Capitulo 1

Bueno, aquí está una traducción de la excelente historia de Leigh A. Sumpter, "Never say goodbye". Es una historia Peter Pan/OC, y a mí me encantó, le pedí permiso a la autora y aquí tienen esto, que espero les guste.

Imagina un lugar en el que los deseos más profundos de tu corazón se vuelven realidad, y las aventuras son algo que experimentas a diario. Este es un lugar más allá del ojo de la mente, en el que la vida se vive sin preocupaciones, con el corazón contento. Tiene un paisaje hermoso, con el cielo más azul y los árboles más altos que te puedas imaginar. Ahí reside una tribu de niños, que cazan y exploran la tierra cercana. Y liderando esta tribu, con una expresión satisfecha en su rostro, se encuentra el más valiente de todos los chicos. Se llama…

"¡Jenna! ¡Más te vale que estés dormida!" grito una voz materna, resonando en el pasillo.

Jenna Parker observo el párrafo que había escrito, y suspiró. Sabía que era basura, peor que todo lo que había escrito en mucho tiempo. Insatisfecha, arrugo la hoja de papel del cuaderno, hasta convertirla en una bola, y la aventó hacia el bote de basura. Finalmente, apagó la lámpara, y se quedó acostada en su cama, viendo el techo.

Ella era una escritora de corazón, y había querido narrar uno de sus sueños más recientes, pero no se imaginaba como empezar. El sueño había sido recurrente las últimas dos semanas, desde que llegó a Londres con sus padres. Aunque vivían en Florida la mayor parte del año, siempre se iban a quedar con la abuela de Jenna en la casa en la que había crecido.

La casa era vieja; la bisabuela de Jenna, Wendy Darling-Montague, había vivido ahí con sus padres y hermanos, pero la había heredado al convertirse en adulta. Crió a su hija Jane en esa casa, y Jane crió a su hija Elizabeth ahí. Sin embargo, Elizabeth, había decidido ir a la Universidad en América, donde conoció a Daniel Parker y se casó con él, un estudiante de medicina que vivía cerca de ella. Se quedaron en Estados Unidos, y dieron a luz a sus tres hijos: Kayla, Evan y Jenna.

Kayla tenía veintidós años, y estaba estudiando Derecho en Harvard. Mientras que Evan, de veinte, estaba de interno en John Hopkins, esperando convertirse en cirujano.

Pero la joven Jenna, soñadora de catorce años, aspiraba a convertirse en novelista, para compartir sus historias con el mundo. A través de sus años escolares, sus maestros de español le habían recordado constantemente "Tienes un talento raro, Jenna, ¡y necesitas mostrarlo!" Incluso había entrado en los raros concursos que se hacían de escritura en el país, pero Jenna quería publicar un libro de verdad. Desafortunadamente para ella, jamás podía terminar las historias que empezaba. Por eso, esta noche de verano, Jenna estaba intentando recordar su sueño lo más vívidamente posible.

Mientras tanto, en una tierra muy lejana, un chico estaba sentado en una rama de árbol, sosteniendo cuidadosamente una pequeña luz brillante que se había acercado a él. Estaba cubierto completamente de hojas exóticas, que le quedaban bien. El cabello del muchacho, revuelto y despeinado, era dorado-café, y sus ojos eran de un azul profundo. Con una mirada, cualquiera podía ver que era travieso, tanto si habían oído las historias como si no.

En este momento, podías oírlo susurrándole a la luz brillante que estaba en la palma de su mano. "¿Dónde has estado, Tink?" le susurró, intentando mantener su voz lo más bajo posible. "Todos los Niños Perdidos te querían ver esta noche antes de dormir."

La pequeña luz brillante, de hecho, rodeaba a una chica pequeña, miniatura. Su belleza era impecable; se veía como una pequeña muñeca, excepto por las tenues alas que tenía en la espalda. Pero está chica en particular (hada, siendo exactos), no era una muñeca, lo que se hizo obvio cuando pio una respuesta incoherente al chico que la sostenía.

"¿Qué quieres decir, como que está de regreso?" El chico estaba confundido. "Ella se fue desde hace mucho, Tinkerbell, ¿lo recuerdas?" El hada pió otra respuesta. Las facciones perfectas de Tinkerbell se torcieron llenas de envidia y disgusto.

"¿Quieres decir, Wendy?" pregunto el chico confundido. "Pero, Tink, ella se fue de la guardería hace mucho, y ese es el único cuarto de arriba que tiene ventana. ¿Cómo puedes decir que la acabas de ver?" El chico sabía que Tinkerbell detestaba a Wendy Darling, pero no creía que mintiera acerca de donde estaba la chica. "Bien, Tink. Me gustaría revisar eso. Vamos, vamos."

El larguirucho y alto chico, saltó del árbol directamente, pero a pesar de las leyes de gravedad, no cayó en picado al suelo. En cambio, se quedó flotando en el aire, y siguió volando. El hada, Tinkerbell, pasó volando a un lado de él, guiándolo en su camino a Londres, Inglaterra, en donde se ubicaba la alta casa de los Darling.

Tinkerbell señaló la ventana de la guardería, y cruzó los brazos como diciéndole: 'Te lo dije'. El chico se asomó y vio a una chica de aproximadamente su edad, durmiendo tranquilamente en la cama individual.

Claro que es Wendy, se dio cuenta el chico, con ganas de entrar en la habitación. Quería levantarla y hablar con ella, rogarle que regresara a la Tierra de Nunca Jamás. Pero, el chico la observó dormir tan tranquila y pacíficamente, que se preguntó con que estaría soñando.

¿En qué estoy pensando? Se pregunto a si mismo, desanimado. Sabía que ella jamás regresaría con él, ya que había decidido desde hace mucho crecer.

"¡Tink!" gruño el por lo bajo, viendo a la diminuta hada volar por la ventana parcialmente abierta. "¡No íbamos a entrar!"

Sin embargo, el hada ya estaba flotando por encima de la chica, lista para jalarle e cabello. Pero, justo cuando se acerco más, los ojos de la chica se abrieron.

"¡Tinkerbell!" grito el chico, con el volumen más bajo que pudo. "¡Rápido, escóndete!" se agachó justo por debajo de la ventana, mientras Tinkerbell volaba rápidamente hacia un armario ligeramente abierto, escondiéndose en el interior de una blusa blanca.

La chica bostezó somnolienta, mirando fijamente en armario. La puerta abierta la molestaba, así que se levanto medio dormida para cerrarla. Satisfecha, se acostó de nuevo y se volvió a dormir.

El chico suspiró aliviado, apareciendo de nuevo en la ventana. Pero ahora, no podía ver a Tinkerbell. Sus ojos escanearon el cuarto varias veces, antes de que se diera por vencido y decidiera que era tiempo de regresar a casa. Buscaría a Tink de nuevo mañana.

Jenna se levantó a la mañana siguiente, sintiéndose más relajada y descansada que de costumbre. No se había ido a dormir más temprano, ni había escuchado música relajante, ni había usado almohadas más acolchonadas. La única cosa que podía recordar de la noche pasada era que había soñado con un chico que volaba, justo por afuera de su ventana.