Hola! acá les presento una nueva idea loca que estaba en mi cabeza. Son mis dos personajes favoritos en Glee y que mejor que escribir de ellas, así que espero les guste!

Nota: Los personajes de Glee no me pertenecen.


Escondiendo los Sentimientos:

Capitulo uno:

Quinn Fabray tenía todos los ojos de la escuela sobre ella, en cada paso que daba por los pasillos, en cada movimiento que realizaba o en cada mirada indiferente que daba. Era normal, y ya estaba acostumbrada a que eso ocurriera. Era la capitana de las Cheerios, la presidenta del club de celibato, la novia del Quareback del equipo de futbol y por supuesto la chica más hermosa de la escuela. Pero con ese último pensamiento algo se cruzó por su mente, o alguien para ser más precisos. La que para ella era la chica más hermosa y sexy de la escuela, esa latina que siempre caminaba a su derecha, esa que le producía suspiros con solo una mirada.

Llevaba mas de un año intentando sacarse esos pensamientos de la cabeza, pero cada vez que la miraba, no podía evitar sonrojarse o peor, después de los entrenamientos iban a las duchas y Santana con naturalidad se paseaba en ropa interior, eso sí que era difícil de disimular porque todo su cuerpo reaccionaba. Le daban unas ganas de tomarla y besarla apasionadamente, para que una vez por todas supiera todo lo que sentía.

Pero eso no iba a suceder, no por el momento, tenía una reputación que cuidar, y ya la había dañado lo suficiente con haber quedado embarazada el año anterior y para recuperarla tuvo que hacer algo que le aún le dolía. Todavía le dolía haber traicionado a Santana, acusándola con Sylvester para recuperar el puesto de capitana, había sido algo que la latina no le perdonaba, y cuando la enfrentó, a Quinn no le dolió el golpe tanto como ver el odio que tenía esos ojos color chocolate, ese odio contra ella.

Santana no le dirigió la palabra por semanas, entrenaba en silencio y obedecía las órdenes, aunque eso significaba estar en la base de la pirámide. Su indiferencia eran cuchillos en el corazón de la rubia, quien la buscaba con miradas de disculpa en forma insistente, y solo recibía más indiferencia, esos ojos café ámbar, se habían transformado en solidas murallas de hielo imposibles de cruzar.

Pero con el tiempo las cosas fueron mejorando, al parecer Brittany había intervenido a su favor para que volvieran a ser ese trio inseparable. No le gustaba la idea de deberle algo a la bailarina, porque siempre la había visto como una competencia, notaba las miradas entre ella y Santana, por lo que tenía claro que eran más que mejores amigas, y eso le producía profundos celos. Pero debió dejar eso de lado para poder estar otra vez un poco más cerca de su latina, no era lo mismo, las confianzas estaban rotas, pero ella se estaba esforzando día a día para recuperarla.

-Hola amor-. Dijo Finn abrazándola y dándole un beso en los labios-.

-Hola-. Respondió cortante y separándose de él rápidamente, odiaba sus besos eran tan torpes.

-¿A dónde vas?-. Preguntó-.

-Estamos en escuela…puedo ir a otro lugar que no sea a clases-. Respondió sarcástica, realmente ese chico sí que era idiota-.

-¿Te sucede algo?. preocupado-.

-No…lo siento…sólo que los entrenamientos han estado muy duros y estoy algo estresada, lamento haberte respondido así-. Mintió pero a veces se sentía mal de tratar al chico así, era ella quien no lo amaba él no tenía la culpa de eso-.

-Lo entiendo…la nueva entrenadora también es ruda, pero dice que nos llevara a ganar el campeonato, ¡eso sería súper!-. Dijo emocionado

-Ojala eso ocurra-. Contestó fingiendo interés, pero algo la distrajo, Santana estaba ya en su casillero y no se veía nada bien-.

-¿Te acompaño a tu clase?-.

-Mmm…tengo que hablar algo con Santana antes, sobre las Cheerios, nos vemos en el almuerzo-. Mintió y se alejó de Finn-.

Santana, no había dormido casi nada en toda la noche. Pensando en porque Britt había comenzado una relación con ese estúpido chico en silla de ruedas, y al recordar eso no podía evitar las lágrimas, y esos sollozos se prolongaron por casi toda la noche.

Cuando llegó se miró en el espejo que guardaba en su casillero, tenía unas horribles ojeras marcadas y sus ojos aún se notaban hinchados, intentó aplicarse maquillaje, pero antes que terminara una voz la hiso cambiar su atención a quien le hablaba.

-Hola San-. Saludó amorosamente la rubia-.

-Fabray-.

-¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? ... te ves algo cansada-. Quinn podía darse cuenta que Santana había estado llorando pero no quería ser tan directa, conocía el carácter de la chica y no quería asustarla-.

-Desde cuando te preocupa si duermo o no, estoy bien y te agradecería que si no tienes algo más que decirme, me dejaras sola-. la morena no tan amablemente-.

-Me trataras así por siempre... Sé que te traicione y me arrepiento, pero no puedes perdonarme ya y volver a ser amigas como antes, me preocupas Santana, y todo lo que te pase me importa, ¡no puedes darte cuenta de eso!-. Exclamó la rubia soltando más información de la necesaria-.

Santana la miró fijo por un par de segundos tratando de descifrar si era verdad todo lo que decía o era solo otra de las muchas mentiras de Quinn. No confiaba en ella, no después de todo lo que le había hecho, pero en ese momento necesitaba una amiga, necesitaba que alguien la cobijara en su pecho y le digiera que todo iba a estar bien, aun así no se dejó llevar por esa necesidad y la enfrentó como siempre lo hacía.

-La última vez que confié en ti termine en la base de la pirámide-. Respondió-. Y la penúltima vez te acostaste con el que era mi novio y saliste embarazada, como se supone que confié en ti, Fabray-.

Quinn, no sabía que responder ante eso, Santana tenía razón, cada vez que había confiado en ella, le falló y aunque le digiera que estaba profundamente arrepentida, no era suficiente, ella le debía mucho más que unas palabras de disculpa.

-Sé que no tengo ningún derecho a pedirte que me disculpes, pero de verdad lo siento y sólo espero que en algún momento me des otra oportunidad-. Expresó bajando su mirada-.

Santana se sorprendió por esa actitud, vamos que era Quinn "bitch" Fabray, ella no pedía disculpas, ella no permitía que nunca nadie la viera vulnerable, ella no demostraba ningún tipo de sentimiento, y ahí estaba, bajando la cabeza para demostrar que estaba arrepentida.

-No sé qué te sucede hoy…pero la verdad si te quieres hacer la amable para apuñalarme otra vez por la espalda te advierto que hoy no-. Dijo cerrando su casillero y dándose la vuelta para ir a sus clases.

Quinn se perdió en esos movimientos de cadera que realizaba Santana al caminar, y se maldecía por ser tan cobarde, por no poder rogarle que la perdonara y que le diera una oportunidad, no sólo para ser su amiga, sino para conquistar ese corazón que bombeaba con sangre latina.


Santana caminaba sola por los pasillos de Mckinley. Ya no tenía a esa hermosa rubia con mirada angelical tomando su meñique, sentía que le faltaba su otra mitad, su equilibrio, su alma gemela. Pero debía conformarse, debía darse fuerza y fue cuando otra rubia pero mucho menos angelical llego a su mente, ¿Qué rayos le sucedía a Fabray?, se preguntó, desde cuando se preocupaba por ella, desde cuando estaba interesada en que ella la disculpara, no lo sonaba lógico, no de parte de ella.

Decidió por el bien de su salud mental, no seguir intentado comprende el extraño mundo que era la mente de Quinn Fabray y concentrarse en el resto de sus clases, ya que, aunque fuera dificultoso seguir su día a día en soledad, debía lograrlo.

Las clases pasaron entre evitar el contacto visual con Britt y su nuevo novio y esquivar a Quinn que ese día parecía decidía a molestarla más de normal, a hacerse la preocupada e intentar ser su confidente. Sí, aceptaba que estaba siendo bastante obvia, que no estaba siendo la Santana fuerte que todos conocían, y que sus ojos ya no brillaban como de costumbre, pero ¿Qué hacer si su corazón estaba roto? , como lo disimulaba para que nadie lo notara, en ese momento le parecía imposible, más con unos ojos verde esmeralda que parece que la seguían por toda la escuela intentando descifrarla.

Él Club Glee era la última clase antes de que terminara la jornada escolar, pero también la más difícil para Santana. Ahí aunque lo intentara no podía ignorar a Brittany ni a Artie.

Opto por el último asiento en la corrida de arriba, y fijo su mirada en un punto inexistente, así sería más simple pensó. Intento pasar desapercibida, no quería preguntas porque sinceramente las respuestas no las tenía.

Quinn fue la única que no pudo evitar notar el estado en que se encontraba la latina, era demasiado obvio para ella que algo le pasaba, aunque con Santana hablándole lo justo y necesario, no sabía que era eso que la tenía tan mal, no era común, era Santana López, la chica fuerte, la que no le tenía miedo a nadie, ¿que podría ser tan terrible como para doblegarla?

La respuesta a la pregunta de la rubia, llego o mejor dicho llegaron cuando Brittany y Artie cruzaron la puerta del salón del coro. La rubia de ojos celestes empujaba la silla de su novio, le sonreía y cuando se situaron a donde estaban los demás, ella se ubicó muy cómodamente en el regazo de él. Ahí comprendió todo.

Una mescla de celos e impotencia la embargo, pudo observar como los ojos de Santana se cristalizaban en cuestión de segundos, y como intentaba esconderlo para que nadie se diera cuenta de su pena. Quinn quería ir y abrazarla, no podía comprender como Britt prefirió a Artie, era absolutamente ilógico, nadie podía ser una mejor opción que Santana. Sintió ganas de ir y abofetear a la rubia para hacerla entrar en razón, algo que odiaba era ver a su latina tan triste.

El señor Schuster entró y comenzó a dictar la clase de ese día. Para Santana era como si viera todo nublado y a sus oídos no lograra llegar la información. No escuchaba a nadie, ni veía a nadie, su mente estaba al punto del colapso y sentía como el aire no era suficiente, hasta respirar le costaba.

Quinn por otro lado, la miraba en forma intensa, aunque su novio intentaba llamar su atención, la abrazaba, intentaba besarla, le tomaba la mano, pero se sentía tan ajena a todo eso, nunca la mano de Finn se había sentido tan pesada, era más una carga que un gesto de cariño, era su carga, el precio que pagaba por conservar su popularidad.

Ninguna de las dos estaba atenta a lo que decía el señor Schuster, por lo que sólo cuando sus compañeros empezaron a conversar, entendieron que algo ocurría. El maestro había dado la tarea de realizar una canción en duplas, tenían sólo dos días, era muy poco tiempo, pero lo que tenían a su favor, era que podían elegir con quien querían trabajar. Quinn en un acto inconsciente soltó la mano de su novio y se dirigió hacia cierta latina que no realizaba ningún movimiento.

-¡Hey San!-. Exclamó la rubia para llamar la atención de la chica-.

-¿Qué quieres ahora Fabray?-. desviando la vista

-¿Quieres hacer pareja conmigo para cantar?-. Pidió Quinn en forma amable y sentándose al lado de ella.

-¿Qué pasa con Frankenteen?-.

-Nada…vamos San, dime que sí ¿desde cuándo no cantamos juntas?-. Insistió-.

-¿Desde la audición para entrar al Club Glee?-.

-Eso es mucho tiempo-.

-Está bien-. con desdén la morena quien comenzaba a levantarse-.

Quinn no podía disimular la gran sonrisa que tenía, por fin sentía que estaba avanzando en algo, por lo menos ahora tendría la oportunidad de pasar un poco más de tiempo fuera de la escuela con la excusa de ensayar.

-¿Te parece si nos juntamos hoy a elegir la canción?-. con sus ojos verdes cargados de esperanza.

-Ok. A las 6 en mi casa-. Respondió la morena para luego emprender camino hacia fuera del salón.

-Sii-. Expresó la rubia por lo bajo y haciendo un gesto de victoria, pero un llamado acabó con su estado de alegría.

-Quinn, puedes explicarme porque me dejaste así… ¿supongo que vamos a cantar juntos?-. Preguntó Finn algo molesto-.

-Lo siento, cantaré con Santana-. Respondió y se levantó para irse, tenía mucho que hacer, debía bañarse, decidir que usar, eso iba a ser difícil, no debía ser tan obvio, sólo algo casual, tantas cosas rondaban su cabeza que se veía ida en sus pensamientos-.

-¡Quinn!-. la voz Hudson para llamar la atención de su distraída novia-. ¿Qué te sucede?-.

-Nada…debo irme, más tarde iré a la casa de Santana a ensayar-. Dijo la rubia antes de caminar a la salida, pero Finn la tomo del brazo.

-¿Y con quien se supone que cante yo?-. Le preguntó ya con menos paciencia-.

-No lo sé…con Berry, ella estaría feliz de cantar contigo-. Respondió y subió sus hombros en un gesto que demostraba que no era de su interés lo que él hiciera.

-Pero…-.

-Adiós Finn-. Se despidió fríamente la rubia.

Hudson la miraba incrédulo, si definitivamente él no era el más brillante del universo, pero podía darse cuenta de los cambios que estaba teniendo su novia. La antigua Quinn se erizaba al verlo cerca de Rachel y ahora prácticamente lo estaba empujando a cantar con ella. Había algo más ahí, algo que necesitaba averiguar para no caer otra vez en los engaños de la rubia.

Quinn subió a su auto con aires de triunfo, no sabía ciertamente que quería lograr con eso, tenía claro que no estaba lista para afrontar sus sentimientos, pero el sólo hecho de estar a solas con la latina le causaba emoción, aunque fuera un tonto ensayo que comparten dos casi amigas.

Cuando llegó a su casa, saludó a su madre rápidamente con un grito mientras subía la escalera hacia su habitación. Iba agitada y sentía adrenalina pura correr por sus venas, se metió a la ducha y salió para elegir que usar pero nada la convencía.

Quinn se detuvo un momento y comenzó a reír, estaba actuando como una adolescente es su primera cita, con cero confianza. Y eso no era común, ella era Quinn Fabray, la reina de Mckinley y si quería conquistar a Santana, lo primero era estar segura de si misma.

Decir que dio vuelta su closet en busca de la combinación perfecta, sería un eufemismo, puesto que ya estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa. Había perdido la costumbre, el hecho de llevar el uniforme de las Cheerios durante toda la semana, la había hecho sentir cómoda y segura con él. Después de un largo tiempo miró el reloj y marcaban las 5:15 p.m., no quería llegar tarde, así que opto por algo sencillo pero encantador. Unos jeans ajustados en tonos celestes y una blusa blanca no tan ajustada pero con un escote pronunciado, dejo su cabello suelto para que se pudieran apreciar sus ondas.

Tomó una chaqueta y las llaves de su auto, ya eran las 5:40 y no quería llegar tarde, así que bajo rápidamente y partió rumbo a que lo que sería su encuentro con Santana.

Cuando finalmente estaba al frente de la casa de los López, los nervios volvieron a ella otra vez, sus manos sudaban y su respiración se hiso más agitada, no hay motivo, pensó, había estado ahí cientos de veces. Durante su niñez pasaba más tiempo en casa de Santana que en la suya, le gustaba recordar esos tiempos en donde eran inseparables, donde no existían ni las mentiras ni las manipulaciones, donde ninguna de las dos jugaba a querer ser la reina de la escuela y simplemente tenían una amistad trasparente, hoy no podía lo mismo y eso le dolía.

Respiró profundo un par de veces, y tenía su mano estática sin lograr llevarla para tocar el timbre. Hiso el intento de devolverse pero antes de eso la puerta se abrió como si fuera una señal del destino.

-Quinn-. Saludó Sorprendida la señora López-.

-Hola…-. Respondió algo tímida-.

-Supongo que vienes a ver a Santana-.

-Sí…tenemos que ensayar una canción para el Club Glee-.

-Entonces pasa, yo tengo que salir, pero San está en su habitación-. Expresó amablemente la mujer-.

-Gracias señora López-.

Quinn entró y todo el lugar le parecía tan familiar, era una casa espaciosa y elegantemente decorada por la madre de Santana. Sabía de memoria el camino hacia la habitación de la latina, aunque hubiera pasado tiempo de que no estuviera ahí, era algo que nunca podría olvidar.

Tocó la puerta antes de entrar, suavemente y con delicadeza, pero nadie le contestó al otro lado, volvió a intentarlo, pero después de unos minutos ya sin recibir respuesta, optó por abrirla con cuidado y la imagen que vio ante sus ojos le apretó el corazón. Siguió avanzando para verla más de cerca.

Santana estaba recostada durmiendo en posición fetal, con sus ojos cerrados y su cabello suelto. La almohada que sujetaba tenía claras machas húmedas de lo que presumía la rubia había sido lágrimas que también se evidenciaban en el corrido maquillaje de su hermoso rostro. Se veía tan vulnerable, que le daban ganas de abrazarla fuerte y cuidar de ella.

Cuando se sentó al borde de la cama, noto que había una fotografía en la otra mano de Santana. Con cuidado la sacó para ver de qué se trataba, aunque para sí misma tenía bastante claro de que podría ser. En la imagen se podía apreciar a dos chicas vestidas de porristas, una rubia y una morena que estaba muy cerca la una de la otra, con una amplia sonrisa, esa sonrisa que Quinn podía definir de sincera por parte de Santana y no las que solía compartir a diario. Los celos estaban ahí otra vez, desearía ser esa rubia, que alzaba sus brazos por el cuello de la latina y a quien ella sostenía fuertemente por la cadera, lo desearía, pero claramente no lo era.

Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, fue acercándose cada vez más, hasta que recostó su cuerpo muy cerca del de Santana y comenzó a acariciar su cabello con dedicación, la quería tanto, tanto que dolía. La latina seguía dormida, pero como reacción inconsciente fue acercándose más, y abrazo a la rubia acurrucando su cabeza en el pecho. Quinn pudo sentir como el aroma de Santana inundaba cada parte de su ser, y el calor de sus cuerpos tan unidos le daba una sensación de tranquilidad que nunca antes había experimentado, por lo que se fue dejando llevar y pronto ya sus ojos también estaban cerrados.

Despertó desorientada con un ruido y el frío que provoco sentir que ya su latina no estaba cerca. Sintió una mirada intensa que la observaba con curiosidad y en busca de una explicación.

-¡¿Que se supone que estás haciendo aquí?-. Exclamó la morena entre molesta y confundida-.

-Yo…vine…a…ensayar-. Balbuceo la rubia nerviosa-.

-¿Y como se supone que terminaste en mi cama abrazándome?-. Preguntó con sus brazos cruzados y frunciendo el ceño-.

-Mmm-. Quinn no tenía una excusa por lo que no tenía más opción que decir lo que había pasado-.

-Respóndeme Fabray-.

-Tú mamá me dejo pasar, entonces yo toque muchas veces tu puerta y como no abriste decidí entrar, y estabas durmiendo, así que me recosté a esperar que despertaras y creo que tú me abrazaste, y también me quede dormida, tampoco es para que lo tomes tan mal-. Explicó la rubia levantándose y sentándose en el borde-.

-Yo sólo me sorprendí de verte-. Expresó bajando el tono-.

-Lo siento, no quise asustarte, pero no me quise ir antes porque no te vi bien…me quieres decir porque estuviste llorando-. Preguntó aunque ya tenía clara la respuesta-.

-Ese no es tu asunto, hace mucho tiempo que tú y yo no somos amigas, ni siquiera sé porque acepte hacer este estúpido dúo contigo-. Exclamó a la defensiva-.

Quinn, la conocía y sabía que cuando tomaba esa posición tan defensiva era porque tenía miedo a revelar algún tipo de sentimiento, por lo que se levantó y se acercó lento, hasta tomar ambas manos de una sorprendida Santana.

-Te conozco lo sabes, aunque intentes mentirme y decirme que todo está bien yo sé que no es así…yo…encontré una fotografía tuya y de Britt, ¿Pasó algo con ella?-.

-¡Ya te dije que no es de tú incumbencia!-.

-¡Ya basta con eso!-. Alzó la voz la rubia-. Estoy cansada que me sigas haciendo a un lado por errores que cometí en el pasado, ¡cuántas veces te tengo que decir lo arrepentida que estoy!-.

-Yo…

-Yo quiero estar aquí para ti, sé que me necesitas aunque no quieras reconocerlo, sé que lo estás pasando mal y por mucho que lo intentes a mí no me lo puedes ocultar… ¡Diablos Santana porque tienes que ser tan orgullosa!-. Expresó la rubia-.

-A ti porque te importante tanto lo que me pase, antes nunca lo hiciste, porque ahora Quinn-.

-Porque soy una idiota y cuando te alejaste me di cuenta lo importante que eres para mí-. Confesó-.

-¡Tú también eres importante para mí!-. Respondió bajando la mirada la morena, sus palabras no pudieron más que sorprender a la rubia-.

-¿Es en serio? ¿Pensé que me odiabas?-. Dijo con sus ojos verdes más brillantes que de costumbre-.

-Nunca te odie, sólo estaba enojada, se supone que somos amigas Q, no tendrías que haberme traicionado, no tú, porque con cualquier otra simplemente le hubiera partido la cara, pero contigo es diferente, tú hiciste que doliera-. Confesó también la morena-.

- Nunca más te haré daño… confía en mí y dime que pasa entre Britt y tú, no soy estúpida San, he visto como en los últimos días ya prácticamente no se hablan-.

-No voy a hablar de eso…yo…nada pasa-.

-No me sigas mintiendo-. Presiono la rubia-.

-¡Lo dice la experta en mentir!-. Atacó la morena nuevamente-.

-¡Yo no estoy mintiendo ahora!...sólo quiero que estés bien-.

-¡Eso no depende de ti!-.

-¡No depende de mí porque no eres capaz de ver más allá de Brittany!-. Exclamó Quinn sin darse cuenta bien de lo que estaba diciendo-.

-¿Qué rayos quieres decir con eso?...Britt…es mi mejor amiga-. Tartamudeo la morena-

-Claro…por eso te afecta tanto verla con Artie, te estás mintiendo a ti misma Santana-. Dijo Quinn distanciándose de Santana-.

-¡Tú no entiendes nada!...Es algo entre ella y yo-. Se defendió-.

-¡Por supuesto siempre es entre ella y tú!-. Contestó dolida-. Es mejor que me vaya, no quiero seguir discutiendo, no vine a eso-.

-No te vas hasta que me explique que es todo esto-. La tomó con fuerza del antebrazo-. Porque toda esta escena Quinn-.

Quinn la miro con sus profundos ojos verdes y por primera vez tenía una real oportunidad de sincerarse con Santana acerca de todo lo que sentía. Intentó ver más allá de esos hermosos ojos color chocolate, pero no le decían nada. Respiró profundo, equilibro los riesgos y se dispuso a tomar una decisión.

-Porqué…yo…-.


Si llegaron hasta acá es porque le dieron la oportunidad a la historia, ojala le haya gustado y espero sus comentarios!...

pd: A todas mis lectoras/es de "Sanando el Corazón", no desesperen estoy terminando el capitulo y lo publicaré a más tardar mañana!

Saludos, Dany.