Mundo de las sombras
Capitulo 1: La chica de Oro
Mechones de cabello del color de la nieve y el fuego se fundían sobre la cama. Dos jóvenes dormían abrazados sobre esta; uno tan pálido como la luna, de cabellos incoloros y una muchacha de piel dorada y cabellos de fuego. La reluciente luz del sol atravesaba las cortinas e iluminaba las paredes blancas del cuarto, creando una iluminación casi deslumbrante. Aunque no fue esto lo que despertó a los jóvenes, sino cuando alguien interrumpió en el cuarto y salto sobre la cama donde se encontraban. Este era un muchacho de piel tostada, cabellos castaños oscuros y dos bellos zafiros como ojos.
-¡Arriba!-Dijo el muchacho mientras se abría paso entre los dos sobre la cama, empujándolos- Tenemos visitas.
El joven de revueltos cabellos blancos, el cual se encontraba riendo con los ojos entrecerrados, miro hacia la puerta. Pudo detectar un pequeño destello de cabellos rojizos. Fue en ese momento cuando supo de quien se trataba. La sonrisa se le ensancho de sobre manera, abrió los ojos del todo, se levanto de la cama y camino hacia la puerta. Había dado dos pasos cuando nuevamente vio esos cabellos rojos, aunque esta vez detecto medio rostro pálido y unos brillantes ojos negros. La niña, al notar que su hermano lo estaba viendo soltó un gemido y rápidamente se volvió a esconder tras el marco de la puerta. El muchacho salto hacia delante y se apresuro a tomar a la pequeña en brazos mientras le hacia cosquillas.
La niña reía, su sonrisa era pura e infantil y sus risas melodía angelical. Coloco sus delgados brazos tras el cuello de su hermano y froto su pequeña naricita contra la de su hermano.
-Hola preciosa-Dijo este.
-Hola Alaric-Dijo la niña con una sonrisa gigante.
El muchacho, aun teniéndola en brazos, le dio unas vueltas mientras la niña reía.
-Ay, ¡te extrañe muchísimo!-Le planto varios besos sobre la frente y la termino dejando sobre el suelo.
La niña se apresuro a correr hasta su hermana mayor, la cual tenía sus mismos cabellos rojizos, y le dio un abrazo de oso.
-Bueno, bueno. Ahora que toda la familia se a reencontrado…
-¡No!-Interrumpió la pequeña con una vocecita infantil-Falta Jophiel-
Alaric sonrió y salio rápidamente del cuarto. No había momento que disfrutara mas que el de reencontrarse con su familia.
Mientras que el vivía en New York y estudiaba en el instituto de esta misma ciudad, sus padres y sus hermanitos menores, dos pelirrojos y locos mellizos, vivian en Idris, la ciudad de cristal. Aunque amaba Idris y realmente agradecía que sus padres criaran a sus pequeños hermanos allí, los extrañaba demasiado. Aunque estos venían cada dos semanas para visitar, esta vez habían tenido algunos problemas, los cuales Alaric desconocía, y habían tardado mas que tres semanas. Pero allí estaban, esperándolo escaleras abajo.
El muchacho, casi corriendo, se apresuro a bajar hasta la planta baja. Al llegar, se adentro en la sala de entrada. Allí se encontraba una bellísima mujer; no era muy alta, a decir verdad, media menos que un metro sesenta. Tenía un hermoso cabello del color del bronce, el cual caía sobre sus hombros creando ondas. Su cuerpo era esbelto y fuerte, el cuerpo de una guerrera. Su rostro era propio de un ángel, piel blanca, resplandeciente, facciones delicadas, suaves y femeninas, y unos hermosos ojos verdes, del color del pasto. Bajo su simple camisa blanca se asomaban retazos negros, y sobre su mano derecha un negro dibujo de un ojo. Su madre, su ejemplo a seguir; la mujer que mas amaba y adoraba en el mundo. Tan bella como un ángel y a la vez tan fuerte como una guerrera..Algo que solo una cazadora de sombras puede lograr.
Su madre avisto a su hijo, y una hermosa sonrisa se le apareció en su rostro, la cual se le contagio también a este.
-Mamá-Dijo el rubio, y se apresuro a darle un fuerte abrazo, envolviéndola en sus brazos como si su propia vida dependiera de eso.
-Mi amor-Rió esta- ¿Estas mas alto?-El chico la soltó un poco para mirarla a los ojos y sonreírle. Sentía una enorme adoración por su madre- Tan guapo como siempre-Esta le acaricio el rostro y le planto un suave beso sobre la frente- Te eh extraño tanto.
-Yo también, ma.
-Los dos lo hicimos-Dijo una voz femenina tras sus espaldas.
Los dos miraron hacia atrás. Allí estaba Anvier, tan bella, alta y fuerte como siempre. Esta corrió hasta su madre soltando un ''Mami'' y la abrazo fuertemente, como si todavía se tratara de una niña.
Su madre rió, con una hermosa y resplandeciente sonrisa sobre la cara.
-Hola cariño. Wow..Estas hermosa-Acaricio el cabello de su niña mientras la miraba a los ojos con solo cariño.
Con la emoción del momento, ninguno de los dos jóvenes se había dado cuenta de que su tía, Isabelle, se encontraba a un costado de la sala. Esta, tan hermosa y salvaje como siempre, con sus resplandecientes cabellos negros y su rostro angelical sonreía, media riéndose de la situación, se encontraba encantada.
-Ay pequeños, van a depender de sus madres toda la vida ¿eh?
Anvier soltó una risita y miro hacia abajo, sonrojada. Alaric le sonrió tiernamente.
-Buenos días, tía.
-Buenas tardes querrás decir, son las dos de la tarde.
Los dos chicos fruncieron el ceño.
-¿Qué?-Dijo Anvier sorprendida.
Las dos mujeres rieron.
-¿Durmiendo juntos, eh? Desde pequeños que duermen como troncos juntos-Dijo su madre, Clarissa.
Alaric se mordió el labio negando con la cabeza, aunque sin ocultar una sonrisa.
-Aprovechando que se han despertado, que les parece si me hacen el favor de llevar a los mellizos al parque? Desde que llegamos aquí andan diciendo que quieren ir al parque, creo que lo extrañan.
-Como no, ¿recuerdas? Tres semanas..-Dijo Anvier, recibiendo una mirada amenazadora de parte de su madre.
-Hablaremos de eso luego.
-Si, esta bien, ma-Dijo Alaric con una pequeña sonrisa de costado- Ahora iremos.
-Muchas gracias cariño.
Alaric miro a su hermana. Esta se encontraba con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente enojada. Le ofreció una adorable sonrisa y le extendió la mano, haciendo un gesto con la cabeza queriendo decir ''Venga, no pasa nada''Anvier lo capto y tomo la mano de su hermano.
-Ah, mamá-La pelirroja se giro y miro a su hijo mayor- ¿Y papá?
-Ah salido con Alec, vendrá luego.
-Ah vale-Dijo Alaric un poco decepcionado. Sonrió sin mostrar los dientes y se dio la vuelta.
Un rato después, luego de que los dos muchachos se arreglaron, les comentaron de la salida a sus hermanos, los cuales emocionados les hicieron caso en todo y bajaron las escaleras felices de visitar el parque que tantos lindos recuerdos les traía.
Anvier le termino de acomodar el abrigo a Jorisa, la cual la miraba impaciente, con aquellos enormes ojos negros.
-¡Bueno! ¿Ya estamos todos listos?
Alaric, el cual se encontraba atándole los cordones a Jophiel, el mellizo de la pequeña Jorisa, se levanto y tomo la mano de este.
-Todos listos.
Los cuatro hermanos salieron de la casa.
Minutos más tarde, los dos hermanos mayores se encontraban caminando tranquilamente por las calles de New York. Los revoltosos mellizos corrían delante suyo, siempre se entretenían haciendo carreras.
-A mi todo esto me resulta muy extraño-Dijo Anvier mientras jugaba con su cabello.
-¿Extraño?-Anvier hizo un ruidito de aceptación- Mhm.. Realmente no lo creo. Seguramente habrán estado ocupados con asuntos de la Clave.
-Si, seguramente fue eso-Dijo ella intentando convencerse a si misma- O eso espero-Susurro para si misma.
Alaric miro a su hermana con los ojos entornados, solía hacer eso cuando se encontraba pensando o intentando descifrar a algo o alguien. Este al descubrir la desanimada expresión de su hermana le pego un amistoso codazo en las costillas.
-Venga, ¡Animo! Mira, ya llegamos-Dijo mirando hacia adelante.
Los chicos se apresuraron, intentado seguirle el ritmo a sus hermanos, los cuales los guiaban a ellos hasta su lugar favorito del parque; Un lugar casi escondido tras los árboles cerca del claro.
Apenas llegaron allí, los muchachos comenzaron a jugar. Jorisa planeo unas escondidas y a Alaric le toco contar. Jorisa termino enojada ya que su hermano mayor siempre hacia trampas y miraba antes de terminar de contar. Luego jugaron una mancha, aunque le fue prohibido a Alaric participar ya que era demasiado rápido y ''Es injusto para los demás jugadores' Así que Alaric, luego de fingir un llanto descontrolado el cual su hermana menor no se trago, se alejo de ellos entre risas, hasta un pequeño lugarcito rodeado de árboles.
Se sentó sobre una de las rocas y observo, a lo lejos, a sus hermanos correr y caer. Central Park era un lugar hermoso, no podía negarlo; grandes extensiones de pasto verde, caminos rodeados de árboles y un hermoso y enorme lago. Pero nada de estas cosas podía comparársele, ni de cerca, a los hermosos caminos de Idris, a las hermosas vistas de casas pintorescas entre las colinas, a la hermosa agua cristalina, y mortal, del lago Lynn, al bosque. Ni siquiera aquellos enormes y altísimos edificios que decoraban el horizonte de New York podían comparárseles a las maravillosas torres de cristal de Alicante.
Alaric, más melancólico que triste, soltó un suspiro. Despejo su cabeza de las hermosas vista de su país natal y se concentro en el presente. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que no se encontraba solo; una chica de relucientes cabellos dorados se encontraba allí, sentada en una roca, a unos pocos metros de el. Cuando esta giro su cabeza, el cabello dejo de taparle el rostro y Alaric pudo apreciar sus hermosas y delicadas facciones y lo más increíble de todo, cuando los rayos de sol alumbraron sus ojos, Alaric se sorprendió al ver que estos eran del color del oro puro. Ojos dorados, cabello dorado.
No muy seguro si fue esto, o el suceso siguiente lo que lo hizo sentir como si su corazón hubiera parado por un momento. La chica no solo había girado la cabeza, sino que lo estaba mirando a su dirección. No, no estaba mirando a su dirección, lo estaba mirando a él. En las ocasiones en las que ocurrió la coincidencia de que un mundano mirase hacia el lugar exacto en el que Alaric se encontraba, estos lo habían atravesado, sus ojos se veían perdidos. Pero en ese momento, los ojos de aquella chica no miraban mas allá de el, lo miraban a el. La chica levanto la vista, y sus miradas se encontraron. Alaric se encontraba tan impresionado y paralizado que siquiera noto la cara de idiota que traía. La chica frunció el ceño e incómodamente miro hacia otra dirección.
Aquella mundana podía verlo ¿Cómo podía ser? ¿Cómo era posible?
