¡Hola! Por si no me conoces- y si me conoces, pues tampoco hace daño- soy PrincessLunaMadelaineJulia y voy a estar escribiendo esta historia a la que titulé Siete Días de Junio. Pensé que nunca iba a volver a escribir un fic, hasta que llegó la historia correcta con la inspiración correcta y… la magia salió solita :D
Sin duda alguna, esto va a ser un Mimato, porque es mi pareja favorita y creo que es perfecta para toda clase de fics. Va a ser diferente a lo que normalmente leemos- sin ánimos de sonar arrogante, pues yo no soy nadie para ponerle etiquetas a mi historia-, un tanto dramática y quizás complicada. De cualquier manera, quien calificará serás tú, mi estimado lector, así que espero este fic cumpla con tus expectativas.
Sin más por el momento, solo espero que le des una oportunidad a mi fic, créanme que nunca pensé que esto volvería a pasarme y definitivamente lo considero especial… enjoy
Capítulo 1: La Invitación
-Meems, por favor.- me insistió Valery- Tienes que ir.
-No, no tengo que ir.- le contesté- Aparte, sabes bien que esto es algo complicado.
Me encontraba sentada en la sala de mi penthouse neoyorkino con mi mejor amiga Valery. La hermosa Valery, a un año de cumplir treinta- igual que yo- y luciendo absolutamente fabulosa. De haberla conocido con el pelo larguísimo y con reflejos azules, ahora lo tenía corto hasta los hombros y en un corte en capas muy original, además de que se lo había teñido de negro azulado. Sencillamente, ella estaba espectacular. Yo, por otro lado, prefería no hablar de ese tema, por lo menos no ahora.
Yo estaba muda, mientras observaba con atención un papel que tenía oculto entre las manos, sin expresión alguna. Val, por otro lado, tenía cara de estar haciendo un esfuerzo enorme por no perder la paciencia conmigo y no se lo reprocho, pues mi actitud de entonces hubiera desesperado al Dalai Lama, aunque no podía controlarla. Dentro de mí, miles de emociones diferentes me invadían, las podía percibir, las podía sentir, las quería expresar, pero algo me detenía y seguía con mi cara de muerto, rígida como una barrera.
-Mimi, tú y yo sabíamos que tarde o temprano tendrías que enfrentarte a tu pasado- me dijo Valery- y eso- señaló lo que yo ocultaba tan recelosamente entre las manos- no es otra cosa que una prueba contundente de que el destino te está llamando.
-Yo sé, Val, yo sé que me tengo que enfrentar a esto- agité la mano; era una especie de papel elegante en tonos verde manzana y pistache- ¡pero nunca pensé que ese momento llegaría tan pronto!
-¿Pronto? ¿De verdad me estás diciendo que es pronto?- me preguntó Valery con cara de incredulidad- Por si no lo recuerdas, mi querida amiga, han pasado exactamente doce años. ¿En serio te parece poco?
-Cuando las cosas duelen tanto, el tiempo parece no pasar.- dije melancólicamente- Tú sabes todo lo que eso significó para mí, ¡tú estuviste aquí para cuidarme, para consolarme! Eso no se olvida.
Valery sacudió su corta cabellera de color negro azulado y soltó un suspiro:
-Entiendo, Mimi, pero sabes que no enfrentarlo solo va a hacer más difíciles las cosas, te va a herir mucho más. Nunca volviste a tener contacto, quizás lo único que hace falta es que ambos lo hablen.- volteé a verla con una expresión de incredulidad- Bueno, bueno, quizás no es lo único que hace falta- dijo mi amiga, tratando de rectificarse- pero un día lo ibas a enfrentar y parece que ha llegado el momento.- yo puse cara de quererme tirar de un puente- No, Meems, no me veas así, sabes que tengo razón.
Recargué la cabeza en un cojín y cerré los ojos. Acto seguido, extendí el papel que tenía en las mano. Cerré los ojos, respiré hondo y releí por enésima vez el contenido de la dichosa invitación.
Estimada Mimi Tachikawa:
Está usted cordialmente invitada a la tercera reunión de ex-digielegidos, que se llevará a cabo el día 20 de Mayo del presente año, a fin de que celebremos estas fiestas y el gusto de reunirnos nuevamente. Estarán presentes los pertenecientes a la primera y segunda generación, pues hemos de recordar que con ellos crecimos e hicimos los lazos de amistad más fuertes.
Es de nuestro conocimiento que usted no ha podido asistir a las pasadas reuniones por diversos motivos, pero se le pide atentamente que considere esta invitación. La reunión se realiza año con año a fin de que todos puedan verse y conversen acerca de lo que ha pasado en sus vidas. Muchas personas extrañan su presencia en las reuniones y nos sería muy grato el que acudiera en esta ocasión.
Esperando contar con su apreciable presencia, le enviamos nuestros calurosos saludos.
Atentamente, Comité Organizador.
Dentro de la invitación había una nota escrita con una caligrafía que yo reconocería inclusive a mil kilómetros de distancia: era grande, una extraña combinación entre letra cursiva y de molde, garigoleada hacia arriba y abajo debido a la falta de líneas que guiaran. Ésta decía:
Mimi, más te vale asistir este año. ¡Tengo tantas cosas que contarte! Todos te extrañamos, amiga.
La nota iba firmada por Miyako Inoue, mejor conocida como Yolei, mi mejor amiga japonesa; aunque pensándolo bien, ahora era la señora Ichijouji, pues ya tenía cinco años de casada y justamente esa boda fue mi última visita a Japón. Me ponía muy triste tener que recordar la terrible lucha interna que hice para ignorar mis sentimientos y asistir a aquella ceremonia como la dama de honor principal que era. Tan mal me veía- el dolor del corazón se refleja en todo el ser- que Yolei inclusive me dijo que no asistiera si me sentía tan indispuesta, que ella lo entendería porque me apreciaba más como su amiga que como otra cosa y nunca me obligaría a hacer algo que me pusiera mal. No me arrepentía de haber ido, era mi deber como amiga y estaba gustosa porque era la boda de Miyako, pero no me podía engañar a mí misma fingiendo que fue algo sencillo.
Todo esto me ponía en una encrucijada, puesto que no sabía qué hacer: por una parte, tenía muchas ganas de asistir a la fiesta y de ver a mis amigos, pues hacía mucho tiempo. Quería saber si tenían bebés, si se habían casado, chismes, confesiones, recordar viejos tiempos de amistad… ¡Todo! Sin embargo, el solo imaginar que él fuera a estar ahí, encontrarme con él, tener que verlo o inclusive hablarle me aterraba de una manera que no podía describir. Un conflicto de proporciones mayúsculas era lo que tenía que enfrentar ahora, pues tomar esta decisión era lo más complicado que había tenido que hacer en cinco años.
-No puedo ir.- repliqué súbitamente- Tengo un negocio que cuidar, no puedo dejarlo así como así, mucho menos en esta época del año.
En los últimos años, Tachikawa's Culinary Services, el servicio de banquetes que decidí llevar a cabo desde que era una adolescente, había despegado de manera asombrosa. Empezó con paso firme y seguro al consolidarse dentro de las altas esferas sociales. Cada día los pedidos iban en aumento y la paga que se me ofrecía por mis servicios de cocina era cada vez más alta, por lo que en poco tiempo aumenté el personal, expandí su área e incrementé sus ganancias. Valery es co-propietaria del negocio y se encarga de las finanzas (yo sería un desastre en ese aspecto, por eso solo me dedico a cocinar), aunque se unió hace apenas tres años atrás.
-Mimi, por favor, el negocio va mejor que nunca, puedes tomarte un tiempo de descanso.- me dijo mi amiga en tono de reproche- Aparte, para eso somos dos, yo me puedo encargar de todo mientras tú arreglas tus asuntos. ¡Tienes como mil gente en la cocina! Bien sabes que ellos pueden hacer todo el trabajo que haces tú.
Yo estaba a punto de volverme loca. Ya ni siquiera estaba poniendo atención a lo que me comentaba Valery, sino que todos sus pensamientos iban a mil por hora dentro de mi mente. Qué voy a hacer, qué voy a hacer, qué voy a hacer me decía mentalmente mientras repasaba mis sentimientos, mis temores y mis deseos, todo al mismo tiempo. Eran tantas las emociones, tanta la confusión y la desesperación que sentía dentro, que enterré la cara en uno de los cojines y me pusé a llorar.
Para Valery, ésta fue una señal de alerta. Me observaba preocupada, mientras me mecía hacia adelante y hacia atrás, con la cara bien escondida en el cojín, escuchando mis sollozos desesperados. Se acercó y comenzó a acariciarme la espalda suavemente, a fin de tranquilizarla; la acción comenzó a tener efecto, pues poco a poco el llanto disminuía de intensidad y se convertía en un arrullo suave, pero triste. Tenía tantos años de conocerme y aún se ponía muy nerviosa cuando le tocaba consolarme, pues ella me había visto en mis peores momentos: ella mejor que nadie sabía qué tanto me podía alterar. Continuó acariciándome de manera suave, pero mecánica, la espalda, mientras pensaba en las palabras correctas para decir.
-Meems, cariño…- comenzó Valery, nerviosa- Quiero que te calmes.- levanté la cabeza del cojín, mi cabello castaño estaba revuelto, mis ojos rojizos de tanto llorar, con la expresión triste; miraba atentamente a mi amiga- Esto es algo que tienes que hacer, no pienses que lo haces por él y la verdad es que no está mal que lo quieras hacer por él o cualquier razón, ¿de acuerdo? Lo más importante es que lo hagas por tu salud mental, por tu paz interior, ¿lo entiendes?- asentí con la cabeza; sentía cómo mis ojos parecían querer estallar en lágrimas nuevamente- Es algo bueno para tí, hermosa, ¿está bien? Considéralo las vacaciones que no tomas desde hace cinco años, si así lo quieres ver, yo me puedo hacer cargo de todo. No puedes seguirlo posponiendo, imagínate si algo sucede y ya nunca puedes resolverlo. ¿Lo harás entonces?
Cerré los ojos un momento y fruncí la boca a manera de puchero. Finalmente, asentí con la cabeza mientras finas lágrimas rodaban por mis mejillas.
-¿Qué haría sin ti, Val?- pregunté aún llorando y abrazándola- ¿Qué haría sin ti?
-Ni lo menciones, Meems. Ahora, escúchame muy bien: quiero que le llames a Yolei y le digas que vas a ir, ¿de acuerdo? Te quedan tres días para arreglar todo lo de tu viaje a Japón, no quiero que te preocupes de nada, absolutamente nada que no sea el viaje. Yo me voy a encargar de todo lo referente al negocio, tú tranquila, relajada y sin preocupaciones.- asentí atentamente con la cabeza- Cualquier cosa, me llamas, ¿sale? Me tengo que ir.- dicho esto, se levantó del sillón, tomó sus cosas, me besó en la frente y salió del departamento.
En cuanto escuché que Valery cerraba la puerta, me desplomé en el sillón mientras pensaba en todo lo que tenía que organizar. Por los boletos no me preocupaba, mis padres me habían heredado todos sus beneficios de clientes VIP y los podía conseguir a cualquier hora, en cualquier vuelo y a cualquier parte. En teoría, todo estaba arreglado y por esta razón me puso muy nerviosa el darme cuenta que lo único que restaba de la lista de quehaceres era llamar a Yolei.
Me reprendí mentalmente: Mimí, ¿cómo es posible que te aterre llamarle a tu mejor amiga de toda la vida? Muy mal, toma el teléfono y márcale, no seas una gallina. Respiré profundamente, levanté el auricular del teléfono y presioné los números que memoricé años atrás. Me acomodé en el sillón y esperé pacientemente a que alguien respondiera del otro lado de la línea, mientras escuchaba cada uno de los timbrazos.
-¿Hola?- me respondió alguien del otro lado de la línea, una voz masculina que me parecía familiar.
-¿Hola?- contesté tontamente, pues había esperado un buen tiempo y ya no esperaba que me respondieran- ¿Hablo a la casa Ichijouji?
-Sí.- me respondió la misma voz- ¿con quién tengo el gusto?
-Soy Mimi, Ken.- dije, mientras una sonrisa se formaba en mi rostro, aún y que yo no lo notaba- Mimi Tachikawa.
-¡QUÉ! ¿En verdad eres tú?- gritó él al otro lado de la línea- ¡Juro que no te reconocí, lo siento! ¿Cómo estás?
-No te preocupes, estoy muy bien, gracias. Supongo que ustedes también están muy bien.
-¡Oh, Miya!- exclamó riendo- Por un momento la olvidé. ¿Quieres que te la comunique?
-Si fueras tan amable, Ken.
-Claro, en un momento, Princess.
Ya había olvidado que mis amigos más cercanos en Japón me apodaban "Princess", porque ellos me consideraban una princesa en menor escala. Al principio no me gustaba que me dijeran así, pues me parecía que creían que solo era una niña mimada. Después entendí que lo hacían de cariño y les agradecía que me llamaran de esa manera. Escuché que gritaban ¡YOLEI! y unos segundos después uno de mis alaridos favoritos me decía:
-¿Hola?
-¿Yolei, eres tú?- dije yo, poniendo una sonrisa enorme en el rostro.
-¡MIMI TACHIKAWA, ERES TÚ!- gritó casi dejándome sorda- ¡AMIGA, NO PUEDO CREERLO! ¿Cómo estás?- fue lo único que entendí entre tantos alaridos de mi querida amiga.
-Estoy muy bien, Yolei, gracias. Estoy bastante bien. ¿Tú cómo estás?
-¡Mejor que nunca ahora que me hablaste! ¡Ha pasado tanto tiempo, Princess!
-Te juro que casi olvido que me decían así… en verdad ha sido mucho el tiempo que llevamos separadas. ¿Cómo estás? Ya llevas cinco años de casada con Ken, estoy segura que ya debe haber pequeños pasitos en su casa- dije feliz, imaginándome a los hermosos hijos de mi amiga caminando por todo el lugar. No podía esperar para ir y presentarme como la Tía Meems.
-No, la verdad es que no.- me respondió un poco menos alegre- Te contaré en otra ocasión.- me dijo, recuperando rápidamente el tono inicial- Espero que esta llamada sea para darme buenas noticias. ¿Vienes a la reunión?
-Justamente de eso quería hablarte.- dije tratando de sonar convincentemente alegre- Finalmente voy a asistir.
-¿De verdad vienes?- me contestó mi amiga, casi incrédula- ¡No lo puedo creer! Estaba casi segura que ibas a cancelarnos de nuevo, pero me alegra tanto que vuelvas… ¡Nueva York está muy lejos! Aparte, estoy segura que te hace falta un poquito del viejo Tokio, ¿no es así?
-Sí, no tienes una idea de cómo extraño mi ciudad, pero mi principal razón para ir es verlos a todos ustedes, porque los extraño más.
-Excelente, entonces. ¿Dónde te vas a quedar? ¿Vas a regresar al departamento?
-Sí, me quedaré en el departamento que me dejaron mis padres. Ahí ya tengo muchas cosas, siempre hay gente dándole mantenimiento, entonces debe estar bien.- dije sin inmutarme- De cualquier manera, hay tantas cosas que contarnos que dudo que me saques de tu casa.
-¡Ya lo sé!- dijo mi amiga mientras se reía- Ahora te toca estar en mi casa, porque hace mil años yo prácticamente vivía en la tuya.- eso me obligó a soltar una carcajada, pues recordé varios momentos de esos años maravillosos- Recuerdo que tu mamá dijo que podía decorar el cuarto de huéspedes como yo quisiera, porque ya era parte importante de la familia.- el recuerdo de mi mamá me hizo sonreír, definitivamente la extrañaba mucho, y también a papá.
-Pues solo hablaba para eso. Mejor dejamos los chismes para cuando llegue, ¿de acuerdo? Mañana mismo salgo y nos ponemos a platicar de inmediato. ¡Ya te quiero ver!
-Yo también, Meems, yo también. Entonces, te iré a buscar al aeropuerto junto con Ken, ¿de acuerdo? Mándame un correo electrónico con el número de tu vuelo y dónde arribarás, para no perdernos. ¡Te quiero mucho!
-¡Yo te quiero mil veces más! Adios, Yolei.
-Adiós, Meems. ¡Te espero!
Y colgamos, yo con una enorme sonrisa en el rostro por el hecho de que vería a mis queridos amigos japoneses. Inmediatamente hablé a la aerolínea y en menos de cinco minutos ya tenía reservado mi asiento junto a la ventana; me dieron las indicaciones adecuadas y después me dispuse a hacer mi maleta. Empaqué mis artículos de belleza, de aseo, ropa adecuada para la temporada (aunque en el departamento de Japón tenía una gran cantidad de ropa) y otras necesidades. Le mandé el correo electrónico a Miyako y esperé a que me respondiera, cosa que no tomó más de quince minutos. Cuando todo estuvo listo, decidí relajarme con un buen baño y terminé hablándole a Valery, para contarle como pasaron las cosas.
-¿Val?- dije en cuanto escuché que tomó el teléfono
-¿Meems? ¿Qué pasó, cariño, ya está arreglado todo?- me preguntó con un dejo de preocupación en su voz.
-Sí, salgo mañana mismo para Tokio, tengo que estar allá un par de días antes, quiero estar en ambiente para que no sea tan difícil para mí tener que verlo.- dije, un tanto seria.
-¿Te vas a quedar en el departamento de allá?
-Sí, por eso empaqué un tanto ligero.- respondí viendo las míseras dos maletas y media que llevaba.
-Bueno, Meems, pues diviértete mucho, no te preocupes y sobre todo, arregla las cosas y sé feliz.- me dijo como si fuera mi madre; esas actitudes de parte de mi amiga me divertían mucho, pero ahora las tomaba muy en serio por el hecho de que este asunto era algo importante- Tranquila, que todo va a salir muy bien.
-Gracias, Valery, eres la mejor de las amigas.- dije sonriendo, no podía evitar llevar a cabo esta acción.
-Adiós, Meems, cuídate mucho.
Las dos colgamos y yo me quedé pensativa un buen rato. Ya no quería pensar en nada, en absolutamente nada. Vería a mis amigos, vería a Miyako y me iba a divertir tanto como pudiera, pero esos pensamientos pronto se desvanecieron. De repente, a mi mente llegaron memorias que yo consideraba ocultas, pero al parecer tenían ganas de salir a jugar: salidas, risas, besos…. ¿cuánto tiempo tendría que soportarlo dentro de mí?
Una sonrisa un tanto arrogante, de ésas que te convierten las piernas en barras de mantequilla. Una mata de cabello rubio desordenado y aún así perfecto. Para terminar, los ojos más azules del mundo, con una mirada que helaba a cualquiera…
-Yamato Ishida- murmuré, mientras me quedaba dormida.
¿Qué les pareció? Si les gustó, espero que me dejen un review y si no, también: el punto es que ambas partes (yo como escritora y ustedes como lectores) disfrutemos de esta historia.
Gracias por leer :D
PrincessLunaMadelaineJulia…*
