-Regálame una sonrisa-
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"Todo el vacío de mi vida lo llena tu sonrisa."
Alfonso Orantes
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Sonrisas hay muchas y cada una es especial y distinta de las demás a su manera. Hay sonrisas que reflejan la más grande alegría y hay otras que ocultan la más dolorosa tristeza. Las primeras te contagiaran su felicidad y las segundas te harán llorar. Sin embargo, de todo ese amplio abanico de sonrisas tan solo prestas atención a unas pocas, a las sonrisas de tus seres más queridos. Y, a su vez, de entre todos tus seres queridos solo su sonrisa podrá llenar el vacío de tu vida...
Yolei arrugó la nariz, llevaba un buen rato en el aula de informática y había sido incapaz de programar nada en condiciones. Siempre que le pasaba aquello la frustraba, mucho. Se acomodó las gafas en el puente de la nariz subiéndolas suavemente con la punta del dedo índice. Bufó y decidió que lo mejor era apagar el ordenador e irse a clase. Lo hizo y empezó a caminar hacia su clase pero no pudo evitar detenerse en la clase de T.K. y Kari. Los alumnos iban de aquí para allá hablándose a gritos unos a otros para escucharse entre el jaleo que armaban. Yolei se dirigió hacia el rincón de la clase en el que estaban sus amigos. Como siempre, Davis estaba contando un chiste malo con la intención de caerle en gracia a Kari aunque más bien la estaba incomodando y la joven solo quería que la tierra la tragase. Luego, en aquel círculo también estaba T.K. que se reía sin cesar al ver como Davis fracasaba en otro de sus numerosos intentos de encandilar a Kari. Sus ojos azules se clavaron en su mejor amiga para mirarla con ternura durante un instante aunque eso solo pudo advertirlo a Yolei que estaba viendo la escena desde lejos. Por último, allí se encontraba Ken con su habitual gesto serio a pesar de que sus ojos mostraban una chispa de diversión, su boca seguía formando una línea recta. No sonreía.
Yolei se detuvo un segundo y lo miró con atención porque había una cosa que llevaba observando desde hacía bastante tiempo. Ken nunca sonreía, jamás. ¿Por qué? ¿Acaso no era feliz? Una punzada le atravesó el pecho pues el solo pensamiento de que aquel chico que le robaba el sueño no fuese feliz la entristecía sobre manera. Kari la vio allí parada y la llamó pero Yolei que estaba tan concentrada en sus pensamientos que no advirtió la llamada de la castaña y siguió en sus sitio, con la vista fija en un punto perdido de las baldosas verdes del suelo.
Ken se extrañó al ver a Yolei así. Normalmente, ella llegaba a clase con una gran sonrisa en el rostro, se abría paso entre los alumnos casi a empujones para llegar hasta ellos y los saludaba con un potente y alegre "Buenos días." ¿Por qué hoy no? Se separó de sus amigos y se aproximó a la chica. Tuvo que colocarle una mano en el hombro para que ella se diera cuenta de su presencia.
─Yolei...─La chica alzó la cabeza. Le sonrió pero aquella sonrisa no hizo estremecer a Ken de pies a cabeza. Aquella sonrisa más bien lo hizo preocuparse. Yolei sacudió la cabeza e intentó cambiar la expresión pero algo en la mirada intranquila de Ken le informó de que él sabía que algo la inquietaba─. ¿Estás bien?
Yolei asintió intentando imprimirle seguridad a aquel gesto porque no le salía la voz. Había dejado de preocuparse por la sonrisa de Ken y había empezado a preocuparse por los alocados latidos de su corazón que se estaban acelerando hasta límites insospechados por la cercanía del muchacho.
─¿Te pasa algo, Yolei?─ preguntó Kari acercándose a su amiga.
─ No te preocupes, estoy perfectamente. Solo me he acordado de algo que me había pedido mi madre que hiciera y me he quedado pensando─ .Kari sonrió un poco más tranquila pero Ken no parecía tan convencido─ . ¿De qué estabais hablando?
─ Davis estaba contando uno de sus chistes malos para variar─ .Dijo T.K. mientras volvía a entrarle la risa floja al recordar el ridículo que momentos antes estaba pasando Davis. Kari se cubrió la boca con la mano para evitar reír.
─ ¡Era un buen chiste!─ replicó Davis mientras murmuraba por lo bajini y se cruzaba de brazos.
─ Ya me lo imagino─ . Yolei se contagió de la risa de los demás.
─ Oye, Yolei. Habíamos pensado ir esta tarde al centro comercial todos juntos. ¿Qué te parece?
─ Genial, hoy no tengo que ayudar en la tienda. Se puede decir que es mi día libre. ¿quiénes vamos?
─ Pues somos Davis, Cody, T.K. y yo.
─ Ah, perfecto─ . Alzó al cabeza y miró a Ken a los ojos. El moreno ladeó la cabeza y clavó sus ojos en los de ella.
─ Creo que me apunto al plan─ . Susurró sin apartar la mirada de los grandes ojos de Yolei. Kari dijo algo más pero tardó poco en arrastrar a T.K. y a Davis consigo para dejar a aquellos dos unos segundos asolas antes del comienzo de la clase.
─ ¿No querías venir?─ preguntó Yolei, tenía curiosidad por lo que pasaba por la cabeza de Ken.
─ No es que no quisiera...─ Él se acercó un poco más a ella, inclinó la cabeza y sus labios tocaron el oído de Yolei─ . ...pero...
─ ¿Qué?─ lo apremió ella, podía escuchar ya los pasos del profesor por el pasillo y se negaba a marcharse sin saber como acababa la frase de Ken.
─ Hasta que no has dicho que venías no tenía un motivo de suficiente peso para dejar de ir a entrenar esta tarde.
Se separó de ella y se encaminó hacia su pupitre. Yolei salió de la clase antes de que él se girara una vez más para mirarla y viera que tenía la cara roja como un tomate.
Los cinco chicos se reunieron delante de la tienda de Yolei, la joven tras dirigir unas últimas palabras a su madre salió y se reunió con sus amigos. Se encaminaron hacia el centro comercial con paso lento mientras iban charlando. En primera línea iban Kari y Yolei que se habían puesto muy guapas aquella tarde. Davis y T.K. habían tenido que esforzarse para no abrir la boca en más de una ocasión al ver a Kari con aquella camiseta de tirantes y aquellos pantalones cortos. Y Yolei... aquella tarde se había colocado una camiseta de tirantes roja que hacía juego con el pañuelo que le sujetaba su largo pelo y una falda corta que le daba un aire muy gracioso. Ken no había podido dejar de observarla en todo el trayecto, se fijaba en el movimiento que hacía al dar cada paso y lo espléndida que estaba aquella tarde, irradiaba una especie de energía, luz. Ken esbozó una tímida sonrisa. Estaba preciosa. Yolei se volvió en ese preciso instante como si hubiera advertido su mirada pero Ken borró la sonrisa de su rostro y entabló conversación con Cody.
─ Yolei, ¿de verdad que no quieres contarme nada?─ preguntó Kari por enésima vez en voz baja para evitar que los chicos las escucharan.
─ Ya te he dicho que no me pasa nada, puedes estar tranquila.
─ ¿Seguro que no tiene nada que ver con Ken?─ El cuerpo de Yolei se crispó y Kari supo que había dado en el clavo─ . Vamos, ¿qué te pasa con él?
─ Me he dado cuenta de que nunca sonríe.
─ Sí lo hace.
─ ¿Cómo?─ Yolei se quedó perpleja. Ella se fijaba en cada gesto que realizaba Ken y estaba seguro de que nunca le había visto sonreír abiertamente, jamás. Eso la entristecía, le daba la sensación de que estaba muy lejos de él y que no podría llegar a su interior. Tal vez, ella había hecho algo que lo había disgustado o algo por el estilo. Kari vio que su amiga se sumía en un sinfín de divagaciones y de ideas.
─ Yolei, solo sonríe cuando te mira a ti.
Aquella frase sacó a Yolei de sus pensamientos e hizo que mirara a Kari con los ojos muy abiertos.
─ Pero, ¿qué estás diciendo?─ susurró entre tartamudeos.
─ Lo que has oído. Ken sonríe cuando te mira. Sonríe cuando no lo ves.
─ ¿Por qué?─ Kari se encogió de hombros aunque la respuesta estaba bien clara. Aquellos dos se querían y no sabían como hacérselo saber al otro. Kari estaba segura de haber visto a Ken sonreír con muchísima ternura al ver a Yolei terminar un programa o al venir corriendo con un examen aprobado con nota en la mano. Le había visto esbozar esa sonrisa aquella misma tarde cuando Yolei había salido de su tienda. Sin embargo, también sabía que Ken la borraba cada vez que Yolei lo miraba. Yolei volvió a sumirse en sus pensamientos, estaba cada vez más decidida a ver sonreír a Ken, quería verlo y lo iba a conseguir antes de regresar a casa esa noche. Costase lo que costase.
