¿ — ¿Qué tal?— La chica no para de girar frente a su espejo mientras contempla como le luce el vestido que lleva puesto.

Su compañera inclina levente su cabeza a la izquierda —Es un vestido muy lindo, y resalta mucho tu figura… pero no sé. El color… Creo que el color azul del vestido y el rojo de su cabello se verán muy llamativos—

—Tal vez tú pienses eso porque siempre vas vestida de negro Ayame, de todas maneras mi cabello es azul— comenta la chica mientras señala su propio cabello muy bien recogido.

Ayame sonríe —Es un lindo chico. Vendrá por ti hasta el Mundo Espiritual. ¿A dónde irán?—

—Hoy iremos a su casa— tras eso la sonrisa de su compañera desapareció y a cambio sus ojos se abrieron en gran sorpresa —No pienses mal— mueve las manos —Me presentara con sus padres—

—Espera, has trabajado con él… ¿2 años? Tal vez más y no conoces a sus padres…—

Botan mira hacia el suelo —Si los conozco pero, ya sabes, de lejos. — voltea la mirada a donde su compañera —Kurama no se caracteriza por ser una persona muy so…— es interrumpida por una voz que parece salir de algunas bocinas fuera de la habitación

Señorita Botan le buscan en la entrada, favor de dirigirse inmediatamente a la entrada. Señorita Botan le buscan en la entrada, favor de dirigirse inmediatamente a la entrada.

Ayame se acerca a su amiga y suavemente acomoda un pequeño mechon de cabello que rebeldemente había abandonado su lugar —Parece que su príncipe ya llegó. Dese prisa Señorita Botan.— Botan asiente con la cabeza y sale deprisa.

Llegando a la entrada puede ver a su cita, vistiendo pantalón de mezclilla y una camisa blanca. ¡Cielos! Es que acaso nada se le ve mal a ese chico piensa Botan mientras disminuye la velocidad al verse cada vez más cerca.

Al notar a su linda novia se separa de la pared, pero manteniendo su mano izquierda detrás de él.

Ambos se acercan tanto que quedaron cara a cara, cualquiera pensaría que se darían un beso pero eso sería imposible en un lugar tan concurrido como el Mundo Espiritual.

—Para ti— deja ver su mano izquierda y en ella una hermosa rosa roja —Feliz quinto mes— Botan se sonroja tanto que le hace competencia a la flor.

—Muchas gracias— La chica estaba acostumbrada a que en cada mes que llevaban saliendo él le daba enormes ramos de rosas, ya que para él ese no era un "gasto", pero de igual manera se sentía muy feliz.

El muchacho se pone a un lado de ella y coloca su brazo a manera de que ella pueda cruzar el suyo con el de él —¿Lista?— Botan hace lo esperado y juntos cruzan la gran puerta.

Gracias a los portales que conectan los mundos solo fue cuestión de minutos para que los tórtolos llegaran a su destino.

La mano de Kurama estaba a punto de alcanzar la perilla cuando siente que su cuerpo se mueve mucho —¿oh?— voltea y ve que la razón de que su cuerpo tiemble es que su compañera está temblando. —No me digas que estás nerviosa—

Los dientes de la chica rechinan un poco —Es solo que nunca había conocido a los padres de alguno de mis novios—

Kurama se sorprende mucho ¿alguno de sus novios? —¿Has tenido muchos novios?—

No deja de temblar —De hecho… ni uno solo. Es por eso que estoy tan nerviosa— Kurama suspira. — ¿Qué pasa si le caigo mal?—

— ¿Por qué le caerías mal? —

Botan comienza a pasar sus dedos por el brazo de su novio —Ya sabes… a veces suelo ser algo… bocona—

Kurama sonríe tiernamente —solo no te equivoques con mi nombre y todo estará perfecto— Botan ríe nerviosamente.

—¿Podrías recordarme tu nombre humano?— rasca su nunca nerviosamente mientras su novio la mira un poco decepcionado.

—¿De verdad tengo que?—

—No. Solo bromeaba Shuuichi— Kurama le regala una sonrisa.

—No recuerdo si limpie la marca que dejo el vaso de Shuuichi en la mesa— dice la mujer de mediana edad a su esposo mientras revisa que sus aretes se vean bien.

El hombre da las últimas vueltas a su corbata para que esta quede impecable —Estoy seguro que lo hiciste—

—¿Qué pasa si no?— le da una planchada a su ropa con ambas manos —Ella podría notarlo y parecerle que fui descuidada—

Kazuya se acerca a su esposa y la lleva hacia la cama, le indica que se siente en la orilla, él se sube completamente en la cama y de rodillas se pone detrás de ella —Creo que alguien se estresa demasiado — coloca sus grandes manos sobre los pequeños hombros de ella y comienza a masajear suavemente.

Comienza a sentirse más relajada —Te conté que mi hijo nunca ha sido una persona con muchos amigos… bueno, más bien una persona con amigos… que yo conozca—

—Lo sé, por eso te hizo muy feliz cuando llevo a aquél muchacho al hospital y a aquel otro a nuestra boda… me agrada el otro pequeñito, es mucho más callado que los demás—

—Exacto, por eso quiero dar la mejor impresión a la muchacha. No quiero que se decepcione y vaya a dejar a mi hijo porque le caí mal o algo por el estilo. Lo menos que quiero es ver a Shuuichi sufriendo— lleva su mano hasta las de su esposo indicándole que pare con el masaje. Ambos se paran de la cama, Shiori acomoda un poco los lentes de su esposo que se habían resbalado un poco.

—Gracias— toma la cara de su esposa y la acerca a la de él —¿Recuerdas cuando empezamos a salir?—

Shiori ríe inocentemente —Cómo podría olvidar eso. Nos veíamos tan inocentes y torpes que seguro nadie pensaba que ambos habíamos estado casados—

—Te amo Shiori— tras dicho eso le planta un tierno beso en la frente a su mujer provocando que esta se sonroje.

Shiori cierra sus ojos, todo es tranquilidad en ese momento —Te amo—

Ambos escuchan que una puerta ha sido abierta e finalmente habían llegado Shuuichi y su novia.

—Querida, ve a recibirlos tú mientras yo reviso si Shuuichi ya está listo—

Shiori se dirige a salir de la habitación cuando de pronto voltea bruscamente hacia su marido —¿Y si piensa que es lo contrario? Tal vez piense que exagere mucho. ¿Cómo me veo?—

El pobre marido suspira —No te preocupes, verás como todo saldrá de maravilla. Te ves hermosa. Ahora no los dejes esperando mucho tiempo.— Shiori asiente y sale deprisa.

Solo espero que no sea la chica quién termine decepcionando a Shiori.