Advertencias: Secuela de "Nueva infancia" y precuela de "Para no olvidar"
IMÁGENES EN MOVIMIENTO
Aquella
tarde de verano, llovió como no llovió en años en Tomoeda.
También, fue aquella tarde en que en esa colina Tomoyo discutió con
Eriol de un modo que jamás lo había hecho. Por primera vez, ella
pensó en dejarlo todo, y por primera vez él sintió el miedo de ser
abandonado por alguien. Ella se echó a llorar en medio de la lluvia
y el barro, y él, por amor, prefirió quebrar un par de reglas en
vez de dejarla sufrir.
Decidió decirle, más bien explicarle,
mucho de lo que Clow siempre supo que pasaría. No todo, pero lo
suficiente como para que ella entendiera su comportamiento distante
ante la muerte de Sakura y su hijo. Tomoyo se calmó un poco, y se
sentó bajo el gran árbol de cerezo. Ella y Eriol hablaron largo
rato de muchas cosas, entre ellas de algo que normalmente nunca
discutían.
-¿Cómo es?
-¿Qué cosa?
-Tener los
recuerdos de Clow.
-Es… como una de tus películas. Puedes ver
el registro de lo que ocurrió, pero no puedes ver las impresiones
que tuviste en aquel momento, ni lo que esas cosas o personas te
hicieron sentir. Son solamente imágenes en movimiento…
Tomoyo
guarda silencio, él sigue hablando.
-Cuando Clow murió,
solamente me transmitió sus poderes y los recuerdos necesarios para
activarlos. Sin embargo, no sé más que tú sobre sus pensamientos o
sus sentimientos… Hay cosas que Clow decidió mantener en privado,
incluso de mí.
Eriol observa los pétalos de cerezo
desparramados sobre la hierba. Su esposa lo observa a él. Con los
años de convivencia había aprendido a entender ese gesto de
preocupación encubierta, ese gesto de soledad no demostrada, pero
igual de dolorosa.
-Sin embargo… con el paso del tiempo muchos
recuerdos han sido reemplazados por las memorias de los sentimientos
y vivencias de esta vida. Día a día, esas imágenes se van
difuminando hasta que llegue el momento en que no recuerde nada de lo
referente a Clow.
Tomoyo Hiragizawa levanta la vista al cielo,
lentamente comienza a limpiarse y aparecen las primeras estrellas del
crepúsculo. Ella se recuesta sobre el regazo de su esposo, y
susurra:
-Perdóname.
-¿Por qué?
-Por no saber
entenderte lo suficiente…
Eriol acaricia el largo cabello de su
esposa; en realidad nunca había esperado que entendiese algo. Más
bien solía pensar que si habían sido felices tanto tiempo, fue
porque Tomoyo sabía lo suficiente como para aceptar que existe lo
sobrenatural, y lo suficientemente poco como para entenderlo. Más
que su belleza, su ternura o su inteligencia; su inocencia hizo
siempre de ella su dama perfecta.
Y él, que conocía
perfectamente el alcance que podían tener las palabras en el destino
de una persona; mejor dicho, aún sabiendo lo que las promesas ataban
incluso más allá de la misma vida, pregunta:
-Tomoyo, si yo me
fuera… ¿me extrañarías?
El tono en su voz preocupa a la
mujer de ojos amatista.
-Por supuesto que sí, ¿por qué me
preguntas eso?
-¿Y si yo muriera… me tendrías en tu memoria?
¿O solamente me convertirías en una imagen en movimiento?
-¡Claro
que no! ¡Yo te recordaría por siempre! ¡Nada de mi amor cambiaría,
aunque pasaran mil años!
-Entonces… creo que no tengo nada de
lo que preocuparme.
Esa fue una de las últimas
conversaciones entre ellos dos.
Fue allí también, en aquella
colina en donde a las Mokonas les gustaba jugar, que el sacerdote y
Tomoyo subieron para darle el último adiós a Eriol.
Muy pocos
asistieron al funeral, muy pocos estaban en condiciones de hacerlo;
pero la reciente viuda sabía que de algún modo todos sus amigos
estaba allí. Tomoyo se acerca a la lápida y pintó con tinta roja
el nombre de su esposo, el cual permanecería así hasta el momento
que a ella también le tocara reunirse con él en la otra vida.
Pero, para su desgracia, ella ya sabía lo suficiente como para
entender que quizás eso nunca ocurría.
Fue en ese entonces que
en su cabeza comenzó a formarse la idea de que tal vez no tuviera
que ser así, que la muerte y la distancia no tenía porqué
separarla de aquellos que ella amaba.
Entonces la viuda
Hiragizawa se puso al resguardo del árbol de cerezos, y le juró a
la memoria de todos los que se habían ido que dedicaría todos los
días de vida que le quedaran a hacer que ese adiós no fuera
definitivo. También entendió que para cumplir ese objetivo, le
esperarían largos años de sacrificio y aislamiento, hasta que
encontrase la forma de volver a verlos.
Alza la vista hacia la
copa del árbol, sintiendo que su vida ha cambiado de modo
irreversible, pero no le importa. Toca la madera del árbol más
anciano de Tomoeda mientras las lágrimas recorren su cara; jurándole
a todos aquellos que ella amaba y se habían ido que pasase lo que
pasase, no los iba a olvidar jamás.
Febrero
de 2009
Hola
a todos, una vez más otro fic de Tomoyo y Eriol, una pareja que en
realidad empecé a escribir para entrar en un concurso de fics y a la
altura de hoy se me ha vuelto mucho más interesante. Como habrán
podido ver, la vida de Tomoyo no está muy feliz que digamos. Antes
de que me odien, quiero decirle que esta es la precuela de mi nuevo
fanfic "Para no olvidar", el cual será crossover con XXXHolic.
Transcurre unos ocho años después, con Tomoyo volviendo a Japón
para conocer a Watanuki, el chico por el cual Sakura sacrificó su
vida y este fanfic viene a ser un punto de unión entre lo ocurrido
en Nueva infancia (aunque no es imprescindible para entender la
historia leerlo) y el nuevo fic. A su vez hay otra precuela, Árbol
de Cerezos, en la sección de Holic. Pueden ver más detalles de la
historia en mi blog Making the fic (ver en mi perfil la url)
Como
otro dato, les cuento que parte del espíritu de esta viñeta está
basado en una canción de Suga Shikao, Manatsu no yoru no yume, la
cual pueden escuchar en la version de esta historia en mi LJ (lo
siento aquí no puedo poner links)Si bien el tema es el ending del
live action de Death Note, creo que le pega mucho a Eriol.
Un
abrazo enorme y nos estamos viendo.
Vicky
Yun Kamiya
