Este fic participa en el ritual de iniciación: Hunter x Hunter del foro "Mar de Joyas Escondidas"

Disclaimer: Hunter x Hunter y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a Yoshihiro Togashi,

Hisoka.

Le gustan las agujas

No le gusta lo dulce.


Un gemido de dolor fue con lo que despertó aquella mañana y no necesitó abrir los ojos para saber a quién pertenecía el peso que oprimía sus caderas.

—Illumi. —Su voz sonaba aun rasposa, ronca. Una nueva aguja se clavó sobre su piel, dos, tres. Una cuarta rasgando su cuello hasta hacer correr el liquido caliente. Abrió los ojos para toparse con los ajenos, tan inexpresivos. Juraba adorar aquel entretenimiento que el otro tenia. El dolor, aquellas agujas marcándole, la satisfacción que sabía que Illumi sentía.

Alzó las caderas, haciendo que el otro se moviera sobre él. En los labios de Hisoka se dibujó una sonrisa macabra y burlesca, su sonrisa. En un movimiento rápido sus posturas cambiaron. La espalda de Illumi contra la cama, las manos del pelirrojo a los lados de su cabeza, una cintura contra la otra y las agujas nen del moreno regando la cama. La sangre caliente goteo sobre la piel desnuda de Illumi, blanco contra rojo, un bonito contraste, pensó Hisoka. Con cuidado alzó una de sus manos, sacando una de las agujas que el más joven había hundido entre sus músculos con habilidad, de la forma más dolorosa posible. Gruñó al hacerlo, e Illumi no pudo diferenciar si fue de dolor o de placer. La sangre brotó de su herida, dolorosa, amarga, caliente. Hisoka deslizó aquella misma aguja por el pecho de su pareja, manchándolo de su propia sangre al tiempo que le abría nuevas y pequeñas heridas que no fueron profundas hasta que no llegaron a su abdomen, donde se hundió hasta rasgar el músculo. Illumi se retorció de dolor y al mayor se le escapó un jadeo.

Su boca bajó hasta la herida, bebiendo de aquel liquido caliente, manchando aun más la perfecta y pulcra piel pálida al morder cerca de la herida y colara la lengua por el espacio que esta dejaba. Se relamió de los labios los restos de sangre que enrojecía su piel, dándole un aspecto aun más siniestro. Alzó la mirada hacia los ojos del otro. Otra cosa más que amaba de aquellos juegos que tenían con las agujas; la inexpresiva cada de Illumi descompuesta por el placer y el dolor, incapaz de decidirse por cuál de los dos prefería sentir. En su camino hacia arriba el pelirrojo fue retirando con su lengua las gotas de sangre que iban cayendo por todo el cuerpo de Illumi desde su cuello. Con su sangre aun en la boca buscó la de Illumi, sus labios se pegaron uno contra el otro, disfrutando del sabor del beso, con la saliva y la sangre pasando de una boca a otra sin darles descanso ninguno. Los dedos del moreno se hundieron sobre su piel, rasgando con las uñas al tiempo que su palma hundía aún más la aguja que se alojaba en su hombro. El beso amargo del dolor le recorrió, aquello no era dulce como se suponía que tenían que ser las relaciones de pareja, pero es que Hisoka odiaba las cosas dulces.