El cumpleaños de Kate
Desde hace semanas Castle ha estado dando vueltas sin saber que regalarle a Kate por su cumpleaños. Nada que pudiera comprar le parece realmente apropiado para ella. Todo le parece demasiado trivial, y él desea que realmente sea algo especial. Pero finalmente el día llego, y él se siente mal por no tener nada que darle, entonces decide intentar con algo más casual. Antes de que ella deje la comisaria para irse a casa, la detiene:
-¡Kate! Antes de que te vayas… Feliz cumpleaños.
-Gracias, Castle… aunque ya me lo has dicho como un millón de veces…
-Lo sé… ¿Y… que planes tienes para esta noche? Es decir… ¿Cómo vas a festejar tu cumpleaños?
-No festejo mis cumpleaños. ¿Más de tres años siguiéndome y ese detalle se te ha escapado?
-¿Por qué no festejas? Todo el mundo debe festejar su cumpleaños.
-Pues yo no lo hago. No desde que… buen, tu sabes, desde que mi madre no está.
-¿Hay alguna posibilidad de que te haga cambiar ese habito? Me gustaría llevarte a cenar. ¿Qué dices? Solo una cena, si quieres intentamos pretender que no es tu cumpleaños.
Ella se sonríe.
-Me encantaría.
-¿De verdad?
-Si, Castle. La verdad es que… después de lo que he pasado, tu sabes… del tiroteo… este año tal vez debería homenajear mi cumpleaños… después de todo es como si hubiera vuelto a nacer… creo que debo dar gracias por eso y disfrutar que aun cumplo años.
-Entonces…
-Entonces acepto tu invitación.
-¡Wow! Realmente me había preparado mentalmente para tener que incluso arrodillarme para suplicarte que aceptaras.
-No siempre soy tan difícil, Castle.
-La mayoría del tiempo lo eres… pero no importa ahora… ¿A dónde quieres ir?
-Pásame a buscar a las 8 y sorpréndeme. Adiós, Castle.
Kate se retira de la comisaria sonriente. Castle se queda por unos instantes anonadado, pero luego también se va.
A las 8 en punto Castle arriba al apartamento de Kate, luciendo traje negro y camisa azul que combinan con sus ojos. Trae un ramo de hermosas flores rojas.
Golpea a su puerta. Esta nervioso porque quiere darle a Kate el mejor cumpleaños, mas aun sabiendo que es el primero luego de tanto tiempo sin festejarlo y él tiene el honor de acompañarla.
Segundos después, Kate abre la puerta. Ella también está algo nerviosa. Viste un hermoso vestido color azul claro que apenas le sobrepasa la rodilla, lleva el pelo recogido y no tiene puesto sus característicos tacones, por lo cual luce más indefensa y endeble que la dura detective que Castle ve diariamente. Además ella tiene algo especial, un manto de melancolía invade su mirada, y uno de felicidad su sonrisa.
-¡Hola! Feliz cumpleaños.
Él le entrega el ramo de flores. Ella se sonríe.
-¡Gracias, Castle! Nuevamente.
-Estas muy hermosa, Kate.
-Gracias… no sabía a dónde iríamos, espero estar bien vestida…
-Luces perfecta.
-Pondré las flores en agua y podemos irnos.
Kate estaba sonrojada por la situación. Y el cosquilleo que sentía en su estomago no la dejaba respirar.
Coloco las flores en una vasija con agua. Tomo su cartera y regreso hacia el living donde esta esperándola él.
-Lista.
Y se fueron…
Quince minutos después, Castle al volante, arribaron a un bello pero pequeño restaurante. Iluminado tenuemente, con velas en las mezas. No muy lujoso, no muy sencillo. Bastante romántico y misterioso. Perfecto, pensó Kate.
No tardaron mucho en estar sentados en una de las mejores mesas, ya que Castle se había encargado de reservarla. Ordenaron la comida, y luego de que les sirvieran el vino en sus copas, Castle propuso un brindis.
-¿Qué te parece sin brindamos? Por ti.
-Brindemos, pero no por mi… brindemos por… la vida. Por los pequeños momentos. Y por los grandes. Brindemos por vivir, Castle.
-¡Brindemos por vivir!
Chocan sus copas y beben.
-Solo por esta noche creo que puedes llamarme Rick, ¿no?
-Tienes razón… Rick.
-Antes de que llegue nuestra comida quisiera darte algo…
El saca de su bolsillo una pequeña caja envuelta para regalo en un bello papel color champagne y se la da a Kate.
-¡Oh! No debías comprarme nada… con la cena era suficiente…
-Kate hace más de doce años que no festejas un cumpleaños, nada es suficiente. Igualmente no es algo que compre. Es algo más personal. Ábrelo.
Kate desenvuelve el regalo y se encuentra con una cajita color negra, lo mira a él a los ojos, y luego la abre revelando una bella pulserita de oro, que se nota algo añeja, pero aun así hermosa, que tiene una inscripción: "Si quieres saber cuánto te quiero, cuenta las estrellas en el cielo".
Kate se queda perpleja leyendo la inscripción una y otra vez sin animarse a levantar su vista. Castle sabe lo que eso ha causado entonces decide romper el silencio.
-Kate… antes que digas nada, quiero explicarte… esa pulserita ha estado en mi familia desde siempre. Viene de hace muchas generaciones. Cada vez que nacía alguien le entregaban la pulserita. Mi madre me la dio a mí, yo se la di a Alexis, y ahora, con permiso de ellas, claro, quiero dártela a ti.
-Rick…
-…Hoy dijiste que habías vuelto a nacer, y para mi tu eres de mi familia, y deseo que conserves la pulsera, y que cuando tengas tu primer hijo o hija se la pases a él o ella.
-Rick yo te agradezco mucho pero…
-…sin peros, Kate. Es un obsequio. Por favor acéptalo.
Kate no puede contener mas las lagrimas y las deja caer. Pero las acompaña con una hermosa sonrisa que hace sonreír a Castle también.
-Muchas gracias, Rick. Es realmente hermosa. Es… es el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho en la vida. Lo digo enserio.
Rick también deja caer algunas lágrimas.
-Me alegro que te guste.
-Agradécele a Alexis y a Martha… no, voy a agradecerles yo… un día de estos los invito a cenar a mi apartamento a los tres, ¿piensas que vendrían?
-Por supuesto que lo harían.
-Genial. Le diré a mi papá también.
-Pruébate la pulserita.
Kate extiende su brazo y la pulserita a él.
-Tú debes ponérmela, Rick. Es el modo de hacerlo, sino es de mala suerte.
El se sonríe, toma la pulsera y suavemente se la abrocha alrededor de la muñeca.
-¡Gracias!
-Se ve hermosa en ti… en mi no se veía muy bien.
Ambos ríen cortando un poco la situación especial que estaban teniendo.
Enseguida llega su comida. E ingresan en una apacible conversación…
-Dime, Kate… ¿Cuál es tu sueño? Algo que sueñas hacer.
-¿Mi sueño? Creo que no tengo sueños.
-Todos tenemos sueños… Si pudieras hacer cualquier cosa, ir a cualquier parte, ¿Qué harías?
-Bueno… antes de que mi mamá… muera, estábamos planeando un viaje… ese era mi sueño y ella me acompañaría a cumplirlo.
-¿A dónde iban a ir?
-A Paris. Teníamos todo planeado, iba a ser perfecto… ella estaba feliz… yo estaba feliz…
-Hagámoslo.
-¿Qué?
-Vayamos a Paris. Sé que no soy tu madre, y que seguramente nunca será como aquel viaje que planearon, pero me gustaría que puedas cumplir ese sueño, Kate, y de algún modo también cumplírselo a ella. Yo invito. Y si no deseas ir conmigo, te invito a que vayas con quien tú quieras.
Nuevamente las lágrimas asomaron en sus ojos.
-Castle… Rick…
-Kate, no estoy diciendo que sea hoy, ni mañana. Pero prométeme que vas a tomarlo en consideración. Por favor.
Ella asiente.
-¿Por qué eres tan bueno conmigo? Es decir, yo no he hecho precisamente simple tus días conmigo desde que te conozco, creo que recién desde hace un poco más de un año podría decirse que nos llevamos bien… pero tú siempre estás ahí, ayudándome, apoyándome, sorprendiéndome…
-Kate, no sé si deseas tener esta conversación ahora mismo… tu sabes la respuesta a todo eso… yo se que lo sabes.
Ella lo mira a los ojos.
-Si sabes que lo sé, y aun así nunca dije nada, ¿entonces por qué aun estas a mi lado?
-Por que se que no es fácil para ti. Y aquel día en las hamacas… y espero haber comprendido bien tu subtexto… de algún modo me pediste tiempo.
-Comprendiste bien mi… subtexto.
Ella le sonríe. Y él le sonríe y toma su mano por sobre la mesa.
-Ahora sabemos que estamos hablando de lo mismo, Kate. Yo voy a esperar todo el tiempo que sea necesario… solo por favor no te tomes toda la vida…
-No lo hare.
-Recuerda que estoy aquí. Esperando por ti. Nunca dudes de que cuando estés lista aquí estaré. Lo que dice esa pulserita también se aplica para tú y yo, Kate.
Kate vuelve a leer el mensaje de la pulserita.
-Ya lo pensé.
-¿De qué hablas?
-Paris.
-¿Y qué pensaste?
-Quiero ir. Cumplir mi sueño… y quiero ir contigo. No estoy diciendo que sea hoy, ni mañana… pero sucederá.
El se sonríe.
-¿Lo prometes?
El extiende su dedo meñique para sellar la promesa.
Ella se sonríe. Y sella la promesa enlazando su meñique con el de él.
-Lo prometo.
Fin…
Por favor háganme saber si les ha gustado. No planeo seguirlo, salvo que me surja o me sugieran alguna idea, y deseen que lo siga. ¡Gracias por leerlo! - Elisabeth.
