Disclaimer; El mundo de Cazadores de Sombras así como sus personajes son propiedad de Cassandra Clare, yo sólo los tomo prestados para esta loca historia que surgió de mi mente.
Notas; Esta historia es un "what if", es decir, "qué pasaría si..." en este caso cambia en final de Ciudad de Fuego Celestial, por lo que obviamente tendrá spoilers de toda la saga además de alguno sobre la trilogía Los Orígenes.
También debo decir que terminé la saga hace un año, por lo que puede que algunos detalles mínimos no concuerden, si es así por favor haganmelo saber y lo corregiré.
Ahora si, ¡A leer!
Capítulo 1; ¿Dónde estás?
Asmodeus observó a los humanos frente al él; le resultaba de lo más entretenido como sus emociones podían hacerlos cometer error tras error.
Había pedido la inmortalidad de su hijo y con ello su vida para poder dejar libre al resto. Magnus, como se hacía llamar ahora, aceptó sin reparos, tal como lo supuso desde el comienzo.
Pero algo que no había visto venir era el sacrificio del joven vampiro; al arrebatarle su inmortalidad no se llevaría consigo su vida, por lo que dudó en aceptar en un comienzo, aunque al notar el cúmulo de emociones que generaría que el vampiro volviera a su vida mortal y sin memoria aceptó.
Aunque, mientras era testigo de una de las más largas y dramáticas despedidas que había visto, notó que había una persona que respiraba más tranquilo al ser el vampiro quien entregaría su inmortalidad; lo observó de arriba a abajo, analizándolo y al encontrarse con las marcas en su piel hizo una mueca de desagrado.
"Cazador de Sombras"-pensó con desprecio.
Sin embargo, el chico sostenía con fuerza a Magnus y su hijo no ponía resistencia alguna al descansar en los brazos de quien, de seguro sus antepasados habían intentado matarlo miles de veces en el pasado.
"¿Un brujo y un cazador de sombras? Interesante combinación" pensó.
Ambos, al estar tan juntos desprendían una energía tan potente que el mismo príncipe demonio tuvo que preguntarse por una milésima de segundo, que se sentiría tener tal conexión con otro ser.
Y de repente, todo un nuevo plan pasó por su mente a cámara rápida. Él ensanchó su sonrisa; creía que al llevarse a Magnus quitándole su inmortalidad sería divertido, luego surgió el vampiro, con un entretenimiento mayor, pero, ¿y si mezclaba ambas ideas? O mejor aún ¿y si obtenía ambas?
Volvió a sentir la conexión de Magnus y el nefilim, la fuerza de la energía que desprendían lo impulsó a interrumpir de una vez por todas ese melodrama.
-Aunque, pensándolo bien -dijo el demonio mayor, con su sonrisa tenebrosa en los labios- también quiero tu inmortalidad Magnus y prefiero tu memoria a la del vampiro.
Señaló a su hijo, que con apenas fuerzas para sostenerse en pie miró a Alec y de nuevo a su padre.
-Pero ya habías dicho que no querías mi inmortalidad, además yo…
-Vivirás, -lo interrumpió su padre- pero tendrás sólo un año para poder recuperar tus recuerdos, si no lo logras morirás.
-¡Pero el trato ya estaba hecho!- dijo otro nefilim, este con cabello rubio y ojos dorados- Sería Simon de quien tomarías la inmortalidad ¡No de Magnus!
El resto estaba en piedra, observando al demonio y luego a Magnus, pero éste sólo tenía ojos para Alec y viceversa.
-He cambiado de parecer, quiero ambas. -Contestó Asmodeus, cruzándose de brazos- lo toman o lo dejan.
Por el tono en que lo dijo, nadie más se atrevió a pronunciar palabra alguna en su contra.
-Cuatro años -dijo por fin Magnus, después de unos momentos de silencio sepulcral, apartando la mirada de su nefilim de ojos azules y este sólo cerró con fuerza el agarre que tenía en la cintura del brujo- Tendré cuatro años para recuperar todo.
El demonio siseó ¿cuatro años? Podría hacerse demasiado tedioso, él quería obtener su victoria pronto.
Analizó todo un momento, los tenía en su poder, sabía que bien podría tomar la vida de todos los presentes y terminar con el asunto. Pero no sería tan divertido.
-Te propongo un trato, sólo por ser mi hijo favorito -ante esas palabras, el brujo rodó sus ojos gatunos- serán dos años -dijo levantando dos dedos de su mano izquierda- dos años, podrás tener toda la ayuda que quieras, pero a cambio te quitaré tu magia... -todos comenzaron a alzar la voz, todos excepto el nefilim de ojos azules que mordía su labio inferior tan fuerte que un hilito de sangre comenzó a brotar- te quitaré la magia y la inmortalidad, ¡serás normal! ¿no era acaso eso lo que me reclamaste desde la primera vez que me invocaste hijo? Sólo ser normal.
El aludido negó con la cabeza.
-Ha pasado demasiado desde ese entonces. -levantó su barbilla y dijo seguro- tendré de vuelta mi magia junto con mis recuerdos.
-A eso quería llegar, sólo que tú y tus amigos son muy impacientes. -tomó una pausa dramática, agregando aún más tensión al lugar- serás normal, sin magia y mortal hasta que puedas recordar; si lo logras, tendrás de vuelta todo, recuerdos, magia, tu vida será igual, quien sabe, tal vez piense en devolverte la inmortalidad.
Más silencio.
-¿Por qué hace esto? -preguntó una pelirroja menuda, con voz quebrada.
-Porque es un viejo sin vida personal que ha intentado quitarme la mía desde hace tiempo. -Magnus respondió y suspiró- Acepto, dos años será mí tiempo límite.
-Nuestro tiempo límite querrás decir. -interrumpió el rubio de nuevo.
-Jace tiene razón, te encontraremos -dijo segura una chica, alta de cabello negro y muy parecida al ojiazul, pensó Asmodeus.
El demonio sonrió sin poder evitarlo; había tenido razón, eso sería muy divertido.
-Decidido entonces -caminó hasta una pared, donde con unos cuantos movimientos de sus manos hizo abrir un portal hacia Idris- Avancen.
Se notaba la alegría y emoción en su voz, todo lo contrario en el grupo que comenzó a avanzar con pies de plomo hacia el portal.
-Espera, espera... -dijo, deteniendo al vampiro antes de que cruzara el portal- no me he olvidado de ti, ex hijo de la noche.
Colocó su mano derecha frente al rostro del adolescente, sin llegar a tocarlo utilizó su poder para quitarle la inmortalidad, en el proceso dejándolo inconsciente.
-¡Simon! -gritó la pelirroja corriendo hasta él, con el rubio detrás de ella.
-Su parte del trato. -Contestó, alejándose lentamente y ganándose una mirada de odio por parte del rubio, mientras la chica intentaba hacer reaccionar a su amigo.
Cuando Jace levantó brazos a Simon, algo se encendió en Alec, quien no se había movido ni un milímetro.
-No -dijo firmemente- No te perderé de nuevo.
Estrechó entre sus brazos al brujo, quien lo miró con una sonrisa triste mientras le acariciaba un mechón de su cabello y luego limpiaba el pequeño rastro de sangre en los labios del chico.
-No hay otra opción Alec... Debes ir con el resto. -intentó separarse, pero su mínima fuerza no era oponente alguno a la de un cazador en plena forma, quien lo atrajo más hacia él hasta juntar sus labios por unos segundos hasta que escucharon a alguien aclararse la garganta.
-Tienen un minuto... -Dijo Asmodeus, regodeándose del comienzo de su victoria.
Magnus rompió el beso y maldijo por lo bajo, ¿acaso era eso lo que sentían los mundanos normales cuando eran apresurados por sus padres? Vaya terror.
-Debes irte Alec... -notó como los hermosos ojos de su nefilim comenzaban a aguadarse y sintió una lágrima traicionera correr por su propia mejilla derecha- No hay tiempo.
-No me iré, no sin ti. -el cazador no pudo evitar que su voz se quebrara- no quiero dejarte, quiero quedarme contigo, no soportaría perderte de nuevo.
-No lo harás garbancito -Alec cerró los ojos con dolor al escuchar su absurdo apodo; dejando escapar un par de lágrimas- encuentra a Catarina, dile lo que pasó, ella sabrá que hacer.
-¿Y si no puedo hacerlo? ¿Y si fallo? -abrió sus ojos de nuevo, y los dirigió hacia los felinos de Magnus- No soportaría estar sin ti.
El brujo depositó otro tierno beso en los labios de su nefilim estúpido.
-Eso no pasará... -unió sus frentes y posó sus manos en las mejillas húmedas de Alec- me encontrarás y podré volver a recordarte, sé que lo harás.
-Pero yo...
-Lo lograrás Alec -lo calló- lo harás y podremos estar juntos.
-Treinta segundos... -se escuchó murmurar a Asmodeus; Magnus maldijo a su padre en todos los idiomas que conocía.
Lo besó de nuevo, esta vez tomándose su tiempo en recorrer cada centímetro de la boca de Alec, no quiso decir nada, pero también tenía sus dudas sobre ese plan.
-Te encontraré donde quiera que estés -dijo con una seguridad renovada- y me volverás a recordar, ya lo verás.
-Ese es mi Alec -sonrió un poco y lo besó rápidamente- vete...
Separarse del otro fue la parte más dolorosa; la incertidumbre de no saber cuándo volverían a verse, a besarse o estar si quiera uno cerca de otro.
-Te amo -dijo Alec con lágrimas en los ojos, caminando hacia atrás en dirección al portal, su hermana que lo había esperado tomó su mano y le dirigió una mirada decidida aunque triste a Magnus antes de jalar a su hermano dentro del portal.
-También te amo... -susurró el brujo, no seguro de que Alec lo hubiera escuchado.
Un instante después sintió dificultades para respirar, sus piernas le fallaron y cayó al suelo.
-Si me hubieras llamado antes, al menos ahora tendrías más fuerza.
Su padre lo observaba de pie frente a él; ahora estaban solos y Magnus a su merced.
Haciendo uso de toda la fuerza que le quedaba, se puso de pie de nuevo, si le iban a arrebatar sus recuerdos y su inmortalidad, al menos sería estando de pie.
-Sólo hazlo ya...
Una sonrisa victoriosa fue lo último que alcanzó a ver, antes de que la oscuridad lo invadiera.
*5 Meses después*
Alec cayó rendido sobre su cama en el instituto, el jetlag lo estaba matando; después de todo, la diferencia horaria entre Nueva York y Tokio era bastante amplia.
Pero ni el cansancio fue suficiente para hacerlo dormir, tenía cosas que hacer y debía aprovechar cada segundo. Sacó de su bolsillo su estela y marcó una runa en su antebrazo para que le diera la energía necesaria para seguir en pie y no quedarse dormido en una esquina, como le había pasado ya un par de veces.
-Ya está, con una taza de café y estaré listo -se dijo a sí mismo, poniéndose de pie y saliendo de su habitación en dirección a la cocina.
Dentro se encontró con Jace, Clary y Simon y a juzgar por el aspecto de los últimos dos, habían terminado su entrenamiento de ese día.
-¿Qué haces aquí? -le recriminó su parabatai al verlo entrar- Acabas de llegar del otro lado del mundo, toma un respiro.
-No lo necesito -Contestó, mostrándole el antebrazo donde tenía su runa recién marcada, al verla Jace bufó- tengo demasiado que hacer.
El rubio puso los ojos en blanco, dándose por vencido y se dirigió a la cafetera, llenó una taza y se la tendió a Alec, éste le agradeció con un movimiento de la cabeza antes de tomar un trago que le supo a gloria.
-¿Qué encontraste? ¿Alguna pista? -preguntó Simon inocentemente, recibiendo una patada cortesía de Clary por debajo de la mesa.
El trago de café que tenía el ojiazul en la boca se volvió tremendamente amargo cuando lo pasó por su garganta, bajó la mirada hacia su taza evitando el contacto visual con cualquiera de los otros tres.
-Aún nada, como siempre -dijo apretando la taza entre sus manos casi rompiéndola en pedazos por la presión- Ni una pista de él.
Los demás, intercambiaron miradas preocupadas, en parte por no saber aún nada del paradero de Magnus, pues ya habían pasado cinco meses, pero más preocupados por el nefilim, quien a pesar de las runas se le notaba cansado, había bajado de peso, su cabello claramente sin peinar durante días y había pronunciadas ojeras debajo de sus ojos.
-No te preocupes, ya aparecerá, mi madre y Luke lo buscarán en Europa -dijo Clary intentando ayudar, aunque sólo se ganó una sonrisa sarcástica por parte de Alec. Porque él muy bien sabía que los recién casados estarían más ocupados disfrutando su luna de miel que en buscar a un brujo sin magia perdido por ahí.
Ante el pensamiento de Magnus perdido en algún sitio del mundo, sin memoria y quién sabe si tendría un lugar donde dormir o si se alimentaba bien un escalofrío recorrió su espina dorsal.
-Estaré arriba, no me molesten si no es algo grave -dijo como siempre, antes de rellenar su taza con más líquido caliente y dirigiéndose a su habitación.
Al entrar, se encontró con el desastre que había en su habitación desde hacía ya varios meses y caminó hasta su escritorio con cuidado de no tirar alguna de sus torres de hojas de papel esparcidas por el suelo.
Tomó asiento y bebió un sorbo de café antes de abrir sus cuadernos con notas, intentando en vano localizar algo, por pequeño que fuese para localizar a su brujo.
Horas después, seguía en el mismo lugar, la misma posición y la mitad de su café ahora frío aún en su taza.
Nada, nada de nada. De nuevo.
Alec pasó ambas manos por su cabellera, despeinándose aún más mientras cerraba los ojos.
-¿Dónde estás? -preguntó al aire, desesperado.
Había recorrido casi en su totalidad el continente asiático, le había tomado meses pero supuso que sería el lugar donde Magnus tenía más oportunidades de pasar desapercibido; había ido por China, Turquía, la India, Corea del Sur e incluso se había aventurado a ir a Corea del Norte. Y nada, ni una sola pista.
Talló sus ojos con la palma de sus manos, recordando mentalmente todos los detalles de cada uno de sus viajes ¿podría haber pasado por alto algo? ¿una señal? ¿un pequeñísimo letrero que indicara algo relacionando el Magnus?
Nada, su mente seguía en blanco total.
Enfadado, se levantó de su silla, con tal fuerza que mandó al mueble a volar hasta caer sobre un montón de hojas que eran sus notas de China.
Maldijo mientras iba hacia ahí y recolectaba una a una las hojas y las colocaba en orden numérico.
Iba por el número 115 cuando alguien tocó la puerta de su habitación.
-Estoy ocupado -dijo sin detenerse- vuelva más tarde.
-Soy yo Alec, Catarina. ¿Podemos hablar?
El nefilim, impulsado como un resorte se levantó de un brinco y abrió la puerta en seguida.
-¿Lo has encontrado? ¿Sabes algo de él? ¿Qué ocurre?
La bruja con piel azul lo observaba bajo el marco de la puerta, Alec sabía que ella sería tal vez la persona que mejor comprendiera su desesperación por encontrar a Magnus, pues según sabía ellos tenían mucho tiempo como amigos, además de que después de la muerte de Ragnor Fell, el brujo de ojos de gato era de los pocos amigos que le quedaban. Y ahora también se había ido.
-Nada aún, pero ¿podemos hablar de otro asunto? -Catarina ladeó el rostro y guardó sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo.
Alec mordió su labio, antes de asentir y dejarla entrar.
-Presidente Miau te extraña -murmuró ella una vez dentro.
-Lo extraña a él, no a mí.
Alec cerró la puerta y Catarina se sentó en la cama, observando a su alrededor hasta encontrar una foto, de Magnus y Alec frente a la torre Eiffel, sonrió melancólica al tomar el porta retratos y delinear la silueta de su amigo con las yemas de sus dedos.
-Los extraña a ambos. Pero no me estoy quejando, es un gatito muy bien portado y excelente compañía. Sólo que está triste ¿sabes?
-Ya se le pasará... -le contestó Alec sin mirarla.
Sabía que había estado mal el haber dejado a Presidente, pero siempre que lo veía algo en su pecho se rompía y le impedía respirar. Con sólo mirar al gatito recordaba a su dueño y Alec perdía la paciencia.
Poco después de volver de Idris, él se había armado de valor y fue al antiguo departamento que alguna vez compartió con el brujo, encontrando una capa de polvo sobre todos los muebles.
Al entrar, Presidente Miau había corrido en su dirección, sin dejar de maullar desesperado y cuando lo tomó en brazos ronroneó muy fuerte. Pero no todo estaba bien, y la pequeña mascota lo notaba; se dejó mimar unos segundos antes de comenzar a maullar de nuevo y buscar con la mirada a su dueño.
"-Lo siento... Lo siento mucho Presidente..." le había dicho, con lágrimas en los ojos.
Tanto gato como nefilim no pudieron estar tranquilos después de eso, fue entonces que tomó la decisión de salir de ese lugar, tenía demasiados recuerdos acumulados que le taladraban la mente.
Tomó una de las miles de maletas pequeñas que guardaba el brujo, metió ahí los juguetes favoritos de Presidente, algunas latas de comida y unas cuantas mantas llenas de pelo.
Metió al gato a una caja transportadora, el minino, inquieto y asustado por los cambios tan drásticos en tan pocos segundos, le arañó la palma de la mano.
Alec sin siquiera notarlo tomó la maleta, la caja transportadora y salió en dirección al instituto.
Presidente Miau había estado con él unos cuantos días, cada vez que Alec lo miraba, el gatito maullaba sin parar y el nefilim incluso podía ver la recriminación en sus ojitos de gato.
Fue por eso, que una semana más tarde, cuando Catarina fue al Instituto que le pidió que se llevara al gato, poniendo como motivo que él pronto comenzaría a viajar en busca de Magnus. Lo cual era verdad, pero aún así, aun sabiendo que Isabelle, Clary o alguien más podría hacerse cargo de Presidente y permanecer en Nueva York decidió que se fuera a Idris con Catarina.
-Deberías visitarlo alguna vez -la voz de la chica lo trajo de nuevo al presente- al contrario de lo que piensas, no te culpa de nada, él solo necesita atención por parte del dueño que aún tiene.
Alec, recargó la espalda en la pared y negó con la cabeza, cruzándose de brazos.
-Mañana salgo a Kioto, aún me queda medio Japón por investigar.
-Tu parabatai me dijo que volviste hace solo unas horas -al ver que Alec no se movía o decía algo, la bruja suspiró resignada- de acuerdo, continúa con lo que sea que estés haciendo.
Se puso de pie, no sin antes devolver la fotografía a la mesita de noche donde la había tomado.
-He hablado con unos amigos de extrema confianza, estarán alertas y me avisaran si encuentran algún indicio.
Alec asistió a modo de respuesta, pues no sabía que decir, Magnus había tenido razón, lo primero que había hecho al volver de Edom había sido hablar con ella, quien al instante le dijo que debía mantenerlo en secreto.
"-Tenemos que decir que murió -le dijo con la voz entrecortada por la conmoción- él podría estar en cualquier parte del mundo y debes recordar que su vida ha sido larga, así como tiene amigos, probablemente tenga el doble de enemigos, dispuestos a aprovechar la oportunidad de que él está indefenso"
Alec aceptó y les comunicó a los demás la decisión que fue tomada.
Pocos sabían la verdad, para el resto del mundo Magnus Bane había muerto en Edom a manos de su padre demonio.
Catarina acarició la mejilla de Alec antes de despedirse de él y salir de la habitación.
Él, de nuevo solo fue hasta su cama, se rodeó de sábanas y mantas con olor a sándalo que había llevado desde el departamento de Magnus. La combinación de morado metálico y verde fosforescente era como un faro de luz entre su habitación con simples tonos grises y negros.
No se dio cuenta de lo cansado que estaba, hasta que recargó la cabeza sobre una almohada azul y se durmió abrazando el cuadro con la fotografía de ellos en París.
Y bueno aquí está. ¡El inicio de una nueva historia! Y eso que aún no termino muchas...
En fin; está está ya casi en su totalidad escrita, por lo que -espero- no haya contratiempos al momento de publicarla.
No prometo que los capítulos sean tan largos como este, algunos serás más cortos o incluso más largos. ¿Cómo los prefieren?
Espero les haya gustado, todas las opiniones, recomendaciones, preguntas, etc son bienvenidos en un lindo y sensual review c:
