:I:
Ya se habían visto, muchos años atrás en épocas que eran como de otra vida, donde todo era distinto y el mundo tenía un orden diferente. Él la halló poco interesante, ella apenas y lo notó. Cruzaron miradas pero nunca una palabra, él era un bastardo, ella una princesa. Se separaron y cada uno siguió rutas distintas que parecía jamás se encontrarían de nuevo.
Llegó la guerra, el invierno y después los dragones. Los dos últimos de la estirpe llegaron con fuego y sangre, pero también con la promesa de paz. La tranquilidad finalmente se empieza a respirar en el reino desangrado.
Es en este escenario donde vuelven a verse.
Myrcella ahora tiene que moverse con cautela entre los pasillos de la Fortaleza Roja, ya no hay apellido Baratheon ni estatus de princesa que la proteja, ahora es una Mares que permanece ahí por petición de su tío Tyrion a los dos reconquistadores Targaryen. Ya es una doncella y heredera de todas las gracias de la doble sangre Lannister pero camina entre rincones y permanece en las sombras, la gran cicatriz que porta es sólo uno de los motivos que atraen las miradas desdeñosas a su persona.
—Hoy llegan los Martell y los Stark, desearía que no te acercaras al salón del Trono —dice su tío al entrar a las estancias.
Ella le da una mirada pensativa, no ha querido saber nada de ningún Martell desde que la repudiaron al ser conocido su origen, pero desea saber si la amistad que Sansa Stark le ofreció es real. Con la falta que le ha hecho una mano amiga los últimos meses, está dispuesta a correr el riesgo.
Las trompetas suenan anunciando la llegada de las comitivas. Myrcella ha sido testigo de cada grupo que ha llegado para pactar la paz del reino. La llegada de los Stark es la más esperada por que asegura la alianza con el Norte, el Valle y las Tierras de los Ríos. Se apresura para presenciar la entrada de todos, las miradas de las damas y los señores la incomodan y casi la obligan a regresar, pero ella se aferra a su deseo.
Viste una gran sonrisa por primera vez en mucho tiempo al ver a Sansa y sus hermanos con sus grandes huargos. Los Stark ahora son poseedores de gran autoridad y poder, nadie se atreve a mencionar sus tiempos de desgracia, ella sabe ahora cómo debieron haberse sentido.
Algo le llama la atención del grupo, el Lord Comandante de la Guardia de la Noche, detentador de tanto prestigio y mando como los demás parece incómodo de estar ahí. Myrcella voltea a su alrededor y se percata de los murmullos y los señalamientos. Su sonrisa disminuye un poco, ella comprende su sentir, lo sigue con la mirada hasta que se pierde entre la gente.
Se sorprende al descubrir que a pesar de ansiar la llegada de Sansa, es de Jon, de quien termina agradeciendo el arribo. De pronto ya no se siente tan sola.
