Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Aquí un one shot (o two shot?). Una locura así ricolina. Este fic lo venía desarrollando hace varios días, y al fin lo pude terminar, creo, jaja, todo depende de lo que me digan ustedes, pero tiene 23 páginas y ya no daba paga agregarle nada más. Un Eren completamente despreocupado y que va por lo que quiere, oh yeah. Espero se diviertan, yo lo hice. Me dicen que les ha parecido con un review?
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son del maquiavélico Isayama Hajime, que se pasa con los artes oficiales y hace que mi cabecita explote.
Advertencias: R18, lemon muy detallado, ya saben como me gusta, de manera que a los que no les guste la temática, están a tiempo de dejar este fic y buscar otro. Ya saben, arena, no, gracias.
Nota:Luna de Acero escuchando reggaetón? Es el fin del mundo? Probablemente, solo digamos que fue una especie de experimento social, eso. Bueno, usé dos temas, por si los quieren escuchar, el primero de Maluna feat Anitta, se llama "Sí o no", y el último, de Luis Fonzi feat Daddy Yankee, se llama "Despacito".
Dedicatorias: A MI QUERIDA NANA RAL, AQUÍ ESTÁ POR FIN, ESPERO TE GUSTE, Y PARA MI QUERIDA NANAO HIMURA, GRACIAS POR VOLVER! TEN PACIENCIA QUE EN ESTOS DÍAS CONTESTO TODOS TUS PRECIOSOS REVIEWS, GRACIAS!
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"No soy lo que me ha pasado.
Soy lo que decido ser"
Carl Jung
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-: ¡Joder! Tch – cruzó los brazos mientras miraba fastidiado el humo negro saliendo de su formidable Audi A5 Cabrio descapotable color negro. Eso no era nada bueno, y ni digamos el hecho de que los repuestos eran del exterior ¿Qué carajos le había hecho Erwin a su amado auto? Le iba a arrancar todos los pelos de las cejas… uno por uno… y más le valía pagarle el arreglo.
-: ¡Cejas de mierda! – dijo apenas el otro atendió su llamado.
-: Ooouhhh, buenos días para ti también, ¿a qué debo tan bonita forma de llamarme?
-: ¡Arruinaste a mi bebé! – le dijo encabritado. El rubio suspiró.
-: ¿Te refieres al Audi?
-: ¡Dijiste que ibas a cuidarlo, cabrón! Tiene el maldito motor fundido, ¡fundido! ¿Qué carajos hiciste este fin de semana?
-: Ya tranquilo, me encargaré de la reparación, no te ofusques.
-: Y ahora por tu culpa llegaré tarde al consultorio, ni siquiera sé adónde mierda pedir un taxi.
-: Toma el bus, Levi, pasa a dos cuadras de la casa y te deja en la esquina del consultorio.
-: ¡Ni de coña!
-: Ya, no reniegues, es demasiado temprano, yo me encargaré de todo, pensé que no era nada serio, lo siento. Pero eso llevará un tiempo, creo…
-: Te odio.
-: Mira, tómalo como una terapia, alguna vez tienes que empezar a hacer algo respecto a tus traumas, ve y toma el colectivo como la gente normal, no te vas a morir, y si lo haces llevaré flores a tu tumba todos los días, lo prometo.
-: ¡Muérete cejas de ogro! – dijo antes de colgarle. Cogió su maletín y se persignó antes de dejar su siempre limpio e inmaculado hogar.
Salió a la calle, porque no tenía números de taxis a mano y la hora avanzaba, vendrían los de la grúa por la tarde a buscarlo para llevárselo para las reparaciones que, vaya-uno-a-saber-cuando, lo iban a dejar listo. Se percató que efectivamente a dos cuadras pasaba el colectivo, ni modo que tendría que tomárselo, al menos por ese día, luego ya arreglaría algún medio para volver.
Comenzó a caminar y luego empezó a pensar en todos los gérmenes que debían tener los pasamanos, en las cientos y cientos de personas que a diario ponían sus mugrientos traseros en los asientos… y ya a una cuadra de la parada empezó a sentirse algo descompuesto. Intentó no mirar a su alrededor como si estuviera pisando la superficie lunar. Pero no podía evitarlo, Levi era curioso por naturaleza… y antisocial… Sabía que tenía un trastorno que venía de la infancia, más precisamente de un cumpleaños de un pariente en donde en la piñata le cayeron todos los mocosos encima, él tendría unos cuatro años, lo lastimaron por unos cuantos caramelos de mierda y además aspiró el papel picado que caía de la misma y casi se ahoga. Por lo que ahora ver gente amontonada le daba náuseas, hiperventilación y muchos nervios al punto que le hacía sudar las manos. Se sofocaba y venían todos esos recuerdos torturando a su mente y haciendo que casi se desmayara. Pero a esa hora había poca gente, por lo que esperaba que no se llenara ese vehículo infernal. Mientras se le ocurrían un millón de nuevos insultos en su cabeza para el rubio cabeza de calabaza hueca, vio llegar al colectivo.
Cuando subió se encontró con el primer problema, ya los choferes no cobraban el boleto como antes, había en su lugar una máquina por la cual la gente pasaba una tarjeta magnética y les cobraba el viaje de forma automática. Santa escoba de paja. ¿Qué carajo?
-: Buenos días – sintió una voz provenir de su costado y sus ojos chocaron con dos ojos verdes mar y una piel dorada que le daban un interesante marco, joder, ¿quién hacía la selección de personal para esa empresa? Quería ir y felicitarlo personalmente - ¿Vas a demorar mucho? – le dijo el joven hermoso con una sonrisa ladina.
Levi miró de nuevo la máquina.
-: ¿No tienes tarjeta de viaje?
-: Oh, no, yo, nunca uso este medio de transporte – dijo con voz formal y profesional - ¿Puedo pagarte el viaje en efectivo? – dijo con un dólar en la mano, el chofer se le rió burlonamente.
-: No, bonito, tienes que pagar con la tarjeta, lo siento pero si no tienes una tienes que bajarte.
-: Joven… ¡joven! – lo llamó una bonita anciana que había presenciado todo –. Tenga, pague con mi tarjeta, yo le recibo el billete – dijo alcanzándole su tarjeta.
-: Muy amable, señora, muchas gracias – dijo el hombre aceptando la ayuda. Pasó la tarjeta y luego del "bip", ya se sintió mejor.
Luego se fue al fondo del vehículo, recién ahí cayó en cuenta, ¿el chofer lo había llamado bonito?
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-: Muy bien Ymir… dime, ¿qué le dirías a la pequeña que está tirada en el piso? – dijo mientras se acomodaba las gafas de marcos negros con dorado sobre la respingada nariz.
-: Yo le diría… que mande a todos a chingar a su madre – anticipando las lágrimas, Levi le alcanzó una caja con suaves pañuelos de papel tissue, la mujer tomó algunos -. Le diría que no vale la pena escucharlos, que ella no tiene porqué justificar su forma de ser, que no necesita… no necesita caerles bien a todos…
-: Muy bien, eso es excelente Ymir… ahora – dijo alcanzándole un almohadón tamaño mediano -. Haz de cuenta que esta es tu niña interior, abrázala por favor. Date cuenta que ella te necesita, y tú a ella, a nadie más, protégela, ámala, dale todo aquello que ella necesitaba aquella vez…
Luego de una intensa sesión, la mujer se fue con los ojos rojos y una sonrisa sincera en los labios. Petra, la secretaria del psicólogo Levi Ackerman le acercó su consabido licuado de frutilla de media mañana.
-: Vaya, nunca la había visto sonreír – acotó mientras dejaba el vaso con el platillo sobre el escritorio de su jefe que estaba tipeando sin cesar en su laptop.
-: Pues sí, hemos tenido un progreso increíble. Sé que no debería, pero me llena de orgullo ver su evolución tan positiva, es una gran mujer. Aún queda mucho más por hacer, pero vamos por buen camino. Por cierto, ¿quién más viene esta mañana?
-: Veamos – dijo la mujer revisando la agenda -. Tiene al señor Pixis…
-: Ay, no, Pixis… - se lamentó el profesional.
-: Luego una sesión con Cristina Erupier, hay un sobre turno luego con una tal Carla Jaeger y por último viene su favorito Marcos Pauriné.
-: No es mi favorito. Pero las sesiones con ese joven son agradables. Como sea, tengo mucho por hacer, gracias Petra. Por cierto, necesito pedirte un favor.
Al salir del consultorio Levi ya tenía su tarjeta de viajes, se la había gestionado su siempre fiel secretaria. La parada estaba atestada de gente. Viajar al mediodía era como meterse en una lata de sardinas apretadas, con el calor que hacía hasta el olor era similar. Tuvo que aplicar todas las técnicas habidas y por haber para no desmayarse en el proceso, o en su defecto no devolver del asco. Tal vez el cabrón de Erwin tenía razón, debería tomárselo como una especie de terapia. Una terapia de tortura, claro.
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Llegó corriendo a la parada, no estaba acostumbrado a demorar más de la cuenta y si perdía ese colectivo, el próximo vendría en quince minutos que no se podía dar el lujo de perder.
Fue el último en subir, algo agitado por el ejercicio anterior.
-: Te espero, te espero toda la vida si quieres… - el mismo chofer de siempre, el de los ojos verdes hipnotizantes le sonreía con suficiencia, como siempre. Hizo un movimiento con la cabeza como agradeciéndole el gesto y luego fue a pasar la tarjeta. ¿Siempre era así de confianzudo con todos los pasajeros?
Ahora tenía un nuevo pasatiempo, escuchar las interacciones de ese extraño espécimen con la gente que iba subiendo.
-: ¿Este colectivo me lleva al mercado central? – dijo una señora mayor subiendo con algo de dificultad las escalas.
-: ¡Claro, doña! Hoy me levanté exclusivamente para venir a buscarla y llevarla al mercado central.
Las reacciones eran similares en casi todos, primero lo miraban con curiosidad ante sus expresiones de desparpajo, luego se sorprendían un poco y finalmente cedían sonriendo contagiándose del buen humor del joven. ¿Cuántos años tendría? ¿22, 25? Tal vez. Levi analizaba concienzudamente, propio de su personalidad acostumbrada a la examinación de las actitudes, posturas y aquellos detalles que escapaban al ojo humano común. "Gusta de ser el centro de atención, goza de una alta autoestima, es algo violento, no respeta el espacio ajeno, avasalla, freaky del control". El chofer lo miró por el espejo retrovisor y sus miradas conectaron unos segundos. Levi desvió la suya de inmediato, joder, lo había pescado mirándolo. Sólo esperaba que no se imaginara cosas que no eran, lo suyo era curiosidad, pura y simple.
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Frunció el ceño sin entender que estaba pasando, volvió a pasar la tarjeta por el lugar indicado y volvió a repetirse el molesto pitido.
-: ¡Joder! – dijo muy bajito pero el chofer lo escuchó perfectamente. Se acomodó las gafas para mirar de nuevo qué rayos era lo que estaba haciendo mal.
-: ¿Necesitas ayuda? – Le dijo con tono burlón y Levi ni siquiera giró el rostro, solo movió sus ojos y lo observó de soslayo – No aceptamos tarjetas de crédito aquí, bonito, debes usar tu tarjeta de viajes… - agregó insidiosamente, realmente le gustaba jugar con el límite de la gente y ver hasta dónde podía llegar.
El hombre contuvo un suspiro ante ese apelativo e hizo una mueca que el otro no alcanzó a ver, finalmente se giró y con semblante serio, levantando el rectángulo de plástico en el aire, habló.
-: No es una tarjeta de crédito, es la tarjeta de viajes, y esta máquina no la está tomando.
-: A ver… - Eren aprovechó para aparcar bruscamente en la próxima parada donde no había nadie para subir, los tres únicos pasajeros locos del lugar miraban la escena entretenidos. Claro que Levi ni cuenta se dio cuando el joven apretó un botón de su tablero de comandos. Se puso de pie y se acomodó el pantalón tirando de su cinto y suspirando fuerte.
¡Vaya que el mocoso era alto! Eso fue lo primero que determinó el hombre, lo segundo es que tener a esos ojos verdes tan cerca le hacían reaccionar partes del cuerpo que normalmente vivían bastante dormidas. Invadiendo su espacio personal con total desparpajo, el chofer levantó su mano y con sonrisa socarrona, le habló al fin.
-: ¿Me das su tarjeta, señorito? – Se la sacó de las manos rozando a propósito sus dedos - ¿La tiene cargada, verdad? – le casi susurró sobre el rostro con mirada penetrante y por un breve segundo la mente de Levi consideró que le hablaba de "otro tipo de carga", por lo que involuntariamente se ruborizó. Le llamó la atención que ahora lo tratara de "usted".
-: Claro que sí, lo hice esta mañana – le habló con voz firme retrocediendo un paso, le molestaba tenerlo tan cerca.
Levi odiaba llamar la atención, siempre había sido un muchacho tímido y que evitaba cualquier actividad social, ahora el colectivo estaba parado por su culpa (técnicamente la culpa era de esa máquina del demonio), y las miradas de todos (aunque fueran pocos), estaban clavadas en sus figuras como si estuvieran interpretando una maldita obra de teatro.
-: Veamos – el joven pasó la tarjeta y la máquina cobró el boleto sin problema alguno -. Parece que alguien aún no sabe manejar muy bien el sistema – le deslizó por lo bajo, mientras Levi fruncía el ceño y recuperaba su tarjeta.
-: Yo hice bien las cosas, es esa… máquina de porquería que no quiso cobrarme.
-: Sonia, deja de hacer renegar a los pasajeros – dijo Eren hablándole a la máquina, mientras el resto de los pasajeros se reía, luego miró con superioridad a Levi y le deslizó por lo bajo -. Cuando quiera, señorito, le doy una clase completa y personalizada de cómo hacerlo bien – el otro lo miraba perplejo, el chofer lanzó una risotada y volvió a su puesto.
Levi con la cara más roja que una manzana madura se fue al fondo para sentarse enfurruñado. ¿Ese pendejo le había coqueteado descaradamente?
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Ese día estaba inusualmente lleno. Levi estaba usando un jean estilo chupín, pegado a más no poder a su exquisita anatomía, de color crema, que resaltaba todos sus atributos, especialmente el redondo y siempre acolchonado trasero. Una camisa a rayitas marrones y blancas de fina boutique acompañaba el atuendo. Llamaba tanto la atención que no solo las mujeres se lo comían con los ojos. No que lo hubiera hecho a propósito, Levi no era demasiado consciente de su sex appeal, acostumbrado a ser respetado en los ámbitos en los que se movía, usualmente se vestía de acuerdo a los estándares que dictaba la moda, y hacía calor como para usar un saco.
Eren no perdía oportunidad para comérselo con la mirada, aunque Levi estaba más bien entretenido con su celular revisando algunos emails importantes. Pero su concentración se vería interrumpida cuando en un momento del viaje sintió algo muy caliente contra una de sus nalgas.
Cuando el colectivo iba lleno, era normal sentir roces constantes por el subir y bajar de los pasajeros. Pero esto no era un roce, era un claro calor inusual proviniendo de "algo" que se le había apoyado descaradamente. Miró de soslayo, detrás de él un tipo se hacía el distraído mientras le apretaba, sin problemas su, muy tieso, miembro contra su culo.
-: ¿Disculpa? – le dijo molesto mientras se giraba para mirarlo de manera asesina.
-: ¿Qué te pasa? – le devolvió el hombre molesto, como si la culpa fuera de Levi.
-: Que te agradecería que dejaras de apoyar tu pene en mi trasero – se lo dijo sin miramientos, mientras un revuelo se generaba en los pasajeros y los cuchicheos empezaban. Sí, era tímido, pero no era estúpido, y no iba a permitir que un degenerado se aprovechara de la situación, no señor, no se iba a quedar callado ante ese descaro.
-: ¡¿Qué dices infeliz?! – Dijo el hombre cabreado - ¡Ni que fuera marica! ¡Retráctate!
-: Claro que no, yo no miento, pervertido.
-: ¡Te romperé el hocico, hablador! – devolvió el otro con violencia.
-: ¡¿Qué está pasando?! – se escuchó la voz del chofer que detuvo el colectivo y se sacó el cinturón para ir a ver el alboroto.
-: Ese hombre le estaba apoyando su miembro – dijo una mujer explicando y solidarizándose con Levi.
-: ¡Eso no es verdad! ¡Este idiota está mintiendo! – se defendió el tipo. Eren lo agarró de un brazo y se lo dobló detrás de la espalda con un semblante muy serio.
-: Se acabó, no permitiré ese comportamiento en mi unidad, te bajas de inmediato.
-: ¡Suéltame, animal! – gritó desaforado, mientras Eren lo empujaba a la puerta de salida - ¡Te denunciaré, hijo de puta!
-: Haz lo que quieras – respondió el de ojos verdes -. Pero si me denuncias, yo te denunciaré por depravado y no volverás a poner un pie en esta línea por el resto de tu vida. ¡Fuera!
Una vez que lo bajó, volvió a subir, cerró las puertas y se acercó a Levi.
-: ¿Estás bien? – el hombre asintió, mientras todos aplaudían la acción valerosa del chofer.
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La segunda vez que la tarjeta le volvió a fallar, y que nuevamente el chofer tuvo que aparcar el colectivo para ver que había de malo (supuestamente), la tarjeta retornó a Levi con un papelito con un número de celular y un "Llámame, Eren".
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Debía estar loco… sí, loco de remate. Ya hacía unos días que se había empezado a mensajear con el chofer. No tenían nada en común, eso saltaba a la vista. Pero joder, el chico era endemoniadamente atractivo. Últimamente se había aprendido los horarios del muchacho y ya era normal verlo al menos una vez al día.
E – Uuufff, los apretaditos te quedan taaaan bien
Levi quería morirse de la vergüenza, pero debía admitir que le generaba algo de morbo saber que había alguien que apreciaba su manera de vestir. A veces se descubría seleccionando cuidadosamente su atuendo para ver qué reacciones provocaba en Eren. Hasta su nombre era como una puerta tentadora que invitaba a cometer un delito.
E – Amo esa camisa azul, especialmente cuando dejas los primeros botones abiertos…
L – Así es como debe usarse.
E – En serio? Yo sólo entiendo que te encanta ir provocando a la gente.
L - ¿Qué puede saber un chofer sobre moda?
E – Moda? Sí, lo que digas…
Sus conversaciones, si se podía llamar a ese escueto intercambio de halagos una conversación, se reducían a detalles frívolos. Hasta que llegó "ese mensaje".
E – Qué dices? Te invito a salir.
Levi se mordió el labio inferior y una pequeña sonrisa se le filtró en el rostro. Petra quedó estupefacta al ver esa expresión en la casi siempre adusta cara de su jefe. Pero internamente se alegró, hacía mucho que no lo veía así, distraído, animado.
Erwin se daba cuenta también.
L – ¿Adonde?
E – Déjame que te sorprenda.
L – Sí, claro.
E – Vamos a cenar, conversar un poco, nada del otro mundo, prometo portarme bien, ja.
L – Te daré el beneficio de la duda.
E – No esperes mucho de mí, soy un simple chofer, pero creo que podemos divertirnos.
L – Ok, no esperaba mucho tampoco.
E – Ouch! Eres cruel, Levi. Bueno, cuando puedes?
L – ¿El viernes?
E – A las nueve?
L – ¿Dónde te veo?
E – En la plaza de mataderos, te paso a buscar, tengo mi propio vehículo
L - ¿En ese lugar apartado?
E – Déjame que te sorprenda, ja.
L – Whatever, no seas impuntual, odio eso.
E – Si, jefecito, ja.
Definitivamente estaba loco de remate, ¿qué hacía aceptando salir con un tipo más joven y con el que no tenía nada en común más que los esporádicos viajes de ida y vuelta al trabajo?
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Pantalón crema, remera gris melange cuello bote de diseñador, botas cortas lustradas, el perfume importado de colección y un manojo de nervios en el estómago.
No había un alma en ese lugar, se sentía algo incómodo, era la víctima perfecta para un asalto. Miró su reloj, faltaban cinco minutos, ¿realmente vendría? Sus respuestas fueron contestadas cuando vio aparecer al conocido colectivo. Se acomodó las gafas y aguzó la mirada sin poder creerlo. Las luces del bus estaban apagadas, como cuando estaban fuera de servicio y un muy sonriente, como siempre, Eren venía manejando. ¡Santa escoba de paja! ¡No jodas! ¿De verdad?
Eren estacionó, abrió la puerta y lo invitó a subir, mientras Levi lo miraba como si fuera un extraterrestre.
-: Lo siento, bonito, tengo que llevarlo al taller, prometo que no demoro. Anda sube, vamos.
El psicólogo quería que lo tragara la tierra, en serio, quería morirse de la vergüenza ajena que sentía en ese momento. Un sonoro "tch", salió de sus labios y con el ceño fruncido, cual niño malcriado subió sin muchas ganas para sentarse en el primer asiento mientras cruzaba los brazos. Bueno, ¿qué esperaba? Vaya que lo había sorprendido, pero no en el buen sentido.
-: ¿Estás molesto? – preguntó Eren, sin que se le pasara por alto el precioso atuendo que estaba usando el de cabellos negros, se había arreglado así de lindo para él, y eso hizo que su ego creciera aún más. Levi no le respondió, solo se limitó a mirarlo de reojo -. Bueno, no hay mufa que no se disipe con algo de buena música. Cuando estoy de servicio no me dejan ponerla por esa ley que salió, ya sabes, la de contaminación acústica, una mierda – hablaba como si todo estuviera más que bien -. Pero ya que estamos en una cita, voy a aprovechar.
Eren manipuló el estéreo que tenía enfrente entre los botones de comando y un reggaetón pegadizo y meloso comenzó a sonar bastante fuerte.
Levi lo miró como si se hubiera muerto y hubiera resucitado. Su molestia era más que evidente.
-: ¿Reggaetón? ¿En serio? – dijo sin ocultar ni un poco su molestia -. Ya déjalo, me bajo aquí – continuó el profesional mientras se ponía de pie y se acercaba a la puerta.
-: Relájate bonito, la noche recién comienza.
-: Sí así comienza, no me interesa en absoluto como va a terminar, en serio, detente, me quiero bajar.
-: No, no, siéntate, iremos a comer algo rico y suculento, luego te llevo a tu casa.
-: No quiero que me lleves en este armastote – se quejó el más bajo sin dejar su rictus amargo.
-: No, te dije que lo dejaré en el taller y luego te llevo en un taxi. Anda, no seas aguafiestas, estoy hambriento, ya verás que luego de comer nos sentiremos mejor.
Levi lo fulminó con la mirada y se sentó de nuevo rodando los ojos y bufando.
-: Caprichoso el bichito… - apenas dijo Eren, pero Levi lo escuchó perfectamente.
El joven condujo hasta un negocio de barrio. Estacionó e invitó a Levi a seguirlo. Un cartel deslucido arriba de la casucha de madera rezaba: "Mac Lucas". Ya ver la grasa de años pegada en la campana sobre los asadores, hizo que al más bajo se le retorciera el estómago.
-: ¡Ey, bastardo suicida! – dijo un chico con el cabello rapado a los costados y un rubio mal teñido en la pelambre de arriba, con absoluto confianza.
-: Cara de caballo, prepárame dos especiales por favor y para tomar dos latas de refresco de cola.
-: El mío lo quiero light – dijo Levi con cara aburrida.
-: ¿Para llevar?
-: No, comemos aquí.
Eren corrió la silla para que el otro se sentara bajo la atenta mirada del cocinero del lugar.
-: ¿Novio nuevo? – le dijo mientras limpiaba la mesa con una rejilla mugrienta, Levi sintió arcadas.
-: No, no, nos estamos conociendo, así que pórtate bien equino de mierda.
-: Ten cuidado – le habló el tipo al psicólogo, a la vez que le guiñaba un ojo -. Este bastardo es un rompe corazones – Levi tenía un aura asesina alrededor -. No la cagues – esta vez se dirigió a Eren -, éste es uno de los lindos.
-: Cállate, idiota, piérdete – le dijo molesto Eren y luego miró con cara nerviosa a Levi –. Lo siento, siempre es así de imbécil.
El hombre tomó su lata de gaseosa light, la limpió con la manga de su remera sin esconder su cara de asco y la abrió para beber un trago. Sólo quería que terminaran de comer para irse a la mierda de allí.
-: Y bien… ¿A qué te dedicas? – preguntó el joven animado -. No, déjame adivinar, ¿abogado, contador? Mmm, no…
-: Soy psicólogo – contestó sin muchas ganas.
-: Vaya que interesante, ¿le curas el coco a las personas?
-: Algo así.
-: ¿Podrías curarme a mí? Dicen que estoy algo loco.
-: No hago milagros – respondió escuetamente el hombre, Eren comenzó a reír con ganas y Levi tuvo que aceptar que tenía una risa contagiosa, por lo que decidió relajarse un poco. Después de todo si iba a tener que estar ahí un rato más sería mejor que no fuera tan duro.
-: ¿Qué es lo más raro que has oído?
-: No ando contando lo que mis pacientes hablan, es secreto profesional.
-: Oh, que misterioso – Eren sacó un paquete de cigarros del bolsillo de su camisa celeste, parte de su uniforme, porque aún lo llevaba puesto. Le ofreció una a Levi que aceptó - ¿Y qué tipo de música te gusta? Ya sé que el reggaetón no es santo de tu devoción.
-: Música clásica – Eren lo miró desconcertado – Mozart, Strauss, Bethoven, Vivialdi…
-: ¿Qué haces en tu tiempo libre? – dijo cambiando de tópico.
-: Leer, la mayor parte del tiempo, estudiar.
-: ¿Estudiar? ¿En serio? No se me ocurre forma más aburrida de matar el tiempo, ja, ja. Yo corro, voy al gimnasio, y juego a la play, soy muy bueno en eso.
-: Ah, qué bien, me pregunto por qué no me sorprende saber eso – dijo con tono condesciende mientras le daba una profunda calada al cigarro.
-: ¿Eres de la alta sociedad, no? – asumió Eren recostándose en el respaldar de la silla de madera.
-: Es una forma de llamarlo, aunque no me gusta encasillar a la gente.
-: Puff, se nota a la legua, tus maneras, tu modo de vestir… Nunca te había visto antes por la línea, ¿Por qué usas el servicio público? Me imagino que tienes tu propio auto.
-: Se averió. Estoy obligado.
-: Podrías tomar un taxi.
-: Bueno, en realidad a mí… me cuesta… solo digamos que es una especie de experimento social.
-: Interesante… ¿soy parte de tu experimento?
Justo en ese momento Jean se acercó con los dos platillos de metal y les dejó la comida al frente. Levi miró "eso", porque no sabía cómo llamarlo, ¿qué carajos era esa cosa grasienta?
-: ¿Nunca comiste un choripán? – dijo el más alto sonriendo espléndidamente, mientras Levi no se movía, sólo miraba fijamente el sándwich -. Es chorizo de carne con pan, y un poco de aderezo. Aquí hacen los mejores de la ciudad, vamos, anímate, es delicioso, te aseguro que después de primer bocado no vas a poder parar – El chofer le pegó un gran mordisco, mientras la grasa escurría por la comisura de sus labios.
Levi suspiró, tiró la colilla, sacó unas servilletas puestas dentro de un vaso, fino detalle vale recalcar, y tomándolo con cuidado, como si fuera una especie de serpiente venenosa, lo miró desde varios ángulos pensando cómo haría para meter eso a su boca, muchas ganas no tenía.
-: No le tengas miedo – dijo Eren todavía masticando -. Es como cuando la chupas la primera vez – Levi abrió grande sus ojos ante la poca afortunada comparación -. Al principio no es tan lindo, pero luego te acostumbras y te termina gustando.
-: Con seguridad no se la chuparía a nadie en la primera cita – acotó el profesional, Eren largó una risotada que lo hizo lagrimear.
-: ¡Oh, Levi! Eres en verdad muy gracioso, aunque intentes darte aires de rey. Relájate y disfruta, vamos, tómalo como parte de tu "experimento social", no tendrás otra oportunidad así.
-: Ni siquiera sé cómo mierda abrir la boca para poder morder esta monstruosidad.
-: Ni que fuera tan pequeña tu boca, ya, deja de dar vueltas y come.
Le dio el primer mordisco. Era grasoso sin duda, pero debía admitir que el sabor no estaba mal, claro, no era langosta, pero era aceptable.
-: ¿Y bien?
-: No está mal – dijo luego de tragar -. Pero si muero por intoxicación haré que te demanden.
-: Ja, ja, ja, mucho no podrás sacarme, soy un simple chofer. No seas malo, está exquisito.
La conversación se volvió más fluida mientras comían. Eren era una máquina de decir guarangadas, pero en cierta forma era divertido, incluso había logrado sacarle algunas sonrisas a su invitado. Levi solo comió la mitad y el resto se lo dio a un perrito pulgoso que lo miraba con hambre moviendo la cola.
Luego de que Eren pagó, porque no aceptó que Levi colaborara, volvieron al colectivo. Levi estaba un poco más distendido y el malhumor se había disipado en su gran mayoría. Sí, era una salida curiosa, y después tendría una anécdota divertida para contar después de todo.
Eren condujo al taller de la base de colectivos. Abrió la reja con su propia llave, la estación estaba completamente vacía. Aparcó el vehículo en una esquina algo obscura y luego cerró el portón. Le pidió a Levi que lo esperara en el colectivo. Luego regresó y puso de nuevo reggaetón, aunque no a un volumen que aturdía como antes.
-: Ven – le dijo extendiendo su mano a Levi que lo miró alzando una ceja -, vamos, bailemos un poco.
-: ¿Estás loco?
-: ¿Cuál es el problema? Sólo estamos nosotros, y no quiero que te lleves una mala impresión de nuestra primera cita, anda.
Primera y última, pensó Levi mientras se ponía de pie.
-: No soy bueno bailando – le advirtió serio.
-: No importa, te enseño, soy bueno moviendo las caderas – Lo tomó de la mano y tiró de él con algo de brusquedad juntando sus cuerpos, rápidamente puso su otra mano en la cintura de Levi -. Mira, es cuestión de dejarte llevar por el ritmo, es fácil, así, ¿ves?
Eren comenzó a rotar sus caderas mientras conducía al más bajo con suavidad.
-: Bailando reggaetón, lo que me faltaba – renegó el otro, pero intentó seguirle los pasos. Vaya, debía admitir que el joven estaba bien formado, se notaba su trabajado vientre al tenerlo tan pegado a su cuerpo. El chofer le hizo dar un par de vueltas y tuvo que admitir que era un poco divertido hacer eso. Nunca había disfrutado demasiado de salir a bailar, le aburría para ser sinceros, pero Eren era lindo, no, más bien estaba que se caía de bueno, así que no era una mala experiencia. El ambiente se volvía un poco íntimo, se daba cuenta que el muchacho lo apretaba más de la cuenta, no que le molestara, pero era casi como dejarse "manosear" por un desconocido.
-: Eres tan pequeño y lindo – le dijo el otro sonriendo contento. Sus pies se trabaron un par de veces y fue inevitable pisarlo un par de veces.
-: Apesto – admitió Levi.
-: Bueno, estás aprendiendo, no seas tan duro contigo mismo. Además voy a enseñarte bien, ven aquí – volvió a apretarlo por la cintura deslizando una de sus largas piernas entre las de Levi, mientras llevaba el ritmo haciendo que sus cuerpos se rozaran de una forma muy intensa. El psicólogo intentaba despegarse un poco, pero Eren era hábil para manejar el cuerpo y nuevamente lo tenía bien pegado.
En cierto momento levantó la vista y se perdió un poco en las preciosas aguamarinas que el chico tenía por ojos. Eren se acercó peligrosamente a su boca y Levi puso su mano contra esos carnosos labios.
-: No, acabamos de comer esa cosa grasienta – dijo alarmado. El joven se rió un buen rato.
-: De acuerdo, a ver, espera – dijo revolviendo en sus bolsillos -. ¡Aquí está! – sacó una tira de chicles de fruta y le alcanzó uno al más bajito.
Levi aceptó con algo de recelo. Bueno, nadie se moría por dar un beso, ¿no? Ambos metieron la golosina a la boca y masticaron mientras seguían bailando. En un descuido Eren le quitó las gafas a Levi.
-: Oye, no veo muy bien sin ellas – le recriminó.
-: Está bien, a partir de ahora es mejor que sientas a que veas – le dijo con la voz levemente enronquecida y el profesional se sintió un poco nervioso. ¿Qué tenía en mente ese pendejo?
Eren aspiró el aroma del cuello de Levi y dejó un casto beso en su mejilla.
-: Levi… me gustas… - le dijo con simpleza y el hombre se ruborizó un poco, sin saber muy bien como contestar a eso. El joven lo apretó contra su cuerpo y lo besó ya sin poder aguantarse. Apenas un roce de labios. Eren sacó una servilleta del bolsillo y dejó allí el chicle, Levi hizo lo mismo, entendiendo que ahora las cosas se pondrían un poco más densas. Pero tenía ganas de besarlo, a pesar de todo, de estar en ese colectivo con esa horrible música de fondo.
Unieron sus bocas lentamente, Levi suspiró y Eren aprovechó para meter su lengua entre sus labios. Mierda, el pendejo besaba exquisitamente. Lo apretaba con algo de fuerza contra él, pero su boca era experta, fue un largo, húmedo y revelador beso. A Levi se le aceleró el pulso, hacía mucho que nadie le movía el piso como lo hacía ese joven con léxico de camionero. Dejó que le besara el cuello a su antojo.
-: Hueles bien… - le dijo con tono apasionado, mientras escalaba de nuevo hasta sus labios. Dio un respingo cuando sintió las manos de Eren bajar y apretarle el trasero.
-: Oi, no te emociones – lo amonestó tomándolo de las muñecas y subiendo sus manos.
-: Es que eres… irresistible… ¿Tienes idea lo mucho que te deseo? Todos los malditos días esperando para verte subir, no puedo creer que te tenga así conmigo.
Volvió a besarlo con ganas y Levi se daba cuenta que las cosas estaban avanzando demasiado rápido para su gusto.
-: Ya, suficiente – dijo resoplando un poco y girándose para alejarse, pero los brazos del joven los aprisionaron de nuevo desde atrás.
Apoyó todo su fornido pecho contra la espalda del psicólogo que tragó duro, Eren no tenía ni vergüenza ni pudor alguno, y le estaba asentando toda su agraciada anatomía contra la retaguardia sin escrúpulos.
-: Yo sé… - le dijo con voz ronca y cargada de deseo contra su oído –, que tú eres como los típicos niños ricos, que a la vista de todos son correctos y perfectos, pero que anhelan cada noche… - las manos del chofer empezaron a subir por el blanco pecho, llevándose la remera hacia arriba en el proceso, hasta alcanzar los pezones rojos que ya estaban erectos, para apretarlos con fuerza -, que las cosas más sucias les pasen. A ti… te gusta que te hagan estas cosas, ¿verdad?
Una de las morenas manos se apoderó con fuerza de la blanca garganta, apretando, comprimiendo su cuello, y Levi jadeó excitado, mientras un rubor visible le contaminaba los pómulos, los labios le temblaban, y su entrepierna estaba comenzando a endurecerse. Ante toda respuesta solo se mordió los labios.
Eren lo soltó y se fue un momento hasta el asiento del conductor, adelante, para manipular la consola.
-: Uuufff, para esto necesito música más alta, o tus gemidos pueden alertar a alguien.
"Cómo si la música no lo hiciera", pensó Levi, mientras intentaba recuperar el control, se fue hasta puerta de descenso trasera y trató de buscar en la obscuridad el control manual para abrirla. Pero sin sus lentes era muy complicado ver bien, tanteó en las penumbras para ver si encontraba la manija, pero cuando se dio cuenta tenía a Eren encima otra vez.
-: Oi, tranquilízate – le dijo con esa ronca voz que a veces intimidaba a la gente, frunció el ceño y puso su mejor cara de "chico malo", aunque no viera demasiado bien – Ya deja de jugar y ábreme, Eren.
-: Oh, wow, yo quería ir despacio, pero si me lo pides así, no tengo opción más que obedecer, voy a "abrirte" entonces, y no sabes lo mucho que lo voy a disfrutar.
A Levi se le fue toda la sangre al rostro al escuchar como sus palabras se tomaban en un sentido muy distinto al que él las había enunciado y miró indignado al de cabellos castaños.
-: Yo no… no… - las palabras se le enredaron en la boca, y fueron bebidas de inmediato por Eren, que por poco lo sofoca con sus excelentes técnicas de besos. La escandalosa música de un reggaetón sonaba frenética, pero eso no apagaba los acuosos ruidos que hacían sus labios, Eren succionaba con fuerza la afilada lengua, mordisqueaba la sensible piel enrojeciéndola, sus manos no se quedaban atrás, pellizcaba los pezones por encima de la remera, le apretaba los glúteos pegando sus caderas, la respiración pesada y caliente se deslizaba por la delicada piel de Levi, erizándola por momentos – Ya… mmm… aaaah… ¡Basta! ¡Bas-mmm… aaah! – Eren no le daba tregua, atacando una y otra y otra vez, especialmente en aquellos lugares que hacían que se retorciera. El de pelo negro, lo empujaba, pero no con la suficiente fuerza como para evitarlo, y el de ojos verdes se daba cuenta -. ¡No, no!
-: Deja de decir "no, no", cuando la tienes así de dura – contestó con firmeza tocando su falo erecto por encima de la ropa, arrancándole un chillido indignado a Levi. Eren abrió la hebilla del cinto y le desprendió el ajustado pantalón con agilidad, lo giró con brusquedad contra la puerta trasera y lo apretó contra el vidrio -. Te pusiste esto a propósito, ¿crees que no me di cuenta?
-: Yo… no buscaba provocarte, idiota – dijo Levi con las lágrimas a punto de salírsele de los ojos – Es cierto, quería estar presentable y arreglado para ti, pero solo eso – admitió ruborizado, Eren le apretó las nalgas con demasiada fuerza y refregó contra ellas su propia hombría que estaba bastante erecta.
-: Mientes, tenías toda la intención de provocarme, querías verme babeando por ti y que te suplicara, pero yo no soy el chico elegante y educado que te va a invitar a ver cien películas antes de animarse a más – acercó su boca a su oído y luego de una profunda lamida que dejó al profesional entre jadeos entrecortados, le habló con la voz cargada de deseo -. Yo soy el chico que te va a follar rico, que te dará el mayor de los placeres, a la primera ocasión que encuentre disponible.
Volvió a apretar con fuerza sus glúteos mientras lo tenía acorralado contra la puerta. Levi temblaba un poco pero no se defendía porque estaba paralizado de la vergüenza y un poco de los nervios que no lo abandonaban.
-: Mmm… - dijo Eren relamiéndose lentamente, y aunque el otro no tuviera anteojos pudo apreciar esa mueca por lo cerca que estaban sus rostros -. ¿Tienes ideas las ganas que tenía de tocarte así? Desde ese día que me te vestiste tan provocativo, lo hacías a propósito, lo sé. Tienes un culo tan lindo que otros te lo manosearon antes que yo. No lo vuelvas a hacer, este bum-bum es sólo mío, ¿entendiste?
-: ¿Qu-qué acaso t-te lo compraste, idiota? – Levi no supo de dónde sacó fuerzas para contestar y Eren simplemente se carcajeó como si fuera el mejor chiste del día. Pero pronto lo calló con sus rápidas acciones.
Le bajó ágilmente la cremallera, sacando su hombría y magreándola con ganas, mientras Levi lo tomaba de la muñeca, e intentaba en vano que lo liberara, pero los masajes torpes y fuertes lo estaban dejando sin fuerza. La garganta se le había cerrado a cualquier negación o reclamo, simplemente sentía su cara arder por el intenso rubor, mientras sus extremidades se volvían lánguidas, cómo si algo las debilitara por completo. Al fin Eren tiró de su pantalón hacia abajo, le costó un poco por lo apretado que estaba, pero al fin logró dejarlo en sus pantorrillas, entonces sin dejar de masturbarlo enérgicamente, y metió sus dedos en la pequeña boca que se aguantaba los gemidos.
-: Mójalos apropiadamente, eso es… buen chico…
Y luego bajando el bóxer, provocando un respingo en Levi que se sintió completamente expuesto, comenzó a masajear con la yema de su dedo índice en la rosada abertura que pronto sería invadida. Levi se giró sin poder soportar ya más la mirada del de cabello castaño, y apoyó su frente contra la puerta, mientras se mordía los labios y su respiración entrecortada empañaba el vidrio frente a él. Sus manos contra la puerta se flexionaban intermitentemente como si quisiera arañarla, y los músculos de sus pantorrillas se contrajeron cuando el primer dedo se abrió paso entre su carne. Eren comenzó a mordisquear su hombro y su espalda por encima de la ropa con algo de fuerza, logrando provocarle espasmos de placer al más bajo.
-: Que piel tan blanca… lista para llenarla de marcas…
-: N-no, es-espera, no, no me dejes marcas, ¡ouch! ¡Sin marcas, joder!
-: Más te resistes, más ganas me dan de verte sufrir un poco – comenzó un frenético movimiento de vaivén con su dedo y a Levi se le erizó toda la piel hasta la nuca. El profesional resoplaba, mientras una mano de Eren atendía su erección y la otra se metía profundo en él, debía admitir que el chofer tenía una técnica que dejaba fuera de combate a cualquier oponente. Comenzó a relajar las caderas, para cuando el segundo dedo se sumó y comenzó a estimular su próstata, sintió que se desmayaría de placer. Cerró los ojos y bajó la cabeza, para abandonarse a las sensaciones, mientras la música inundaba el lugar. Ya no le importaba nada, la satisfacción era demasiada, sumado a los perlados y perfectos dientes del moreno que no dejaba de mordisquearlo sobre los hombros. Eren aceleró el movimiento de mete saca de sus dedos y su otra mano que lo acariciaba apretó con mayor fuerza, entonces pronto sintió las contracciones recorrer el abdomen del intelectual, que aún intentaba contener los gemidos que su garganta quería expulsar. Finalmente se vino en su mano sin poder aguantarse más… la cremosa y caliente esencia se escurrió por sus dedos… pesada, pegajosa.
Eren echó una carcajada y procedió a sacar un pañuelo que tenía en el bolsillo del pantalón para limpiarse. Levi se giró con la cara brillante de lo roja y aun resoplando un poco. Tenía ganas de llorar, aunque no podía decir que no lo había disfrutado, pero en cierta manera había sido un poco… violento. Lo único que sabía de Eren es que era gay, chofer de colectivos, y que sabía usar bien sus manos, en cierta forma se sentía un poco… sucio… y no era de manera literal precisamente. Se subió la ropa sintiendo que se le volvía a cerrar la garganta.
-: ¿Qué haces? – le preguntó el otro completamente relajado y dueño de la situación -. Ya disfrutaste tú, ahora me toca a mí. ¿No me dejarás así, o sí? – dijo señalando su entrepierna donde una prominente erección empujaba la tela del uniforme. Apretó por los hombros a Levi que estaba algo agitado, y por la fuerza que imprimió tuvo que obedecerle y arrodillarse. Se abrió el pantalón con rapidez, mientras la punta de su lengua se pegaba a un costado de su labio superior, en una mueca por demás erótica -. Vamos, vamos, no seas tímido, abre la boca y di "Aaah", como cuando vas al dentista.
Levi hizo una mueca de asco y giró la cara, empujando con sus manos las piernas de Eren.
-: ¡Puaj! No meteré eso en mi boca, está sucio, con seguridad no lo lavaste en todo el día.
-: Oh… - Eren lo tomó con brusquedad de flequillo tirando un poco hacia arriba arrancándole un chillido al psicólogo, luego apretó su nariz con fuerza hasta que abrió la boca para respirar, entonces le metió una generosa porción de su falo adentro sin miramientos -. ¡Deja de ser tan quisquilloso y colabora, mierda!
-: ¡Bastardo! – se quejó Levi escupiendo a un costado y tosiendo.
-: Ya, no seas dramático, no te pasará nada, tengo todas mis vacunas al día. Además mira ya lo lavaste estoy chorreando saliva, anda vamos, continúa, ¿o es que apestas tanto en esto que te da vergüenza admitirlo?
Levi lo miró con esos ojos asesinos que a veces usaba cuando estaba cabreado, a Eren le pareció una mueca de lo más maravillosa. Tomó el falo con ambas manos y comenzó a masturbarlo sin decir ni una palabra más. Eren sonrió abiertamente y comenzó a gemir completamente entregado al gozo del que estaba disfrutando en ese momento. El chofer acarició su mandíbula con la yema de sus calientes dedos, delineando la línea recta del hueso.
-: Vamos, compláceme Levi, prometo que te devolveré el favor con creces, chúpalo un poco. No creo que apestes también en esto, ja, ja.
El más bajo abrió grande sus ojos, nuevos traumas vinieron a él, su novio de la secundaria, el pelirrojo Patrick, de origen Irlandés (¿podía ser de otra manera?), riéndose a carcajadas de su primer intento de felación. Se había sentido tan humillado que no lo intentó hasta muchos años después, con Bolton, su novio inglés (sí, le gustaban los extranjeros), el chico no se quejó, pero no fue necesario, ya que su erección se volvió flácida en su boca.
Levi tembló, de pronto no quería seguir con eso, quería salir corriendo. Eren notó esa mirada asustada en sus ojos. Lo tomó con fuerza de la barbilla y le habló con seguridad.
-: ¡Que me la chupes! ¿En qué idioma hablo yo? Mira, así – Se agachó un poco, tomó una mano de Levi y se la llevó a los labios, comenzó a succionar el dedo medio y el índice, envolviéndolos con su sedosa lengua y sacando de su trance al otro, Levi sentía como los labios del moreno acariciaban sus falanges con fuerza por momentos y con mayor suavidad por otros -. ¿Entendiste? No roces con los dientes, vamos.
Volvió a ponerse de pie con santa paciencia, mientras el psicólogo no estaba muy seguro de continuar con aquello, lo tomó del flequillo con algo de rudeza y acercó su cabeza mientras refregaba su glande en sus labios como si fuera un pintalabios.
-: Abre la boca, vamos… eso es, ahí va, excelente, chúpalo, chúpalo, no te contengas, me gusta fuerte, aaaah, ¡joder! – Dijo echando la cabeza hacia atrás -, ¡a eso me refería! Siii… exactamente así, Levi… mmm, tan genial…
El hombre sentía que la hombría del chofer se había endurecido aún más dentro de sus fauces, y que parecía que crecía a medida que lo ensalivaba y lo lamía. Succionaba desde la base hasta la punta, y mientras más escuchaba los escandalosos halagos de su compañero de revolcón, algo dentro de él se liberaba. Se empezaba a excitar mucho, hasta el momento, poco y nada habían halagado sus labores en la cama, y aunque le ponía empeño, sus anteriores parejas siempre le adjudicaban todos los errores a él. Ahora era diferente, con Eren no tenía que pretender algo que no era, de todas maneras no se conocían tanto. Le puso mucha más ganas, succionando como nunca, mientras se ayudaba con las manos, la saliva cayendo por su barbilla y sus dedos. A la mierda la limpieza, las reglas y todas las trabas que se había impuesto, ahora sólo quería una cosa… sexo rudo y sucio con Eren, fin.
-: Aaah, te lo tenías guardado, ¿eh, tramposillo? – decía el chofer mientras le acariciaba la cabeza casi se diría con ternura, su voz contaminada de jadeos excitantes -. Eres jodidamente asombroso con esa pequeña boca tuya… parece una ven-aaaah… una ventosa que me vuelve loco…
Levi se esmeró aún más ante los halagos, dedicándose a los testículos con especial cuidado. Eren se apoyó contra los pasamanos porque se le aflojaban las piernas, no era broma, había descubierto un diamante en bruto. Ese refinado espécimen que parecía tan poco dado a las artes amatorias, tenía muuucho potencial.
-: Ya suéltame o me harás acabar, y te aseguro que no te va a gustar, es amargo como chupar vinagre. Además, quisiera reservar un poco para lo que se viene… Ya, ya… suelta… No te vuelvas adicto, ja, ja, ja.
Levi estaba un poco aturdido y otro tanto hipnotizado por el trato del chofer. Eren era completamente diferente a todo lo que había conocido hasta el momento, no parecía importarle demasiado sus réplicas, y la higiene pasaba a un segundo plano cuando quería apoderarse de algo. No podía evitarlo, le gustaba, porque nunca había sentido con tanta intensidad que lo desearan de esa manera. Era como si lo hubiera sacado de un cajón de muertos y lo hubiera revivido, y se sorprendía de estar a la expectativa de lo que vendría ahora. Eren salió del rincón donde lo había tenido arrodillado, Levi guardó su hombría en sus bóxers nuevamente y se subió el pantalón, la frente perlada de sudor por el reciente ejercicio.
-: No te vistas mucho, que pronto te voy a pelar de nuevo como una banana.
El de piel blanca estaba desconcertado, Eren era un desparpajo de vulgaridades cuando abría esos carnosos labios. Lo vió sacar un control remoto de entre sus ropas y apuntó al estéreo del colectivo.
-: Oh, esta te va volver loco – dijo el de ojos verdes con una gran sonrisa que marcaba un pecaminoso hoyuelo sobre la agraciada mejilla.
-: No me gusta el reggaetón – acotó con voz mucho menos altanera Levi, suspirando apenas -. No solo no me gusta, lo aborrezco, lo odio… lo… ugghh…
Eren lo miró con una clara mueca de psicópata, lo arrinconó rápidamente contra una de las ventanas y lo tomó con rudeza de la mandíbula, el más bajo abrió grande sus ojos.
-: ¿Sabes? Mi abuela decía: "nunca digas de esta agua no beberé", y mi abuela era una persona muy sabia – Eren le hablaba con voz controlada y gruesa, casi que le golpeaba el rostro a Levi -. Además, hace unos momentos decías que nunca le chuparías la polla a un tipo en tu primera cita, ¿verdad? Y no sólo me la chupaste, lo disfrutaste de una manera… obscena – Olfateó cerca de su oreja bajando por el blanco cuello y el psicólogo se estremeció con la sensación que el aliento de Eren dejaba en su sensibilizada piel -. Hueles tan rico, seguro es un perfume importado…
-: Saints Do-
-: No importa – lo cortó el chofer -, no podría importarme menos… porque al final, cuando llegas a casa y te bañas, y te sacas tu ajustado pantalón Thomas Hilfiger – dijo paseando su mano descaradamente por su trasero, otra vez -, tu sweater Oscar de la Renta, tu perfume de millonario, dejas tu autito fórmula uno a salvo en tu lujoso garaje… al final, cuando te miras desnudo frente al espejo, sólo eres una persona hambrienta de sexo como yo… ni tu ropa, ni tus costumbres, ni tu comida, nada te define más que tus deseos, Levi… y vaya que tengo ganas de hacértelos realidad, siente como mi cuerpo reacciona con el tuyo… - reforzó su punto refregando su erección contra la pierna contraria, al más bajito se le aceleró el pulso y tragó en seco un par de veces, antes de dejar que el moreno le devorara la boca con un apetito desmesurado… con verdadera voracidad. Cuando sus labios ya ardían de tanto roce, lo miró con fuerza, casi que podía sentir que sus pupilas lo atravesaban -. ¿Así que no te gusta el reggaetón dices? Voy a hacer que lo ames, ya verás…
Lo tomó de la muñeca y lo arrastró a uno de los asientos dobles. Lo empujó con suavidad, e indicándole con movimientos hizo que se acomodara a cuatro patas sobre el mismo, Levi miró por encima de su hombro, otra vez con las mejillas encendidas.
-: El rojo te queda más que bien – acotó Eren bajando de a tirones rápidos sus pantalones de nuevo. Esta vez Levi no dijo "no", ni se resistió en absoluto. Ahí en ese lugar que despreciaba tanto, con sus manos donde miles se habrían sentado al final del día, su cuerpo se calentaba. Cerró los ojos y decidió que no era un buen día para juzgarse, sólo por ese momento… no se pondría a evaluar qué cosas estaban bien o cuales mal, simplemente sentiría lo que tenía ganas de sentir. Fue… liberador, ni años de terapia lo habrían hecho sentir tan liviano como una pluma mecida por el viento, sin prejuicios… sin remordimientos.
Se crispó un poco cuando la lengua de Eren se enterró entre sus nalgas, acelerando su respiración aún más, se dio cuenta que nunca había anhelado más que lo ensuciaran… como justo ahora. Dejó de apretar la mandíbula, se relajó por completo a medida que su piel se erizaba por el toque brusco de esas fuertes falanges.
Eren metía mano por donde podía, no le alcanzaba, no era suficiente, Levi era como una super droga. Era frío y ardiente, todo en el mismo combo. Quería bebérselo, masticarlo, incorporarlo a su sistema. Era verdad que lo venía deseando, y lo hacía desde la primera vez que había subido en su turno. Y ahora no podía creerlo, lo tenía ahí, completamente derrotado, doblegado, sumiso a sus perversiones que parecían crecer desmedidamente, de una forma bestial. Sintió los leves gemidos cobrando mayor fuerza a medida que su lengua se volvía más y más atrevida. Nunca nadie lo había hecho disfrutar de esa manera, eso era una verdad cierta como el sol refulgente. Podía palparlo en sus expresiones, ningún treintañero podía estremecerse y ruborizarse como una colegiala virgen que experimenta placer por primera vez, porque a eso se asemejaba Levi. Eso le confería un poder que lo hacía sentirse muy superior. Y quería darle más y más, hasta hacerlo desfallecer de lujuria.
Se irguió cuan alto era, escupió en sus dedos y volvió a hundir uno en esa obscura y ardiente cavidad. Aaaah, el interior de Levi era… muuuy sofocante. Casi que no se podía aguantar las ganas de hundirse de inmediato, pero no… debía ser un poco paciente. Cuando lo sintió un poco más relajado, metió el segundo, comenzó a moverlos al ritmo de la música.
Si quieres jugar
Ven, tienes que arriesgarte
Va a ser sí o no
O no, o no, o no, o no
Si quieres jugar
Ven, tienes que arriesgarte
Va a ser sí o no
O no, o no, o no, o no
Levi sintió como acariciaba ese punto de placer dentro de él, estirando y contrayendo los dedos, no pudo resistirse a ese encantador hechizo que Eren estaba depositando sobre su cuerpo. Abrió la boca para dejar salir ese lastimero jadeo que ya no podía contener más. Placer… Incomodidad… el ritmo cadencioso de una música maligna, como veneno inyectándose en las venas, imparable. Lo odiaba, odiaba ese ritmo chocante, que se repetía una y otra vez como una martillo golpeando un clavo, como las yemas del de cabellos castaños, golpeando profundo en su interior.
Lo odiaba… y a la vez no quería que se detuviera…
Y tú lo sabes, que me gustas dale
Mueve el cuerpo suave pa' mi
Así hey hey
Bailame que quiero verte
Posa pa' mi bien sexy
No sé si volveré a verte
Pero voy a disfrutarte
Eren retiró un poco sus dedos, comenzó a jugar deslizándose hacia los costados, pero no volvió a tocar donde Levi quería, donde necesitaba imperiosamente que se restregara. El hombre gruñó frustrado y el chofer largó una sonora carcajada que trepó comiéndose sus gemidos, ahogándolos.
Bailame que quiero verte
Posa pa' mi bien sexy
No sé si volveré a verte
Pero voy a disfrutarte
Solo tú, tu, tú me enloqueces
Y Solo tú, tu, tú te mereces
Que te diga al oído las cosas que me excitan
Lo que el niño necesita baby
-: Tranquilo, papi, ya viene algo mucho mejor, no seas ansioso – dijo luego de darle una sonora nalgada, que le dejó una mancha roja en el trasero y un leve ardor -. Tienes el culo perfecto para zurrar – enfatizó su punto apretando uno de los redondos cachetes con toda su mano.
El chofer sacó sus dedos con un húmedo sonido y rápidamente sacó un preservativo para ponérselo a velocidad meteórica. La vista era una obra de arte. Las pompas blancas, cremosas, levemente enrojecidas donde su mano se había estrellado y la entrada ya dilatada esperando a ser llenada. Acarició las afiladas caderas, tomándose el tiempo para disfrutar la fricción.
-: Relájate – le ordenó mientras escupía para lubricar su falo, frotándolo contra Levi -. Vamos a ir despacio, pasito a pasito, te va a encantar.
El tema anterior terminó y comenzó otro con un ritmo más ralentizado, casi erótico.
Tú, tú eres el imán y yo soy el metal
Me voy acercando y voy armando el plan
Solo con pensarlo se acelera el pulso (Oh yeah)
Eren enfiló su erección y comenzó a empujar con delicadeza, Levi suspiró fuerte, arqueando su espalda, el joven puso una de sus manos en la unión de su nuca y hombro, y lo usó de punto de apoyo para empujar y hundirse un poco más en la tierna carne que lo recibía con gusto.
Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Y es que esa belleza es un rompecabezas
Pero pa montarlo aquí tengo la pieza
Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oído
Para que te acuerdes si no estás conmigo
-: Aaaah, jo-joder – Levi sintió que era más de lo que podía aguantar, pero el otro le dio a entender que no le tendría compasión, sus muslos se empezaron a cubrir de pequeñas gotas de sudor.
Eren volvió a escupir en la unión de sus cuerpos para deslizarse más suave. La otra mano firme en la cintura del de cabellos obscuros, se detenía unos segundos, concentrándose al máximo y luego volvía a arremeter, enterrándose poco a poco.
-: ¡Que apretado lo tienes, bonito! ¡Se siente tan rico dentro de ti! Estás hirviendo, aaah…
Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito
Luego de luchar un buen rato podía decir que estaba casi por completo dentro del más bajo.
-: Me estás estrangulando, vamos – dijo dándole otra nalgada -, relaja, vamos…
Levi temblaba de a ratos, se sentía tan lleno. Pero intentó aflojar un poco la presión.
-: Eso es… ahora, vamos lento… - Eren no tenía en su mente follárselo como un loco, aunque ganas no le faltaran, Levi era una pieza delicada que quería saborear con calma, en forma gradual. Comenzó un tortuoso vaivén, mostrándole a Levi que sus caderas no sólo servían para bailar reggaetón.
Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido
Despacito
No estaba mal, nada mal, lo estaba volviendo loco, era suave, muy diferente de lo que pensaba que iba a ser. Levi literalmente estaba babeando de satisfacción. Pero a medida que pasaban los minutos necesita más. Más fuerte, más profundo, más… rápido… Meneó su trasero arrancándole un gemido ronco a Eren, dándole a entender que necesitaba más.
-: Ansioso… Bien, si lo quieres vas a tener que moverte, anda – dijo el de cabellos castaños, y ya algo mojados de transpiración, mientras se quedaba completamente quieto.
Levi gruñó y le dedicó una de sus afiladas miradas de molestia, pero acató el pedido con inesperada obediencia. Se apoyó en sus codos para poder tener más libertad de movimiento y comenzó a agitar las caderas logrando que el falo se deslizara dentro y fuera con mayor celeridad. Le demostraría que él también sabía usar sus meneos a su conveniencia. Eren dejó que el otro se empalara a su gusto, mientras disfrutaba como nunca, quien hubiera dicho que ese hombre bajito, renegón y de malas actitudes se movía de esa manera tan lasciva. No se había equivocado, había descubierto un pasivo insaciable.
-: Vamos, vamos, mueve ese tambor – le habló con voz cavernosa, mientras su palma se estampaba sin compasión contra sus asentaderas, definitivamente el rojo que empezaba a incrementarse lo hacía ver deliciosamente apetecible.
Levi había perdido la cordura sin duda, era un animal salvaje, en celo, dispuesto a dejarse hacer las cosas más soeces. Ya no pensaba en absoluto, era una sola masa de carne delirante y hambrienta, que solo quería satisfacerse a toda costa.
-: Okey, ya basta de ir despacio, ahora si vas a saber lo que es tener un macho de verdad – Eren volvió a tomar el timón de la situación, se aferró a las pálidas caderas y comenzó a bombear sin ser demasiado bruto, buscando el punto exacto dentro de Levi, refregándose y moviéndose sin detenerse, golpeando insistentemente en ese botón que hacía que el otro se pusiera como una gelatina.
Lo tuvo que agarrar con fuerza de ambos brazos y lo levantó un poco para pegar su espalda a su pecho, porque el cuerpo del psicólogo estaba demasiado blando, el hombre casi que gritaba ante las duras arremetidas. Eren le mordió el hombro dejándole bien marcados los dientes.
-: ¡Ouch, hijo de puta! – se quejó Levi entre dientes y Eren solo se rió fuerte.
-: ¿A-acaso no es mejor cuando dejas de ser tan constipado? Aaah, ah, ah, te encanta, lo sé…
Ya era demasiado, ninguno de los dos se aguantaba más. Eren hizo equilibrio y con una de sus manos acogotó el falo de Levi con crudeza, el hombre más bajo clavó sus dedos en su brazo, mientras su garganta se quebraba ante tanta pasión desbordada. Le llevó pocos segundos acabar de nuevo manchando los asientos, mientras su cuerpo convulsionaba entero. Eren lo sostuvo del estómago y le llevó unos dos minutos más hasta que al fin con un ruido sordo, que semejó a un ronquido, alcanzó el clímax poniendo los ojos en blanco.
-: ¡Taaan riiicooo, Leviii! – dijo con alegría después, mientras llenaba de besos sonoros la nuca del otro que estaba lánguido y próximo a caer desvanecido de tanto esfuerzo.
-0-
-: Bueno días – dijo escuetamente mientras se acercaba a la máquina para pagar su boleto.
-: Ahora sí se pusieron buenos – deslizó Eren con esa socarrona sonrisa que no se le borraba nunca, mientras masticaba como vaca un chicle de fruta a la vez que le guiñaba un ojo al profesional.
Levi hizo de cuenta que no había escuchado nada, aunque un muy sutil rosa adornara su rostro. Enfiló para los asientos de atrás y luego de sentarse se colocó los auriculares, no tenía ganas de empezar su día escuchando reggaetón, especialmente cuando le traía unos suculentos recuerdos a flote. Suspiró y se concentró en el paisaje que iba cambiando a medida que el colectivo realizaba su recorrido.
-0-
-: No lo puedo creer – dijo Erwin divertido mientras lo recibía en la puerta de su consultorio.
-: ¿Ya vienes temprano a arruinarme el día, cejas de titán?
-: Tu auto ya funciona, ¿qué pasa que sigues usando el servicio público?
-: ¿Necesito tu autorización para usarlo?
-: No, claro, pero es bueno, veo que vas avanzando con la lucha contra tus fobias.
-: Ah, sí, estoy en medio de un… auto tratamiento, digamos.
-: Cuéntame más, me intriga.
-: Vamos adentro, café de por medio – accedió el otro mientras su amigo lo seguía.
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By Luna de Acero… escondida debajo de la cama…
