Japón estaba en medio de una gran guerra donde cientos de personas daban su vida diariamente, las víctimas eran despojadas de sus hogares cruelmente y el grupo enemigo avanzaba rápidamente al centro del país con un único objetivo… matar al emperador.

Eso fue lo que la joven castaña de hermosos zafiros por ojos leyó en el periódico matutino. Apretó los puños con indignación.

-A ya afuera hay una gran guerra y yo aquí perdiendo el tiempo para ser una buena esposa- Por tradición del país las jóvenes de su edad debían de ir a una prueba con una importante señora quien designaría si serian adecuadas o no para el matrimonio y solo aquellas quien conseguían aprobar podían casarse felizmente.

Esa posición le parecía bastante absurda, nadie tenía derecho de decidir si podía o no casarse pero en fin era una tradición familiar.

Se levantó perezosamente de la cama, tenía que ir a casa de su abuela para que ella, su madre y sus tías la prepararan para la presentación con aquella mujer, lo cual le parecía aún más absurdo, olvidar la guerra por dar una buena impresión de la familia.

Caminaba por las calles algo molesta, en su país se respiraba un aire de machismo, a los niños se les enseñaba a pelear y a mandar a las niñas y a estas se les daban muñecas para que los cuidaran como hijos propios y solo hacían lo que el niño les decía.

En los adultos que iban en pareja frunció aún más el ceño al ver a las parejas las cuales el hombre caminaba dos pasos delante de la mujer.

No quería un futuro así, no le gustaba la idea de esperar a un caballero guapo que la rescatara, ella tenía sus propios sueños no era justo que un hombre acabara con ellos.

Sin darse cuenta llego a casa de su abuela y con algo de resignación toco la puerta, y se adentró encontrándose a toda su familia de género femenino la cual inmediatamente le probaba diferentes y estorbosos vestidos.

La sesión de maquillaje y peinado tardaron horas pero al fin pudo salir del vestidor mostrándole a su familia el fruto de su esfuerzo.

Lucía un hermoso vestido rosa pastel estraples, era largo y frondoso todo un estilo de princesa, su cabello estaba atado en una alta coleta, y tenía un maquillaje exagerado para su gusto con los ojos delineados, labios cuidadosamente pintados de rojo y tacones sumamente incomodos y altos.

-WOW May te ves tan hermosa- Elogio su prima mayor Daw la cual era una chica sumamente femenina, sumisa y obediente de lo que su marido le dijera, no quería que alguien más tomara sus decisiones.

-Hija el día de hoy te convertirás en mujer —Agrego su madre y la razón por la cual aceptaba hacer todo esto, como hija única tenía que dar honor a su familia y al ser mujer conseguir un buen marido era la única forma de hacerlo.

Salieron en carruaje rumbo a la señora Harley la cual se le conocía por ser sumamente exigente, machista y poco flexible y comprensiva con las mujeres.

Llegaron al lugar, su familia se quedó afuera de esa gran casa con decoración clásica y ella tuvo que entrar sola y por su bien pasar la prueba.