Pensaba pedirle a alguien que me lo beteara, pensaba incluso colgarlo a partir del lunes, pensaba, pensaba... Pero como soy una impaciente pues esto es lo que hay
20 poemas de amor y una canción desesperada (John y Mary)
Tema: only bros & the family business
Resumen: Cuando John y Mary comenzaron a salir, Mary le regaló su libro de texto de clase de español. Ésto es lo que escribió John en él.
Estado: Completo. Son relatos cortos que se pueden leer independientemente unos de otros
Descargo de responsabilidades: Los chicos no son míos (ya quisiera yo) y por supuesto no tengo ningún interés material en ello y sobre todo, espero que nadie se ofenda por el crimen de parafrasear a un autor tan grande (madre mía que disparate he hecho).
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
(John y Mary)
Prólogo
Ana Morgan recogió las sábanas de la cama para la lavandería. No le gustaba trabajar de auxiliar en el hospital, pero si iba a acabar alguna vez sus estudios de enfermería y trabajar directamente con los pacientes, que era lo que de verdad quería, tendría que costearse de algún modo.
Era una auténtica lástima lo del paciente de esa habitación, pobre. Habían llegado un par de días antes, él y sus dos hijos, de un accidente de tráfico. Uno de los hijos casi ni llega al hospital y cuando, milagrosamente, se recupera no le dio tiempo a celebrarlo, se murió de un infarto.
Fue a vaciar la papelera, en ella había un libro, más bien como un cuaderno. Las tapas estaban desgastadas, casi cuarteadas, forradas con plástico con el que se protegen los libros de texto de los colegios para que los niños no los estropeen.
Lo cogió con curiosidad, era una edición bilingüe de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" del año setenta y tres. No le cuadraba con el hombre que había muerto en esa habitación, no le había parecido, cuando lo vio el día anterior, de los que leen poesía.
Ni siquiera era un libro de poesía al uso, era un cuaderno de actividades, de los que se usaban en los años setenta para trabajos monográficos en los institutos. Su madre tenía guardados dos o tres de cuando iba a secundaria, de "Romeo y Julieta", de "El principito" y de Mark Twain ("Las aventuras de Tom Sawyer" y "Un yanqui en la corte del Rey Arturo"). Tras cada capítulo, tenían un par de hojas en blanco para hacer las tareas que mandaba el profesor, unas veces eran dictados, otras, comentarios de texto…
A ella siempre le habían gustado ese tipo de cuadernos, fue de hecho los primeros libros que leyó por su cuenta, sólo por gusto. Le echó un vistazo, no es que la poesía extranjera le llamara la atención, pero se puso nostálgica.
Pertenecía al último inquilino de aquella habitación. "Para John, para que dejes de ser tan seco y aprendas algo de sensibilidad (que es broma soldadito) te quiere: Mary". Tenía dedicatoria, la tinta estaba algo desgastada, las hojas habían sido pasadas más de una vez, "¿Por qué tiraría el libro?" pensó.
Escrito en la contraportada habían varias líneas con una letra distinta, más desbaratada, más de hombre.
" Ja, ja, muy graciosa pequeña. Pues lo voy a leer, y pienso hacerte un comentario de cada tontería de poema de estos, y después tendrás que leerlo tú"
Decía en las dos líneas escritas al principio
"Cambié de idea, mi amor, no te dejaré leer lo que he escrito, o pensarás que soy tan tonto que no querrás salir más conmigo"
Y al final,
"Ya no podrás leerlo, aunque yo quisiera, no podré decirte jamás lo que no supe decirte cuando te tenía, porque ya sólo me queda este libro para recordarte, este libro y dos pequeños que lloran por su madre"
Ana se sintió una tonta, emocionada hasta las lágrimas por esas palabras garabateadas a toda prisa en la contraportada. Lo guardó en su carpeta, con los apuntes de estadística y los de anatomía.
Cuando terminó su turno vio al hijo menor acabando de rellenar los papeles para llevarse a su padre. El pobre chico se veía casi incapaz de retener las lágrimas, quiso acercarse a decirle algo pero el otro hermano apareció, lo mandó al coche secamente y con la misma frialdad, como si se tratase de un desconocido y no de su padre, terminó el papeleo.
Así que se echó atrás en la idea de darles el libro cuando los viera. Cuando volvió al piso que compartía con otros estudiantes, después de clase, sus compañeros estaban viendo baloncesto, así que en lugar de quedarse un rato con ellos, charlando y viendo series de televisión, se le ocurrió echar un vistazo al libro que se había encontrado.
