La figura de AllMight iba a ser lanzada al mercado, estuvo dos meses insistiéndole a su madre para que se la comprara. Dos meses de pedidos y demás, él quería aquello y nada le haría perder ante ello. Sin embargo, la emoción había sido tanta que por un minuto olvidó que no era el único que la quería. No sólo era el tonto de Deku, también había otros niños que lo deseaban. Cuando las ventas empezaron, la figura quedó fuera de stock.
No era más que un simple juguete, pero si algo tenía claro es que lo quería. La figura de edición limitada de la cual sólo se hicieron unas doscientas copias, él la quería. Y detestaba que el maldito de Deku se haya hecho con la última, pero no pudo quitarle de las manos la caja a su madre. ¡No cuando ella tenía una sonrisa llena de felicidad! Pero estaba harto, día tras día el mendigo Deku jugaba con la figura que él quería ¡Y era estresante! Esperaba que no lo llevara a la excursión de ese día, iban a explorar los alrededores ¡iba a ser emocionante!
—Kacchan, quiero darte algo.
—¿Ahora qué? ¡Date prisa! Quiero ir a ver qué encontramos para llevarlo a la guarida. —Deku y él habían creado una especie de lugar en secreto no muy lejos del lugar a donde iban a ser su expedición. Siempre que encontraba algo interesante lo llevaban ahí, hablaban por horas de sus aventuras, mientras el peliverde reía y él se emocionaba por un nuevo día. Nada mejor que la vida de un niño.
—Es que, yo sé cuánto Kacchan quería la figura de AllMight… —Frunce el ceño al escucharlo, ¡no necesitaba recordarle eso! Tenía celos de que Deku la tuviera y él no. —Así que quería dársela. —Pero no por ello iba aceptarla.
—¡Eres un Deku! No voy a quitarte la figura, sólo vamos a explorar. —Claro que la quería, pero la el rostro de la madre el chico aparece en su mente. No puede tomarla así por así.
Los celos tenían que apaciguarse de algún modo.
Explorar era más divertido, de igual manera.
