Disclaimer: Los personajes no me pertenecen

Esta historia ha salido completita de mi mente y fantasías de mi subconsciente. Es mi primera historia y espero que le guste a todo aquel que se tome unos minutos para leerla.

Ahora, a leer

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Caminaba por el lugar como si fuera suyo. Sabía que nadie podía quitarle la vista de encima. Era un dios griego rodeado de mortales que lo admiraban, su belleza casi mágica e irreal, su porte de luchador invencible.

Derretía a cada mujer que lo veía pasar a su lado, rogando por tan solo una mirada. Rogando por un segundo de su atención. Por tener la oportunidad de llevarlo a casa y dejarse hacer lo que fuera por él. Por tenerlo en su cama para siempre.

Pero a él no le importaban ellas. Solo estaba allí para buscar a la mujer que lo volvía loco. No la veía por ningún lado así que fue a la barra del bar a pedir un trago. Esperó como cada noche a que ella apareciera, y como cada noche ella no apareció.

Otra noche que no tuvo suerte. Otra noche que pasaría pensando en ella. No sabía que le había hecho esa mujer, lo único que sabía y de lo que podía estar seguro era que lo había hechizado con sus ojos que se confundían con el más puro chocolate fundido. Aún recordaba la primera vez que sus ojos se habían encontrado…

Como cada noche fue a su bar favorito, y de los más lujosos de la ciudad, con su mejor amigo para encontrar una nueva conquista.

Siempre salía con una hermosa mujer para poder pasar la noche. No las volvía a ver, pues se aseguraba de que no fueran de las mujeres que frecuentaban el bar, no estaba interesado en una mujer que lo celara y le quitara las libertades que tanto disfrutaba.

Viernes por la noche. Un trago en la mano y sus ojos escaneando a cada mujer del lugar. Eligiendo a quien llevarse a la cama. Su mejor amigo ya había encontrado a su presa de esa noche y salía por la puerta. La había encontrado, una castaña con cuerpo de ensueño y un vestido negro escotado que no dejaba nada a la imaginación, que se adhería a su cuerpo como si hubiese sido pintado sobre su cuerpo. La decisión estaba tomada. Hizo el amago de levantarse de su lugar en la barra cuando llegó ella.

Una mujer joven de cabello tan negro como la noche misma y un vestido color esmeralda que la hacía resaltar entre todas las demás. Cuando sus miradas se cruzaron olvidó a la castaña y siguió cada uno de sus sensuales pasos con la mirada. El contacto visual no duró más que unos segundo, pero no necesitó nada más para quedar prendado de ella.

Caminó hacia la barra bajo la atenta mirada de unos ojos dorados que la hacían sentir como la única mujer en el mundo. Llegó a su encuentro con su cliente, debía cerrar un contrato con un hombre de mediana edad que la miraba como si fuera un pedazo de carne.

La vio acercarse a un hombre y decidió esperar para invitarle un trago y llevársela de ahí. Ese hombre no era nadie junto a él. La vio sacar unos papeles y comprendió que era una reunión de negocios. No pasó mucho tiempo hasta que el hombre se fue y cuando iba a acercarse a ella se le acercó la castaña que había elegido un rato antes.

Un segundo. Se distrajo un segundo y ella desapareció. La buscó con la mirada. Nada. Se había esfumado, como si nunca hubiera estado allí.

Si. La recordaba tan bien como el primer momento. Una semana había pasado y esperaba a que ella volviera a aparecer. Hasta que, como una alucinación, ella apareció por la puerta del bar, llevaba un vestido rojo ajustado, sin un escote muy pronunciado que se apegaba a sus curvas con naturalidad, unos tacones negros que le daban una forma estilizada a sus piernas y hacían resaltar la redondez de su trasero. Era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

- Con que es ella.- Afirmó su amigo.- Tienes razón, es toda una belleza.

Al escuchar la voz de su mejor amigo salió de su trance. "Esta noche no escaparás de mí, por ti estoy dispuesto a cambiar. Sería solo tuyo si me lo pides" No sabía de donde había salido ese pensamiento, pero era cierto. Sentía que esa era la mujer de su vida, la única capaz de satisfacerlo en todos los sentidos. Tal vez fuera la pureza que se reflejaba en sus ojos, o tal vez ese toque de sensualidad y pasión que vio en ellos cuando cruzaron miradas la primera vez. No estaba seguro, pero estaba decidido a conquistarla.

- Sí, y será toda mía. Eso te lo aseguro.- Su convicción era tal que su amigo supo que no solo la deseaba. Algo se le hacía conocido de ella, pero al no identificar que era prefirió callar.

- Buena suerte, ya me voy.- No le respondió, no quería perder de vista a la mujer que le había robado el sueño. Era un hecho. Se levantó de su asiento en la barra y fue hacia ella.

Cruzaron miradas una vez más y no necesitaron palabras. Pidió un trago con una seña al bartender y la llevó hacia la barra.

Hablaron de cosas sin importancia. Nada comprometedor, ni que los acercara emocionalmente. Ella no le dijo su nombre ni preguntó por el suyo. Cuando pensó que ya era suficiente de charla ella lo invitó a salir del lugar, siempre era él quien lo hacía, le agradaban las mujeres con iniciativa.

Lo observó un instante antes de tomar su mano y llevárselo del bar. Recordó fugazmente lo ocurrido la vez pasada.

Luego de despedir a su cliente, se dio el ánimo para hablar con el dios griego de ojos dorados que no le quitaba la mirada de encima. Hasta que vio a la castaña acercarse a él. No quería pasar por eso, conocía perfectamente a las mujeres como ella; te tiran el trago encima y te abofetean con tal de quedarse con el guapo del bar. No. No pasaría por eso. Así que se fue. Perdió su oportunidad esa noche, ya hablaría con el adonis en otra ocasión.

Pasó toda la semana rogando volver a encontrarse con él esa noche y había tenido la fortuna de que así fuera.

Se dirigió a su coche. Al ver que su acompañante no subía lo miró, tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su amplio pecho.

- ¿No vas a subir?.-

- … -

Al ver que no le respondía se acercó a él y con una sensual mirada le susurró al oído: "¿No quieres venir conmigo?". Y lo besó. Sin que se diera cuenta abrió la puerta del copiloto y lo sentó en el asiento. Deshizo el beso y con una mirada cargada de pasión que lo dejó mudo cerró la puerta y se subió al coche.

El viaje fue silencioso, cargado de una tensión sexual tan palpable como ellos mismos, llegaron a un hotel de lujo en el centro de la ciudad.

Se bajaron del coche y entraron. No pasó por recepción. Lo condujo directo al ascensor y presionó el botón del piso 15. Mientras subían, se besaron apasionadamente. Él la aprisionó contra una de las paredes del ascensor y comenzó a acariciar el costado de su cuerpo, sus manos subían y bajaban en una caricia lenta y cargada de pasión. Una caricia que prometía la mejor noche de su vida. El beso era demandante, se separaron para respirar justo cuando el ascensor se detuvo y abrió sus puertas.

Caminaron por el pasillo y se detuvieron frente a la habitación 4C. Entraron besándose y ella dejó la llave electrónica sobre el mueble junto a al puerta.

Lentamente fueron acercándose a la cama. Le quitó el saco con parsimonia mientras acariciaba su pecho y luego sus deliciosos brazos hasta dejarlo caer al suelo. Se quitó los tacones. Le desabrochó cada botón de la camisa con una lentitud que lo torturaba, sin duda esa mujer sabía lo que estaba haciendo.

Lo seducía con sus movimientos y sus suaves caricias. Estaba a punto de estallar, quería quitarle el vestido y arrojarla a la cama para hacerle el amor como un animal, pero le gustaba lo que hacía, todo le anticipaba una noche apasionada y muy sensual.

Sin darse cuenta, ya estaba sin camisa y ella besaba su pecho mientras acariciaba su espalda. Llevó sus manos a su espalda y le bajó el cierre del vestido de manera lenta. Pasó la yema de sus dedos por su espalda en una suave caricia, y asu vez le besaba el cuello. Subió sus besos en una línea imaginaria hasta besar el lóbulo de su oreja, arrancando un sensual jadeo por parte de su acompañante. Buscó sus labios e introdujo su lengua en su boca, sus lenguas danzaban y se acariciaban como si hubieran nacido para ello.

Dejó caer su vestido y le quitó el brasier. Se deshizo de sus pantalones y quedó en las mismas condiciones que ella, lentamente la depositó en el centro de la cama y besó su cuello mientras viajaba a uno de sus pechos, atrapó su endurecido pezón entre sus labios haciendo salir un gemido ahogado en la garganta de su amante mientras ella presionaba suavemente su cabeza contra su pecho para que no parara. Su otro pecho fue atendido por su mano. Su respiración era agitada e irregular. Su sangre corría por sus venas como si quisiera escapar de algo. Sentía que se quemaba.

Cambió sus besos y caricias para que ambos pechos recibieran la misma atención. Cuando estuvo satisfecho de lamer, besar y morder sus pezones comenzó a descender hacia su vientre, se detuvo en su ombligo. Pasó su lengua por él y la sintió temblar ante el contacto. Estaba rendida ante sus caricias, pero él no estaba mucho mejor. Deseaba a esa mujer como nunca había deseado a ninguna otra. Estaba más que excitado, su miembro dolía, ya no quería esperar para entrar en ella. La deseaba.

Salió de sus pensamientos cuando sintió el colchón en su espalda. Ella había cambiado de posición y estaba a horcajadas sobre él. Disfrutó de la vista de sus pechos hasta que ella atrapó con su mano su miembro por sobre la tela de su boxer, apretó un poco y lo hizo gemir y gruñir. Fue sacando lentamente su ropa interior y lo tomó con sus manos. Mientras que lo acariciaba de arriba abajo volviéndolo loco, besaba sus pectorales y llevó sus besos hacia su entrepierna. Al percatarse de sus intenciones la detuvo y giró sobre ella dejándola entre su cuerpo y el el colchón. Si hacía lo que tenía pensado no aguantaría y quería terminar dentro de ella.

Cuando la besó con tal pasión comprendió lo desesperado que estaba. Ella no estaba mucho mejor. Separó las piernas inconscientemente y él aprovechó para meter su mano bajo su ropa interior. Escuchó el sonido de la tela, había rasgado su ropa. Eso la hizo arder de pasión, su interior palpitaba, quería tenerlo dentro, se sintió desfallecer cuando sintió cuando sintió sus dedos acariciando su intimidad, sabía donde tocar. Mientras que la otra tocaba con caricias ardientes el resto de su cuerpo. En un movimiento rudo, pero suave; subía y bajaba sus dedos por sobre su clítoris mientras variaba la presión. Se sentía en las nubes. Tenía los ojos tan nublados por la pasión y el deseo, que no lo vio cuando acercó su rostro a su entrepierna. Sentir su lengua ahí fue la gloria, lamía sus jugos como un hombre sediento. Ya no podía más. Iba a estallar. Y de pronto dejó escapar un grito de placer mientras su cuerpo se convulsionaba ferozmente. Con una sonrisa de satisfacción siguió con su tarea de darle placer y comenzó a subir con besos por su cuerpo. Cada lugar donde depositaba sus besos se erizaba a causa de los efectos del feroz orgasmo que acababa de experimentar. Aún temblando, devolvió con el mismo ímpetu el beso que su acompañante le daba. Podía saborearse a sí misma en la boca de ese apasionado amante.

Un sabor dulce. Nunca había sentido un sabor tan delicioso como el de esa mujer. Le gustaba, recibía gustosa sus caricias y respondía de la misma forma. Era una amante estupenda, pero la quería solo para él.

Mientras la besaba comenzó a rozar su miembro contra su húmeda entrada y la sintió temblar. Siguió así hasta que escuchó una ahogada súplica "Hazme tuya, ya no aguanto más". La miró a los ojos y entró en ella hasta lo más profundo de su ser, de una sola vez. Lento, disfrutando el contacto. Fuerte, pero no violento. Arrancándole un gemido de satisfacción.

Cerró los ojos sin poder evitarlo mientras el disfrutaba de su rostro que reflejaba el más puro placer. Sin dejar de observarla comenzó a moverse dentro de ella, llegando a lo más profundo de sus entrañas cada vez que entraba en ella. Sentía sus uñas arañando su espalda y se sintió aún más excitado. Se movía cada vez más rápido dentro de ella.

- No pares.-Su respiración estaba agitada, jadeó cada palabra.

- No lo haré.- Y no iba a hacerlo, quería terminar con ella, llevarlos a ambos al cielo. Quería hacerle sentir lo que nadie nunca le hizo sentir, quería hacer que deseara quedarse con él para siempre. Que no quisiera estar con ningún hombre que no fuera el.

Aumentó aún más el ritmo. Ella alzaba sus caderas hacia su encuentro. Con sus movimientos y jadeos le hacía entender que no quería que se detuviera. Hasta que sintió como lo apretaba deliciosamente con sus húmedas paredes. No podía más. Se había contenido por ella, para terminar juntos. Se derramó en su interior al mismo tiempo que en la habitación se escuchaban sus gritos de placer. Se movió un par de veces más dentro de ella y se dejó caer de espaldas en la cama, girando con ella y dejándola sobre su pecho, aún sin separar su unión.

No hablaron. Normalizaron sus respiraciones y en completo silencio se separó de él. Se recostó junto a él y se apoyó en su pecho. Se quedaron dormidos luego de taparse con la sábana hasta la mitad del cuerpo.

Escuchó un ruido. Abrió los ojos recordando donde estaba y lo que había hecho la noche anterior. Con una sonrisa estiró el brazo hacia un lado buscando a la mujer de sus sueños, pero ella no estaba ahí. La cama estaba fría, lo que le indicaba que se había ido mucho antes que despertara. Se incorporó en la cama y vio una nota sobre la almohada junto a la suya.

Esta fue la mejor noche de mi vida.

Hasta nunca.

No podía ser cierto. No le podía estar pasando esto. Apesadumbrado y decepcionado se levantó. Se puso el boxer y fue a abrir la puerta. Se encontró con un joven que le llevaba el desayuno.

- Yo no pedí el desayuno.-

- Una señorita llamó hace una hora dando instrucciones de traer el desayuno a esta hora, para una sola persona.

- ...- Se fue. No podía ser verdad. Ni siquiera sabía su nombre.

- ¿Necesita algo más?.-

- Su nombre, ¿como se llama la mujer que reservó la habitación?.-

- No lo sé. Pero la habitación y todos los gastos están cancelados. En recepción tal vez puedan darle más información.-

- Gracias.- El joven lo dejó solo con sus pensamientos, comió su desayuno y luego se dio una ducha y se fue.

En recepción le dieron un nombre, salió del hotel dispuesto a buscarla. Pidió un taxi y fue a buscar su auto al bar.

Nada. Un nombre falso. Nadie podía darle razones de su mujer misteriosa.

Tenía que encontrarla de alguna forma, necesitaba encontrarla.

No podía terminar así.

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No se si continuar esta historia, puede tener continuación o puede terminar así... eso dependerá de ustedes :D (ya tengo algunas ideas para la continuación, ustedes deciden)

Algún review?