Antes de comezar cabe aclarar que este de no me pertenece y sólo es una traducción. Él origina fue escrito por AwesomeMango.


El hecho de que haya estado ausente me hacía tener el estómago revuelto. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Por qué no vino? Él siempre venía, jamás se había perdido un día de clases. Incluso desde el kinder, él siempre había tenido asistencia perfecta. Pero bueno, era Diciembre y habían muchas probabilidades de que se hubiera enfermado. Así que me quité ese pensamiento de la cabeza aburrida clase de inglés.

A la hora del almuerzo traté de llamarlo. ¡Lo sé, lo sé! "Pero Meiko, ¡no debes usar tu celular en la escuela!" Bueno, pues yo hago lo que yo quiero.

Después de no tener éxito con tres llamadas me rendí. Él debía estar muy muy enfermo como para no responderle a una dama tan hermosa.

Pero continúe mi día sintiendo el corazón pesado. Sabía que algo estaba mal.

Aunque no podía imaginar qué era.

. . .

— ¿Meiko? ¡Meiko! ¿Estás escuchando?

Mi amiga, una chica rubia con ojos de conejito llamada Rin me sacó de mi trance. Estábamos en la estación esperando nuestro tren paradas tras la linea amarilla. Parpadeé.

— La verdad no –respondí–. No sé, chicas, estoy preocupada. No he visto a Kaito en todo el día y ni siquiera respondió mis llamadas.

— Ya no pienses en eso. Obviamente el niño tiene fiebre –Rin se miraba las uñas como despreocupada pero yo la conocía lo suficiente para saber realmente cómo se sentía. Kaito era como un hermano para ella; estaba tan preocupada como yo.

— Eso fue muy grosero –respondió mi otra amiga, una muchacha con el cabello teñido de turquesa atado en dos coletas (alias Miku)– ¡Kaito-senpai se habría enojado mucho si te hubiera escuchado!

— Como si me importara –pero el ligero quiebre en su voz decía lo contrario.

— ¿Creen que debería ir a visitarlo? –pregunté– Después de todo, vive en el mismo edificio que yo.

— Pues ve –respondió Rin sacudiendo ligeramente la mano– y me dices cómo te va.

— ¡Totalmente! –chilló Miku– Oh, y llevale algunos dumplings. ¡Son su segunda comida favorita después del helado!

Sonreí.

— Está bien.

. . .

Caminé hacia el edificio donde vivía con la bolsa de plástico de los dumplings y el arroz frito que acaba de comprar balanceándose contra mi muslo. Muy bien, Meiko. Eso es todo. Lo confrontarás. No es gran cosa, absolutamente no es gran cosa. Sólo di "escuché que estabas enfermo y te traje unos dumplings para que te sientas mejor" y luego tal vez puedas darle unos zapes por no haber respondido tus llamadas.

Cuando entré en el viejo edificio desgastado, mi corazón comenzó a latir muy fuerte. Estaba muy cerca de encontrarme con él, sería como en los viejos tiempos cuando Kaito enfermó en verano, y yo lo visitaba para leerle libros hasta que se quedaba dormido o a veces veíamos televisión.

¡Libros! Debí haber llevado libros. Pero para cuando me di cuenta, ya estaba frente a su puerta. Bueno, ya era demasiado tarde.

Respiré profundamente.

— Estará bien, Meiko –me susurré– Todo estará bien.

Pero había una parte de mí que me decía "no, ¡no lo hagas! Nada está bien, ¡no te acerques a esa puerta!"

Despacio, dudando, levanté mi puño hasta la puerta y la placa pintada de dorado con el número del apartamento parecía burlarse de mí.

Toc, toc.

Me quedé ahí, agarrándome de las asas de plástico de la bolsa que llevaba e las manos. Y está. El momento por fin había llegado.

Pasó un momento hasta que alguien abrió la puerta. Fue su mamá quien respondió. Sus ojos estaban rojos e inyectados en sangre, tenía el cabello enmarañado y bolsas bajo los ojos.

— Hola, señora Shion, vine a ver a Kaito. Es que no fue a la escuela hoy –levanté la bolsa de dumplings para que pudiera verla–. Le traje algo de comer.

Entonces la señora Shion estalló en lágrimas. Parpadeé, sus sollozos eran fuertes y crudos.

— O-oiga, señora Shion, ¿se siente bien? –estiré el brazo para tocarla pero ella levantó una mano para evitarlo y luego levantó la mirada, con las lágrimas dejando un rastro en sus mejillas.

— Meiko, él está muerto. Se colgó en su cuarto.