Los personajes no me pertenecen, solo los uso para esparcimiento y diversión, son propiedad intelectual de su creadora. La familia Volkov por el contrario si es mía.

Este es el Fic numero 10! Espero que no sea el ultimo! Espero que lo disfruten.


BASTARDOS SIN GLORIA

CAPITULO 1

Pasaron muchos años desde la última vez que la vio y aun así los sentimientos de Steven no habían cambiado. A estas alturas ya su hijo mayor cumplía los 18 años. Su vida transcurría sin contrariedad en un pequeño pueblo cerca de los límites de Georgia, era tranquila y su poblado lo había convertido en el regente del área. Él, padre soltero, también había criado a cuatro niñas abandonadas al nacer. Junto a su hijo Kenneth, sus hermanastras Lila, Ellen y Milda eran su única familia junto con la rebelde Ariel que nunca se encontraba en casa. Había cuidado a las cuatro como hijos propios, pero desde siempre tuvo problemas con dos de ellos Kenneth y Lila, ambos peleaban todo el tiempo, se decían los consentidos de su padre entre otras cosas. Sus otras dos hermanas no le prestaban demasiada atención, Ellen estudiaba hasta el hartazgo mientras que Milda le gustaba la moda y amaba cantar. Pero todos sin excepción entrenaban técnicas de combate de en distintas disciplinas, eran profesionales a la hora de combatir. Cada uno tenía una especialidad bien definida. Kenneth era excelente en artes marciales y esgrima, Lila también era una gran maestra marcial, pero además poseía más fuerza que el promedio de una mujer, incluso más que su hermanastro. Además ellos eran los mejores tiradores de lugar, aunque la solitaria Ariel era superior con su fusil de francotirador que el resto de sus hermanas. Ellen era una brillante estratega y piloto de aviones y helicópteros de cualquier tipo que se le presentara. Por último Milda que si bien era una gran guerrera no estaba interesada en esas cosas, siempre decía que estropeaba su manicura.

Esta era una familia unida que vivía a las afueras en su gran mansión que albergaba a pocos empleados, en su mayoría ex fuerzas especiales leales a Steven que habían sido excluidos del Milenio de Plata por su conexión con él.

Pero esa tranquilidad fue cortada de raíz una fría mañana de otoño. Pasando por la puerta principal y sin ser invitados, estaciono un auto negro del cual descendieron cuatro mujeres japonesas. Una morocha, una rubia, otra con el pelo corto y azul y por ultimo una castaña alta de cabello largo y suelto. A pesar de ser detenidas por el personal del lugar ellas entraron al hogar y sin saludar exigieron ver a Steven.

- ¿Así que después de tantos años aparecen como si nada? – Dice Steven bajando las escaleras con tranquilidad y apoyándose en su bastón. Con un gesto hace que sus personal se retire con respeto y sin protestar.

- La reina solicita su presencia – Comunica la Morocha de ojos amatistas sin inmutarse.

- Que lindo detalle… – Responde con sarcasmo. – Pues dile que se vaya al infierno.

- ¡Como te atreves a hablar así de la Reina! – Responde furiosa cerrando su puño.

- Como si tú la quisieras tanto Hino… ahora váyanse por donde vinieron, no estoy interesado.

Como respuesta la joven lanza un golpe a su rostro, el cual detiene con su mano izquierda sosteniendo el puño. Steven presiona con fuerza la mano de la guerrera haciendo que retrocediera de dolor. Ante esto su rubia compañera notando que le estaba haciendo daño lanza una patada también a la altura de su cabeza que también detiene con su mano derecha dejando a la bella rubia en una incómoda posición mientras su bastón caía al piso haciendo un pesado ruido.

- ¡Suficiente! – Dice levantando la vos la mujer de pelo corto dando un paso adelante metiendo su mano dentro de su piloto. – Solo venimos a…

- ¡Cuidado con lo que sacas Mizuno¡ – Advierte Steven – Si es un arma considérate muerta, tengo el edificio rodeado, además…

Detrás de la puerta aparece la joven Lila con un arma de fuego en la mano la cual estaba lista para disparar.

- ¡No pensaban que dejaríamos a nuestro padre solo! – Completa la frase de su padre mirándolas con cara de pocos amigos. Pero por un momento la joven se pierde en los ojos de la castaña que aun no había dicho nada.

- Solo venimos a hablar Volkov. Esto no era parte de nada. – Dice la peliazul mirando a sus compañeras recriminándoles.

- Si, como no… Si no vinieron a matarme. ¿Qué quieren? – Cuestiona aun sin soltar a sus atacantes.

- ¡Ya te dijimos, vinimos a hablar! – Recrimina Ami, extiende el brazo hacia atrás y con cuidado mete la mano en un bolsillo interno del piloto sacando un sobre, el cual se lo acerca con cuidado.

El suelta a sus atacantes y mientras la morocha se acariciaba el puño, Steven camina hacia la peliazul. Él tomo la carta, miro el remitente y con una media sonrisa, simplemente la rompió a la mitad.

- Pretenden que después de lo que paso haga como si nada… – Mirando a Rei y a Lita. – Díganle a la reina que gracias.

- Lo sabíamos – Habla la castaña sin dejar de mirar a la joven Lila y de su sacón saca otro sobre que también se lo entrega – Por eso el Rey te manda esto. – Finaliza dejando el sobre en la mesa.

- Así que mi "amigo" – Alarga esa palabra mirando a Rei – Se digna a mandarme una carta.

- Al menos tienes un amigo – Escupe Lita con desprecio.

- Como sea. – Responde menospreciando el comentario mientras recogiendo su bastón. – Si ya me entregaron el mensaje se pueden ir, no tengo nada que hablar con simples sirvientas. – Finaliza dándole la espalda.

Fue cuando Lita molesta levanta su mano para tomar el hombro de Steven, pero la joven Lila rápidamente le toma el brazo y tras hacerle una llave de fuerza la deja de rodilla y con su mano libre pone el arma en la cabeza de una muy sorprendida guerrera.

- ¡No lo hagas! – Pide asustado Steven a la joven.

- ¡Solo de la orden y me desharé de ella! – Responde la joven sin quitarle la vista a la mujer que tenia a sus pies y ante la mirada de terror de sus compañeras.

- Déjala, por fa… te lo ordeno – Finaliza Steven mostrándose tranquilo.

Ella la suelta con fuerza dejándola de rodillas y bajando su arma. Lita mira nuevamente a la joven, directo a sus ojos tan verdes como los de ella algo nerviosa, nunca la habían tomado por sorpresa.

- ¡Ya escucharon! ¡Váyanse! – Ordena la joven con autoridad.

A regañadientes las mujeres se retiran del lugar, una vez que abordaron el auto, el resto llego hasta el salón. Kenneth lo hacía con un rifle de francotirador ya que estaba a varios metros del lugar y vio como se alejaban de la propiedad.

- Entonces… ¿Quienes son esas mujeres? – Pregunta Kenneth colocando el arma sobre la mesa.

- Esas son las guerreras de la Reina Serenity. – Responde con tranquilidad mientras tomaba el sobre.

- ¿Esas debiluchas? – Cuestiona Lila.

- Si pequeña y no vuelvas a hacer algo como eso nunca más. – Reprende en un tono no muy severo.

- ¿Pero le quiso atacar? – Se defiende la joven castaña.

- Aun así no lo hagas, que nadie les haga daño, y eso es una orden. – Ordena con firmeza a sus hijos.

- ¿Y si tu vida corre peligro? – Cuestiona Kenneth.

- Aun así es una orden irrevocable. – Finaliza Steven caminado hacia la escalera.

Todos se miraron extrañados entre ellos, nunca había dicho en todo ese tiempo que les negaba a no atacar a alguien que pusiera en peligro a su padre y mentor o sus hermanos. Era algo que debían investiga y pronto. Steven solo les había contado que después de un problema con sus antiguos soberanos había decidido irse lejos y establecerse en las antiguas tierras de sus ancestros en la actual Georgia sobre los montes del Cáucaso en la región de Svaneti. En dicho lugar tenía una gran bodega de vinos de las mejores variedades de la zona. Gracias a eso sus vidas eran cómodas y holgadas, aun así eran humildes y gracias a la topografía del lugar les proporcionaba una cobertura natural y el mejor lugar para escapar del mundo.

Desde que tenían memoria Steven Volkov los había acogido en su casa y los había tratado como la familia que los había abandonado. Siempre fue justo y leal a sus reglas. Pero a la hora de recibir extraños eran una familia de temer, se decía que estaban ligados a las mafias rusas o a determinados grupos de sicarios. Este mito popular mantenía a los extraños lejos de sus dominios con excepción de sus empleados y familias que vivían en sus tierras. Otro de los mitos era que el patriarca del lugar el Gran Señor Volkov interesado en la educación de su hijo lo habría mandado por el mundo en su búsqueda de conocimientos, la cual termino en Japón en los comienzos del Milenio de Plata. Pero todas eran suposiciones, nadie tenía la verdad en el asunto, lo único cierto era que el actual patriarca envejecía muy lentamente a diferencia de sus pocos allegados y en ocasiones se lo creía maldito. Nunca se le conoció mujer alguna, aun cuando regreso a su hogar con cinco pequeños niños. Estos al igual que el envejecían lentamente y los trato como si fueran la única familia que tenia. A pesar de ello los entrenó como nunca se lo había visto desde la época de las fuerzas de Elite soviéticas ya extintas.

La llegada de estas cuatro mujeres japonesas a sus tierras fue vista como un mal augurio por el pueblo, de que algo de su pasado regresaba a atormentar al gran Señor.

Ya en su habitación Steven tiro la carta sobre su escritorio y tomo asiento frente a él. Saco de una pequeña puerta del aparador una botella de vodka y sirvió dos vasos.

- No pienses que te lo alcanzare… – Dice a las sombras colocando en el extremo del escritorio el otro vaso.

- Veo que no perdiste tu toque. – Responde la castaña saliendo de su escondite entre las sombras.

- Ni tú las mañas de meterte en mi habitación sin permiso. – Responde con autosuficiencia que molesto a la mujer.

- No te creas tan importante en mi vida Steven – Contesta tomando el vaso – Solo quería hablar contigo a solas.

- Veo que has burlado a mis guardias. – Dice sin importancia bebiendo un trago.

- ¿Te refieres a tus pequeños esclavos? – Cuestiona tomando un trago.

- ¡Fíjate como les hablas! – Responde poniéndose de pie levantando la voz. – Pueden ser niños pero son más familia de la que tú nunca tendrás ni merecerás.

- Así que ese es tu hijo… – Dice tomando una foto de una repisa sin darle importancia a su tono de vos – Veo que has adoptado a varios bastardos…

Un sonido seco inundo el lugar, luego el vaso de cristal rompiéndose en el piso y posteriormente una sorprendida Lita se toca la cara al sentir el ardor de la cachetada que había recibido de su interlocutor.

- ¡Nunca te atrevas a hablar así de mis hijos! – Amenaza realmente furioso con su índice levantado y una mirada que ella jamás había visto antes, se dio cuenta que equivoco sus palabras al intentar sacarle información.

La puerta se abrió de golpe, eran Lila y Kenneth los que entraron apresurados al escuchar ruidos en la habitación, franqueando el pasillo Ellen y Milda ambas con armas en sus manos. Sin que pudiera hacer algo la fuerte guerrera fue reducida nuevamente por la joven de ojos verdes mientras que Kenneth esgrimía una espada que siempre solía usar poniéndose delante de su padre para defenderlo.

- ¡Tranquilos! – Ordeno Steven – La señorita se retira del lugar. Hija harías el favor de asegurarte que abandone nuestras tierras.

- ¡Sera un placer! – Responde Lila con clara alegría.

- Tú y yo no hemos terminado nuestra charla – Dice molesta intentando inútilmente zafar de su agarre.

- Tú y yo terminamos de hablar hace mucho tiempo, recuerda que fuiste tú la que dio por terminada nuestra charla. Llévensela y revisen que sus amigas no estén merodeando por el lugar.

Todos los jóvenes asistieron y llevaron a la guerrera fuera de sus dominios en un vehículo de la familia.

Steven recoge el porta retrato del piso y lo deja en su lugar mientras que de un cajón saca un sobre y dentro de este una vieja fotografía. En ella se encontraban él con una muy sonriente Lita en algún lugar de Francia, no pudo evitar acariciar dicha foto con nostalgia hasta que una vos lo saco de su ensoñación.

- ¿Cualquiera diría que sientes algo por ella? – Cuestiona algo asombrado Kenneth.

- No es así, fue alguien que conocí hace años… alguien del pasado que regresa nuevamente y no era mi intención involucrarlos. – Responde con sinceridad dejando la foto boca abajo en el escritorio.

- Si tiene que ver contigo, es también con nosotros. – Asegura el joven.

- Te agradezco, pero traten del olvidarla – Dice al ver entrar al Lila a la habitación.

- Padre, puedo preguntarte algo. – Dice Lila con suavidad.

- Claro pequeña, lo que desees. – Responde de manera paternal con una sonrisa tratando de mostrarse tranquilo.

- ¿Quién es esa mujer y porque siento que hay algo muy importante que jamás has dicho? - Cuestiona cruzándose se brazos.

- Al igual que la que trato de golpearte, la morocha de mal carácter. – Consulta Kenneth.

- Como les dije, es alguien del pasado y no tienen que preocuparse… es mas la próxima vez que vengan les pido que me dejen a solas.

- Pero padre, ella es muy fuerte, no tanto como yo – Aclara Lila con autosuficiencia – pero es fuerte, por un momento casi se me escapa – Contesta algo preocupada la joven de ojos esmeralda.

- Tranquila Lila ¿Alguna vez me has vencido en algún combate? – La joven niega con la cabeza – Lo ves, no tienes que preocuparte.

- Pero… – Continúa Kenneth.

- Pero nada, es una orden. – Finaliza para intentar dar por terminado la conversación.

Los dos jóvenes se miran entre si y asisten con la mirada. Salen de la habitación y tras unos pasos la joven Milda les hace seña para que se acerquen a su cuarto al otro lado del pasillo. Steven cierra la puerta con seguro y llena nuevamente su copa. – ¿Por qué? ¿Por qué tenias que regresar? Si tan solo… – Se preguntaba para sí mientras da un último vistazo a la fotografía. – Has cambiado tanto… – Le dice a la fotografía – perdiste tu brillo mi hermosa guerrera. – y tras decir esto en vos alta la guardo en su lugar y tomo asiento tomando la carta, mirando el sobre dudando si abrirlo o no.


Espero que les haya gustado hasta aquí. Esta si es una loca idea.

!Espero sus criticas y recomendaciones con gusto!