ESTE FIC CONCURSA EN EL CONTEST "PERFECTA NAVIDAD" DE FFAD

NOMBRE DEL FIC: El amor, la Navidad, ella y yo.

Autoras: Karina Castillo y Noe Mallen

Capítulo escrito por Karina Castillo

Disclaimer: Twilight y sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Nosotras solo jugamos un poquito con ellos, para que vosotras paséis un buen rato.

Este capítulo ha sido beteado por: Verónica Pereyra (Beta FFAD)

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Debí saber que solo a mí me podía pasar esto. ¡Frustrada! Jalé mis cabellos.

Como si con eso arreglara todo, el aeropuerto está cerrado por el clima tan agitado y peligroso que se abrió paso cubriendo de nieve todo Seattle. Eran las 6 de la mañana, había despertado algo cansada, tras solo dormir 5 horas...

Disfrutando del regalo que tenia para Edward al platicarlo con mi hermana Alice, quien me había sacado prácticamente toda la verdad en un abrir y cerrar de ojos... Suspiré...si hubiera hecho caso a Edward en estos momentos estaría preparando la cena, esperándolo en casa.

Una lágrima se deslizó por mi cara, nuestra primera navidad juntos y la había arruinado. Su voz me lo dijo todo cuando colgué tras darle la noticia de la cancelación del vuelo por mal tiempo.

Estaba en la banca sentada con mi maleta por un lado cuando pasé mis manos por mi cara desesperadamente, cerré los ojos para evitar estresarme mas eso no serviría de nada, respiré profundamente. Un clic vino a mi cabeza dejándome envolver por unos segundos, la voz de la abuela Marie llegó a mí: "Uno lucha por lo que quiere, agota su último aliento por conseguir lo que se propone".

Decidida a agotar todas mis alternativas me levanté positivamente y caminé hacia la salida del aeropuerto, una joven pelirroja iba maldiciendo por lo bajo, al parecer también estaba frustrada por el cierre temporal.

— ¿Mal día? —preguntó mirando mi cara.

—Definitivamente, sí —murmuré—, ¿pero también lo es para ti? —pregunté viendo su cara, parecía estar a punto de echarse a llorar.

—Tengo que volar a New York —hizo un puchero—. El estúpido clima se interpuso, voy alcanzar a un chico que al parecer rento una camioneta y va también hacia esos rumbos, así que trato de ir alcanzarlo y negociar con él para que tenga piedad y me lleve —me dijo sonriendo a medias.

Se oía estúpidamente imprudente. — ¿Lo conoces? —pregunté después de analizar las posibles ventajas.

—Mmm... ¿Se puede considerar conocerlo al haber platicado con él como por 2 horas?

Abrí mis ojos de par en par, definitivamente podría ser algo peligroso viajar con alguien totalmente desconocido. —Puede ser un asesino —le dije pensando en toda clase de posibilidades—. Un ladrón, secuestrador... Y la lista sigue —le dije preocupada.

—Lo sé —suspiró—, pero enserio tengo que llegar, él dijo que un amigo estaría dispuesto a volar en su avioneta y llevarnos a New York... Por fin me he reconciliado con mis padres, papá despertó hace una semana del coma, mis hermanos por fin me hablan y prometí estar ahí para ellos así que... —sus ojos se llenaron de lágrimas que estaban ahí pero que trató de retener y lo logró.

Entendí su punto de vista. —Sí, lo sé, yo también tengo urgentes motivos para llegar a Chicago — ¡por tu testarudez, estamos aquí!, me recordó mi queridísima amiga Conce "nótese el sarcasmo".

Ella me sonrió. —Por cierto, soy Victoria Sutherland. Si quieres podemos ir, alcanzarlo y convencerlo. Este chico se ve de fiar y soy buena juzgando.

Lo medité, si aceptaba y resultaba ser alguien de fiar podría llegar a tiempo y no arruinar la felicidad de Edward por ser tan terca; pero si no y resultaba ser algo peor...No solo mi vida estaba en juego. Decisiones, decisiones… Y no quedaba mucho tiempo tenía que tomar una rápidamente.

—De acuerdo. Soy Isabella, pero llámame Bella y vamos a buscarlo antes de que me arrepienta —ella asintió, estrechamos nuestras manos y caminamos hacia el estacionamiento, buscando a nuestra posible salvación o pesadilla.

Caminamos hasta la quinta fila del estacionamiento donde divisé una camioneta, una Nitro y a un tipo acomodando sus maletas en la cajuela.

—Hey, Jacob —Victoria le gritó moviendo su mano en señal de saludo.

El hombre volteó. —Hola, tú de nuevo —él sonrío y siguió con lo que estaba haciendo.

—Esta es mi amiga Bella —me presentó y el tipo volteó de nuevo a vernos. Era alto y fornido, su piel era aceitunada, sus ojos eran negros, el cabello lo tenía corto, era guapo, tal vez anduviera entre los 25 o 28.

—Hola, soy Jacob Black o Jake —una sonrisa sincera adornó su boca, estiró su mano a modo de saludo.

—Mucho gusto, Isabella Swan, pero llámame Bella —él asintió perdiéndose en sus pensamientos por un segundo, cosa que me desconcertó. ¡Es un asesino!, gritó Conce, ¡corre!

— ¿Eres algo de Charlie Swan? —dijo mirándome fijamente, parecía un cachorro de aparador al que veían atentamente para ser comprado o no.

Salí de mi trance y me obligué a responderle, ¿¡por que deje el gas pimienta en casa!? Lloriqueé internamente. —Mmm sí, es mi padre —contesté entrecerrando los ojos. ¿Cómo lo supo? ¡Es Madan Sasu!, Conce respondió rodando los ojos… O algún agente de la CIA o FBI. ¡Solo tú tienes la suerte de atraer los peligros!... ¿quieres callarte?, me distraes, le contesté.

—Soy el hijo de Billy Black —mi boca se abrió formando una perfecta "O".

— Vagamente te recuerdo...

—Sí —se rascó su cabello—, me fui de ahí cuando cumplí 8, mi mamá... Tomó decisiones por mí.

Sí, sabía perfectamente eso, Charlie había pasado hablando de eso y de la tristeza de Billy cuando su mujer se llevo a sus hijos.

—Lo siento —fue lo único que se me ocurrió—. Es un gusto volver a verte —agregué, recordando vagamente cuando solíamos jugar hacer pasteles de lodo.

—No te disculpes, eso ya pasó y la relación con papá ahora es buena —asentí—. ¿Y bien, para que soy bueno? —preguntó mostrando esa sonrisa de "Colgate".

—Aaahh que bueno que se conocen, Bella pensaba que eras un asesino, o secuestrador o ladrón o… —Victoria se dio cuenta que había hablado de más y su cara se puso roja—. Lo siento, a veces se me va la boca.

¡Trágame tierra! pensé, miré a Jacob quien explotó en carcajadas tras unos segundos.

—Bueno… Me han dicho guapo, sexy, feo, pero nunca esos cumplidos… —dijo riendo.

Mordí mi labio, mis mejillas parecían calentadores en estos momentos.

—Lo siento… Yo…Este a mi favor digo, que no sabía quién eras.

—No te disculpes, yo hubiera pensado lo mismo en tu caso.

—Bueno, Bella tiene que ir a Chicago y yo a New York a donde tú también irás, querríamos saber si puedes negociar con tu amigo. Pagaré un precio justo con tal de llegar a mi destino y Bella también, ¿verdad? —Victoria me miró esperando que yo contestara.

—Sí, claro. Le pagaré con tal de llegar hoy a Chicago.

Jacob pareció pensárselo unos segundos, nos miró detenidamente y luego suspiró.

—Escuchen, hablaré con él. Estoy seguro que dirá que sí, pero quiero que sepan que esto es bajo su responsabilidad, él me llevara pero será bajo mi responsabilidad y sabiendo que puede ser peligroso debido al clima. Así que ustedes saben, pueden arriesgarse o esperar a que esto mejore y reanuden los vuelos y sinceramente así como veo, esto será hasta mañana, pero yo no puedo esperar tanto…

— ¿También tienes un motivo para llegar? —pregunté adivinando la expresión de tristeza en su cara.

Una sonrisa boba se extendió después de unos segundos en su cara. —Mi hijo nació ayer y no estuve ahí para ellos porque no había manera de volar y definitivamente no me voy a perder su primera navidad. Necesito recompensarlos por no haber estado para recibirlo, necesito verlo, cargarlo y saber que es real —la mujer que se casó con este hombre se había llevado un buen marido, suspiré pensando en Edward, él era tan perfecto.

—Enhorabuena por tu bebé —lo felicité dejándome sumergir en mis sueños.

—Gracias, ahora denme un segundo —saco su celular y comenzó a marcar, entró en una conversación con quien supongo era su amigo y piloto, decidimos alejarnos para darle privacidad.

— ¿Crees que acepte? —preguntó Victoria nerviosamente.

—Espero que sí —le contesté apretando su mano en señal de apoyo, ella me sonrío y sus ojos fueron de nuevo a Jacob quien seguía con la oreja pegada al teléfono. Tras unos minutos más que se me hicieron eternos, él colgó y volteó a vernos, estaba muy serio, y ahí mis esperanzas desaparecieron.

—Chicas… —tomó una respiración—. Yo en verdad lo lamento pero… —error murieron mis esperanzas definitivamente. No sé qué pasó después pero seguro nuestras caras eran tan miserables que él empezó a reírse de nosotras—. Lo siento —y siguió riéndose, Victoria y yo nos miramos fijamente y nos encogimos de hombros. ¡Genial! gritó Conce, no es ni un secuestrador, ni asesino, ni ladrón… ¡es un loco! Y estuve de acuerdo con ella. —Hubieran visto sus caras, todo un poema. No resistí hacerlo, lo siento —y nosotras seguíamos sin entender, le lanzamos una mirada asesina, poniendo nuestros brazos en jarras, él comprendió nuestra posición—. Lo siento, era una broma… Seth dijo que sí podrían viajar con nosotros —estuve a nada de golpearlo por haberme asustado con una broma tan cruel, pero en lugar de eso corrí abrazarlo.

—Gracias, gracias —él correspondió a mi abrazo y después sentí otros brazos.

—Aaaaaahhh gracias, he de confesar que casi pateo tus bolas —Victoria le pellizcó la mejilla, como si fuera un niño pequeño—. Así que no vuelvas hacer una broma tan cruel, o juro que mi bota se meterá ahí donde no te da el sol —Jacob hizo una mueca muy chistosa al comprender lo que estaba diciendo Victoria y asintió.

—Bueno, ahora vámonos, debo conducir de aquí a Montana y son 4 horas de camino así que andando. Déjenme las ayudo a guardar sus maletas —asentimos y acomodamos mi maleta y la de Victoria, después de cerrar la cajuela, Jacob abrió las puertas para nosotros.

—Tú ve adelante, Bella —Vic me empujó prácticamente hacia mi asiento —lo siento pero nunca me ha gustado ir ahí —hizo un puchero que me recordó muchísimo a Alice, asentí y me coloqué el cinturón de seguridad.

Jacob entró y también se abrochó su cinturón de seguridad. —Bueno… Chicago, New York allá vamos —y con eso arrancó el vehículo.

Y si en verdad esperaba que llegara a mi destino que era el amor de mi vida, Edward. Aquel chico que me ayudó a levantarme tras caerme, gracias a mi torpeza, en una de mis tantas visitas al suelo. Cuando me habló con su voz aterciopelada, sentí vibrar todo mi cuerpo, una sensación extraña ya que nunca había sentido algo así, justificándoselo al clima de ese día, decidí dejarlo pasar…

Y cuando mis ojos se abrieron para agradecer a aquella persona, puedo asegurar que quedé maravillada de esas gemas verdes, que brillaban con tanta intensidad que te hacían perderte en ellas, esa sonrisa única y diferente a las demás.

Y desde ese día yo Isabella Marie Swan supe que estaba total e irrevocablemente enamorada de Edward Anthony Cullen.

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Uno piensa que el amor tiene medidas, pero es falso…

Cuando amas entregas sin medidas, sin condiciones y restricciones… es un Clic que haces con esa persona y desde ese entonces sabes que siempre estará en tus pensamientos.

Eso fue lo que me paso con Edward es como si mi ser lo reconociera, como si inconscientemente hubiera estado esperándolo y una vez que llego estuve completa.

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Aun siento el sabor de nuestro primer beso, el mejor día de mi vida, cuando me pidió que fuera su novia.

Caminamos a la luz de la luna por las concurridas calles de Seattle, la noche era cálida algo raro en esa época del año.

Acabamos de salir de nuestra tercera cita, esta vez había sido el cine.

Estábamos pasando un parque cuando miles de fuegos pirotécnicos iluminaron el cielo, Edward me abrazo, me sentí protegida y querida ante ese simple gesto…

Recosté mi cabeza en su pecho y nuestros ojos se encontraron perdiéndose entre los sentimientos que reflejábamos…

—Desde que te conocí he quedado fascinado con tu encanto Bella, eres única y quiero verte crecer a mi lado…-tomo una respiración profunda – quería hacerlo de otra manera, pero ya no puedo esperar más… ¿Aceptarías ser mi Novia?- y como iba a decir que NO, si yo sentía lo mismo por él, sus ojos que parecían un libro abierto ante mi… mostraban tanto amor hacia mi persona, que me sentí dichosa y feliz.

—Si quiero —grité, lanzándome a sus brazos, el rió en mi cuello, despertando miles de sensaciones desconocidas.

— ¿Puedo besarte?- preguntó después de habernos separado. Asentí sin poder articular palabra y, como en una película, el acortó la distancia. Cuando sus labios tocaron los míos, supe que eran a él a quien pertenecerían, los movimientos lentos se hicieron rápidos, con su lengua delineó mis labios y pidió permiso para introducirla en mi boca, permiso al que accedí inmediatamente, una danza mágica y especial, pero como todo lo maravilloso, terminó cuando ambos necesitamos aire…

Edward junto su frente a la mía sin dejar de soltarme —No sabes cuánto había esperado este momento…— su voz aún era entrecortada, calmando sus respiraciones. —Eres exquisita.

Y ese lado que no sabía que tenía, salió por primera vez a flote —El mejor beso de mi vida… Pero basta de charlas, quiero besar a mi novio— y sin darle tregua, capture sus labios para volver a fundirnos en un solo…Desde ese día él era una droga a la que me hice adicta.

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— ¿Sumergida en tus pensamientos, Bella? —preguntó Victoria, trayéndome de nuevo al presente.

Suspiré antes de responder. —Pensaba en mi novio —que bien se oía cada vez que lo llamaba así.

—Mmm…te entiendo. El amor nos hace estúpidos, pero de buena manera —la miré frunciendo el ceño por su gran comparación. —Pongo una cara de tonta pensando en James… —me dijo perdiéndose en sus recuerdos, supongo.

—Yo diría que nos hace sentir amados, felices, construimos nuestra propia historia de amor con sus altas y bajas, encontramos a nuestro príncipe azul o princesa, pero no es como en los cuentos de hadas…esto es de verdad…es mejor que en los libros que nos contaban nuestros abuelos…mucho mejor —sonreí ante el pensamiento de la abuela Marie— y como decía mi abuela "soñar no cuesta nada…pero vivir la vida es mejor que la fantasía"-

—Tienes razón —concordó Jacob quien venía atento escuchando,— ¿pero eres escritora o algo así? —preguntó con una sonrisita—, es que pareces una, la manera de expresarte, he conocido a algunos escritores y apuesto a que eres una de ellos —sus ojos penetrantes bailaban de alegría al ver que asentía con la cabeza.

—OOHHH, por dios —Victoria saltaba en el asiento trasero—, ¿qué historias has escrito?, deben de ser muy buenas, si así te expresas…imagina como plasmas- suspiró teatralmente —. Vamos, suelta información…

Sonreí antes de sumergirme en mi segunda pasión…

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—Tengo hambre…tengo hambre… —era la cuarta vez que Victoria se quejaba y yo estaba igual que ella. Llevábamos un poco más de dos horas en el camino, pero no habíamos visto ninguna tienda en donde hacer una parada. Jacob dijo que demoraríamos unas 5 horas en llegar debido al clima —. Voy a morir de hambre —lloriqueó en el asiento trasero.

—Espero que haya una tienda por aquí, porque si no me comeré a Vic —dije a broma.

—chicas, no desesperen, según el GPS, a unos 40 minutos hay un pueblo. Seguro que hay una cafetería ahí o algún sitio donde vendan comida —nosotras asentimos y volvimos la vista a la carretera. Habíamos avanzado unos cuantos metros cuando el auto empezó hacer ruidos y a detenerse.

— ¿Qué pasa? —pregunté mirando a Jacob, quien se hizo a un lado de la carretera.

—Esta cosa se paró… —abrió su puerta y se bajó, dirigiéndose hacia la parte delantera del auto donde lo destapó y abrió, después de un rato regresó—. No sé que tenga, todo está bien allá adelante —intentó hacerla arrancar y nada, frustrado golpeó el volante— ¡Cosa de porquería! ¡Arranca!, por eso odio rentar autos…

—Oye chico genio, ¿seguro que lo cargaste con suficiente gasolina? —preguntó Victoria, asomándose hacia el tablero.

—Mmm…no pregunté, pero estaba cargado hasta el tope, marcaba hasta aquí —nos hizo la seña para que viéramos. Victoria abrió los ojos de par en par, yo seguí la razón de su desconcierto y observe, ¡si tienes dos cabezas por qué no las usan para pensar", grito Conce, ¡hombres!.

—Mmm… Jacob, este tablero es diferente. Esa rayita y letra indican que el tanque está casi vacío —él abrió sus ojos de par en par y nos miró como esperando despertar de un sueño.

— ¿Están seguras? —nosotras solo asentimos—. Bueno… ya que no podemos empujar hasta el próximo pueblo…debemos esperar a que pase un carro y pedir aventón.

—Si no queda de otra…, caminar no está en mis opciones —dijo Victoria abriendo la puerta y saliendo del auto.

Salí del auto y fui a recoger mi maleta, nos sentamos sobre ellas en lo que esperábamos a ver si alguien pasaba, aunque la carretera estaba más desierta que nada. Después de un rato mi estómago empezó a rugir de hambre, perdóname pensé.

— ¡Ahí viene un camión! —el grito de Victoria me trajo a la realidad, me puse de pie y si, efectivamente, algo así como una caravana, venía a varios metros de nosotros.

—Hay que hacerle señas para que se pare —propuso Jacob. Asentí de acuerdo con él y empecé agitar mis manos como ellos, la caravana disminuyó la velocidad y justo cuando pensé que se detenía, volvió arrancar.

—Estuvimos tan cerca… —dije volviendo a sentarme en la maleta.

Oímos un ruido de motor de un auto y volteamos a ver. La caravana retrocedía y se detuvo a unos metros de nosotros, la puerta se abrió y, como en las películas de miedo, salió una persona con una máscara llena de hoyitos y una sierra eléctrica, era igualito a Jasón el de la película, pero nosotros no éramos ningunos estudiantes, estoy soñando, estoy soñando, pensé con desesperación, "siento desilusionarte, pero no estamos soñando ya nos cargó la tostada", Conce gritó peor que Victoria, ya la veía haciendo las maletas y huyendo de mi cabeza.

Quedé paralizada. — ¡Mierda Santa! —el grito de Victoria retumbó por todo el lugar. Apuesto que hasta varias aves salieron volando al escuchar tremendos gritos—. Sabía que iba a morir, joven, bella y sin haber gozado de James… ¡Rayos! —gimoteo. Jacob se puso delante de nosotras para tratar de protegernos, hasta en sus últimos momentos iba a morir siendo un caballero.

—No nos mate, por favor —Victoria se arrodilló —, le juro que si nos mata, no irá al cielo, irá directo al infierno sin retorno — el sujeto estaba ahí, solo parado, sin decir nada, parecía una estatua. Pero vi que respiraba así que deseche el hecho de que lo fuera.

Después de unos minutos, caminó hacia nosotros, ¡Edward te amo!, pensé deseando cuando cerré los ojos que sintiera el amor que sentía por ese hombre maravilloso.