Atención: Los lugares y personajes mencionados en este fanfic son propiedad única y exclusiva de Square-Enix.
Advertencia: Este es un fanfic yaoi (relaciones homosexuales), no lo leas si no eres mayor de 18 años o creas que te vaya a causar un trauma irreversible. No voy a pagarte el psicólogo.
Comentarios: Trato de escribir historias un poco más cortas, pero me es imposible, cuando la historia es tan interesante me olvido y se me va de las manos. Lo repartiré por capítulos para que no se haga tan pesado. Así que gracias a tods por leer hasta la página final.
Pareja: Seifer&Squall
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QUERIDO ESCLAVO
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Capítulo 1: el resultado
Los pájaros piaban. El patio estaba lleno de jóvenes demasiado ocupados para atender a los sonidos del verano que se aproximaba. Un chico alto, rubio, con rasgos muy masculinos, vestido con una camiseta azul, se acercó a un chico delgado, de pelo castaño largo recogido en coleta para decir:
—¿Y Selphie?
El otro se encogió de hombros y sonrió con malicia:
—¿Por qué estás interesado en ella de repente?
Seifer sonrió también.
—Tiene algo que quiero.
Irvine sonrió aún más.
—¿Yo?
Seifer se echó a reír y replicó:
—Bueno, si ese es tu sueño, cowboy…
—No te ofendas, pero no eres mi tipo, Almasy.
—Lo mismo digo, Kinneas.
Ambos se miraron entre ellos y Seifer indicó:
—Bueno, bueno. Muy pronto sabremos quién es el chico más guapo y el más guay del Jardín.
Irvine supo de lo que estaba hablando Seifer.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de que vas a ser escogido? ¿O es que estuviste acojonando a medio Jardín para que dijeran tu nombre?
Seifer rió.
—No tengo necesidad de hacer eso. Mandé a tu hiperactiva-no-para-quieta-novia-feliz que hiciera una encuesta a todo estudiante de este Jardín, un justo pago por haberla ayudado a organizar su Festival.
Irvine abrió de par en par sus ojos violetas.
—¿Un justo pago? ¿La has sobornado?
—Oh, no. Hicimos un trato. Además, ella también dijo que quería saber el resultado.
Irvine sacudió la cabeza y se irguió más:
—Las chicas votarán por mí, no tengo dudas.
Seifer mostró su habitual sonrisa sarcástica.
—Ya… pero, ¿sabes? Apuesto a que la mayoría de ellas votarían por ti porque tienen miedo de ser rechazadas por mí.
Irvine gruñó.
—Hey, tío. No te he visto nunca con una chica. Además de Viento. Así que no mientas. Apuesto a que perderás y yo, o Squall, seremos los ganadores. Sólo tienes miedo de competir con Squall, yo creo.
—Gilipolleces —fue todo lo que Seifer dijo.
Irvine se encogió de hombros y dijo:
—Bien. He acabado mi trabajo aquí. Vayamos a buscar a Selphie. ¿Vienes?
Seifer asintió. Ambos chicos dejaron el patio para buscar a la pequeña Selphie. Caminaron entre los largos pasillos del Jardín de Balamb. Fueron a varios sitios hasta que la encontraron hablando con varias chicas del Festival en la segunda planta. La chica les hizo una señal, dejó a las amigas y miró a Seifer con una gran sonrisa en su cara, mostrándole un trozo de papel.
—Hecho.
Seifer cogió a la chica por el brazo y la arrastró hasta una de las salas del Comité Disciplinario. Irvine los siguió, divertido.
—Detalles, detalles —dijo Seifer cuando los tres entraron en aquella sala vacía y tranquila.
—OK, pero suéltame ya —pidió Selphie, recuperando su brazo y acariciándolo con afecto. Entonces abrazó a Irvine y ambos se besaron.
Seifer puso los ojos en blanco.
—Los cariños para luego. Primero, quiero detalles de la encuesta y el nombre del ganador, que es, por supuesto, el mío —dijo, orgulloso.
Irvine se separó de Selphie y le dijo, acariciando su mejilla:
—Cariño, te amo tanto, pero no debes darme muestras de afecto cuando Seifer Almasy está cerca. Se siente solo.
—¡Voy a patearte el culo, idiota y serás tú el que esté solo!
Selphie se puso entre ellos para prevenir una pelea.
—Ok, ok, sin peleas —aireó el papel de nuevo frente a ellos y se sentó en la mesa más próxima—. Entiendo que vuestros egos quieran ser satisfechos, por tanto, empecemos. ¿Qué categoría primero?
Seifer le mostró el puño.
—Dínoslo ya, joder, o meteré mi puño en el culo de este cowboy desgarbado.
—Bien, bien. Debería haber supuesto tu impulsividad… Bien, yo escogeré. La primera categoría, "quién es el mejor"… oh, no, no, no. Dejemos ese para el final. Empecemos por "el mejor SeeD". La gente opina que el mejor SeeD del Jardín es… ¡Zell Dincht!
—¿Qué? —Irvine se quedó mudo y Seifer con la boca abierta.
—¿Ese gallina? Pero si es un tío sin agallas. ¿Y quién es el siguiente? —demandó, curioso.
Selphie bajó la vista al papel.
—Oh, es una chica. Quistis Trepe. Yo estoy de acuerdo con la segunda, también.
—¡Mierda! —Seifer le golpeó la frente con su mano—. ¡Niña tonta! Yo no puedo estar incluido en esa lista, no soy un SeeD.
Irvine rió por lo bajo.
—Bien, entonces deberás pensar en pasar por fin el examen.
—Oh, pasemos a la siguiente categoría, que es… "El chico más guay del Jardín".
Irvine sonrió ampliamente y dio un codazo al chico rubio.
—Veamos.
—Y el oscar es para…
—¡Irvine Kinneas! —dijo el chico, sin poderlo evitar.
Selphie hizo un puchero.
-Oh, no, cari, no eres tú. Han dado el voto a Zell.
La sonrisa desapareció de la cara del cowboy tan pronto como Selphie dijo el nombre de su amigo. Seifer se golpeó la cabeza con el muro y gritó, furioso:
—¡El gallina! ¡Otra vez! Oh, Dios, ¿a quién escogiste para la encuesta, a las niñas de la biblioteca?
—Gente corriente —dijo ella—. Y no deberías cuestionar mis resultados. Tú me encargaste hacer la encuesta, ¿recuerdas?
Seifer suspiró, frotándose la frente.
—Ni de coña. Ya sé que no es tu culpa, Selph, pero… el gallina. ¡El más guay! ¡El más cobarde! Quieren que me ría, ¿no?
Irvine cerró los ojos, resignándose.
—Los resultados no pintan bien, tío. Zell es el primero en todo.
—Zell también gana en la categoría al más divertido. Hey, no me mires así, cari. Tú eres el chico más sexy del Jardín. Mira –Selphie le mostró el papel y el cowboy sonrió como un tonto cuando vio su nombre inscrito.
—¡Ah, lo sabía! ¡Te lo dije, Seifer! ¡Soy el más sexy! ¡Te he ganado!
Seifer soltó una mirada asesina a Irvine y cogió la silla más próxima a Selphie para apoyar su pie.
—Bueno, ¿pero quién es el que está más bueno? Porque una cosa es ser sexy y la otra es ser increíblemente atractivo.
Selphie le quitó a Irvine el papel y su cara se mostró solemne.
—No querrás saberlo —dijo, y puso el papel a su espalda.
Seifer le quitó la hoja de inmediato y sus ojos vagaron sobre los nombres.
—¡Hey!
Tanto Irvine como Selphie se miraron. Seifer se irguió de nuevo, sus ojos fijos en la hoja y su mirada ardiendo de rabia.
—¿El comandante Leonhart? —y miró a la pareja, gritando—. ¿El comandante Leonhart? ¿Ese estúpido bastardo de hielo el más caliente? ¡Podría congelar a Shiva!
Selphie agarró a Irvine de la camisa, de repente asustada. El chico la calmó poniendo su larga mano en la espalda de ella.
—¡Hey, no hables mal de nuestro Squall! —avisó Irvine.
Selphie se emocionó y dijo:
—Está muuuuuuuuuuuy bueno. Yo le di el voto a Irvine, pero para mí, ¡el segundo puesto es para Squall!
Seifer acercó su cara a la de ella y le pegó el dedo a la frente.
—¡Mal, mal, mal gusto, tía!
—Has perdido, colega. Admítelo, mi nombre está antes que el tuyo.
Seifer suspiró, aún imposible de admitir que el Comandante de Hielo estaba delante de él en la lista. Él había acabado tercero. Claro, Irvine el segundo. Selphie, compadeciendo al rubio, recordó:
—Pero tú ganaste en la categoría de "el más capullo".
Kinneas echó a reír sin parar hasta que fue consciente de la mirada que Seifer le lanzó.
—Maldita reputación. Bueno, al menos me temen.
—Sí, confórtate en tu ego —dijo Selphie.
—Lo siento, tío —Irvine le guiñó un ojo—. Eres el gran perdedor y tienes que servir al ganador.
Seifer rió la broma.
—No te rías, Seify —dijo Selphie muy seria—. Recuerda la apuesta que hicimos.
-¿Qué? No me dijisteis nada de una apuesta.
—Oh, pero tú insististe —recordó Selphie, sacando del bolsillo de su traje de SeeD otro papel—. Lo firmaste, mira.
Seifer lo miró alucinado, reconociendo su caligrafía. Entrecerró los ojos y volvió a mirar. No podía creerlo.
—No recuerdo haber firmado esto.
Irvine pasó un brazo por los hombros de Seifer, pero el rubio lo retiró.
—Oh, déjame que haga memoria por ti. Estuvimos en esa fiesta de primavera y todos estuvimos de acuerdo.
—¡Nos referíamos a otra encuesta! Porque esta se la pedí a Selphie, ¿verdad, Selphie?
La chica se mordió el labio seductoramente.
—¡Eres una tramposa! ¡Niña tramposa! —chilló Seifer mientras Irvine la protegía de ese loco, quedándose en medio.
—¡No hago trampas! ¡No me llames así! Eres tú, que no puedes aceptar que eres un perdedor.
Seifer rió, echó hacia atrás la cabeza y preguntó sobre el premio.
—Aquí —dijo el cowboy señalándole el papel—. El que pierda, será el esclavo del otro durante una semana. Y debajo, nuestras firmas.
—Imposible, eso es imposible. ¡No he firmado nada de eso! ¡Habéis usado mi firma de forma fraudulenta! ¡Esa no es mi letra!
—¿Tan borracho estabas? Oh, sí, recuerdo que bebiste mucha sangría —comentó Irvine, y se apartó para no recibir un puñetazo.
—Oh, pero lo sería si hubieras ganado —indicó Selphie amenazante—. Bien, no lo hagas. Pero tendré que escribir por todas las paredes de Balamb "Seifer cobarde", aparte de contarle a todo el mundo lo de la encuesta. Porque he encuestado a casi todos, Seifer. Quieren que la publique.
Seifer se acercó a ella, su enorme altura difiriendo en gran medida de la de ella.
—¿Me estás amenazando, niña?
Irvine puso su mano en el pecho de Seifer para detenerle.
—¡No me toques, maldita sea!
Irvine se retiró y, con una sonrisa persuasiva, propuso:
—Ok, debido al hecho de que hay dos ganadores, puedes escoger. Puedes ser el esclavo de Zell durante una semana.
—…O el de Squall —finalizó Selphie guiñando el ojo elegantemente.
—Sí, sí —Seifer suspiró e imaginó cómo salir del aprieto.- Bueno, os dejaré ahora, tortolitos, a vuestra tarea.
Selphie lo señaló, irritante:
—¡O Zell o Squall! Esta noche iré a tu habitación para escuchar la respuesta. Si no tengo un nombre para mañana, el Jardín entero sabrá que eres un cobarde. ¡Cobardeeeeeeeeeeeeeee!
Seifer pestañeó, incapaz de creer que estaba siendo amenazada por una chica que lucha con nunchakus.
—Creo que Squall le pone más que Zell —rió Irvine.
Seifer hizo un gesto de violencia pero la señaló a ella.
—Asegúrate de que tu cowboy cierra su sucia boca o le haré tragar c-a-d-a u-n-a de sus palabras.
Seifer se dirigió hacia el área de recreo y se sentó en uno de los bancos. El aire era fresco y refrescante, pero no molesto.
"Joder, no sabía que tuvieran mi firma en ese papel. ¿Estaría borracho cuando lo firmé?"
—¡Joder, no lo recuerdo!
"En serio, toda esa mierda de ese gallina siendo el más guay y el mejor SeeD es una cosa. Pero tener a Seifer Almasy en la misma lista que el frío y glacial niño enamoradizo y escoger al segundo considerándole más deseable…"
—¡Yo soy más masculino y estoy más bueno y no tengo exceso de hormonas ni tampoco soy frígido! ¡Se burlan de mí!
Seifer sentía que debía liberar la rabía que había dentro de él.
"Jodida niña cursi. Jodido cowboy escuálido. Ahora gritarán a todo el Jardín que yo…"
—¡Yo no soy cobarde! Puedo ser muchas cosas, pero no cobarde. Antes de eso la muerte. Pensándolo bien, puede ser divertido. Veamos…
Se pasó otros cinco minutos hablando en su cabeza y finalmente, concluyó.
—Olvidaré al gallina. Se burlará de mí sin descanso. Entonces… Squall…
El estómago de Seifer se contrajo. Esclavo de Squall durante una semana.
—Demonios… si sólo fuera al revés.
Durante un largo tiempo el rubio luchador de sable pistola había estado criando un extraño y prohibido amor por el chico de hielo. Por supuesto que nadie y él se aseguró de que NADIE supiera de sus sentimientos vedados. Trató de tener una amistad con el tímido Squall, pero falló en cómo lo hizo, sólo porque Seifer no quería sentirse vulnerable o mostrar sus sentimientos, siempre apartaba de sí al chico. De hecho, la idea de ser el esclavo de Squall no podría ser más atrayente. Podría pasar un montón de tiempo en su compañía y quizá incluso entraría en su habitación, porque sólo recordaba haberlo hecho una vez y haber sido golpeado al siguiente minuto. Podría utilizar su encanto de Almasy y Squall se derretiría en él, y luego Seifer podría tocar su pelo desordenado en una oportunidad, o su apretado culo, o su tersa piel…
—Ya déjalo.
"Squall no va a follar contigo a pesar de tu encanto. Como has dicho, sólo es un frígido bastardo. Sin emociones. Recuerda el modo en cómo lucha contigo"
—Seguro que sólo me odia…
El día pasó rápido y, de noche, los relojes marcaban las nueve cuando Selphie tocó la puerta de su cuarto.
—He venido a por la respuesta.
Venía sola. Seifer podría estrangularla despacio y cuando el cowboy preguntase por ella, ya no habría Selphie.
Seifer gruñó sobre la cama, porque la chica había entrado y se había sentado ahí como si fuera su propio cuarto.
—¿Y bien? —inquirió, impaciente.
Seifer alzó la mirada al techo y suspiró.
—Será Squall.
La reacción de la chica no podría haber sido más espontánea.
—Aaw, qué dulce. Dos rivales se harán amigos…
—¡No seré amigo de ese congelador! —protestó Seifer fastidiado.
—Bueno, ¿estás listo? El día del esclavo ha empezado.
—¿Qué? ¿Ahora? Debes estar bromeando. Me dijiste mañana.
Selphie se encogió de hombros:
—Ya, lo sé, pero Squall te necesita ahora. Me lo ha dicho hace diez minutos. Dijo que quería a su esclavo lo más pronto posible.
Seifer dio un respingo en su asiento, asombrado.
—¿Qué? ¿Se atreve a decir eso? ¿Le han abducido, o qué?
Selphie volvió a encogerse de hombros.
—No lo sé, pero parecía feliz de tener alguien a quien dar órdenes. Seguro que tendrá el descanso que se merece delegando en su esclavo tooooodo su tedioso trabajo.
—Joder…
Selphie agarró al chico rubio por el brazo.
—Vamos, Squall te quiere ahora mismo.
Seifer sonrió para sus adentros, dándole un segundo sentido a la frase.
—Sí, seguro, no lo dudo.
