The walking dead no me pertenecie, ni me perteneció ni me pertenecera (¡demonios!) un nuevo one shot para la colección
Beth estaba sentada en la pasto conversando con Maggie y Sasha, los hombres ayudaban a Rick y su papá con la tierra, más allá estaban otros trabajando en las rejas de la prisión. Las tres habían tenido una intensa mañana de trabajo pero ahora tomaban su descanso mientras contemplaban a otros trabajar.
Daryl se movía de un lado a otro al llevar la leña al pequeño techo que tenían para evitar que se humedeciera. Maggie en ese momento vio a Zach quien le hizo un guiño a Beth y siguió su camino con cubetas de agua para Rick.
—Ese niño tiene una inclinación por ti— se burló divertida su hermana.
Beth negó con la cabeza —Es atractivo a su manera pero lo que enamora a una chica son los detalles, por lo menos a mí no me importa quién sea esa persona ni como sea si es tan detallista que me haga suspirar—. Mencionó Beth muy emocionada.
Sasha y Maggie comenzaron a reír al mismo tiempo —Eres una romántica de lo peor y eso es malo en el apocalipsis—. Dijo Maggie.
— ¿Que se podría encontrar de detalle para ti, si lo que puede hacer es cortar cabezas de caminante? — cuestionó Sasha.
Beth se levantó del piso molesta —Tienen una mente muy cerrada —. Aunque estaba molesta porque no quería darles la satisfacción de que fuera cierto.
—Solo bromeamos— dijeron ambas.
Beth estaba triste porque ellas tenían razón: no iba a ver chocolates, ni cenas románticas a la luz de las velas o cosas parecidas porque todo eso había acabado. Beth se acostó en su cama y dejó que en sus sueños fuera a su baile de graduación, saliera con un chico tan apuesto como un actor de cine hasta que la realidad le reclamara.
Con el paso de los días esa conversación se le olvidó, volvió a su vida cotidiana charlando, con sus deberes y sus actividades. Estaba ahí alimentando a Judith cuando Patrick y Carl se sentaron en la misma mesa, Carl le dio un saludo antes de sentarse con Patrick para repartir el botín que Michonne amablemente había traído para él: paletas, chocolates, caramelos…
— ¿Quieres algo Beth? — le ofreció Carl antes de iniciar la repartición.
Beth observó todo con cuidado, cogió una paleta luego de dar las gracias, Patrick sonrió —No saben cómo extraño el helado—.
Los otros asintieron en la compresión, Beth rio bajito —Yo extraño las bolitas de fuego, era ese dulce que picaba muchísimo, mis ojos lloraban y terminaba tomando un litro de agua pero amaba esa sensación de picor—.
—Bueno, antes eran difíciles de conseguir porque no cualquiera estaba loco para esa tortura (y no digo que tú lo estés) pero ahora esas cosas ya ni deben existir— dijo Carl con una sonrisa —Le diré a Michonne que si ve algunas las traiga—.
Luego de esa charla, un día de carrera, Beth se encontró en su habitación unas cuantas bolitas picantes con una flor en la mesa de su habitación. Ella sonrió y fue hasta la habitación de Carl para darle las gracias pero descubrió que él no había hecho nada porque ni siquiera había tenido tiempo para hablar con Michonne.
Beth volvió a su cuarto con la duda y aunque le preguntó a Glenn si él había traído eso, nadie supo decirle lo de los caramelos. Con el tema olvidado las cosas siguieron su curso, un día una tormenta azotó la prisión y con ella también llegaron pequeñas bolitas de hielo, el granizo iba a matar los brotes que su padre y Rick trabajaron tan duro.
La gente salió con lo que necesitaban para proteger las plantas, Beth iba permanecer adentro de la prisión hasta que un rayo se estrelló en la casa de los puercos. Ella junto con Karen fueron a la choza para salvar de las destrozos a los animales y tranquilizarlos mientras otros mataban caminantes en las vayas porque el trueno había atraído a varias docenas.
Una vez que tranquilizó a los animales y ponerlos en un lugar más seguro (llenándose de lodo en el proceso) fue a las vallas y con la llegada del amanecer la calma volvió a la prisión con la satisfacción de estar todo bien. Sus dientes castañeaban por el frío que sentía mientras su cuerpo tan lleno de lodo de la cabeza a los pies le dolía por el esfuerzo.
Todos quería bañarse así que comenzaron a dar turnos, Maggie ofreció a Beth compartir su baño y la rubia acepto, uno de los chicos sonrió diciendo algo de convertirse en toda una fantasía pero no volvió a repetirlo cuando Daryl que estaba pasando por ahí le dio un golpe en la cabeza por la grosería y después por Glenn que al escucharlo fue a darle otro.
Las dos fueron por su cosas para el baño, las dejaron ahí y salieron de nuevo para buscar jabón porque ninguna tenía más, al volver se dieron cuenta que tenían agua caliente en su bote, un verdadero lujo dadas las circunstancias pero ambas disfrutaron ese pequeño placer. Al salir se reunieron con Glenn en la mesa donde servían café para calentarse.
—Gracias por el agua caliente amor— dijo Maggie con un besó en la mejilla para su esposo.
— ¿Ustedes tuvieron agua caliente? Que lujo pero no fui yo. Lo siento, creo que alguien se equivocó— contestó algo apenado Glenn.
Beth volvió a su habitación pensando en su ángel del agua caliente que posiblemente había evitado un resfriado a ellas dos.
O eso pensó Beth hasta que se despertó esa tarde con dolor de garganta, fiebre, dolor en el cuerpo y tos. Su padre fue para revisarla con el doctor, le dieron las medicinas que necesitaba para aliviarse. No era nada grave pero necesitaba descansar para recuperarse, su padre se quedó unas horas a su lado por si la fiebre aumentaba.
—Quisiera un caldo de pollo como el que hacía mi mamá cuando me enfermaba, con zanahorias y limón— dijo Beth a su padre antes de tomarse la medicina que le hacía dormir.
Con el paso de los días Beth tenía objeciones a la hora de comer porque todo le sabía horrible y eso le era una tortura, normalmente se lo comía de mala gana pero ese día solo quería lanzar la comida a la pared, en su lugar prefirió no comer y dormir, más tarde ella fue despertada por Maggie quien con una sonrisa le ofreció un caldo de pollo con zanahorias. Beth devoró con gran placer mientras su hermana sonreía.
— ¿Pero cómo consiguieron el pollo? — dijo Beth con una amplia sonrisa luego de tan buena comida.
—Daryl encontró pollos cuando fue de cacería, se veía tan gracioso caminando con su saco y caja de cartón con los animales gritando como locos por el miedo— contestó su hermana.
Beth pensó que era una coincidencia pero días después, cuando la enfermedad había desaparecido la joven volvió a sus actividades y ese día fue con los niños a ver las gallinas y todos los pollitos que Daryl había traído con él.
Ella cogió un pollito y luego de besarlo lo pasó a los niños para explicarles cómo se trataban los animales o como darles vacunas, Carol apareció unas horas después cuando los niños solo jugaban en el patio.
— ¿Todo bien? ¿Cómo te sientes? —pidió la mujer.
—Bien, después de ese caldo de pollo soy como un roble— contestó Beth muy sonriente.
Carol sonrió —Me alegro mucho y estoy segura que Daryl estará muy feliz por eso—.
— ¿Por qué Daryl? — exclamó ella.
Carol se mordió la lengua al darse cuenta que había dicho algo indebido, trató de cubrir sus palabras con una frase pero Beth siguió insistiendo e insistiendo hasta que descubrió que las agradables situaciones de los últimos días habían sido obra de Daryl.
Y si Daryl pudiera hablar tan fácil de sentimientos en primer lugar no estaría en esa situación, él estaba enamorado de Beth. No sabía desde cuándo pero lo estaba, al principio no había sido problema pero luego con la aparición de Zack y la insistencia de conquistarla Daryl había empezado a dormir menos además de enojarse con mayor facilidad.
Entonces Beth había dicho lo de los detalles, Daryl había escuchado sin darle importancia pero cuando había escuchado sobre las bolitas picantes había terminado en un supermercado revisando hasta la última caja para encontrarlos, se sentía muy tonto por hacerlo pero el punto es que lo había hecho.
Luego pasó lo mismo con el agua, había visto a Beth trabajar tan duro y la había visto castañear, temblar que fue directo a la cocina para calentar el agua. Carol se había dado cuenta y le había ayudado a llevarlo a donde Beth se bañaría sin pedir explicaciones. Cuando Beth se había enfermado Daryl estaba de un humor que ni el mismo se comprendía, había escuchado sobre el caldo de pollo pero se prometió no seguir cumpliendo con las cosas que la niña quería… hasta que vio que no quiso comer.
Entonces había terminado en una granja abandonada persiguiendo gallinas hasta muy tarde, al volver y darle los animales a Carol sabía que no se iba a escapar de su interrogatorio pero todo había valido la pena cuando vio a Beth más recuperada con el paso de los días. Carol había sido tan insistente esa misma noche durante la guardia que Daryl pateó la pared de rabia.
—Ya déjame en paz, me encanta Beth ¿Estas satisfecha? ¿Y porque carajos tengo que andar respondiendo esto? — dijo mientras se movía de un lado a otro.
Carol le había sonreído —Bueno ahora solo tiene que decirle —.
— ¡Claro que no! Ya vete de aquí — le dijo Daryl con la cara roja.
A partir de ahí no había hablado mucho con Carol no porque estuviera enojado sino porque estaba muy avergonzado pero eso pasaba ahora. Cuando llegó se sentó a cenar como el resto pero con el olor en la cocina supo que lo que hubieran hecho tenía orégano (con lo que odiaba el orégano) y no iba a comer muy contento. Nunca se había quejado de eso porque no quería ser quisquilloso con la comida pero odiaba el orégano en secreto.
Beth puso el plato frente a él y cuando Daryl lo probó se desconcertó al descubrir que no había orégano en la comida, se alegró por su buena suerte y siguió comiendo sin pensar en ello. Días después luego de una tarde en el sol infernal se fue a bañar a pesar que la piel le ardía como si lo hubieran azotado, tiró el agua que tenía con la llave improvisada y en lugar de sentir el dolor en la piel tuvo una tranquilizante sensación que le envió escalofríos así que se dio cuenta que alguien había colocado algo en el agua para tranquilizar la piel lastimada.
Luego del baño, también ocurrió que él había dejado toda su herramienta para trabajar en la moto, al volver de la carrera estaba agotado pero tenía que acomodar todo en su lugar, al entrar en su pequeño garaje descubrió que todo había sido acomodado y nadie entraba ahí desde que él había gritado por limpiar el lugar dejando todas las cosas en lugares que él no ponía. Lo sorprendente es que además de limpiar habían dejado todo en el lugar al que Daryl le gustaba con una precisión milimétrica que asustaba.
Daryl había ido con Carol para ver quién era su ayudante secreto porque una vez había podido ser coincidencia pero las demás no, la mujer le dio una risita picara mientras respondía —Beth—.
— ¿No le dijiste verdad? — pidió él tan alarmado que hasta la propia Carol sintió angustia.
—Solo le dije que tú le habías traído las gallinas, que era por ella— contestó con pena la mujer por su indiscreción.
Daryl no había dormido por tres días gracias a las palabras de su amiga, Beth estaba pagando sus atenciones y no quería que sintiera que era su obligación, por tres días evitó a las dos mujeres porque no sabía qué hacer con ellas. Esa noche volvió a su habitación y encontró un par de galletas de chocolate y de inmediato supo que eran cosa de Beth porque podía reconocer el sabor de su comida donde fuera.
Salió de la celda con el plato en las manos, llamó a la Beth muy despacio y cuando se le permitió pasar la vio leyendo un libro, con cuidado puso las galletas en la mesa así que Beth dejó de leer para ponerle atención. Daryl se movió un poco inquieto.
—Ya no tienes que hacerlo. Ser amable conmigo. No me debes nada— dijo.
Beth ladeó la cabeza con una sonrisa dulce —Tú tampoco me debes nada. Se hace porque se quiere ¿Cierto? —.
Daryl asintió con la cabeza —Pero no quiero que malinterpretes—.
—Al principio no me había dado cuenta pero cuando Carol me dijo me puse contenta— ella se levantó de su cama.
Daryl vio como ella se acercó y colocó el libro al lado del plato de galletas, muy cerca de él, su proximidad nublaba su juicio mientras que su corazón no parecía querer frenar su latido acelerado. Beth le dio una mirada tierna aderezada con picardía, su sonrisa se extendió y a pesar de que Daryl sabía lo que venía no la detuvo.
Ella de puntitas atrapó su rostro con sus manos y le besó suave, lento, torturante pero exquisitamente. A Daryl se le olvidó todo lo que iba a decir o pensar sobre Beth, en su lugar dejó que su lengua desbocada atrapara la de Beth, que sus labios se sincronizaran y que la agonía que era ese beso fuera tan satisfactoria como sus sentimientos querían.
Beth se separó de Daryl con la misma emoción — ¿Tenemos que hablar de esto o las señales de cada uno han sido bastante claras? —.
Daryl sonrió —Quedaron bastante claras—.
FIN
Uf, estoy algo frustrada con la pagina porque el día miércoles al subir mis trabajos algo ocurrió no sé si en mi pagina o en mi internet-lap top o qué, el punto es que borró una de mis historias y algunos comentarios de otras porque no los encuentro por ningún sitio a pesar de que sale la notificación en mi e-mail. Lamento que ya estos capítulos no tengan las dedicatorias. Saben quienes son ustedes y eso no se va a borrar.
Voy a tardar en responder en lo que se arregla de nuevo así que un poco de paciencia.
