Disclamer: Los personajes no son mios, son de J.K Rowling a esepcion de Annie & Leah.
Prefacio.
Annie Riddle, ese es mi nombre, si ya se que tengo el apellido del señor tenebroso o Voldemort, da igual, el es mi querido y adorado padre. Aunque no lo conozca en persona yo lo quiero mucho, es mi mas grande héroe, aunque dicen que es malo y todo eso, yo creo que el tiene corazón como mi mami y como yo.
Al igual que mis papis tengo poderes mágicos, es divertido, cuando supe por primera vez eso, no quise volver a ir a la escuela muggle y mejor decidí esperar a que me mandaran mi carta de la mejor escuela de magia y hechicería: Hogwarts. Mis dos papás habían estudiado ahí, bueno ahí se conocieron, o al menos eso leí en el diario de mi mamá. Apenas soy una niña de seis años, insignificante y poca cosa, según digo yo. Mi cabello es de color café oscuro y con pequeños destellos de color rojizo junto al sol, es largo y termina en rizos hasta mi cintura. Mi piel es blanca casi tanto como la cal. Mis ojos son dos grandes ojos azul turquesa. Mi manera de ser, pues…no soy tan mala como mi papá, pero tampoco tan santa como Harry Potter, maldito, el si conoció a mi papi. Mis amigos, ni para que les cuento, no tengo amigos, con solo decir mi primer apellido huyen de mi, me dejan sola. Eso fue lo único que me gusto de mi escuelita muggle, ahí no importaba que yo fuera hija de Voldemort, solo era Annie Riddle, una muggle normal.
Me levante temprano ese día, mi mami me prometió llevarme al parque de diversiones, tenia tantas ganas de ir, veía los anuncios que nos habían dejado en la entrada de la casa, no dejaba de gritar y brincar de emoción, quería subirme a todos los juegos con mi mami, nos divertiríamos como nunca. Comería todos esos dulces sabrosos que hacen los muggles, algodones de azúcar, paletas de manzanas con caramelo, palomitas. Y para terminar, kilos y kilos y muchos mas kilos de dulces de todos los sabores y colores. Aun en pijama me fui brincando como caperucita roja hacia el cuarto de mi mami, abrí la puerta y mi mamá seguía acostada muy a gusto en su cama, me crucé de brazos y fruncí el ceño. Camine a grandes zancadas hasta donde estaba acostada mi mamá. La moví para que se despertara, pero ella no se movía, se sentía fría como el hielo o la nieve en invierno. Su piel era más pálida que de costumbre, sus pequeños parpados que estaban cerrados tenían un ligero toque de color morado.
-¿Mami?-la llame pero ella no contesto-Mami, es hora.
Pero ella no se movió ni un centímetro.
Suspire y con voz quebrada volví a llamarla.
-Mami, lo prometiste-Una pequeña lagrima de dolor por no obtener respuesta de ella-¿Mami?-Al no obtener respuesta decidí esperar a que ella se levantara sola, me fui a mi recamara y me puse ropa limpia. Un vestido café claro, con floreritas de distintos tonos de rojo. Una blusa de cuello de tortuga color blanco. Me puse unas mallas de color blanco y para terminar mis zapatos rojos.
Camine hasta mi peinador de juguete de color rosa con morado y con un espejo en forma de corazón, me peine lo mejor que pude, dejando mi cabello suelto y colocando una diadema roja. Me mire en el espejo y mis ojos estaban de otro color, cambiaban cuando lloraba. Ahora eran un poco mas oscuros y con las pupilas dilatadas. Volví a ir saltando al cuarto de mi mama, ahora me senté en el sillón que estaba en su recamara y espere a que ella se despertara. Pasaron tantos minutos, quizá horas y ella no daba señales de vida.
-Mami-Volví a llamarla, ella seguía igual que como la deje cuando me fui. Ni siquiera había comenzado a roncar. Me levante del sillón y me acosté junto a ella, su piel seguía siendo fría aunque estuviera muy bien tapada con las cobijas de la cama. Puse su mano en mi mejilla, se sentía como si me hubieran puesto un hielo en la cara. Le di un beso en la mano y cerré los ojos.
Sin darme cuenta me quede dormida, desperté al escuchar la voz de una amiga de mi mamá, Leah Spellman, su dulce voz me recordaba a la de mi mamá, tan cantarina y hermosa, como si escuchara la mas bella canción de cuna. Abrí los ojos y no me di cuenta de que mi mami ya no estaba a mi lado, ya no tenía su fría mano en mi frente. Comencé a sentir un vacío y mire a Leah con tristeza.
-¿Dónde esta mi mami?-le pregunte con tristeza, mi voz fue casi inaudible para mi, pero Leah me escucho con claridad. Su mirada era igual que la mía, sus ojos verde esmeralda estaban acompañados de un rojo a causa del llanto.
-Annie…-Me dio un abrazo y no entendí nada de lo que ella hacia-Maryse…Ella murió.
-No, mi mami no esta muerta-Negué con la cabeza y con los ojos llorosos, no podía ver claramente a causa de las lagrimas que estaba comenzando a derramar, la única persona que estaba junto a mi siempre, ya no iba a regresar junto a mi, ahora ella estaba con todos los muertos del inframundo con Hades, el tipo de la película de Hércules.
-Yo estaré contigo, te iras a vivir conmigo-dijo limpiándome las lagrimas que había derramado, aun seguían saliendo como si fueran las cataratas del niagara.
-No lo creo señorita Spellman, ella aun tiene un padre y debe ir a vivir con el.
-¿Usted sabe quien es el padre?-dijo Leah enojada-Su padre es el… que no debe ser nombrado.
-Lo sabemos, pero el es la única familia que el queda a la niña, ella debe irse con el.
-¿Mi papi?-dije con una gran sonrisa, de pronto toda la agonía y el pesar que traía encima, había desaparecido, al fin viviría con mi papi y el y yo seriamos felices, ahora tendría a mi papi, la persona que siempre quise aunque no estuviera conmigo. Ya podía sentir los brazos de mi papi abrazándome muy felizmente por tenerme junto a el por fin. Me imaginaba junto a el, yo tomando su rostro en mis pequeñas manitas y dándole el más dulce de los besos en su mejilla, dejándole claro todo el amor que le tenía.
El señor que me había dado la mejor de las noticias asintió al fin con la cabeza y me puse aun mas feliz, hasta di un salto de alegría. Con un movimiento de varita, el señor trajo todas mis cosas demasiado rápido, mis muñecas, mis peluches, mi ropa, todo estaba acomodado y listo para irme con mi papá.
El me tomo de la mano y me transporto hasta una casa de un color oscuro, estaba fea, parecía de esas casas de los fantasmas, se parecía muchísimo al castillo de Maléfica, la bruja fea de la película de la Bella Durmiente. Pero me dio demasiada confianza como para acercarme y tocar la puerta con todo el entusiasmo que traía adentro por querer ver a mi papi.
-Annie-Me llamo el señor, yo lo voltee a ver y el me dio un pergamino-Quiero que le des esto al señor tenebroso cuando lo veas.
-Claro-dije con una sonrisa, el me miro extrañado y desapareció rápidamente, abrieron la puerta en cuanto el se fue, me abrió un señor con la cara gorda y fea, llena de granos y una nariz grande, como del tamaño de un zapato de payaso, los dientes eran tan grandes como los de Bugs Bunny y sus ojos eran saltones, me dieron muchas ganas de reírme de su horrenda cara, pero eso es de mala educación, con una tierna sonrisa, la mejor que pude, lo salude con la mano y entre a la casa, mis cosas caminaban atrás de mi.
-Quédate donde estas-Su voz era aun más graciosa, me tape la boca para no estallar de la risa. Me voltee para verlo de nuevo.- ¿Qué demonios haces aquí?
-Busco a mi papi, Voldemort-con una gran sonrisa pronuncie su nombre.
-Tu papi, eh-Una voz extraña, que a muchos les hubiera dado miedo, una voz que me lleno de alegría, esa voz debía ser la de mi padre.
-Sipi-dije volteando a donde estaba esa voz, un hombre sentado en un sillón de una persona, con una capa negra y con la cara tapada.-Me llamo Annie Riddle.
-Maryse-dijo esa voz.
-Mi mami, murió-la voz se me estaba quebrando de nuevo. Con suerte pude decir aquellas horrendas palabras. El no volvió a hablar, me quite las lagrimas que habían comenzado a caer de mis ojos de nuevo y corrí hacia el, dándole un abrazo.-Papi.
El no hizo nada, fue como si mis palabras se las hubiera comido un dinosaurio feo como Barney. No sentí ninguna caricia de el, ni un abrazo, ni siquiera un beso en la frente o algo por el estilo, sin darme cuenta el desapareció rápidamente y me dejo caer en el sillón, abrí los ojos como platos y mas lagrimas cayeron de mis ojos.
-La niña le puede ser de utilidad amo-dijo el señor gordo y feo-Imagínese, puede entrenarla y hacerla como usted.
-Ella no, no puede ser mi hija, solo vela-voltee a verlo y me apunto con uno de sus dedos pálidos y huesudos-Es…tan…tierna y esponjosita, te aseguro que ve Dora la exploradora en las mañanas, después desayuna un huevito revuelto con ketchup y para terminar de postre quiere una nieve de chocolate con bombones y un besito cariñoso…
-De hecho no veo Dora la exploradora…-lo interrumpí-Solo quiero vivir contigo y conocerte, quiero saber como se siente tener un papá.
-Te puedes quedar, con la condición de que no me uses de tu muñeca, de tu maniquí y…-Volví a correr hacia el y le di un abrazo, apenas alcance a abrasarle las rodillas, aun era pequeña.
-Gracias papi.
Espero que les haya gustado mi primer capitulo n_n !
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Sakura Masen Yamamoto
