Una pequeña niña va corriendo en medio de un bosque al atardecer. El viento comienza a soplar fuerte y junto con el, las nubes se acumulan para adueñarse del cielo. Poco a poco la lluvia se hace presente. ¿Que qué hace en ese lugar tan peligroso sola? La respuesta es simple: corre por su vida.
CAPITULO 1: ENCUENTRO
Momentos antes…
Ella viaja con una caravana. Su padre, el señor Feudal Nakamura, le ha enviado junto con un carro lleno de regalos preciosos, tales como telas finas, maderas exquisitas y aceites perfumados, escoltada por una cuarenta de guardias. Su objetivo: pactar una alianza con el Señor Feudal Nobunaga, con el cual su padre ha estado en conflicto durante cinco años por cuestiones territoriales. Ella tan sólo tiene doce años, pero está dispuesta a cumplir con esta misión, ya que su padre yace en cama por culpa de una enfermedad y el varón que podría sucederle apenas aprendió a caminar, pues es un bebé de apenas año y medio y su madre murió al dar a luz a este. Con tal de traer paz a las personas que le rodean, ha tomado esta decisión. Es su deber como princesa y representante de la familia real.
Todo transcurría con tranquilidad… si no fuera que tomaron el camino equivocado… un camino del cual no podrían regresar, sin antes luchar por su vida.
-Ya está todo listo, señor – dice en voz baja un tipo a otro, del cual se impone su presencia en comparación del pequeño grupo de hombres escondidos junto con él en el bosque, mirando desde un peñasco a la caravana.
-Bien, prosigamos de acuerdo al plan – le responde el hombre de complexión robusta al otro.
Mientras la caravana va en marcha, sale a su encuentro una docena de hombres encapuchados a caballo, plantándose en medio del camino. Así es, sólo una docena y cada uno con una katana en sus costados. Se preguntarán: "¿Qué puede hacer una docena de hombres contra cuarenta?". Muchos dirán que no tienen posibilidad, pero no es la cantidad de hombres la que gana una guerra, sino sus armas y tácticas.
La caravana detiene el paso. Uno de los guardias da un paso enfrente y desenfunda su espada -¡Fuera de nuestro camino, ladrones! – grita el comandante de la guardia.
- Vaya… veo que lo que llevan ahí es muy importante. No creo que a su majestad le moleste compartir algo con unos humildes aldeanos –contesta el malhechor.
- No me hagas reír – le contesta otro de los guardias con sarcasmo al ladrón – Los aldeanos no tienen privilegio a usar algo tan fino.
- ¿Has dicho fino?... – dice el jinete haciendo una mueca de sorpresa - … Estoy seguro que vendiendo esas cosas, nosotros tendríamos lo suficiente para vivir una vida plena, sin la intervención de su majestad, ¿no es así, amigos? – se dirige a sus compinches.
- ¡Así es, jefe!- gritan emocionados sus compañeros.
-¡Si!, tal vez me retire de ser ladrón y me consiga una linda esposa.
-Pues con esa cara, no creo que la tengas fácil, compañero…
- ¡Muy cierto… ja ja ja ja ja ja!
-¡Basta de idioteces! –Grita desafiante el comandante- ¡Guardias!, ¡Adelante!
A los dos bandos les separaban alrededor de quince metros. La mitad de los guardias se abalanzó hacia los malhechores, los cuales extrañamente permanecían inmóviles de su lugar. El comandante reflexiono al ver esto, pero su intento de advertencia fue demasiado tarde. El piso se hundió bajo ellos, encajándose sus cuerpos en unas lanzas que fueron colocadas al fondo. Todo se trataba de una trampa, que al parecer tenía días de haberse planeado, puesto que si el pozo fuera reciente, cualquier persona que pasase por el camino, podría haberse dado cuenta. Entonces, ¿cómo fue que nadie cayó antes en él? La razón es que los ladrones habían desviado el camino a los lugareños. Se habían hecho pasar por aldeanos comunes e iban diciendo que monstruos aparecían y se llevaban a la gente que pasaba por ese lugar a lo profundo del bosque para comérsela. Así tenían una coartada perfecta.
Los demás guardias, atemorizados al ver a su comandante y compañeros muertos, intentan regresar por el camino de dónde vinieron. Dan vuelta al carruaje y apresuran al caballo. La princesa, que dormía dentro del carruaje, se despierta de golpe al escuchar unos gritos afuera, sintiendo un movimiento brusco al ir el carruaje muy rápido. No deja de preguntarse qué es lo que pasa en el exterior e intenta levantar la cortina que cubre la ventana, pero su acompañante, toma su mano y la detiene.
-Le pido que se calme… tal vez sea sólo un animal que ha salido del bosque, como un oso o un jabalí, y está dando problemas a los guardias- dice la doncella a la pequeña
-Tal vez… pero esa no es razón de que el carruaje vaya tan rápido. Al terminar de decir estás palabras, el carruaje se detiene en seco, como si algo hubiera bloqueado el camino.
La princesa hace a un lado la mano de su acompañante y levanta la cortina, sólo para ver como los guardias que la rodeaban, caen lentamente al lado del carruaje. Entre los arbustos crecidos que rodeaban el camino, había escondidos ocho ladrones más, pero no como los otros. En lugar de espadas, estos utilizaban cerbatanas con agujas envenenadas que al lanzarlas, daban certeramente en el cuello de los guardias.
Al ver a todos los guardias tendidos en el suelo, la pequeña grito. El jefe de los ladrones se dirigió hacia el carruaje lentamente, rodeando el pozo con los cadáveres de los guardias que, aún muertos, seguían desangrándose a través de las lanzas. Bajó de su caballo, al igual que los otros hombres y procedió a quitarse la capucha dejando ver un rostro atravesado por una cicatriz de oreja a oreja. Abrió la puerta lentamente.
-Vaya, vaya… ¡pero si es el gran premio! dijo a la chiquilla- …Me preguntó, ¿Cuál será tu futuro, pequeña?... Podría venderte como esclava a una casa de algún rico, ya que veo que tienes una cara muy linda, o podría convertirte en mi esclava personal. Así no tendría que esperar a que crezcas para irte a visitar y hacerte mía- decía esto mientras acercaba sus manos para manosearla.
-¡No permitiré que toques a la princesa, malnacido!- dijo la doncella acompañante llena de temor mientras se ponía enfrente de la pequeña.
-¿Qué tenemos aquí?... ¿Eres su guardia personal?... ¿Tú?... ¿Una mujer tan frágil diciendo que puede proteger a esta mocosa, cuando ni siquiera puede protegerse a ella misma?... ¡No me hagas reír!- dijo él burlonamente a la dama.
El bandido cogió a la doncella por el cabello con una mano y la jaló abruptamente hacia afuera del carruaje, mientras que con la otra sujetó de la muñeca a la pequeña haciendo lo mismo. La joven mujer llevaba entre sus ropas una daga, la cual también era parte de los regalos que tendrían que entregar. Se la daría a la princesa al estar frente al señor feudal para que ésta a la vez se la diera en las manos a él. Era como un símbolo familiar, pues llevaba grabado su sello.
La joven tomó la daga y, sin ninguna duda, la clavó en el antebrazo del bandido que sujetaba a la princesa, haciéndolo soltarla, mientras gritaba de dolor.
-¡Rápido, princesa! ¡Huya hacia el bosque!- le grito la doncella a la niña, sujetando con su otra mano el brazo del bandido que aún le sujetaba el cabello. La pequeña no dudo ni por un segundo. Era su deber sobrevivir a como diera lugar, no importaba si sus súbditos dieran la vida por ella. Su padre se lo había enseñado. Sólo así podría traer paz a su reino. De sus ojos, lágrimas comenzaron a gotear, mientras se dirigía rápidamente hacia el bosque. Nadie la persiguió en el momento. Los bandidos sabían que su jefe la dejaría como postre antes de tomar el plato fuerte y sería divertido cazar a esa presa.
-¡Oh!, me sorprendes muchacha – dijo el bandido a la joven, que aún mantenía clavada la daga en el brazo del sujeto- Me has tomado desprevenido.
En vez de reaccionar con furia como lo hubiera hecho cualquier guerrero que fuese herido por un rival, extrañamente el bandido ni se inmuto. Grito por el dolor momentáneo cuando la daga atravesó su brazo como lo haría cualquiera, pero instantáneamente se calmó. Tomó la muñeca de la joven y procedió a estirarla hacia arriba para retirar la daga de su brazo.
-Cometiste un grave error, preciosa-
El hombre estrujó la muñeca de la chica, haciéndola gemir de dolor mientras soltaba el arma. En un movimiento rápido, él sujeto el arma con la mano del brazo herido antes de que cayera al suelo. La acercó a su boca y lamió la sangre que goteaba de ella. Acto seguido, sometió a la chica, haciéndola caer de rodillas mientas aún sujetaba su cabello fuertemente con la otra mano.
-Cuando ataques a una persona a matar, debes apuntar directo al corazón- la mano que sostenía la daga se hizo hacia atrás, como tomando impulso y…- ¡Así! – exclamó el tipo clavando la daga en el pecho a la doncella, la cual dio un grito ahogado, para culminar con unas últimas palabras mientras un hilo de sangre salía de su boca.
-Princesa, espero que llegue sana y salva a su destino… Y a ti que… Kamisama te castigue y…. vayas al infierno… maldito… bastardo… - concluyó antes de que el hombre sacara la daga de su pecho y lamiera de nueva cuenta la sangre que chorreaba de él.
-¡Uy! Que ruda. Lástima de mujer, era una preciosidad – dijo soltándola del cabello. Para dejar caer el cuerpo inerte de la chica al suelo. Rasgo un trozo del kimono que llevaba la chica y lo usó para envolver la herida de su brazo- Ahora es el turno de la mocosa. ¡Vamos hombres! ¡Nos divertiremos cual lobos tras un conejo!- dijo a todos para después internarse en el bosque. El cielo comienza a nublarse.
Después de que la pequeña princesa escapara de los ladrones, no tuvo más alternativa que buscar refugio en el bosque. Esta fue la reacción más rápida en la que pudo pensar.
Mientras corre desesperadamente, la lluvia cae. El kimono de la niña, se atora en las ramas de un arbusto, y mientras ésta intenta desatorarlo, el agua se intensifica. Los ladrones se acercan más y más.
-¡No quiero morir!, ¡si ellos me atrapan, me van a matar! – pensaba aterrorizada intentando zafarse de aquellas ramas. Desesperada, dio un gran jalón, que la hizo caer hacia atrás y llenarse del lodo que se había formado con la precipitación. El quejido que hizo al caer, llamó la atención de las personas que la estaban buscando. Se dirigieron inmediatamente hacia su dirección.
-¡Aquí está la mocosa!- dijo uno de los maleantes- ¡Venga jefe!
-¡Qué maravilla! Espero que esta niña me dé un poco más de resistencia antes de matarla, si no, sería aburrido como lo fue con aquella linda chica.
La chiquilla gatea por el suelo hasta quedar frente a un árbol. Al no tener escapatoria, se gira, recargándose en el tronco e instintivamente, pone sus brazos frente a ella, como intentando protegerse mientras llora sigilosamente, tratando de gritar para pedir ayuda, pero sin conseguir que salga palabra de su boca. El jefe de la banda se acerca a ella a paso lento, sabiendo que ya no tiene a donde escapar.
-¿Creíste que te dejaría ir así sin más?... ¡Ya no me interesa ganar dinero contigo!...Disfrutaré haciéndote llorar de dolor, mocosa insolente- dice con euforia.
Estando el ladrón a centímetros de cogerla, el suelo detrás de la niña se hunde, haciéndola caer hacia un pozo bajo el árbol. Tal vez una madriguera de zorro o mapache que se hundió por causa de la lluvia. El malhechor se acerca al árbol y mete el brazo para tratar de cogerla. Ella se hace hacia atrás, lo que termina con el aguante de la tierra bajo ella y la hace caer más, resbalándose con el barro por una especie de pequeño túnel inclinado diagonalmente. Grita asustada ya que no puede ver nada y termina deslizándose cual tobogán al interior de una cueva. Se hubiera lastimado o roto algún hueso de no ser que dónde ella cayó, había un pozo lleno de agua con lodo de poca profundidad, lo que amortiguo su caída. Lentamente se incorpora y apoya una mano en el barro de la pared. Sólo puede escuchar cómo escurre el agua por el lugar dónde ella cayó.
-¡Ahora caven, hombres!, ¡No dejaré que esta presa se me escape!- podía escuchar la niña a través del pequeño túnel, que por lo menos, tendría 6 metros de profundidad. Asustada y sujetándose de la pared, la pequeña intenta buscar una salida. Camina lentamente, cuidando no tropezarse con algo o caer en un pozo. Avanza unos 50 metros y se detiene. Alcanza a ver una luz muy difusa, de un tono azulado. No habiendo otra fuente de luz, comienza a acercarse más y más, hasta llegar al lugar de dónde proviene la luz. Se asombra mucho al ver lo que encuentra. Sujetado y envuelto por raíces que provenían de arriba, un cuerpo suspendido a pocos centímetros del piso, con la cabeza inclinada por la inercia de estar colgado, a poca distancia de lo que parecía ser el final de la cueva; una pared de roca. De este cuerpo provenía esa luz, una luz que brillaba de forma suave, pero intensa.
La pequeña se acerca lentamente hacia él. Para ella, lucia como una persona durmiendo. Comienza a caminar a su alrededor y lo observa cuidadosamente. Tiene la apariencia de un joven que ronda los 20 años, pero se da cuenta de que ese ser no es humano. Sus orejas puntiagudas, color de cabello y cola de tigre lo delatan. Recordó algo que le habían contado mientras seguía caminando alrededor.
Es mi primer fanfic. Espero críticas constructivas y opiniones.
DEFINICIONES:
youkai: demonio
oni: ogro
Miko: sacerdotisa
Daiyoukai: Demonio poderoso del más alto rango, como el padre de Inuyasha
Kamisama: Dios
Hanyou: ser hibrido entre un yokai y un humano, ya sea por descendencia como Inuyasha o por fusión, como Naraku.
Hime: termino que significa princesa
Sama: termino dado a personas que infunden respeto, admiración o que poseen alto status en la sociedad, así como a los nobles o gente de alta clase social
