleañero (y objeto de la fiesta) quedó olvidado cual pieza de arte decorativa, moderna y gráfica: "El dolor de un hombre".
Pese a los innumerables encuentros violentos que habían tenido durante años, Okita Sougo jamás se había sentido tan furioso con ella. Una parte de él bullía, de alguna forma, enrabietado. Se tenía a sí mismo en muy alta estima, tanto a nivel físico como intelectual, y, sin embargo, se había dejado despistar por un poco de carne. Por favor, parecía un Shinpachi cualquiera.
Por otro lado, notaba a ojos vista que algo había cambiado en su relación; una relación que valoraba tal y cómo era: Simple y directa. Y no tenía duda de que ese algo iba a influir en sus próximos encuentros, lo cual le molestaba profundamente.
¿Y de quién era la culpa? De ella. Suya y sólo suya.
Se levantó renqueante, sus instintos asesinos borbotaban bajo su piel tan fuertes como un jefe final de videojuego. Lamentó no llevar consigo la espada, puesse suponía que la fiesta era entre amigos, no de trabajo. Ja, como si tuviera "amigos" con los que no quisiera desenvainar la espada.
Dio un par de pasos hacia la pelirroja, poseído, como un zombie de Walking Dead. No sabía qué iba a hacer, pero iba a hacer algo y no precisamente flojo. Entonces...
- Hey, Hey, Okita-kuuuuun -el permanentado se tiró sobre él rodeándole el cuello con su brazo desnudo. Apestaba a cerveza- Okita-kuuuuun, ¿dónde están los retretes aquí? Me estoy meando.
No estaba de humor para tonterías. Le asió del brazo para quitárselo de encima, pero el borracho no cedió ni un milímetro, descargando mientras una risa tonta sobre su hombro.
- Danna, -comenzó el joven cogiendo aire- puedes hacerlo en el jardín, no serías el primero que lo hace.
- ¿Ja? Ni hablar, ni hablar -el mayor sacudió el brazo restante en negativa, se inclinó y apunto estuvo de perder el equilibrio. Después se puso de morros y le miró desde arriba, como un abusón al nuevo de la clase - No voy a sacar al pequeño Gin-san entre vuestras malas hierbas, a saber qué puede pasarle. No, no. Yo quiero un retrete -Le golpeó con la punta del dedo en el pecho, una y otra vez- Re-tre-te.
- Hijikata-san, ¿puede abrir la boca, por favor? - Solicitó el castaño con su llano tono de voz-
El aludido estaba ultimando una jarra de cerveza.
- ¿Hm? ¿Para qué? -quiso saber.
- Danna está buscando un retrete y eres mejor retrete que los del servicio.
- Teme, tú...
El moreno hizo ademán de levantarse, pero Gintoki, ignorándole por completo, echó a andar arrastrando consigo al castaño, que se dejó llevar con una mirada aburrida en el rostro.
"..."
En comparación con el salón, el pasillo estaba tan callado que imponía respeto. Sus pasos crujían sobre el suelo de madera, cada uno de ellos alejándoles de los sonidos embotados de la otra habitación. Okita fue quien rompió el mutismo:
- Danna, ¿no eres mayorcito para ir al baño sólo? ¿O es que temes hacértelo por el camino?
- Chigau, chigau, -respondió el peliblanco, al que no podía verle la cara. Su voz era ronca- ¡hip! Sólo quiero dar una vuelta con mi amigo Okita-kuuuuuuuun.
El sadist le observó por el rabillo del ojo, manteniendo su mueca indiferente y habitual.
- ¿Podrías ir al grano, por favor? Quiero volver al salón.
El que fuera una vez el temido Shiroyasha se echó a reír entre dientes, achispado.
- Hai, Hai, eso ya lo veo... -El brazo con el que le arrastraba, rodeando su cuello, marcó músculo y le apretó ligeramente- Lo veo, lo veo.
- Danna...
- Lo he visto, ¡hip!, vaya si lo he visto -musitaba el plateado casi para sí- No tengo ninguna duda, Okita-kuuuun.
Desde que había comenzado a hablar, el Capitán de Primera División se había percatado de la aura violenta que, como un grifo goteante, liberaba el jefe de la Yorozuya. No era la primera vez que la sentía, tan bestial como peligrosa.
Y habría mentido si dijera que no le emocionaba.
- ¿Are? ¿Danna se acaba de dar cuenta de que la niñata es una mujer? ¿Está celoso? ¿O es que ahora que es mayor no le interesa?
- Oe, Oe, no te lo creas tanto, chico – sonrió Gintoki mientras su voz perdía el deje alcoholizado- No sabes dónde te meterías.
- Y ella no sabría por dónde empezar conmigo. ¿O tiene novio?
- ¿Interesado?
El castaño lo meditó durante un segundo.
- No me importaría ponerle un collar y dejarla en mi cuarto todo el día. -admitió.
El permanentado exhaló aire, jocoso. Depositó la palma de su otra mano sobre la cabeza del joven, cubriéndola en su amplitud.
- Lo llevas claro. - gruñó haciendo una mueca. Le soltó. Okita se hizo a un lado, sacudió la cabeza para peinarse y le miró a los ojos. Frente a él, la sonrisa del Yorozuya era macabra.- No puedo controlar a un crío caliente, así que haz lo que te plazca. Pero como tenga que soportar a una Yato deprimida, partiré tu katana en dos. ¿Ne?
Bueno, un cumpleaños no es un buen cumpleaños sin una buena amenaza, ¿no? Al menos eso era lo que pensaba Okita Sougo, bostezando por tercera vez en diez minutos y con la espalda apoyada en la pared. La fiesta había decaído bastante, tan tardía era la hora. Mientras la mitad dormía a pecho descubierto sobre el tatami, inmunes al jaleo que provocasen los trasnochadores, estos jugaban al UNO o seguían bebiendo.
A decir verdad, le había hecho gracia la amenaza velada del Danna. Una parte de él tenía ganas de provocarle y luchar contra él como siempre había querido, pero se contuvo. ¿Por qué? Ah, ése era otro cantar.
Dirigió la vista en dirección opuesta a donde se encontraba a la culpable de todo, durmiendo a pierna suelta sobre un par de cojines y haciendo pompas con la nariz. Se había soltado el pelo, liso y anaranjado, que caía como afluentes de un río sobre sus hombros y pechos. Era más largo de lo que esperaba, pues siempre se lo había visto recogido.
"Lo admito, no está mal", era el pensamiento que venía a su mente cada vez que la miraba. No era el único, pero sí el más adecuado para todos los públicos. Desde la pelea anterior, sus neuronas habían descubierto una posibilidad que le interesaba más de lo que le gustaría admitir.
Cabe añadir, eso sí, que él no era un romanticón inocente, ni pensaba serlo. Pero, joder, ella tampoco. ¿Una relación con la China?
"Que me corten en dos si eso no sería interesante", decidió. Las comisuras de sus labios se alzaron. Rebuscó en su bolsillo y sacó su antifaz rojo. Antes de que este sustituyera sus ojos por unos dibujados, le echó un último vistazo a la pelirroja.
¿Qué mejor vaina podía tener su katana?
Bueno, espero que os haya gustado xD Aquí hay poca chicha OkiKagu por ser la introducción, perdonadme. ^^' Para quien le suene lo de "katana" y "vaina", está sacado del capítulo de Mantama del final del Kintoki Arc. Gracias por leer, ¡y se agradecería mucho un review! :3
