Capitulo 1...
La suave lluvia mojaba el rocoso suelo de aquel pueblo, sus calles vacías eran sofocadas por el silencio solo interrumpido por el sonido del firme caminar de aquella figura.
Su gabardina azul se movía al compás de sus pasos mientras su cabello blanco platinado cedía a las frías gotas provenientes del cielo cayendo sobre su rostro. Sus ojos azules miraban al frente, su pensamiento siempre el mismo "debo de obtener más poder, controlar mi poder, controlar el poder de Sparda" ese era su impulso, ese era su motivo para estar en aquella aldea buscando una respuesta.
El grito desgarrador de una mujer llamo su atención, giro su rostro y continuo su camino por el callejón hasta la pequeña plaza de aquel pueblo, ahí pudo observar a una pareja escapando de un grupo de demonios sin mucho éxito - pobres bastardos- dijo en voz baja adivinando su destino, les dio la espalda y estaba por marcharse hasta que de la nada unas cuantas flechas atravesaron a algunos de los seres, pronto de detrás de ellos, de entre la neblina comenzaba a formarse la silueta de una joven, portaba un uniforme de estilo militar templario blanco con algunos distintivos en rojo y azul, su cabello era de un negro profundo, trenzado y largo hasta un poco más abajo de su cintura. Aquella escena llamo la atención de Vergil que aun entre las sombras observo, la chica guardó su ballesta para luego tomar la espada larga y roja similar al manubrio de una motocicleta que portaba en su espalda.
Los demonios le atacaron, la rodearon buscando matar a su presa pero sin temor alguno la chica los enfrentó, los atravesó con su espada o les partia por la mitad conforme se acercaban, así cuando finalmente todos los demonios habían sido exterminados camino hasta la pareja ayudándoles a levantase para que se marcharan, estos lo hicieron agradeciéndole infinitamente su ayuda.
- interesante – fue lo único que salio de los labios del hibrido de cabello plateado al mirarla
- ¡se que esta ahí! - grito la guerrera girándose para mirar de frente al lugar en donde se encontraba Vergil, este no teniendo otra razón para esconderse salio a luz mostrándose a la chica.
- cazador de demonios ¿verdad?- dijo sin mucha emoción el hermano de Dante.
- No exactamente, solo un buen ciudadano ¿quien eres tu? – le pregunto la joven mirando con sus ojos violeta los azules claros de él.
- No es de tu incumbencia – hablo el medio demonio listo para marcharse, toda esta situación no tenía importancia alguna para el
- Como sea – contesto la pelinegra mientras le daba la espalda para salir del lugar también, justo en ese momento Vergil pudo observar en el hombro derecho de su vestimenta, un extraño y peculiar símbolo desconociendo la razón de su atención a el, pero no deseando investigar más en el asunto simplemente lo ignoro.
Sus pasos le llevaron hasta la biblioteca del pueblo en donde estaba seguro encontraría el pergamino del demonio, el único testimonio veras de la historia de su padre, de Sparda, el demonio que llego a la tierra enamorándose de una humana y formando con ella una familia, la leyenda del ser que se revelo ante los suyos para salvar a los humanos.
Se interno en lo más profundo del lugar buscando, revisando cada apartamento sin respuesta, su furia lo invadió tomando al encargado y guardián del lugar por el cuello de su sopa reteniéndolo contra el muro para interrogarlo.
- ¿en donde esta el pergamino? se que estaba oculto aquí
- No lo se.. por favor suélteme - dijo el hombre muerto de miedo al escuchar el tono de amenaza en la voz del peliplateado
- ¿En donde esta?
- No esta aquí … el que solía ser dueño de la biblioteca lo vendió… se lo entrego a los hombres de la Orden de la Espada
- ¿La orden de la espada? – con la vista y con la energía que le quedaba el humano señalo al medio demonio el objeto sobre una mesa al fondo del lugar, Vergil le dejo caer y se encamino hasta el pequeño cofre sobre, estaba abierto y en su interior había algunas monedas de oro, habían entregado su única pista a un grupo de idiotas por algo tan vano como el oro. Cerro de golpe la tapa de aquel cofre y antes de dar la vuelta algo en este llamo su atención, grabado en rojo sobre el mismo estaba aquel símbolo, ese que había visto en el traje de aquella chica… "al parecer no todo esta perdido" se dijo mientras salía del lugar.
La taberna estaba casi vacía aquella noche, los pocos hombres del pueblo en el lugar ya estaban muy ebrios para entablar conversación alguna, aquella joven de cabello negro estaba en la barra simplemente admirando el liquido en su copa, llevaba horas jugando con el sin haberle dado un solo trago, simplemente le veía con la mente en pérdida.
- ¿no piensas hacer ronda el día de hoy? – pregunto el cantinero mientras limpiaba una de los tarros con un trapo
- ... no tengo deseos de hacerlo – hablo la chica mientras continuaba jugando con su copa, lo que irrito más al hombre dueño del lugar.
- ¿no se supone que te pagan por eso? - reclamo un poco molesto, la joven abrió los ojos y cayendo en cuenta de lo que le decían dejo la copa sobre la barra, tomo la Red Queen de su lado y sin más salio del lugar.
El suelo aun estaba mojado, la joven pisaba los charcos con decisión y distracción al mismo tiempo, de pronto un terrible tirón la empujo hasta estar recargada en el muro de una de las casas con una fuerte mano directamente en su cuello.
- ¿en donde esta el pergamino del demonio?- pregunto el hombre de gabardina azul con voz sería y amenazante
- ¿de que … diablos estas hablando?- pregunto ella tratando de liberarse de su encierro inútilmente.
- tu grupo, la orden de la espada lo compro,¿en donde esta?
- ¡No lo se … ya no soy parte de ese grupo! – grito la muchacha lanzando un golpe con su espada que no toco a Vergil pero que logro darle la oportunidad de liberarse.
- Será mejor que me respondas … - amenazo el joven de cabello platinado, estaba molesto al grado de matar a su oponente aun si no obtenía la respuesta de ella
- Hazme hacerlo … – contesto la pelinegra sin miedo ante el hombre, se enfrentaron pero era muy obvia la diferencia de poder, de pronto la joven salio disparada chocando contra una de las bardas cayendo al suelo, soltó su espada que el medio demonio pateo a un lado para luego inclinarse sobre sus rodillas para mirarla
- Repito, ¿en donde esta el pergamino?
- No lo se, como ya te dije, ya no soy parte de ese grupo, no tengo ya nada que ver con ellos y sus acciones – Vergil estaba por preguntar de nueva cuenta cuando una gran horda de demonios se acerco a ellos, ambos se prepararon para el ataque, la chica alcanzo su espada y se defendió de aquellos seres que la rodeaban, lo mismo que Vergil, eran buenos atacando juntos, sus técnicas se amoldaban sorprendentemente … parecían un equipo, de pronto los pocos demonios que quedaron se juntaron formando uno gigante, su gran cola empujo a la chica que detuvo la velocidad de su partida con la espada en el suelo, el demonio comenzó a atacar al hijo de Sparda que respondió sin percatarse de otra figura que les miraba desde las sombras reconociendo en aquel joven la sangre del guerrero legendario.
- Sparda … la sangre de Sparda – se dijo así mismo mientras regresaba con prisa hasta el hogar de su amo para informarle.
Vergil no tenía problema alguno para enfrentarse a aquel gigantesco ser, lo había derribado y estaba por dar el golpe final cuando de pronto una silueta detrás de el lo distrajo, era su padre, estaba ahí parado detrás de aquel ser mirándolo, fuera real o no estaba ahí y el le había visto, su distracción fue tal que el monstruo debajo suyo aprovecho para levantase, con su garra empujo al peliplateado que cayo al suelo de golpe sin soltar su espada.
- ¡cuidado! - grito la chica al observar la cola del demonio que de pronto se encajo en el pecho del joven de cabello platinado, este escupió sangre de sus labios y ante la confusión miro al demonio, detrás de el ya no había figura alguna ¿a caso lo había imaginado? Como fuera tenía que liberarse primero de aquel problema, con su espada en mano corto la cola haciendo que el demonio soltara un grito de dolor, Vergil se levanto y de un salto se elevo hasta su cabeza cortándola de un solo tajo, sin mas el demonio se disolvió mientras el peliplateado aterrizaba en el suelo, pero el golpe recibido siendo fuerte le hizo posar una rodilla sobre el empedrado terreno escupiendo un poco más de sangre.
- ¿estas bien?- pregunto la de ojos violeta acercándose a el medio demonio preocupado
- ... estoy bien... déjame – trato de decir el joven pero continuaba escupiendo sangre
- no puedo dejarte aquí – como pudo la chica lo tomo de un brazo y lo levanto pese a las palabras de repudio del muchacho, sin embargo estando un poco débil no pudo negarse a ser llevado.
Llegaron hasta una casa abandonada, habitada solo en el piso superior por aquella joven, en el lugar no había más que un par de sillas y una solitaria cama en la que le recostó, Vergil insistía en que estaba bien sin embargo la chica lo ignoraba, cansado de discutir con ella cerró los ojos descansando, lo haría solo lo suficiente para recuperarse por completo, no tardaría.
- llevas el signo de la orden de la espada … - dijo con voz seria el apuesto hombre de cabellera platina sin mirarla
- … ya no soy parte de ese grupo- contesto ella dándole la espalda mientras se servia un poco de agua de la jarra en la mesilla de enfrente.
- ¿por que?
- no es de tu incumbencia- contesto la pelinegra provocando una sonrisa de medio lado en el joven, Vergil recordo eran las exactas palabras que el le había dado a ella antes, estaba por decir algo más cuando la casa tembló, se levanto de golpe al notar a una figura entrando bestialmente por la ventana, la chica tomo su espada para defenderse mientras que Vergil hacía lo mismo, eran los demonios que habían logrado escapar de ellos en la pelea anterior, los atacaron sabiendo que por ahora estaban vulnerables, ambos jóvenes salieron por otra de las ventanas hasta los abandonados establos en donde tendrían más espacio para su combate, los demonios caían con facilidad y sabiendo que su destino ya estaba marcado optaron por otra acción, se estrellaron contra los muros del lugar provocando que el techo del mismo comenzara a caer, antes de morir uno de los seres empujo a la chica haciendo que esta soltara su espada, la joven corrió para recuperarla sin notar un tablón a punto de caer sobre ella, Vergil no supo en ese momento que lo empujo a ir tras ella, a aventarse encima suyo para hacerla a un lado evitando que aquel enorme pedazo de madera le cayera encima, rodaron un poco aun rodeados por el polvo de la construcción finalmente deteniéndose con el joven del saco azul sobre de ella, de pronto Vergil se vio fascinado por el aroma de la chica, su mente estaba en blanco, sus pensamientos vacíos mientras sin notarlo acercaba muy despacio y levemente su nariz a su cuello para poder aspirarle mejor, pero la voz de la pelinegra lo saco de su trance.
- eso … estuvo muy cerca … - dijo nerviosa y asustada por su cercanía a la muerte, Vergil se levanto de ella y sorprendentemente le dio la mano para que esta su pusiera de píe, esa era su señal, tenía que partir y encontrar a ese grupo para recuperar lo que era suyo, se giro par marcharse pero la suave voz de la joven le detuvo.
- espera... ¿a donde vas?
- Debo recuperar lo que es mío - contestó el peliplateado aún con su espalda a ella
- Iré contigo
- ¿Que te hace pensar que necesito de tu ayuda o que te dejare acompañarme? - se giró molesto
- Primero, no sabes como encontrar a la orden de la espada y una vez ahí no sabrás donde buscar sin mi ayuda, y segundo…. – guardo por un momento silencio y luego suspiro – me salvaste la vida, debo pagar mi deuda contigo… - le dijo clavando sus ojos en los de el, el chico le dio la espalda de nuevo y comenzó su andar hablándole...
- Has lo que desees – eso era un si para ella, por lo que tomo su espada y le siguió enseguida
Juntos llegaron a lo que estaba por ser la ciudad de Fortuna, la chica observo la construcción de lo que pronto sería una gran iglesia dedicada al demonio que salvo a la humanidad, los recuerdos de su tiempo ahí comenzaron a invadir su mente, pero rápidamente los suprimió no permitiendo que le derribaran nuevamente
- ¿por que te expulsaron de la orden de la espada? – pregunto sin rodeos Vergil al mirarla observar con profundidad el lugar.
- por desafiar al gran maestro …sus acciones y sus palabras decían cosas diferentes, toda mi vida le fui fiel y le serví a la orden ... y al final simplemente me echaron …. – lo miro de frente – ¿por que estas aquí? ¿Que hay en ese pergamino?
- Lo necesito para controlar el poder de mi padre…para saber más de él... - fue todo lo que dijo el hombre que de pronto aparto su vista de la de ella.
- Mi nombre es Lenna por cierto… - dijo la chica dando un paso al frente para continuar con el camino- creo que ya era hora de que lo supieras...- hablo mientras seguía adelante
- Vergil … - la chica se giro al escuchar su voz, al menos ahora sabían sus nombres.
