Título: Manzana podrida
Sumary: «Maldita eres, entre todas las mujeres, porque te anclaste al vacío en mi interior, amada mía. Tu amor es como una fruta podrida, dulce y venenosa, que me ha llevado a la ruina...»
Advertencias: Posible OoC/Situaciones para adultos/Lenguaje para adultos/Violencia sexual.
Pareja: Sakamaki Laito/Komori Yui. Implicaciones Yui/FamiliaSakamaki.
Cantidad de palabras: 1,979/Cortesía de Magic Word en complot con Microsoft para hacernos creer que de verdad hay esa cantidad de palabras en el capítulo.
Disclaimer: Diabolik Lovers no me pertenece, pero Yui es mi esposa :D
O
O
O
Extraños encuentros
O
O
O
Sus manos viajaron con descaro, delineando morbosamente el contorno de sus redondos glúteos. Un sonido parecido a un gemido agudo escapó de los labios masculinos y un gesto perverso adornó su rostro para la cámara, dejando que el rubor bañara naturalmente su rostro pálido y sudoroso por el esfuerzo, además del calor que generaban las luces sobre ellos.
Los cuerpos desnudos se congregaron en uno solo, y al ritmo de sus embestidas, sus dedos se encajaron en la piel perfectamente bronceada del trasero femenino, y le ayudaron a sostenerse cuando ella descendió su cabeza hasta el suelo y se acomodó discretamente para que la toma se ampliara sobre su sexo siendo arremetido. La chica dejó que su melena rizada bailara en el aire mientras sus labios gesticulaban exageradamente y toda la atención se centraba en ella.
El hombre de cabello castaño que la sometía dejó ir esa sonrisa burlona y la imitó por algunos minutos, permaneciendo gimiendo a manera de gruñidos bruscos y contenidos. Laito se concentró en mantener el peso de la chica en equilibrio, con él permaneciendo de pie y la mujer boca abajo, colgando apenas de la unión entre ambos y apenas detenida por sus brazos, en una acrobacia complicada, suspirando inconscientemente al escuchar el largo y sonoro quejido de placer de su compañera, anticipando la frase que tanto ansiaba oír esa tarde.
Siguió meneando su pelvis en contra de ella, y acabó por realizar un largo y gutural sonido que emulaba a la liberación, asegurándose de que los generosos pechos de su compañera se movieran sin control.
—¡Corte y queda! —exclamó el director, azotando el guion enrollado que tenía entre sus manos al aire. Finalmente ambos actores pudieron sentir sus cuerpos relajarse. —Eso es todo por hoy mis maravillosas estrellas, lo que resta es trabajo de edición —indicó.
Todo el set inició su arduo trabajo para desmontar y acomodar lo que debían, mientras a ellos los dejaron en el olvido.
Laito sonrió, dedicando una mirada coqueta a su acompañante que no había alcanzado a correrse otra vez, igual que él. A esas alturas de su vida era extraño que alguno de ellos lograra verdadera satisfacción sexual, la rutina lo había vuelto aburrido y el escrutinio público dejó de ser importante hace mucho. Miró a la hermosa mujer que sostenía todavía, sus brillantes ojos negros enfocados en él, más no lo miraban realmente. Una idea perversa destacó entre otros pensamientos, y con descaro dio una última estocada dentro de ella, antes de zafarla y darle una vuelta completa que la hizo caer sentada.
—¡Laito! —reclamó su compañera. —¡Sabes bien que odio que hagas eso!
—Ah, lo siento Ame-chan —musitó sin culpa. —Es realmente encantadora tu expresión molesta—masculló con sorna, mientras extendía su mano y le ayudaba a posicionarse firmemente de regreso al piso. —No quedarás embarazada, si eso te preocupa. Nfu~ —añadió divertido.
La mujer pareció cambiar su expresión a una de angustia. Él decidió ignorar el momento, consciente de lo que significaba esa mirada.
—Lo sé…—la vio decir. —y no es eso lo que me preocupa.
Fueron interrumpidos por una pequeña chica de cara desproporcionada y cuerpo plano a la que todos solían molestar en el set por no ser consideraba bonita o mínimamente agraciada. Viendo casi a diario a mujeres de cuerpos sinuosos completamente desnudas, el ambiente entre ellos solía ser bastante despectivo respecto a los ideales femeninos de belleza.
Nino, como decía llamarse la asistente, le ofreció amablemente una toalla a la mujer y a él casi estuvo a punto de lanzársela a la cara, pero no le importó demasiado. Adoraba sus muestras de odio.
—¿Cariño? —cuestionó Ame, trayéndolo de regreso al tiempo presente, ya envuelta en una bata larga. —¿Te sientes bien?
Laito la miró, desdeñando el contacto de aquella mano que buscaba acercarse a su rostro. A veces la actitud maternal de la actriz le causaba náuseas, más había algo en el fondo que el hacía tolerarla siempre y prefería no pensar demasiado en ello.
Ame a veces le recordaba a ella, a Cordelia.
—Por supuesto bitch-chan. Nfu~
La vio fruncir el ceño con molestia.
—Detesto que me digas así.
—¿Prefieres que te llame Hilde? —el silencio se tornó pesado entre ambos. —Eso pensé.
Laito mantuvo su sonrisa presuntuosa, retándola a reclamar algo, más la nostalgia de aquél nombre que no se había hecho presente en tanto tiempo terminó por acobardarlo también, partiendo del set sin ninguna respuesta.
Ame lo miró irse con los ojos abnegados en lágrimas sin derramar. La castaña lo miró consternada, pérdida en el recuerdo de aquél pasado tormentoso que alguna vez compartieron juntos, y ahora los mantenía atados.
OoOoO
Llegó al edificio en ruinas donde vivía. Un sitio de mala muerte, que se caía a pedazos pero acogía como un segundo hogar a las escorias de la sociedad como él. El castaño suspiró desganado, nuevamente no había encontrado mujer que pudiera satisfacer sus deseos voraces a pesar de las múltiples veces que tuvo sexo esa noche. Putas, vírgenes y prostitutas, al final del día todo era lo mismo y comenzaba a ser aburrido, necesitaba encontrar urgentemente una razón para divertirse.
—¡Ayuda por favor!
Un lejano grito de auxilio lo hizo despejarse del alcohol que corría por su cuerpo y lo atontaba a momentos. Había rumores entre sus compañeros de que la moralidad le llegaba cuando estaba ebrio, más se sentí lo suficientemente despierto para ignorar ese hecho. La dulce y lejana voz infantil seguía gritando desaforada por algo que seguramente no llegaría nunca.
Lástima por la pequeña, en un sitio así nadie se tomaría la molestia de ayudarle. La gente que vivía en sitios como ese prefería evitar conflictos que causaran la presencia de la policía, quizás y hasta estaba siendo vendida.
—¡Auxilio, p-por favor…!
—¡Cállate ya, imbécil!
Aquél segundo grito loe hizo darse cuenta de que no era exactamente una niña, aunque sonara como una, pero seguía sin ser su asunto. Inició su trayecto por las escaleras pues el ascensor no tenía esperanzas de funcionar algún día, quizás si tenía suerte podía evadir los chillidos histéricos de la chica en la soledad de su habitación con música y tal vez alguna vecina.
Lamentablemente para él, contrario a sus deseos, a cada paso que daba la voz se hacía mucho más fuerte y ensordecedora, y al llegar con pesar descubrió que lo que sucedía pasaba a dos puertas de la suya.
Con ellos ocupando todo el pasillo ni siquiera podía pasar.
—Permiso, permiso, abran paso a una estrella cansada~ —exclamó con tono cantarín en voz alta, dispuesto a brincar, de ser necesario, al hombre gordo que trataba con todas sus fuerzas de mantener bajo él a la chica. Apestaba a alcohol y apostaba que se encontraba drogado pues no coordinaba bien sus movimientos, si no fuera por el peso la chiquilla ya se le hubiera escapado desde hace mucho. —Lamento molestar asqueroso-chan, pero quiero pasar —agregó, al notar que lo ignoraba. Su rostro se contrajo de frustración. Calculó el punto exacto y le soltó una certera patada en la cara que lo lanzó hacia atrás para quitarlo de su camino. —Mira lo que tuve que hacer —masculló irritado, mirando la sangre en su calzado con asco. —Debiste hacerme caso mientras lo pedía amablemente —El idiota que había golpeado apenas se removió en el suelo, algo tan sencillo había logrado noquearlo. El castaño observó divertido como el gordo repulsivo estaba lleno de marcas, moretones ligeros, mordidas y arañazos por todos lados —Nfu~ Sí que debe ser una fiera~—murmuró para sí mismo.
—Gracias por salvarme —masculló débilmente la vocecita irritante de antes, jadeando toscamente por el esfuerzo antes empleado. Laito la contempló en silencio, con sus ojos brillando traviesos y las ideas oscuras de sus pensamientos reflejándose a través de ellos.
—¿Salvarte? —exclamó irónico, acercándose cautelosamente hasta ella.
—S-sí, mu-mu-chas gracias…—dijo con nerviosismo.
Era bonita, muy bonita. No era el tipo de belleza que él prefería, sin embargo, había algo especial que atraía su atención. Tal vez era su rostro ruborizado y apenado, o la forma tímida en que se cubría de su vista, no lo sabía, pero estaba fascinado como pocas veces en su vida.
Ahora entendía por qué el tipo la quería.
Las hebras doradas de su cabello se vertían como una cascada de rayos solares tras su espalda, su cuerpo, diminuto y pequeño como el de un infante se veía lo suficientemente frágil para ser aplastado incluso por la fuerza de su pie. Había en ella un aura de inocencia que no soportaba ver intacta, el aroma tenue de su miedo emanando de cada célula de su cuerpo y sus ojos rosados mirándolo con absoluto terror le hacían hervir la sangre de excitación.
—Te equivocas pequeña, yo no vine a salvarte… —murmuró lascivo, colocándose cuidadosamente sobre ella, en la misma posición que estuvo el sujeto de antes. —Yo vine a tomar su lugar.
—¿S-Su lugar? —cuestionó en medio de jadeos llorosos. Miró con cierta lastima las marcas de sus muñecas y el suave desgarre de su camiseta rosa. La chica retrocedió contra la pared, paralizada por el pavor, y él sonrió enternecido por la patética niña que había encontrado en su camino.
Casi no podía respirar y mucho menos hablar. La sintió encogerse de hombros cuando dejó a su mano vagar por su coronilla, acariciando su cabello rubio y deslizándose con tranquilidad hasta uno de sus pechos, dejándola ahí sin moverse.
—Antes que con un tipo asqueroso y mal oliente, ¿no preferirías que fuera yo? —pronunció ronco, con el aliento masculino golpeando su acalorado rostro. Finalmente ella pareció reaccionar y empezó el forcejeo más intenso de su vida, aferrándola por los antebrazos y aplastándola con el peso de su cuerpo para impedirle escapar. La chica resoplaba agitada, pero jamás había conocido a una criatura tan fuerte como ella, que atacaba sin piedad como le fuera posible. Recibió varios arañazos en la cara y algunos intentos de mordidas, pero al final pareció cansarse de que sus esfuerzos fueran en vano y se limitó a mirarlo con odio.
—¡Suéltame! —exigió.
—Oh, vamos bitch-chan. Si de todos modos alguien al final va a hacerlo, ¿por qué no lo disfrutas conmigo? Nfu~
—¡Eres un asqueroso, enfermo y depravado, suéltame ya mismo!
—No quiero~
—¡Te he dicho que me sueltes! —exclamó con todas sus fuerzas, usando ambos brazos para apartarlo.
Nunca esperó que ella tuviera la suficiente fuerza para lanzarlo lejos, casi del mismo modo que su pie lo hizo con el tipo, pero de algún modo lo hizo. Bastaron unos segundos de desconcierto suyo para notar que ella se le había ido de entre las manos y había corrido a refugiarse dentro de la habitación en la que permanecieron peleando afuera de su puerta.
La muy idiota.
—¡Este es el peor error que has cometido bitch-chan! —gritó, forcejeando con la manija que era sostenida del otro lado por la rubia. Laito sonrió sin poder evitarlo, nunca antes una mujer se le había resistido como ella y nadie lo había divertido tanto hasta ahora. Hizo un último intento, pero no tenía caso, no la sacaría de ahí. —¿Crees que podrás escapar? —cuestionó ansioso por oír su voz temerosa, ver su rostro petrificado de la angustia, aspirar el exquisito aroma de su desconsuelo. —Ahora sé dónde vives, tonta bitch-chan~ Un día de éstos te voy a atrapar~
Se regocijó en el suspiro doloroso de ella, casi podía verla, agonizando en silencio con la cruda realidad. Solo necesitaba tiempo. El llanto lastimero al otro lado de la puerta le hizo sentirse más vivo que nunca, y la amargura que acompañaba sus días parecía disolverse en pura excitación.
La dejaría por esa noche, necesitaba acción y estaba seguro de poder disfrutarla en esa ocasión. El diablo debía quererlo demasiado si la había puesto a unos metros de distancia de su camino, estaba complacido.
Y la iba a destruir.
OoOoO
Notas de Kou: Si, sé que ahora me odian por no estar actualizando otras historias pero esto se me vino a la mente cuando estaba reescribiendo el capítulo de Nocturna, que me falta la escena final y ya casi está listo. Me salió más extenso de lo que pensaba, pero mejor así, no planeó hacer muy larga esta historia… Ya, siempre digo eso y termina al revés xD
Esta semana si voy a actualizar, me tomé mi tiempo porque de verdad que no soportaba la idea de haber perdido todo mi esfuerzo tan fácil, pero algún día tengo que superarlo. Si publico esto es porque no quería reescribir nada, así que hice algo nuevo para no sentirme presionada.
