Capitulo Uno:
EXPLOSIÓN EN EL EXPRESO
-¡Vamos Al!- Rose cogió el brazo de Albus que se había quedado mirando por la ventana donde había visto a su padre desaparecer poco a poco- Tenemos que buscar algún compartimento para nosotros.
- Eh… si, sí, vamos ¿Dónde está James?- Por primera vez se vio montado en el tren, Miró el pasillo central del tren, era estrecho, a su derecha dejaba ver el exterior y a la derecha estaban los compartimentos. Intentó buscar a su hermano con la mirada, verdaderamente tenía el don de desaparecer, pero el tumulto era tal que no podía adivinar donde estaba.
- Esta ahí- dijo Rose señalando a un chico pero Albus solo veía a un chico con una gran capa azul- ¡vamos!- Albus se tranquilizó al dar tres paso y ver la cabeza de su hermano cerca, rápidamente comenzaron a seguirlo.
Iban pasando compartimento tras compartimento pero todos estaban ya ocupados, Albus pensó que seguramente deberían quedarse en el pasillo pero la idea era estúpida, el tren era enorme, en alguno debería de haber un sitio para ellos, aunque temía que los tres tuvieran que dividirse para poder entrar en alguno, no quería dejar a Rose sola.
-Siempre los del fondo suelen estar más vacíos, es donde mas tarde en llegar la señora con el carrito de dulces, pero bueno, nosotros tenemos las galletas de la abuela- dijo levantando una bolsa de la cual chorreaba una especie de mermelada de color rosa mientras adelantaba a un niño muy bajito, incluso para Albus que no era de gran altura.
-¡James, James!- alguien gritaba por el pasillo tras Rosi. Albus se giró pero no le dio tiempo a ver quien era, su hermano James lo empujó contra las ventanillas para saludar al que supuso, sería compañero suyo.
-¡Carl!- dijo James antes de darle un caluroso abrazo -¿Qué tal el verano? No puedo creer que no me hayas contestado ni uno de mis mensajes, recuerda que me tienes que contar…-se detuvo y miro de reojo a su hermano y a Rose, Al entendió que era algo que no tenía porque saber.
-Perdona, he estado muy ocupado y eso es lo que te quería contar- guiñó un ojo a James – Vamos ven pasa, te he estado haciendo un hueco aquí con nosotros- abrió la puerta de un compartimento en el que había tres chicos más.
-Voy, estaba deseando verte- James entró con Carl.
-¡James! – Gritó Albus –Le prometiste a papá que estarías conmigo en el viaje.
-No me quedaré mucho tiempo, mientras podéis buscar vosotros dos un sitio vacío, ¿de acuerdo?- y se entró cerrando la puerta tras él.
Continuaron andando por el pasillo del largo tren pero no había ningún sitio en el que se decidiesen a entrar. Habían pasado muchos compartimentos desde que James entró con su amigo.
-Rosi, entremos en este- dijo Albus mientras abría la puerta para entrar. Rose lo paró.
-Espera, este es el chico que hemos visto antes, el que mi padre ha mencionado- dijo mirando por los cristales- se ve un chico raro- le susurró a Al.
-shhhh que te va a escuchar. Mira Rose estoy cansado de pasar compartimento tras compartimento, además James tardará más en encontrarnos si nos vamos al final- abrió la puerta y rápidamente el chico reaccionó.
Era un chico rubio, tenía dos mechones negros, su pelo era liso y las dos franjas negras enmarcaban un rostro blanco y delgado con un prominente mentón. No parecía haberle molestado la entrada de los que serían sus compañeros de viaje.
- Hola- dijo tras sus ojos negros.
- Hola, mi nombres es Albus- dijo mientras se acomodaba en el asiento justo enfrente del chico rubio.
- Yo soy Rose, pero puedes llamarme Rosi, todos me llaman así, soy la prima de Al.
El chico los examinó de arriba a abajo antes de contestas – Scorpius, mi nombre es Scorpius, un placer- Su contestación fue de lo más educada, aunque Albus notó que parecía nervioso.
-¿Este es tu primer año en el colegio?- dijo Rose mientras se acomodaba en su asiento.
-Si, el vuestro también ¿no?
-Si, estoy algo nervioso, mi hermano James, que va a entrar en tercero, me ha contado cosas horribles, además la selección de casas me tiene muy nervioso, la verdad no quiero estar en Slythering, no me han contado buenas cosas.
-No creo que estés allí- contestó Scorpius –Supongo que serás un Gryffindor- dijo mirando el paisaje por la ventana – Tú eres un Potter ¿no? Tu padre es Harry Potter ¿Verdad?
Albus se quedó helado -¿Cómo lo sabes? ¿Lo conoces?
-No, pero mi padre me ha hablado de él le está muy agradecido, el me mencionó que tu entrarías este año en el colegio.
-¿Agradecido, por qué le está…?- pero no tuvo tiempo de encontrar una respuesta, James abrió la puerta.
-¡Al! –James abrió rápidamente la puerta del vagón- ¿Por qué os habéis sentado en este tan alejado…?- La mirada que Rosi le echó fue su mejor respuesta, intentó esquivarla rápidamente.
- ¿Por qué has tardado tanto en volver?- dijo Al, pero su hermano en vez de contestarle le indicó que saliera fuera del compartimento.
- Veras Al… el viaje es tranquilo te prometo que justo antes de que lleguemos a la estación vendré y bajaremos juntos.
- ¿Qué? Pero se lo prometiste a papá y mamá, sabes que estoy…-miró a los ojos a su hermano- quédate con Rosi y conmigo.
- Albus de verdad, te prometo que vendré.
- También me prometiste que estarías aquí conmigo- dijo Albus claramente enfadado.
- Lo sé, pero…
- ¡James, Albus!- Ted estaba justo tras ellos- ¿os llevo buscando un rato?
Ted era alto, mucho más que James, con el pelo marrón aunque cambiaba muy a menudo de color pasando del rojo intenso al amarillo fuerte, tenía diecinueve años, ya había terminado Hogwarst. Era un jovencito muy atractivo. A Albus le sorprendió verlo en el tren.
-¿Qué estas haciendo aquí? Antes te vi demasiado ocupado… no se si me vistes…- James le guiñó un ojo.
-Eh… si, si, te vi, eh… hola Rose- dijo mientras se asomaba para ver a la pequeña.
- Hola- Rose se acercó a la puerta- ¿es verdad que estas saliendo con mi prima?- dijo la pequeña con una mirada de ilusión.
- Bueno, estamos conociéndonos…-dijo mientras su pelo a la vez que su cara pasaban a un rojo brillante. Para distraer su atención miró al interior del compartimento y se quedó observando al chico rubio.
- ¿Qué hacéis sentados con este?- dijo Ted susurrando a Albus y Rose mientras cerraba la puerta y miraba por el cristal.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué no íbamos a sentarnos con él?- dijo Al mientras miraba a Rosi y a Scorpius por la ventanilla- Parece buen chico, y conoce a papá.
- Claro que conoce a tu padre, es un Malf…- Pero Ted no pudo terminar, James le había dado un codazo muy disimuladamente en la espalda.
- ¿Un qué? Dijo Al mirando a Ted y a James.
- Oye Ted aún no nos has dicho que haces aquí- dijo James cambiando radicalmente de tema.
- ¡Es que voy a ser profesor vuestro!- James se quedó helado –Bueno no vuestro profesor, voy a ser ayudante de Rodolfus Sting, profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.
-¿Pero no ibas a meterte con mi padre en la oficina con los aurores?- dijo rápidamente James.
- Si, pero estuve hablando con Neville y me ayudó a entrar como ayudante, y quien sabe, puede que llegue un día que sea vuestro profesor- su expresión a un tono de superioridad.
-En todo caso serías profesor de nuestros hijos- dijo bromeando James, Rosi comenzó a reír.
-Bueno yo me voy al compartimento de los prefectos que están mucho mejor que estos- parecía que lo decía con desprecio –Hasta ahora, nos vemos en el banquete.
- Y yo también, Al, ahora nos vemos- dijo James que miraba como Ted se iba.
- Esta bien, pero por favor, vuelve antes de llegar…- Dijo Al, pero no le dio tiempo a terminar, James ya se había marchado.
Juntos, Rose y Albus entraron otra vez al compartimento con el chico rubio.
Harry, Ginny y la pequeña Lily llegaron a casa. Lily seguía muy apenada. Harry había intentado consolarla durante todo el camino pero en parte la comprendía, su segundo hermano se iba de casa, se quedaba sola, y con unos deseos enormes de ir a Hogwarst.
-Ya no va a ser igual… ahora estoy sola, ¿con quien voy a jugar?- dijo mientras se sentaba en el escalón de la entrada.
-Pues con tu padre o conmigo- dijo su madre mientras la levantaba y le daba un abrazo- cariño es casi medio día, ¿por qué no entramos y preparamos ternera con calédula?- dijo con voz suave para intentar alegrar a la niña.
-¡Es mi plato favorito! ¿Y me dejarás adornar los platos? Vamos - y la niña entro corriendo en la casa.
Ginny vio como su hija entraba y miró a Harry, éste se acercó.
Ya se nos va otro…- dijo mientras entraba.
-No se nos van, no debes preocuparte. Ya sabes lo bien que van a estar, tu sabes lo bien que se lo van a pasar, mira James, casi ni nos hizo caso, estaba deseando irse, para ver a sus amigos, ¿no te acuerdas lo que te pasaba a ti?, estabas deseando que llegara el uno de septiembre para volver a vernos, aunque…-Ginny miro al suelo y luego a su marido a los ojos- ¿crees que ya se lo habrán contado?
Harry se giró, era lo que más temía pensar. A ninguno de sus hijos le había contado nunca nada relacionado con Voldemort. Cuando se fue a vivir con Ginny eligió una zona tranquila, cerca de donde vivían Bill y Fleur, alejada de todo, donde sus hijos viviesen tranquilos ajenos a las hazañas y las historias que corrían desde que el-que-no-debe-ser-nombrado volvió a desaparecer. Solo tenían contacto con amigos muy cercanos a Harry y Ginny, y bueno a su familia Weasly pero ellos también habían decidido que era mejor así.
James, en su primer año, se enteró en el trayecto del tren. En cuanto llegó a Hogwarst envió una lechuza para pedir explicaciones, y Harry tuvo que ir en persona a hablar con él para explicársele, no todo, pero si gran parte de lo ocurrido, todo la que le podrían contar y le hizo prometer que no se lo contaría a ninguno de sus hermanos.
¿Sería igual con Albus? Se sintió muy culpable ya que James se lo reprochó durante mucho tiempo y Harry notó como su hijo se distanció de él desde ese momento. Fue en ese instante cuando se propuso comentarle algo a sus otros hijos pero no sabía como.
- Creo que ya es demasiado tarde para lamentarnos de esto –dijo Ginny al ver que su marido se quedaba pensativo – Pero sigo pensando, auque estuviese en contra de todos, que deberías de habérselo explicado tu, y mucho antes.
-Si, es cierto, ¿sabes? Siempre tienes razón, no se como lo haces- dijo mientras se fundía en un gran abrazo con su esposa en el umbral de la puerta.
-¡Oh no!- Harry abrió los ojos y miró al interior de la casa. Ginny lo soltó poco a poco y se volvió para mirar que había pasado.
-¿Qué pasa? Preguntó Ginny al observar que todo estaba en orden y no ocurría nada especial.
- Mira lo que hay encima de la mesa.
La mesita estaba situada justo en el hall de entrada. Una varita de roble con núcleo de pluma de hipogrifo estaba brillante y pulida en su caja.
- La varita de Albus…- dijo Ginny mientras la cogía entre sus manos y la volvía a soltar en la mesa –Estaba tan nervioso... seguro que ni se preguntó donde estaba.
- Tengo que llevársela- dijo Harry.
-Bueno cariño tu no te preocupes, aun están de camino, cuando lleguen te apareces y se la das, voy a ver que hace Lily que ya ha habrá destrozado la cocina- se escuchaban sonidos de cacerolas, seguramente ya se había puesto a preparar la comida.
Harry cogió la varita de su hijo, se quedó mirándola, le daba mucha pena no volver a ver a sus hijos hasta navidad, pero separarse de Albus le había costado mucho más que con James. James era un chico muy alocado, capaz de sobrevivir en el peor de los momentos pero Albus siempre había dependido mucho de su padre y esto había creado un lazo de unión especial entre ellos.
-Cariño…
-Si- contestó a Ginny al fondo en la cocina.
- Me voy a buscar el tren, voy a darle a Albus su varita.
Ginny apareció con un par de cacerolas en las manos y al momento Lily llegó para intentar quitárselas.
- Pero… no te puedes aparecer en el tren.
- Iré en mi escoba.
- Es un viaje muy largo, por favor Harry hazlo cuando lleguen a la estación.
- ¡Accio saeta de fuego!- Harry alzó su varita y en un segundo su vieja y fiel escoba llegó a sus manos.
- ¿En esa vieja chatarra vas a ir?- dijo Ginny.
- Para mí ya sabes que es la mejor.
-Pero si tiene más de veinticinco años.
-Pero sigue volando como el primer día que la monté- Harry se acercó a Ginny le dio un beso en la mejilla y se fue para la puerta.
- Cada día eres más cabezota ¿lo sabias?- dijo Ginny
- Ya sabes que me encanta- dijo Harry sofriéndole a su esposa, la cual le devolvió la sonrisa.
- Mamá ¿qué hago con esto?- Lily llevaba arrastrando por el suelo un gran trozo de carne – ¿Dónde va papa?- Y en ese momento Harry dio una fuerte patada el suelo y se elevó como un águila al despegar.
- Tu hermano no quiere que te juntes conmigo ¿no?- dijo Scorpius cuando Rose y Albus entraron. Albus sintió que la cara le ardía, sabía que habían hablado demasiado alto.
- No… no es eso me ha dicho que…- Albus no encontraba una excusa razonable.
- Es normal, no se lo tengas en cuenta – dijo mientras se acomodaba mejor en el asiento, Albus no podía entender por qué se lo tomaba con tanta tranquilidad.
- Oye… ¿de qué conoces al padre de Albus?- dijo Rose que se había quedado muy intrigada desde el comentario que el chico había hecho antes de la llegada de Ted y James.
- Mi padre fue al colegio con él.
- ¿Era otro Gryffindor?- preguntó Albus.
- No, era de la casa Slythering.
- ¿Eran amigos?- dijo Albus.
- No, al contrario, se llevaban fatal.
- Pero… antes dijiste que le estaba muy agradecido- dijo Rose.
- Si, bueno le salvó la vida dos veces, antes de matar al señor tenebroso- dijo Scorpius como si se lo supiera de memoria de repetirlo tantas veces.
Albus se congeló, miró a Rose y luego otra vez a Scorpius que continuaba mirando por la ventana. No podía creer lo que había escuchado, su padre había matado un hombre.
- Perdona, que mi padre mató ¿a quien? – dijo Albus.
Scorpius lo miró con cara de incredulidad, luego miró a Rose y al ver que su reacción había sido la misma se empezó a reír.
- Me estáis gastando una broma, ¿verdad?- y volvió a mirar a Albus y a su prima a la cara pero la expresión de ambos seguía siendo la misma – ¿no sabéis nada?
Ambos negaron con la cabeza.
- Pero… pero es imposible, es lo más grande que ha pasado en los últimos veinte años, ocurrió en el colegio, mi padre participó en la batalla, pero no en el bando correcto y tu padre lo salvó, junto con el padre de Rose, tu padre es Ron Weasley ¿no? – y miró a Rose.
- Si… así que era eso- Dijo Rose como si en su cabeza las piezas de un puzzle encajaran por sorpresa. Albus la miró al instante. ¿Lo sabía y no le había comentado nada?
Rose notó en la cara de su primo que quería una explicación y contestó rápidamente.
- Es que mi padre siempre desde pequeños nos ha contado cuentos sobre batallas en las que él y el tito Harry se enfrentaban a los malos… pero yo pensaba que eran solo cuentos, a mi hermano Hugo le encantan – dijo tranquilamente - ¡claro! Por eso mi madre no pudo comprarme el libro de Historia de la Magia primer volumen, ¡no es que estuvieran agotados, es que saldría mencionado eso! – Rose, como su madre ya se había leído y aprendido la mitad del temario de primer año, pero se ve que su madre no quiso que lo aprendiera todo- supuso que nos enteraríamos, pero… ¿por qué no nos lo han dicho nunca? – miró a Albus.
Algo ardía en el pecho de Albus. No podía creer que su padre le hubiese ocultado algo tan grande, no podía ser verdad, sería una broma de James, o quizás no…
- ¡Voy a buscar a James! Él me lo explicará, seguramente lo sabe desde que entró a primero y Ted también – se levantó de un salto.
- ¡Al! Pronto llegaremos a la estación, espera y luego esta noche lo hablamos con él – dijo Rose mientras le sujetaba la mano para que no saliera.
- ¡No! Tengo que saberlo ahora- y con una gran sacudida de su brazo logró soltarse y salir fuera.
- Es una locura que no lo supierais… - dijo Scorpius que parecía algo preocupado – Lo siento, no quería ser yo el que…
- No te preocupes, nos habríamos enterado de todas formas, en todo caso casi te tenemos que dar las gracias – dijo Rose mientras miraba por la ventanilla, se veía un largo puente a lo lejos, de piedra y con grandes arcos que sujetaban el paso del tren.
Albus estaba más enfadado que nunca. Tanto tiempo había estado engañado. Iba pasando compartimento tras compartimento deseando llegar a donde estaba James. No recordaba muy bien cual era, pero sabía que estaba cerca de la entrada del tren, al principio.
Escuchaba las voces de los demás alumnos, pero para él no eran más que simples susurros. Quería una explicación.
Siguió caminando rápidamente pero se detuvo. Estaba demasiado cerca de la entrada, se había pasado el compartimento de James. Miró por la ventana, deberían de estar pasando por algún lugar elevado porque por la ventana los prados se veían lejanos y un acantilado bañaba la montaña. Pero eso no era lo que más llamó la atención de Al. El tren estaba frenando, al menos esa era la sensación que tuvo al mirar por la ventana. Claramente el tren estaba reduciendo su velocidad ¿Qué ocurría? ¿Habría algo en los raíles del tren?
Los alumnos de los compartimentos cercanos también se percataron de que el tren estaba parándose. Se abrieron algunas puertas con curiosos que miraban por la ventana.
No se había detenido del todo cuando un gran ruido se escuchó en el silencio del camino. Algo había explotado, algo grande. Albus cayó al suelo del susto. Los otros alumnos entraron en sus compartimentos. ¿Qué era lo que había pasado?
La cabina habría explotado, pensó Albus, seguramente se habría producido un fallo y eso explicaría que se hubiese frenado, pero por lo que se ve al final explotó, vendría de la caldera.
Se puso en pie. Sería mejor regresar al compartimento con Rose, luego hablaría con James. Pero mientras se ponía en pié noto algo más. El tren volvía a moverse. Miró por la ventana y efectivamente el paisaje se movía, cada vez más rápido.
Albus no entendía nada, ¿ya lo habrían reparado? Pero el tren seguía avanzando. Albus estaba quieto mirando por la ventana a ver si podía ver algo de fuera pero pronto cayó por segunda vez.
Esta vez el temor se apoderó de Albus, el suelo se estaba inclinando, se ponía cada vez más vertical, estaban cayendo, se caían por el puente.
Intentó agarrarse a algo antes de que se pusiese totalmente vertical, antes de caer, pero no veía nada que pudiera soportar su peso. El suelo se levantaba cada vez más rápido. Escuchaba gritos pero su único propósito era sujetarse con fuerza a algo, pero lo veía imposible, comenzó a resbalar, se caía con el tren.
El ruido era insoportable, era como escuchar en un accidente de tráfico coche tras coche chocar. El tren se estaba partiendo por vagones y le había tocado el turno al de Albus, ya que la inclinación del suelo demostraba que estaban cayendo.
Una de las puertas se abrió y una mano llego hasta la de Albus. No se lo pensó dos veces y se agarró con todas sus fuerzas. El suelo se volvió totalmente perpendicular y el vagón de delante se desplomó por el puente.
Pero con ese estruendo el ruido cesó. El peso del tren se había equilibrado. Albus miró a sus pies, estaba totalmente vertical, agarrado fielmente a esa mano que lo había agarrado y vio que no había suelo, donde antes había una pared que unía los vagones. Veía el suelo a lo lejos, rocas duras con trozos de metal escarlata humeantes
El viento acariciaba su cara, Harry adoraba esa sensación, el sentirse libre, despejado, montado en su escoba. En verdad había sido una excusa perfecta para montar, además podría ver otra vez a sus hijos, algo que no esperaba.
Sobrevolaba un trigal. Descendió hasta poder rozas con los pies las espigas amarillas. Eso lo hizo sentir mejor. Ascendió rápidamente y el paisaje cambió. Un gran prado servía de falta a una gran colina que se elevaba ante él. Esos paisajes les resultaban familiares.
Continuaba volando, como sumido en un profundo sueño del que no quieres despertar, viendo y disfrutando de la tranquilidad que existía a su alrededor. De pronto algo le hizo frenar. Un caballo de un blanco transparente había aparecido en una neblina tras Harry. Este se detuvo en el acto. Flotando en su escoba miró al caballo y este frenó, pero continuó pataleando como si estuviese en pleno trote.
Harry notó su corazón latir con rapidez, era el patronus de Ginny, algo iba mal.
- ¿Qué ocurre?- dijo Harry mirando fijamente al patronus a los ojos.
- El ministro se acaba de poner en contacto conmigo, el expreso ha sufrido un accidente en el puente mayor, algunos vagones han caído al vacío, no tardes en llegar, el ministerio acaba de mandar refuerzo – dijo el caballo con la voz altamente preocupada de Ginny
El corazón de Harry dio un vuelco, giró rápido en su escoba, salió volando a toda velocidad. ¿Estarían sus hijos ha salvo? Algunos vagones han caído… esa fase se repetía en su cabeza, un accidente, ¿Cómo había caído por el puente? Harry estaba relativamente cerca de esa zona, debería de haber escuchado algo, pero nada lo había alertado.
Voló todo lo rápido que pudo, giró en una de las colinas y pudo ver a lo lejos el puente. Los arcos estaban bajo el tren, justo en el centro había un gran hueco y uno de los vagones continuaba colgando peligrosamente por el hueco. En el fondo habría por lo menos tres vagones, pero eran los primeros del tren, es decir, la locomotora, la sala de carga de equipaje y el vagón de personal.
Harry se acercó a la espantosa escena. Mientras se acercaba vio aparecer a tres magos, no los conocía, pero deberían de ser del ministerio.
- ¡Debemos de subir este vagón! ¡Esta a punto de caer! Dijo uno de ellos.
- ¡Mejor será tirar del tren hacia atrás, eso lo subirá! – dijo otro de ellos, pronto aparecieron más.
Todos fueron a la parte de atrás del tren y un rayo amarillo salió de sus varitas. Se conectaron al tren y empezaron a empujar con sus escobas en sentido contrario a donde iba el tren.
-¡No!- gritó Harry - ¡Esperad, así caerá antes! – Harry se fue a la parte del vagón que estaba vertical.
Albus estaba en su interior, luchando por intentar acceder al vagón donde estaba sujeto por esa mano, pronto habían aparecido más y Albus vio a varios alumnos aterrorizados tirando de él, pero no podía subir.
Los aurores parecían no haber escuchado a Harry porque continuaban tirando del tren, aunque no conseguían moverlo.
Harry no sabía que hacer, vio aparecer más magos que repitieron el proceso de los otros y el tren comenzó a moverse.
Albus tembló, bueno todo el tren. Volvían a moverse, pero en sentido contrario, el tren iba marcha atrás. Pero esto hizo más difícil el intentar ascender al compartimento. Albus se movía bruscamente, su vagón estaría encajado y no subía.
Harry decidió actuar por su cuenta, sacó su varita apunto al vagón y con un ligero movimiento gritó:
-¡Lévulus Máxima! – el vagón se inmovilizó en el aire pero en un segundo volvió a agitarse, si no paraban de tirar no funcionaría el hechizo y el vagón acabaría cayendo.
- ¡Harry! – La voz de Ron sonó tras él - ¡Así lo van a tirar al precipicio! – Ron había llegado subido en su escoba. - ¿Qué hacemos?
- ¡Tenemos que soltar el vagón y hacerlo levitar hasta frenarlo y si no podemos subirlo dejarlo suavemente en el fondo! - Harry no veía otra salida.
Ron ascendió hasta la sujeción del vagón que colgaba y miró a Harry, este le respondió con un gesto de afirmación y mirando el enganche gritó:
- ¡Diffindo!
El enganche se partió, Albus se vio volar las manos ya no eran suficientes, se caían, algo había hecho que se partiese el vagón.
- ¡Lévulus Máxima! – Harry alzó su varita y el vagón empezó a frenar - ¡Ron, yo solo no puedo!
- ¡Lévulus Máxima! – Ron lo ayudó, comenzó a frenar más pero no consiguieron pararlo. Caía, se caía al vacío.
- ¡Lévulus Máxima! – Tres magos tras Harry gritaron el hechizo, eran el propio ministro, Kingsley y dos fieles ayudantes suyos, Percy Weasly y Albert Runcorn, compañero auror de Harry.
Albus notó el vagón parar en seco en su descenso, como un ascensor que frena en medio de una caída. Su mano no pudo contener el impacto del frenazo. Cayo.
Harry lo vio, lo reconoció al instante, soltó el hechizo y voló, como nunca antes lo había hecho, echó a volar. Veía como su hijo caía pero consiguió cogerlo, de una pierna, lo elevó y continuó hasta ponerlo en su escoba.
La mente de Albus estaba en blanco, hasta que vio la cara de su padre.
- Papá, el tren se cae, se ha caído yo…- Albus se abrazó a Harry.
- No te preocupes hijo, ya estas conmigo, estas bien- Harry agarró fuerte a su hijo. Aterrizó en el suelo, al lado de los escombros de los demás vagones, todo estaba lleno de ropa y restos de chatarra.
Miró hacia arriba y vio como volvían a colocar el vagón en las vías. Todo había parado.
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