HUIR

Prólogo.

Sentía el frió invierno contra mi piel, el agua helada calaba mis huesos y a cada paso el dolor de mi pecho se incrementaba. Al impulsarme, inhale el aire puro de la noche y al pisar el suelo exhale pensado que a cada bocanada estaba mucho mas cerca de Konoha.

- ¡Ya te dije que no volverá a pasar! - Reprimí un grito de frustración y mire con pena a mi sensei - Fue solo una recaída, un simple desmayo, una baja de presión ... ¿A quien no le paso alguna vez? - Dije sin parar de gesticular con las manos.

- Mira , Sakura, ya no eres una niña y no puedo regañarte. Pero puedo tratar esto de otra manera- Kakashi suspiro y se froto el cuello con real impaciencia- Hable con Tsunade ... y -Claramente dudaba en decírmelo - Piensa que es momento de que te tomes un descanso del equipo de médicos, del hospital ...

-¡Queee! - Azote las sabanas y golpee mis muslo - No lo puedo creer .. Todavía hay heridos, todavía hay que organizar el hospital. No puedo darme ese privilegio, y menos ustedes. - Mire con ira mis manos que estaban apretando el cobertor.

-Otra vez. Lo que no puedes es lastimarte, y menos podemos nosotros - Toco mi pelo, y lo desordeno como cuando era niña - Sakura, sabes que no es solo por eso, tu ... No has pasado tu luto - Antes de irse dejo un pergamino y abrió la ventana haciendo que mi piel se achinara por la helada brisa- Te veré luego, sabes que odio los hospitales - y desapareció agitando su mano.

- ¡Por fin en mi hermosa, bella, única, hermosa aldea! A que si teme - se volteo con una gran sonrisa que mostraba sus dientes brillando de blancos - No me dirás que no la extrañabas. Me muero por ver como a quedado, especialmente por el Ichiraku - Se froto el estomago y como si se acordara de algo grito "¡Rameeen!" y lo único que vio fue polvo, polvo y una mancha amarillenta correr por la calle.

- Ese idiota, no entiendo como pudimos tolerarlo todo el viaje ... Especialmente tu, Uchiha.

- Hmp, Nara me voy a mi casa, no le digas nada al dobe - El aburrido chico asintió vagamente con la cabeza.

El estar tendido en su cama le resulto mas que placentero, extrañaba la soledad, el silencio de las paredes azules y poder dejar de tener que aparentar tranquilidad o una especie de amabilidad que no se le daba para nada bien.

Todos parecían conocerlo de toda la vida, parecían haber olvidado la guerra, la muerte, el olor a sangre, los alaridos y gemidos de miedo, pero ... El no se permitía, menos era capaz de no sentirse culpable o una mierda autentica.

- Porque todavía no puedo dejar de huir de mis propias culpas..