Esta historia y los personajes en ella son de mi propiedad, son bienvenidos a leer si así lo desean.
¨El Tiempo Es Una Imagen Móvil De La Eternidad¨
¨Victoria¨
Aquella era una tarde demasiado calurosa para su gusto, a pesar de que se trataba solamente de uno de los primeros días del verano, aunque no tenía nada de extraño, ya que siempre había sido así...
Subió los escalones de la enorme mansión de forma silenciosa, como si temiera hacer demasiado ruido, aún cuando estaba segura de encontrarse completamente sola en aquél lugar...
Poco a poco, fue quitando las sábanas blancas que cubrían los muebles de la que años atrás fuera su habitación, los chicos, no tardarían en llegar, por lo tanto debía dejar su melancólico paseo por el jardín de los recuerdos para después...
Sin embargo aquella casa no dejaba de hablarle sobre cosas importantes de su historia, ni de mostrarle cada recuerdo encerrado tras cada puerta de las habitaciones de su vieja mansión, obligandole a retroceder en el tiempo, reviviendo uno a uno, los lamentables sucesos que acabaron con la vida de su desdichada familia...
Hacía casi 400 años desde la última vez que había estado ahí, y aún lo recordaba todo como si hubiera sido ayer, incluso el débil aroma del perfume de su madre muerta, imperceptible para los humanos, seguía presente, emanando constante de la habitación frente a la suya, nada había cambiado desde entonces...
Al instante, los recuerdos de como fue que pasó de su sencilla y más que aceptable condición humana, a ser la vampiresa más peculiar y despiadadamente bella que se hubiera conocido hasta entonces en el mundo de los inmortales se abrieron paso en su mente...
Jean Pierre Bouliard, Conde de Mont Blanc, era el aristócrata más rico, poderoso y respetado en la sociedad francesa, pero nada de cuanto poseía lo hacía tan feliz y dichoso, como la hermosa familia que había formado 5 años atrás, su esposa Jaqueline y su pequeña hija Victoria eran todo su mundo, y el más valioso tesoro que tenía la suerte de poseer...
Sin embargo, evitaba constantemente cualquier tipo de roce social, rechazando invitaciones a los más lujosos bailes y fiestas de la sociedad parisina, pues temía que con el tiempo, alguien pudiera darse cuenta de la verdadera naturaleza de sus amadas esposa e hija, pues a pesar de que el santo oficio había sido abolido casi 30 años atrás, conservaba serias dudas de que su matrimonio con una bruja y la crianza de una pequeña que obviamente había heredado los dones mágicos de su madre, fuera bien visto por una sociedad falsa, hecha de apariencias y de hipocresía...
Tenía miedo por su familia, esa era la razón más valida que existía en su consciencia, para apartarse del mundo y sus costumbres, tan llenas de reglas absurdas e innecesarias, repletas de ignorancia y frivolidad...
En los primeros meses posteriores al nacimiento de su hija, su esposa Jaqueline, le había hablado sobre las distintas clases de hechiceros que existían dispersos por todo el mundo, los dones que estos poseían, y las debilidades que a menudo eran la causa de su destrucción...
Pero definitivamente nada de cuanto su esposa le había contado sobre los suyos, lo preparó para la sorpresa más grande que pudo recibir en toda su vida, cuando al llegar a su palacio una noche de invierno, y quejarse de que la casa se sentía demasiado fría, su pequeña hija de tan solo 3 años de edad, levantara su mano derecha hacia la chimenea, lanzando una gran bola de fuego que de inmediato abrazó los leños que la servidumbre había puesto ahí con anterioridad...
Al darse cuenta de que manipular fuego con sus manos, no era el único talento que su hija poseía, Jaqueline comprendió lo que pasaba, ya que los únicos hechiceros capaces de influir directamente sobre los distintos elementos existentes en la naturaleza, son ¨los elementales¨, su hija era una elemental...
Jaqueline y Jean Pierre, decidieron entonces que por el bien de su hija, era mejor no mostrarse demasiado en público, ya que al ser tan pequeña, Victoria podía hacer cosas que era mejor que nadie, fuera de sus padres, y la leal servidumbre que estaba al tanto del pequeño secreto de sus amos, llegara a observar...
Así como también acordaron que hasta que la pequeña no hubiera sido correctamente adiestrada por su madre, en cuanto al uso de sus poderes mágicos, era mejor que se mantuviera dentro del palacio, mientras que a todo el que preguntaba por ella, se le otorgaba la misma respuesta que a los demás: la pequeña Victoria Bouliard, estaba enferma, y era contagioso...
De ese modo mantuvieron alejados a todos los curiosos, a quienes llegaba a llamar la atención el hecho de que el Conde de Mont Blanc y su familia, evitaban hasta donde era posible, rosarse socialmente con alguien más...
Aún así, a pesar de toda precaución y toda clase de cuidados, la verdadera naturaleza de la pequeña Victoria no pasó desapercibida por todos, como sus padres lo esperaban...
El día en que Victoria cumplía cuatro años, sus padres organizaron una pequeña celebración en su honor, pues a pesar de que nunca invitaban a nadie, eso no les impedía celebrar el día en que su adorada niña, había llegado a sus vidas, completando con su nacimiento, su felicidad...
Cenaron en medio de alegres conversaciones, Victoria apagó las velas, y se sirvió el pastel, sus padres brindaron deseando para su pequeña hija, ¨una larga vida¨, y a punto estaban de subir a sus habitaciones para ir a descansar, cuando unos gritos desgarradores, comenzaron a escucharse por todo el palacio...
De inmediato, Jean Pierre le ordenó a su esposa que tomara a la niña, y entrara a uno de los pasadizos secretos que conducían fuera del palacio, a sitios más seguros, ya que sin importar lo que estuviera sucediendo ahí fuera, tenía que tratarse de algo peligroso...
Al instante Jaqueline obedeció, tomó a su pequeña niña en brazos y corrió por el palacio, hasta llegar a la entrada de aquél pasaje en cuestión, pero antes de que Jaqueline alcanzara a abrir la puerta de este, una voz fría y dura, habló a sus espaldas...
- Yo no haría eso si fuera tú, bruja-
Detrás de Jaqueline, apareció un individuo alto, de cabellos negros como la noche, piel pálida y ojos de un azul tan frío como el hielo, se acercó a ellas caminando lentamente, casi acechándolas, clavando su mirada helada en los ojos verde aguamarina de la pequeña Victoria...
- ¡¿Quien demonios eres, y porque miras así a mi hija?!, ¡aléjate de ella!- dijo Jaqueline, sujetando a su pequeña tan fuerte como era posible...
- Mi nombre es Gabriel, y mucho me temo Jaqueline querida, que no podré alejarme de tu preciada hija...pues he venido por ella- sentenció aquél ser arrastrando las palabras, mientras se dedicaba a rondar a su presa esperando el momento oportuno para atacar...
- Ni lo sueñes, monstruo- le advirtió Jaqueline- no dejaré que le pongas las manos encima-
-¿En serio?, ¿y que piensas hacer para impedirlo?- la retó, y un segundo después, estaba justo detrás de ella, tomándola por el cuello- alégrate de saber que sera tu hija, la que me convierta en el vampiro más fuerte y poderoso que haya caminado alguna vez sobre la faz de la tierra- le susurró en el oído, para después arrojarla con fuerza contra la pared...
-¡MAMI!- gritó la pequeña, asustada al ver en el suelo la figura inmóvil de su madre, y de inmediato corrió hasta ella para auxiliarla, sintiéndose aliviada al ver que poco a poco iba despertando, Gabriel por su parte comenzaba a impacientarse, por lo cual decidió terminar con aquello de una maldita vez...
Iba a tomar a la pequeña, y salir de ahí, pero tan pronto como alargó su brazo en dirección a la niña, esta lo tomó de la muñeca y una capa de hielo denso comenzó a extenderse por todo su cuerpo, hasta que muy pronto le fue completamente imposible mover un solo músculo...
- ¡Eres un hombre malo!, ¡lastimaste a mi mami!- le reprochó la niña dirigiéndole una mirada tan fría, como el hielo que usaba para congelarlo...
- ¡No!, ¡No!, ¡Malditas brujas!, ¡Me las pagarán, se los juro!- gritaba Gabriel completamente histérico...
Al darse cuenta de lo que ocurría, Jaqueline aprovechó la oportunidad, se levantó del suelo tan rápido como el dolor que sentía en todo su cuerpo se lo permitió, tomó a su pequeña hijita en brazos y huyó con ella por el pasadizo subterráneo, que condujo a ambas hasta una pequeña cabaña, oculta en lo profundo del bosque, moviéndose tan rápido como podía, aprovechando cada segundo, antes de que Gabriel consiguiera por fin, escapar de su prisión de hielo...
Una vez que consiguieron llegar hasta su refugio, Jaqueline puso a Victoria en el suelo, y de inmediato se dió a la tarea de ejecutar una complicada serie de encantamientos, para proteger el lugar, y mantener a su pequeña hijita a salvo de ese demonio, que pretendía usarla para volverse más poderoso, mientras que en su fuero interno, rogaba por que Jean Pierre hubiera logrado salir con bien de la mansión, pues al ver el alcance de aquél terrible desastre, algo le decía que Gabriel, no había venido solo...
Al terminar, abrazó a su pequeña y comenzó a cantarle una canción de cuna, tratando de lograr que se calmara y dejara de llorar, ya que desde el momento en el cual, habían salido del palacio, Victoria no había dejado de preguntar a Jaqueline por su padre, ni de rogarle a su madre que diera la vuelta para regresar a buscarlo...
- Él estará bien cielo, nos alcanzará dentro de poco- le había dicho, tratando de consolarla...
Aún cuando realmente, no guardaba demasiadas esperanzas de que su esposo siguiera con vida, tenía que permanecer entera, recordarse a cada instante que su pequeña hijita la necesitaba de una pieza, y ese precisamente no era el momento más oportuno para derrumbarse, aún así, con el corazón a punto de escapar de su pecho, comenzó a sollozar, hasta que poco a poco, el cansancio y la tristeza, fueron más fuertes que el miedo, y ahí abrazadas, madre e hija finalmente, se quedaron dormidas...
A la mañana siguiente, Jaqueline se despertó con los primeros rayos del sol, aún se sentía cansada, y la angustia y la incertidumbre por desconocer la suerte de Jean Pierre, seguían presentes en su corazón, bajó la mirada para encontrarse con el dulce rostro de su pequeña, que aún continuaba dormida entre sus brazos, y en un breve instante, se armó del valor y la confianza necesarios para aventurarse a salir, después de todo, si aquél odioso ser había sido sincero, y era de verdad un vampiro, no se atrevería a salir nunca de su guarida, con un sol tan radiante como el de aquella mañana...
Después de aquella noche de pesadilla, su pequeña hija seguramente se encontraba tanto o más asustada y confundida que ella, sin embargo decidió despertarla para regresar al palacio de Mont Blanc mientras durara la luz del sol, y una vez de pie, caminaron tan rápido como les fue posible, hasta llegar al desastre que apenas el día anterior llamaban hogar...
De inmediato Jaqueline corrió junto con Victoria, hasta el sitio en donde habían visto a Jean Pierre por última vez, pero al llegar, todo su mundo se desmoronó frente a ella, al ver el cuerpo de su esposo tirado en el suelo cubierto de sangre, quiso evitar que su hija viera en esas condiciones a su padre, pero ya era demasiado tarde, Victoria se aferraba al cuerpo de su progenitor llorando asustada, y suplicándole que despertara...
- ¡¿Papito estas bien?!, ¡Papi abre los ojos!, ¡PAPI DESPIERTA!- suplicaba la niña, mientras sacudía a aquél cuerpo sin vida...
-...Papá se ha ído cariño, y nosotros debemos hacer lo mismo, antes de que ese monstruo vuelva- explicó Jaqueline con profunda tristeza, a la pequeña que seguía en el piso, sin poder entender lo que le había sucedido a su padre, así que después de haber llorado la muerte de Jean Pierre, Jaqueline puso manos a la obra...
Lo primero en su lista fue asear el cuerpo de su esposo, para después ofrecerle digna sepultura, y aún cuando dadas las circunstancias, no disponía de mucho tiempo, se permitió usar algo de magia para cavar una tumba para cada sirviente que encontró sin vida en el palacio, casi había terminado con su labor, cuando unos ruidos extraños provenientes de un pesado armario de madera, la alertaron de la presencia de alguien más...
Aún cuando faltaban algunas horas para que se pusiera el sol, Jaqueline se preparó para hacerle frente a ese maldito asesino, así que poco a poco, y con mucha precaución avanzó hasta estar cerca de aquél armario, levantó la mano, lista para atacar a lo que fuera que se estuviera escondiendo ahí dentro, y en un solo movimiento abrió la puerta, revelando el rostro asustado de un esclavo que de inmediato Jaqueline reconoció...
- ¡Anuar!, ¡gracias a dios, estás vivo! - exclamó aliviada mientras lo abrazaba, para después ayudarlo a salir de ahí...
- ¡Ama Jaqueline!, ¡¿esta usted bien?!, ¡¿y mi amita Victoria?! - le preguntó el pobre hombre, sumido en su propio miedo y desesperación...
- Ella está bien - contestó Jaqueline recordando el sitio donde su pequeña se encontraba escondida, y con ello la urgencia de terminar pronto con aquello y salir de ahí...
- Anuar necesito que me escuches con atención, en el sótano, y en uno de los pasadizos secretos del palacio, hay varios cofres llenos con oro y objetos muy valiosos, hay que sacarlos y ponerlos en una diligencia, para partir hoy mismo con destino a Nueva Orleans, también hay que comprar pasajes para el primer barco que sarpe hacia allá, todo en menos de cuatro horas, ¿crees que puedas ayudarme?- preguntó con expresión seria...
- ¡Cuente con ello, ama Jaqueline!- y de inmediato se pusieron a trabajar...
Una vez que hubieron terminado con el trabajo, Jaqueline, Victoria y Anuar, se pusieron en camino hacia el puerto, en una diligencia a la cual habían enganchado los 6 mejores caballos de que disponían, yendo tan rápido como podían, hasta llegar al puerto de Le Havre, al cual, luego de dos largas y extenuantes horas de viaje, por fin consiguieron llegar...
Sin perder tiempo, Jaqueline le dió una bolsa con 30 francos a su esclavo y lo envió a comprar 3 pasajes para un barco que sarpába esa misma noche, hacia Nueva Orleans...
El viaje hasta el nuevo mundo, fue realmente tranquilo, y aunque triste por la muerte tan reciente de su esposo Jean Pierre, Jaqueline respiraba aliviada de saber que ese maldito monstruo asesino, les había perdido el rastro, ahora debía pensar en el bienestar de su pequeña, y en tomar extremas precauciones en lo futuro...
Lo primero que hicieron al llegar fue comprar una casa, así que Jaqueline una vez más, envió a Anuar a buscar y preguntar entre los vecinos, si se sabía de alguna propiedad que estuviera en venta, lo cual no resultó tan difícil como lo había supuesto al principio, pues un amable tabernero le habló de la enorme casa solariega, ubicada en una vieja plantación abandonada, cuyo dueño llevaba años tratando de vender...
Así que después de correr a informar a su ama y esta se diera a la tarea de negociar la compraventa de dicha propiedad, Anuar se dedicó a ayudar en la limpieza y decoración de la que a partir de aquel día, sería conocida como la mansión Mont Blanc, la cual, la verdad sea dicha, necesitaba de muchos arreglos, no solo en el interior, para el cual fue necesario adquirir muebles nuevos, sino también en la vieja plantación, la cual necesitaba ser despojada de todas las malas hierbas, que habían crecido en esas tierras con el paso de los años...
Así pues, tan pronto como estuvo lista, fue sembrada con caña de la mejor calidad, siendo atendida por los nuevos esclavos que poco a poco fue comprando Jaqueline, sin embargo aún quedaba mucho por hacer, y el gran esfuerzo que ella y Anuar habían puesto en sacar adelante aquél lugar fue tomando forma paulatinamente, hasta hacer de la plantación Mont Blanc, una de las más ricas e importantes de la región...
Un par de años después, Anuar solicitó el permiso de su ama para casarse con Yumma, una esclava que Jaqueline había comprado junto con otras seis chicas, para que se hicieran cargo de las labores domesticas dentro de la mansión, el cual le concedió gustosa, ya que por siempre se sentiría en deuda con aquél esclavo, al que apreciaba mucho...
Así pues, habiendo consentido en que ambos esclavos contrajeran nupcias, Jaqueline decidió darles una buena cantidad de oro, como regalo de bodas, además de otorgarle a Anuar el puesto de capataz en la plantación Mont Blanc, cuyo éxito en gran parte se debía a él...
Los años pasaron, y la nueva vida que Jaqueline había construido para ella y su hija en Nueva Orleans, había transcurrido pacífica y sin sobresaltos, similares a aquél que las había hecho abandonar París de forma tan apresurada, mientras tanto, Victoria se había convertido en una joven de una belleza tan exquisita, que cada soltero, ya fuera joven o viejo, se había acercado a Jaqueline solicitando su consentimiento para cortejar a su hermosa hija, sin embargo la respuesta para todos ellos era la misma; se lo haría saber a Victoria, y dependiendo del interés que mostrara la joven, ella les daría a conocer su respuesta...
Sin embargo Victoria, no se interesaba por ninguno de ellos, estaba a punto de cumplir 25 abriles, y aún así, se empeñaba en permanecer soltera, pues desde aquél instante en el cual su madre había caído enferma, la joven se había hecho cargo de cada responsabilidad e imprevisto que hubiera en la plantación, además de convertirse en la enfermera oficial de su madre, cuidando de ella en su enfermedad...
Aún así, Jaqueline no dejaba de insistir a su hija, para convencerla de que tomara marido, pues día a día, su enfermedad empeoraba, ella cada vez se sentía más débil y no pasaría mucho tiempo, antes de que entregara su alma al creador, y no quería que su Victoria se quedara sola, sin nadie que se hiciera cargo y cuidara de ella, así que un día, después de mucho insistir, Victoria decidió complacer a su madre, y aceptó asistir a una fiesta a la cual había sido invitada con antelación, por lo cual, una vez que su madre le halagó diciéndole lo hermosa que lucía esa noche, subió al carruaje, que conducido por Akim, el primogénito de Anuar, la llevó hasta las puertas de aquella mansión donde la fiesta apenas comenzaba...
Al entrar, todas las miradas de los presentes se clavaron en el hermoso rostro de la joven Victoria Bouliard, y de inmediato la rodearon buscando iniciar una conversación, o tal vez suplicarle que les concediera una pieza, sin embargo no pasó mucho tiempo antes de que Victoria comenzara a aburrirse, se había planteado buscar a su anfitrión para agradecerle por su amabilidad, y disculparse por tener que retirarse tan temprano, alegando sentirse algo indispuesta, cuando de pronto vió algo que la dejó sin respiración...
Ahí, entre los invitados, con el más grande cinismo, estaba Gabriel, bailando con una joven que le sonreía embelesada, encantada al parecer con la compañía de semejante demonio, completamente ignorante de su verdadera naturaleza, aún así, tan pronto como logró salir del estado de estupefacción en el que se encontraba, olvidó todo lo demás y se apresuró a buscar la salida, sin embargo, antes de que lograra llegar a ella, Gabriel ya se encontraba ahí...
- No pensarás irte tan pronto, ¿o si dulzura?- se atrevió a preguntarle, mientras le sonreía mostrando sus afilados colmillos- la velada apenas comienza, y tu y yo tenemos tanto de que hablar, ¿que te parece si salimos al jardín?- sonrió Gabriel, adivinando de antemano la respuesta...
- ¡Vete al infierno Maldito Bastardo!- le escupió Victoria completamente indignada...
-Vaya, parece que Mademoiselle Bouliard está algo molesta, ¿extrañas a papi?, ¿es eso?- se burló Gabriel haciendo un ridículo puchero...
- ¡No te atrevas a hablar de mi padre!, ¡no tienes derecho!- sentenció Victoria realmente furiosa, alzándose sobre Gabriel, como una peligrosa tormenta, fría, oscura y poderosa...
- ¿O estás cansada de pasar los días y noches atendiendo a mami?, que está tan enferma, que ya no puede ni mantenerse de pie- al escuchar aquello Victoria se quedó totalmente inmóvil y horrorizada, por lo que Gabriel decía, parecía como si durante un buen tiempo, las hubiera estado vigilando...
- ¿Desde hace cuanto tiempo nos vigilas?- inquirió la joven tratando de no mostrarse asustada ante Gabriel...
- El suficiente para saber de todas las trampas que tu maldita madre, ha puesto para evitar que yo me acerque a tí- le confesó con lujo de desparpajo- Pero es evidente que cometió un error al traerte aquí a Nueva Orleans, donde tú y ella no eran las únicas brujas, aunque debo decir que me costó algo de trabajo encontrar a una que fuera lo bastante tonta para ayudarme, creyendo que con ello ganaría la inmortalidad...
- ¿Ayudarte?, ¿a que?...
- A encontrar la manera de atraparte sin terminar convertido en un maldito cubo de hielo...
- Eso no es lo único en lo que puedo convertirte- lo amenazó, para luego correr a mezclarse entre los invitados, tratando de hallar otra salida, consciente de lo poco que Gabriel tardaría en alcanzarla, una vez que consiguió salir, corrió hasta donde Akim la esperaba con el coche listo para partir...
-¡Rápido Akim!, ¡debemos regresar a Mont Blanc de inmediato!...
- ¿Ocurre algo ama Victoria?...
- ¡No hagas preguntas y corre!...
Al escucharla, Akim comprendió que su ama estaba huyendo de algo, seguramente peligroso, por lo que tan pronto como la joven hubo subido a bordo de la diligencia, tiró de las riendas obligando a los caballos a correr a todo galope, sin embargo Gabriel era todavía más rápido que unos simples caballos azuzados por el látigo, y sabiendo eso Victoria se preparó a defenderse del vampiro que años atrás asesinó a su padre...
Presa del miedo y los nervios que luchaba por aplacar, intentaba acordarse de los hechizos de protección más fuertes que había aprendido de su madre, cuando el grito de auxilio de Akim, la previno de la llegada de Gabriel, y sintiéndose acorralada saltó del carruaje aún en movimiento...
Haciendo caso omiso del dolor, corrió a ocultarse entre los árboles, intentando ganar algo de tiempo, para repeler al vampiro, mientras hallaba la forma de volver a casa, lo cual no iba ser nada sencillo, ya que Gabriel permanecía atento a cualquier movimiento en falso que le indicara el sitio donde se estaba escondiendo, así pasaron toda la noche, en un peligroso juego entre presa y cazador, hasta que estuvieron casi cerca del amanecer, pero justo cuando Victoria creía haberlo logrado, el rostro furioso de Gabriel apareció justo frente a ella...
- ¿De verdad creíste que de nuevo escaparías?, no esta vez preciosa- dijo Gabriel abalanzándose sobre su cuerpo, al tiempo que sujetaba su cuello y clavaba los filosos colmillos en el, sin embargo, antes de que lograra beber una sola gota de su sangre, alguien más apareció derribando a Gabriel y alejándolo de su victima, que se quedó en el suelo retorciéndose de dolor...
Se habían enzarzado en una lucha sangrienta, en la que ninguno parecía ceder a la derrota, hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a salir, así pues, comprendiendo que el tiempo se agotaba, Gabriel finalmente decidió huir, maldiciendo el instante, en el que aquel maldito entrometido, había arruinado sus planes...
Tan pronto como Gabriel se hubo marchado, el anciano vampiro se giró en dirección a Victoria, para tratar de ayudarla cubriéndose con la larga capa, que le servía para protegerse del sol, mientras se preguntaba asombrado, como era posible que después de haber sido mordida por un vampiro como el que la había atacado, aquella joven lograra resistir los rayos del sol como si nada, sin embargo aquél no era el mejor momento para preguntas e hipótesis, por lo que tomó a la joven en brazos, y la llevó cargando hasta su guarida...
Victoria tardó un rato en dejar de convulsionarse, hasta que el inminente cambio hubo finalizado, convirtiendo a la joven en algo muy distinto a lo que solía ser, al darse cuenta de lo que había sucedido, reaccionó con rabia, impotencia, incredulidad, y finalmente con depresión, quiso regresar a Mont Blanc, pero el extraño vampiro que la había salvado de Gabriel, se apresuró a detenerla, persuadiendo a la joven de que sería el primer sitio a donde ese demonio correría a buscarla para terminar el trabajo, por lo cual no le quedaba otro remedio que permanecer ahí...
Mientras tanto, Akim había aparecido por el refugio, unos cuantos días después. Al parecer había corrido con la misma suerte que Victoria, y ahora regresaba a su ama dispuesto a seguir a su servicio, razón por la cual se escabullía en Mont Blanc, para informarse de todo aquello que a consideración suya, su ama debiera saber; fue así como se dieron cuenta de que cada sirviente en la mansión, había sido enviado a buscarla, sin ningún éxito obviamente, que todo Nueva Orleans hervía con la reciente nueva de su desaparición, y semanas más tarde, con la trágica noticia de la muerte de su madre...
Aún así, Jaqueline había dejado cada uno de sus asuntos en orden, comenzando por su testamento, el cual declaraba a su hija Victoria Genevieve Bouliard, como heredera universal de todos sus bienes, así como también le heredaba el titulo que había pertenecido por años a su familia, y que ahora la convertía a ella en la nueva condesa de Mont Blanc, tan pronto como hubo reclamado aquello que le pertenecía, Victoria, Akim, y el doctor Moreau, se embarcaron con destino a Rumania, donde encontraron a otros que al parecer se habían cruzado en el camino de Gabriel, quien no había renunciado a perseguirla, poco tiempo después, España, China, Alemania, hasta que después de cuatro interminables siglos, finalmente regresaba a su querida Mont Blanc, seguramente Gabriel estaba rondando ahí afuera, esperando el momento para intentar atraparla otra vez, pero eso tendría que esperar, pues el doctor Moreau y su aquelarre llegarían muy pronto.
