Primer capítulo de una serie de tres. Candy, esto va para tí, espero que te guste y creo que así será. Después de todo eres una desviada, enferma y morbosa. xD
Disclaimer: Nada me pertence, todo pertenece a Jotaká o en su defecto a Warner BROS.
Dark Gravity, Jun y Laura, muchas gracias por el beteo. Se pasaron. Las adoro.
Draco cerró la puerta con fuerza y mentalmente comenzó a contar, hasta el número que fuera necesario, para no entrar en esa habitación y decirle un par de cosas a Black. ¡Maldito hijo de puta! ¿Un poco de consideración con los demás era, acaso, pedir demasiado?
Caminó hacia la cocina, en busca de algo para beber, tratando de no hacer caso a los gemidos que se escuchaban desde arriba y, por sobretodo, de no hacer caso a la incomodidad que empezaba a sentir en sus pantalones. ¿Qué querían? Cualquiera que escuchase ese tipo de gemidos se calentaría cómo él lo estaba haciendo.
Apretó con fuerza el vaso que tenía en las manos y comenzó a respirar lentamente al escuchar un gemido más profundo que los anteriores; un gemido que le indicaba que Sirius estaba a segundos de correrse.
Llevaba unos meses viviendo con el primo de su madre, específicamente desde que no tenía otro lugar en el cuál vivir, ya que los malditos empleados del Ministerio le quitaron todo. ¿La excusa que dieron? Según ellos, si 'donaba' sus propiedades, podría limpiar un poco el apellido Malfoy. Donar no fue precisamente lo que hizo; más bien esos mal nacidos le arrebataron las propiedades que por herencia le pertenecían y, a Draco, no le quedó más remedio que ir a vivir con el último pariente vivo que tenía: Sirius Black.
Si alguien le hubiera advertido sobre lo que tendría que aguantar al vivir en ese lugar, lo habría pensado dos veces antes de mudarse. El ex-prófugo era desordenado. Dejaba su ropa tirada en cualquier lugar sin importarle nada más que su propia comodidad. Era mañoso, demasiado desvergonzado para gusto del Slytherin y no sabía respetar la intimidad de los demás. ¿De qué otra manera podía Draco explicar esos molestos ruidos? No le interesaba que follara con una puerta, si esos eran sus gustos, pero sí creía que podía ser más discreto en cuando a manifestaciones verbales.
Bueno, sí, le molestaba un poco saber que Black follaba con alguien que no fuera él. Tenía que reconocerlo, Sirius lo calentaba y mucho. Desde que, por casualidad, lo vio salir de la ducha sin toalla ni nada que cubriera su cuerpo, no podía evitar pajearse imaginando que exploraba cada parte de esa anatomía. Imaginaba sus manos recorrer el pecho, la espalda, las piernas y el culo del dueño de casa. En sus fantasías, siempre se detenía un poco más en el culo y dejaba que sus dedos se colaran por aquella hendidura que lo hacía jadear cada vez que la imaginaba… ¡Pero, por Merlín! Draco se pajeaba o follaba, reprimiendo los gemidos o bajando el tono de los mismos y no a oído y paciencia de quién quisiera escucharlo.
Dejó el vaso sobre un mueble y tomó la decisión de vengarse. Oh sí, Sirius Black sabría qué era escuchar y calentarse con los gemidos de Draco mientras éste follaba con otra persona. Giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta, obviamente tendría que salir a buscar a alguien que lo ayudara a realizar su pequeña venganza.
Salió a la calle y se estremeció por el viento helado que le llegó a la cara. Abotonó su abrigo, poniendo especial atención en que no se notara la semi erección que tenía bajo sus pantalones y, cuidando que nadie lo viera, se apareció cerca de Soho; el mejor lugar, según él, para encontrar lo que estaba buscando. No necesitaba recorrer todos los locales del lugar. Hacía tiempo que tenía su favorito, así que se encaminó hacia él con esa elegancia que siempre lo había caracterizado. Cuando estuvo frente a la puerta del local, miró al guardia y éste le abrió la puerta sin más; no por nada el joven rubio era uno de los clientes frecuentes, tenían que tratarlo de la mejor manera posible.
Entró y evaluó con la mirada a los hombres presentes. Una cosa era follar con cualquiera y otra muy distinta era conservar su buen gusto. Se dirigió hacia la mesa que siempre ocupaba y esperó a que uno de los garzones le llevara su trago habitual. Después de unos minutos, tenía el trago en su mesa y un muchacho sentado a su lado, el cual hablaba de cosas si importancia para Draco.
Miró al chico en cuestión y decidió que no estaba del todo mal para follar. Se acercó y cortó, con un beso, el estúpido monologo que mantenía el muchacho. Un beso sensual y que dejaba clara las intenciones que tenía el rubio para con él. Lamió y mordió los labios de su acompañante y dejó que su húmeda lengua recorriera el labio inferior, incitando, provocando, tentando por más.
Andrew, así se llamaba el chico, separó los labios y comenzó a explorar, con demasiado entusiasmo y saliva, la boca del rubio. Draco reprimió las ganas de mandar a la mierda al chico por la manera en la que besaba; siempre había estado en desacuerdo con el exceso de saliva en los besos, pero lo aguantaría por la venganza que quería llevar a cabo. Cortó el contacto, miró al muchacho de cabello negro y sonrió de medio lado antes de hablar.
—¿Vamos a mi casa?
El muchacho asintió y se levantaron sin que les importara dejar sus tragos sin beber. Draco miró al hombre que atendía la barra y con un movimiento de cabeza le dio a entender que los tragos debía cargarlos a su cuenta.
Salieron del local y el mago maldijo su suerte. No podría aparecerse, tendría que utilizar la manera muggle para llegar hasta Grimmaud Place. ¡Merlín! Odiaba el transporte muggle. Hizo parar un taxi y luego de darle la dirección al chofer, comenzó a besar nuevamente a Andrew. La noche recién estaba empezando para ellos y, cómo lo veía Draco, prometía mucho.
¿Críticas? ¿Tomatazos? Todo será bien recibido.
