Este fanfic está basado en Sonic y cía. todos sus personajes son propiedad de:
Knuckles, Rouge, Sonic, Tails, Amy, Shadow= Sonic Team
demás personajes inventados= Tete-chin Spacestone
Es un fanfic sin ánimo de lucro, las situaciones son simples invenciones y cualquier situación que coincida con algún otro fanfic es mera casualidad. Si alguien quiere usar alguno de los personajes inventados es suficiente con pedirme permiso a través del mail tete-chin@sonicrules.zzn.com y yo se lo daré muy agradecida.
Como nota especial, le dedico este fanfic a Fairy, la animo a seguir escribiendo fanfics del universo Sonic y le agradezco su apoyo, espero que disfrutes tanto leyéndolo como yo al escribirlo. Advierto que es algo fuertecillo en tema y que tras el prólogo empieza la historia de verdad, siendo esto una introducción de cómo están las cosas antes de empezar todo. (¿Alguien lee estas cosas que se ponen antes del fanfic?)
Un saludo de Tete-chin Spacestone, la viajera de dimensiones.
http://Tete-chinXSonic.iespana.es
Prólogo
La puerta se abrió con un suave chirrido, la oscuridad del apartamento comenzó a desaparecer ante la tenue luz del pasillo, Rouge entró cerrando la puerta tras de sí, pero sin abrir las luces, todo estaba tan oscuro... aquello le agradaba, incluso encontraba molesto que por la ventana se colasen las parpadeantes luces de los bares. Hizo oídos sordos a la música de los vecinos de arriba que se mezclaba con el ruido de la calle, coches pasando, policía con sus sirenas, todo era molesto, pero al menos en aquella oscuridad se sentía segura, en su ambiente. Lentamente se empezó a despojar de sus ropas impregnadas del olor del tabaco, alcohol y sudor que se le había pegado en su trabajo, que por mucho que lo intentaba recordar, no sabía cuándo fue exactamente que entró ahí, a su modo de ver era aún muy niña e inexperta, aunque tenía sus 15 años cumplidos, ahora, tras 6 años en aquel sucio lugar, seguía sintiendo la misma repugnancia al olor que le quedaba pegado en su propia piel, el olor de otras pieles, olor a macho, aún podía sentir manos ardientes frotando su cuerpo, perdiendo la cuenta de cuántas habían sido tan sólo esa noche, ¿cuántas manos la habían sobado? ¿cuántos labios la habían besado? lenguas que la recubrían dejando un rastro baboso semejante al de un caracol, rasgándola uñas extrañas, bandidos que la llamaban zorra, con un gran peso que la obligaba a seguir en aquel local de danzas obscenas donde caían sus prendas al ritmo de "Lady Mermelade", y con todos aquellos pensamientos, entre las sombras hizo una mueca de repugnancia seguida de tristeza y dolor interior, se apresuró a quitarse el resto de ropa y se metió en la ducha, lo que en teoría debía ser agua purificadora la notó como gotas de ácido en su piel.
Salió de la ducha con el albornoz puesto y una pequeña toalla secando su pelo, el maquillaje había desaparecido y en su lugar había un rostro bello que demostraba no necesitarlo, todo a pesar de las lágrimas que había dejado caer confundiéndose con la ducha. Así se sentó en el sofá, restregando fuerte la toalla en su cabeza, con las piernas cruzadas, ligeramente abierto el albornoz, no esperaba visita, así que fue ella misma, despreocupada por su aspecto, pero algo llamó su atención, sobre la mesa, su libro favorito, a mitad de él había un separador, o eso parecía, puesto que era una foto, dudó ligeramente antes de cogerla, algo la impulsaba a ello, no era una foto antigua, pero sí gastada, la miró celosamente como si fuese lo único que le importase en ese repugnante mundo lleno de desdén hacia la gente como ella, eso la tranquilizaba, y entre aquella oscuridad comenzó a cantar, de forma distinta a como lo había estado haciendo en su trabajo, con sentimiento, su voz quebrada como la cantante original durante un concierto...
"Y son las horas, donde las sombras se disipan, el dolor se detiene.
Y son las horas, donde cuando el ser se vuelve invencible, la enfermedad se inclina.
Sin embargo, si yo pudiera ver que un día fuera yo quien tu visitaras, y necesitara ahí tu aliento para vencer a la incertidumbre, encarcelar mi soledad..." --- (NdelA: traducción de "Pas le temps de vivre" de Mylene Farmer)
En aquel momento, una imagen atravesó de improviso su mente, y ella se sobresaltó, no estaba pensando en el equidna rojo, sin embargo su mente había empezado a caminar sola, deteniéndose lo justo para murmurar «nunca más...»
Las horas volaron, se había quedado dormida en el sofá, estrechando aquella fotografía contra su pecho, encogida, acongojada. La madrugada, sólo un leve murmullo del viento en la apagada ciudad, algún que otro coche regresando o saliendo, luces de neón aún encendidas, farolas parpadeantes, y un ligero olor a sangre en el ambiente, una sangre que goteaba al suelo del callejón bajo la ventana del piso de Rouge, un sonido tan bajo que sólo alguien como Rouge podía escuchar, eso la despertó. Curiosamente, aún con el albornoz y su pelo algo alborotado, se acercó a la ventana, parecía una pelea, intercambios de golpes con un claro vencedor, una figura que reconoció, el equidna rojo, sin ningún rasguño, con la única sangre salpicando su rostro y resbalando por su mejilla, sangre ajena en sus guantes. En el suelo varios atacantes heridos de gravedad, algunos con terror en sus rostros, otros enfurecidos por una humillante derrota, uno de ellos frente a Knuckles, arrodillado por no tenerse en pie, aunque sin querer darse por vencido; todos desarmados por el equidna, palos, botellas y alguna que otra arma de fuego, y de todas formas, vencidos. Knuckles alargó la mano hasta su oponente, esperando recibir algo, éste dudó en un primer momento, pero la mirada penetrante y decidida del equidna disipó sus pensamientos, entregándole un objeto brillante que guardaba con celosía, algo que Rouge reconoció como un fragmento de la Master Emerald. El equidna guardó su tesoro y se dio la vuelta para marcharse, Rouge estuvo a punto de gritarle algo, un saludo o simplemente llamar su atención, incluso le habría silbado, pero no se vio con fuerzas para ello, había tenido una semana fatal, y ese día en especial era cuando más deprimida se sentía, así que le dejó ir, a pesar de ello, Knuckles parecía algo inquieto, miraba de reojo a sus espaldas, sacudió su sombrero, como haciendo tiempo, y se lo puso ocultando su rostro, se empezó a impacientar, de manera que se dio la vuelta de forma un tanto brusca y fijó su vista a la ventana de Rouge.
-¿Vas a decirme algo de una vez o me voy? llevo un rato sintiendo tu presencia...
Rouge se sorprendió, pero aquello le hizo gracia, empezó a reír a medida que el equidna se acercaba a la ventana para no tener que gritar, ella hizo un ademán para que el equidna subiera, y él empezó a escalar mientras ella se colocaba coquetamente el albornoz, algo ruborizada por no llevar nada debajo.
-A ver, ¿qué quieres que te diga?- Preguntó Rouge con una sonrisa, ahora era la de siempre.
Knuckles entró al interior de la casa.
-Ah, sí...- Comenzó la chica-murciélago con una, ahora, malévola sonrisa. -Tenías que haberme dado a mí la Master Emerald, seguro que a mí ni me la rompen ni me la roban...
-¡Ya empiezas! si lo sé me voy sin decir nada...- Knuckles puso morros.
Rouge le miró y empezó a reírse, era como un niño, a pesar de su aspecto de duro, su seriedad, su fuerza, aún era un niño en pleno crecimiento, explorando, descubriendo, eso la atrajo más todavía, se acercó al equidna, al no llevar sus botas de tacón, el equidna era bastante más alto que ella, y en ese año que había pasado el muchacho había crecido, le puso las manos en los hombros, obligándole a sentarse.
-Quédate, me diviertes.- Rouge devoró con la mirada a Knuckles.
Knuckles se apoyó con sus manos a su espalda, ni en sus sueños más libres había imaginado algo así, una Rouge desconocida estaba ante él, le aterraba sentir lo que sentía en ese momento, aquello no le podía hacer ningún bien, se estaba olvidando de su misión, y cuando Rouge apoyó una mano a cada lado de la cabeza de Knuckles, inclinándose ligeramente, dejando ver algo de su escote, sintió casi un paro cardíaco, mientras ella le limpiaba la sangre de la cara con su toalla. Rouge le miró, entrecerró los ojos y se elevó, se separó de él, no quería, estaba jugando con él como lo había hecho otras veces, pero siempre se detenía, lo dominaba y luego se echaba atrás, si él tomaba la iniciativa ella era quien le rechazaba. Comenzaron una conversación más amena, Rouge se cerró bien el albornoz, el juego había acabado, se sentó a su lado mientras hablaban, de todo y de nada, comentaban aficiones, aunque Knuckles quería sonsacar a toda costa qué la impulsaba a jugar con él, y no hacía más que fijarse en aquella foto que Rouge llevaba todo el rato en su mano, desgarrándose sus pensamientos en preguntas ¿sería de él? ¿de otro chico? y cuando se decidió a formularlas en voz alta, ella le evadió, se apoyó en su hombro y comenzó a canturrear de nuevo otro fragmento de la canción anterior:
"Y son las horas, donde las notas se desatan, las lagrimas desaparecen.
Y son las horas, donde, cuando la luna palidece, el ser se eterniza.
Sin embargo, vago como una luz que el viento apaga, mis noches no tienen más párpados para aliviar, uno a uno mis miedos de no ser más que una..."
Knuckles no lo entendió muy bien, viajaba de vez en cuando y conocía otras lenguas, pero aún así, le costó traducir aquellas palabras en francés, y su mirada se tornó dudosa, quizás algo infantil por querer descubrir algo que aún no entendía. Rouge le miró de nuevo, se elevó un poco de posición y abrazó a Knuckles, posando la cabeza del equidna entre sus brazos, cayendo el sombrero al suelo, apoyó su mejilla en la roja cabeza cerrando sus ojos tan fuerte como pudo. Knuckles estuvo a punto de aferrarse a su cintura y arrancarle el albornoz a mordiscos, pero se quedó quieto, era demasiado tímido, y por otra parte, no notaba aquel abrazo tan excitante como le había parecido en un principio, aquel cariño, aquella ternura, le recordaba a otros sentimientos, se vio a sí mismo cuando era más niño, uno de esos recuerdos de vagas imágenes, sin sonido, sólo sensaciones. Debía tener 2 años, eso no le era claro, pero aún permanecía en él el calor de un abrazo de una equidna que le sujetaba en brazos y le mecía tiernamente «mamá...» Entre sus recuerdos, Knuckles alcanzó a ver ligeramente la foto que ahora estaba sobre las piernas de Rouge, una figura, un murciélago, no sabía qué tiempo tenía la foto, foto que podía tener 1 año, unos meses, o quizás una década, no estaba seguro, lo que estaba claro era que el personaje de la foto era un niño, se parecía ligeramente a ella, ¿un hermano muerto? muchos habían perdido a sus familias, Sonic, Tails, Amy, él... con todo esto en mente, se fue relajando, cada vez más, su cabeza bajó ligeramente, de forma inconsciente, quedó sobre los pechos de Rouge, suavemente sobre ella, dormido como hacía mucho que no lo hacía, de una forma apacible.
Ya se comenzaba a hacer de día, Knuckles abrió los ojos lentamente, con esa sensación que hacía tiempo no sentía, pero estaba solo, miró a su alrededor y no encontró a nadie, el albornoz estaba tirado, Rouge no estaba, sin saber por qué, tuvo un mal presentimiento, salió por la misma ventana por la que entró, trepando hasta la terraza, definitivamente Rouge había estado muy rara la noche anterior, eso le preocupaba, por primera vez algo le importaba más que su absurda misión de proteger aquella esmeralda, siempre dejando de lado a todos para recoger sus pedazos, confiando en que sus amigos se las apañarían sin él, como si lo que recogiese en verdad fuesen los trozos de su corazón. Arriba, Rouge miraba cómo la claridad iba venciendo a la oscuridad, y en silencio, Knuckles pudo seguir escuchándola cantar con una voz propia de una cantante de soul, sin ser comparable a la original vocal de la canción.
"No tengo tiempo para vivir, cuando se esfuma mi equilibrio.
No tengo tiempo para vivir, ámame, entra en mí.
Dime palabras que me vuelvan a embriagar, dime que la noche se enmascara.
Tu vez, yo soy como la mar que se retira, de no tener cómo encontrarte más..."
Knuckles no la dejó seguir, la cogió desprevenida por un hombro y la obligó a darse la vuelta, llevaba su conjunto de trabajo de cuando se conocieron, ella se sorprendió al verle, al sentirle, cuando puso su otra mano en el otro hombro, y la miró fijamente a los ojos, Rouge le preguntó qué hacía, Knuckles dudó un poco.
-No puedo dejar que lo hagas, no te prives de vivir, que te haya pasado algo malo en la vida no significa que...- Knuckles pensó un momento, parecía estar oyendo al propio Sonic diciendo aquello.
Antes de que pudiese terminar, de que le dijese lo mucho que le importaba, Rouge estalló en carcajadas dejando al equidna perplejo.
-¡¿Qué dices?! esta canción me gusta, pero no voy a privar al mundo de una tía que está de tan buen ver como yo sólo por un mal día...
Knuckles la soltó, en verdad, nadie se vestiría así ni se maquillaría sólo para suicidarse, pero le parecía todo tan sospechoso...
Cuando Knuckles le contó toda la historia a Sonic, la primera reacción de éste fue cachondearse de él.
-¡Cómo te sigas riendo le voy a contar a todo el mundo que te pillé enrollándote con Amy!- Amenazó el equidna martirizado.
A Sonic le recorrió una helada sensación al escucharle, recordaba aquello, hacía unos días, Knuckles fue a verle y a Sonic se le había olvidado que habían quedado, volvía al hotel, de ir al cine con Amy, y en un arrebato de pasión, mientras la besaba, lanzó la chaqueta de ella por los aires, sin saber dónde había caído siguieron abrazándose, comiéndose a besos, pero cuando empezó a desabrocharle el vestido, escuchó tras de sí un "ejem" y vieron que era Knuckles, había dejado la puerta entreabierta y el equidna había pasado, tenía la chaqueta sobre la cabeza, ya sabían dónde había caído... y Sonic maldijo aquel momento que por una vez conseguía que Amy le dejase avanzar más allá de los besos, la chica rosa iba a cumplir 15 años y eso le revolvía los pensamientos al adolescente de Sonic.
-Vale, no te pico más... pero esto queda entre nosotros tres...- Dijo Sonic ruborizado.
Amy rió también, en verdad a ella no le importaba que todos se enterasen de que Sonic y ella estuviesen juntos, por mucho que él insistiese en que estaría más segura mientras les creyesen separados.
-Entonces ¿qué me aconsejas? ahora Rouge pensará que soy idiota...- Dijo Knuckles apoyando su cabeza en sus brazos.
-Nah, puede que piense que eres un cretino...- No pudo evitar bromear Sonic, aunque enseguida rectificó. -Digo yo que se sentirá halagada de que te hayas preocupado...
Knuckles les miró, puede que tuviese razón, pero no podía evitar sentirse mal «soy un imbécil» pensaba para sus adentros, quería hacerle ver a Rouge que podía confiar en él, y sin embargo no hacía más que perder oportunidades y meter la pata, o se deshacía de su timidez o dejaba que Rouge jugase con él por siempre.
-Mm... la verdad...- Comenzó a pensar en voz alta Amy. -Yo, cuando me encuentro mal, también canto, pero intento cantar algo alegre para animarme, a veces, si la pena es muy grande, si no puedo hacer nada para remediarlo, las canciones son tristes... si necesito llorar las canto y me desahogo, Rouge tiene que tener una pena muy grande para cantar esa canción...
Sonic se quedó con la mirada fija sobre Amy, nunca le había contado nada de aquello, y recordaba cómo cantaba ella en ocasiones cuando estaba triste, cuando estaban separados (en teoría), pero él la vigilaba a escondidas.
"oh, mi héroe, tan lejos ahora, ¿volveré a ver tu sonrisa? el amor se fue lejos como la noche al día, ¿es un sueño que se desvanece?" --- (NdelA: traducción del tema principal vocal del Final Fantasy VI)
Por debajo del mantel, Amy sintió la mano de Sonic sobre la suya propia, ahora con una mirada más seria, deseando que estuviesen a solas para poder expresarle lo que sentía en aquel momento, a su manera, puesto que Sonic no es muy bueno con las palabras. Knuckles pareció advertir que era innecesario, casi podía sentir las manos de Amy y Sonic acariciarse mutuamente bajo la mesa, así que se despidió torpemente y salió de la sala.
-Gomen nasai, Amy...- Dijo Sonic una vez se quedaron a solas.
-No pasa nada,- Amy sonreía -mientras estés a mi lado, no habrá más canciones tristes...
Sonic sonrió, se acercó a ella y la besó suavemente en los labios, luego la abrazó con delicadeza.
Knuckles, Rouge, Sonic, Tails, Amy, Shadow= Sonic Team
demás personajes inventados= Tete-chin Spacestone
Es un fanfic sin ánimo de lucro, las situaciones son simples invenciones y cualquier situación que coincida con algún otro fanfic es mera casualidad. Si alguien quiere usar alguno de los personajes inventados es suficiente con pedirme permiso a través del mail tete-chin@sonicrules.zzn.com y yo se lo daré muy agradecida.
Como nota especial, le dedico este fanfic a Fairy, la animo a seguir escribiendo fanfics del universo Sonic y le agradezco su apoyo, espero que disfrutes tanto leyéndolo como yo al escribirlo. Advierto que es algo fuertecillo en tema y que tras el prólogo empieza la historia de verdad, siendo esto una introducción de cómo están las cosas antes de empezar todo. (¿Alguien lee estas cosas que se ponen antes del fanfic?)
Un saludo de Tete-chin Spacestone, la viajera de dimensiones.
http://Tete-chinXSonic.iespana.es
Prólogo
La puerta se abrió con un suave chirrido, la oscuridad del apartamento comenzó a desaparecer ante la tenue luz del pasillo, Rouge entró cerrando la puerta tras de sí, pero sin abrir las luces, todo estaba tan oscuro... aquello le agradaba, incluso encontraba molesto que por la ventana se colasen las parpadeantes luces de los bares. Hizo oídos sordos a la música de los vecinos de arriba que se mezclaba con el ruido de la calle, coches pasando, policía con sus sirenas, todo era molesto, pero al menos en aquella oscuridad se sentía segura, en su ambiente. Lentamente se empezó a despojar de sus ropas impregnadas del olor del tabaco, alcohol y sudor que se le había pegado en su trabajo, que por mucho que lo intentaba recordar, no sabía cuándo fue exactamente que entró ahí, a su modo de ver era aún muy niña e inexperta, aunque tenía sus 15 años cumplidos, ahora, tras 6 años en aquel sucio lugar, seguía sintiendo la misma repugnancia al olor que le quedaba pegado en su propia piel, el olor de otras pieles, olor a macho, aún podía sentir manos ardientes frotando su cuerpo, perdiendo la cuenta de cuántas habían sido tan sólo esa noche, ¿cuántas manos la habían sobado? ¿cuántos labios la habían besado? lenguas que la recubrían dejando un rastro baboso semejante al de un caracol, rasgándola uñas extrañas, bandidos que la llamaban zorra, con un gran peso que la obligaba a seguir en aquel local de danzas obscenas donde caían sus prendas al ritmo de "Lady Mermelade", y con todos aquellos pensamientos, entre las sombras hizo una mueca de repugnancia seguida de tristeza y dolor interior, se apresuró a quitarse el resto de ropa y se metió en la ducha, lo que en teoría debía ser agua purificadora la notó como gotas de ácido en su piel.
Salió de la ducha con el albornoz puesto y una pequeña toalla secando su pelo, el maquillaje había desaparecido y en su lugar había un rostro bello que demostraba no necesitarlo, todo a pesar de las lágrimas que había dejado caer confundiéndose con la ducha. Así se sentó en el sofá, restregando fuerte la toalla en su cabeza, con las piernas cruzadas, ligeramente abierto el albornoz, no esperaba visita, así que fue ella misma, despreocupada por su aspecto, pero algo llamó su atención, sobre la mesa, su libro favorito, a mitad de él había un separador, o eso parecía, puesto que era una foto, dudó ligeramente antes de cogerla, algo la impulsaba a ello, no era una foto antigua, pero sí gastada, la miró celosamente como si fuese lo único que le importase en ese repugnante mundo lleno de desdén hacia la gente como ella, eso la tranquilizaba, y entre aquella oscuridad comenzó a cantar, de forma distinta a como lo había estado haciendo en su trabajo, con sentimiento, su voz quebrada como la cantante original durante un concierto...
"Y son las horas, donde las sombras se disipan, el dolor se detiene.
Y son las horas, donde cuando el ser se vuelve invencible, la enfermedad se inclina.
Sin embargo, si yo pudiera ver que un día fuera yo quien tu visitaras, y necesitara ahí tu aliento para vencer a la incertidumbre, encarcelar mi soledad..." --- (NdelA: traducción de "Pas le temps de vivre" de Mylene Farmer)
En aquel momento, una imagen atravesó de improviso su mente, y ella se sobresaltó, no estaba pensando en el equidna rojo, sin embargo su mente había empezado a caminar sola, deteniéndose lo justo para murmurar «nunca más...»
Las horas volaron, se había quedado dormida en el sofá, estrechando aquella fotografía contra su pecho, encogida, acongojada. La madrugada, sólo un leve murmullo del viento en la apagada ciudad, algún que otro coche regresando o saliendo, luces de neón aún encendidas, farolas parpadeantes, y un ligero olor a sangre en el ambiente, una sangre que goteaba al suelo del callejón bajo la ventana del piso de Rouge, un sonido tan bajo que sólo alguien como Rouge podía escuchar, eso la despertó. Curiosamente, aún con el albornoz y su pelo algo alborotado, se acercó a la ventana, parecía una pelea, intercambios de golpes con un claro vencedor, una figura que reconoció, el equidna rojo, sin ningún rasguño, con la única sangre salpicando su rostro y resbalando por su mejilla, sangre ajena en sus guantes. En el suelo varios atacantes heridos de gravedad, algunos con terror en sus rostros, otros enfurecidos por una humillante derrota, uno de ellos frente a Knuckles, arrodillado por no tenerse en pie, aunque sin querer darse por vencido; todos desarmados por el equidna, palos, botellas y alguna que otra arma de fuego, y de todas formas, vencidos. Knuckles alargó la mano hasta su oponente, esperando recibir algo, éste dudó en un primer momento, pero la mirada penetrante y decidida del equidna disipó sus pensamientos, entregándole un objeto brillante que guardaba con celosía, algo que Rouge reconoció como un fragmento de la Master Emerald. El equidna guardó su tesoro y se dio la vuelta para marcharse, Rouge estuvo a punto de gritarle algo, un saludo o simplemente llamar su atención, incluso le habría silbado, pero no se vio con fuerzas para ello, había tenido una semana fatal, y ese día en especial era cuando más deprimida se sentía, así que le dejó ir, a pesar de ello, Knuckles parecía algo inquieto, miraba de reojo a sus espaldas, sacudió su sombrero, como haciendo tiempo, y se lo puso ocultando su rostro, se empezó a impacientar, de manera que se dio la vuelta de forma un tanto brusca y fijó su vista a la ventana de Rouge.
-¿Vas a decirme algo de una vez o me voy? llevo un rato sintiendo tu presencia...
Rouge se sorprendió, pero aquello le hizo gracia, empezó a reír a medida que el equidna se acercaba a la ventana para no tener que gritar, ella hizo un ademán para que el equidna subiera, y él empezó a escalar mientras ella se colocaba coquetamente el albornoz, algo ruborizada por no llevar nada debajo.
-A ver, ¿qué quieres que te diga?- Preguntó Rouge con una sonrisa, ahora era la de siempre.
Knuckles entró al interior de la casa.
-Ah, sí...- Comenzó la chica-murciélago con una, ahora, malévola sonrisa. -Tenías que haberme dado a mí la Master Emerald, seguro que a mí ni me la rompen ni me la roban...
-¡Ya empiezas! si lo sé me voy sin decir nada...- Knuckles puso morros.
Rouge le miró y empezó a reírse, era como un niño, a pesar de su aspecto de duro, su seriedad, su fuerza, aún era un niño en pleno crecimiento, explorando, descubriendo, eso la atrajo más todavía, se acercó al equidna, al no llevar sus botas de tacón, el equidna era bastante más alto que ella, y en ese año que había pasado el muchacho había crecido, le puso las manos en los hombros, obligándole a sentarse.
-Quédate, me diviertes.- Rouge devoró con la mirada a Knuckles.
Knuckles se apoyó con sus manos a su espalda, ni en sus sueños más libres había imaginado algo así, una Rouge desconocida estaba ante él, le aterraba sentir lo que sentía en ese momento, aquello no le podía hacer ningún bien, se estaba olvidando de su misión, y cuando Rouge apoyó una mano a cada lado de la cabeza de Knuckles, inclinándose ligeramente, dejando ver algo de su escote, sintió casi un paro cardíaco, mientras ella le limpiaba la sangre de la cara con su toalla. Rouge le miró, entrecerró los ojos y se elevó, se separó de él, no quería, estaba jugando con él como lo había hecho otras veces, pero siempre se detenía, lo dominaba y luego se echaba atrás, si él tomaba la iniciativa ella era quien le rechazaba. Comenzaron una conversación más amena, Rouge se cerró bien el albornoz, el juego había acabado, se sentó a su lado mientras hablaban, de todo y de nada, comentaban aficiones, aunque Knuckles quería sonsacar a toda costa qué la impulsaba a jugar con él, y no hacía más que fijarse en aquella foto que Rouge llevaba todo el rato en su mano, desgarrándose sus pensamientos en preguntas ¿sería de él? ¿de otro chico? y cuando se decidió a formularlas en voz alta, ella le evadió, se apoyó en su hombro y comenzó a canturrear de nuevo otro fragmento de la canción anterior:
"Y son las horas, donde las notas se desatan, las lagrimas desaparecen.
Y son las horas, donde, cuando la luna palidece, el ser se eterniza.
Sin embargo, vago como una luz que el viento apaga, mis noches no tienen más párpados para aliviar, uno a uno mis miedos de no ser más que una..."
Knuckles no lo entendió muy bien, viajaba de vez en cuando y conocía otras lenguas, pero aún así, le costó traducir aquellas palabras en francés, y su mirada se tornó dudosa, quizás algo infantil por querer descubrir algo que aún no entendía. Rouge le miró de nuevo, se elevó un poco de posición y abrazó a Knuckles, posando la cabeza del equidna entre sus brazos, cayendo el sombrero al suelo, apoyó su mejilla en la roja cabeza cerrando sus ojos tan fuerte como pudo. Knuckles estuvo a punto de aferrarse a su cintura y arrancarle el albornoz a mordiscos, pero se quedó quieto, era demasiado tímido, y por otra parte, no notaba aquel abrazo tan excitante como le había parecido en un principio, aquel cariño, aquella ternura, le recordaba a otros sentimientos, se vio a sí mismo cuando era más niño, uno de esos recuerdos de vagas imágenes, sin sonido, sólo sensaciones. Debía tener 2 años, eso no le era claro, pero aún permanecía en él el calor de un abrazo de una equidna que le sujetaba en brazos y le mecía tiernamente «mamá...» Entre sus recuerdos, Knuckles alcanzó a ver ligeramente la foto que ahora estaba sobre las piernas de Rouge, una figura, un murciélago, no sabía qué tiempo tenía la foto, foto que podía tener 1 año, unos meses, o quizás una década, no estaba seguro, lo que estaba claro era que el personaje de la foto era un niño, se parecía ligeramente a ella, ¿un hermano muerto? muchos habían perdido a sus familias, Sonic, Tails, Amy, él... con todo esto en mente, se fue relajando, cada vez más, su cabeza bajó ligeramente, de forma inconsciente, quedó sobre los pechos de Rouge, suavemente sobre ella, dormido como hacía mucho que no lo hacía, de una forma apacible.
Ya se comenzaba a hacer de día, Knuckles abrió los ojos lentamente, con esa sensación que hacía tiempo no sentía, pero estaba solo, miró a su alrededor y no encontró a nadie, el albornoz estaba tirado, Rouge no estaba, sin saber por qué, tuvo un mal presentimiento, salió por la misma ventana por la que entró, trepando hasta la terraza, definitivamente Rouge había estado muy rara la noche anterior, eso le preocupaba, por primera vez algo le importaba más que su absurda misión de proteger aquella esmeralda, siempre dejando de lado a todos para recoger sus pedazos, confiando en que sus amigos se las apañarían sin él, como si lo que recogiese en verdad fuesen los trozos de su corazón. Arriba, Rouge miraba cómo la claridad iba venciendo a la oscuridad, y en silencio, Knuckles pudo seguir escuchándola cantar con una voz propia de una cantante de soul, sin ser comparable a la original vocal de la canción.
"No tengo tiempo para vivir, cuando se esfuma mi equilibrio.
No tengo tiempo para vivir, ámame, entra en mí.
Dime palabras que me vuelvan a embriagar, dime que la noche se enmascara.
Tu vez, yo soy como la mar que se retira, de no tener cómo encontrarte más..."
Knuckles no la dejó seguir, la cogió desprevenida por un hombro y la obligó a darse la vuelta, llevaba su conjunto de trabajo de cuando se conocieron, ella se sorprendió al verle, al sentirle, cuando puso su otra mano en el otro hombro, y la miró fijamente a los ojos, Rouge le preguntó qué hacía, Knuckles dudó un poco.
-No puedo dejar que lo hagas, no te prives de vivir, que te haya pasado algo malo en la vida no significa que...- Knuckles pensó un momento, parecía estar oyendo al propio Sonic diciendo aquello.
Antes de que pudiese terminar, de que le dijese lo mucho que le importaba, Rouge estalló en carcajadas dejando al equidna perplejo.
-¡¿Qué dices?! esta canción me gusta, pero no voy a privar al mundo de una tía que está de tan buen ver como yo sólo por un mal día...
Knuckles la soltó, en verdad, nadie se vestiría así ni se maquillaría sólo para suicidarse, pero le parecía todo tan sospechoso...
Cuando Knuckles le contó toda la historia a Sonic, la primera reacción de éste fue cachondearse de él.
-¡Cómo te sigas riendo le voy a contar a todo el mundo que te pillé enrollándote con Amy!- Amenazó el equidna martirizado.
A Sonic le recorrió una helada sensación al escucharle, recordaba aquello, hacía unos días, Knuckles fue a verle y a Sonic se le había olvidado que habían quedado, volvía al hotel, de ir al cine con Amy, y en un arrebato de pasión, mientras la besaba, lanzó la chaqueta de ella por los aires, sin saber dónde había caído siguieron abrazándose, comiéndose a besos, pero cuando empezó a desabrocharle el vestido, escuchó tras de sí un "ejem" y vieron que era Knuckles, había dejado la puerta entreabierta y el equidna había pasado, tenía la chaqueta sobre la cabeza, ya sabían dónde había caído... y Sonic maldijo aquel momento que por una vez conseguía que Amy le dejase avanzar más allá de los besos, la chica rosa iba a cumplir 15 años y eso le revolvía los pensamientos al adolescente de Sonic.
-Vale, no te pico más... pero esto queda entre nosotros tres...- Dijo Sonic ruborizado.
Amy rió también, en verdad a ella no le importaba que todos se enterasen de que Sonic y ella estuviesen juntos, por mucho que él insistiese en que estaría más segura mientras les creyesen separados.
-Entonces ¿qué me aconsejas? ahora Rouge pensará que soy idiota...- Dijo Knuckles apoyando su cabeza en sus brazos.
-Nah, puede que piense que eres un cretino...- No pudo evitar bromear Sonic, aunque enseguida rectificó. -Digo yo que se sentirá halagada de que te hayas preocupado...
Knuckles les miró, puede que tuviese razón, pero no podía evitar sentirse mal «soy un imbécil» pensaba para sus adentros, quería hacerle ver a Rouge que podía confiar en él, y sin embargo no hacía más que perder oportunidades y meter la pata, o se deshacía de su timidez o dejaba que Rouge jugase con él por siempre.
-Mm... la verdad...- Comenzó a pensar en voz alta Amy. -Yo, cuando me encuentro mal, también canto, pero intento cantar algo alegre para animarme, a veces, si la pena es muy grande, si no puedo hacer nada para remediarlo, las canciones son tristes... si necesito llorar las canto y me desahogo, Rouge tiene que tener una pena muy grande para cantar esa canción...
Sonic se quedó con la mirada fija sobre Amy, nunca le había contado nada de aquello, y recordaba cómo cantaba ella en ocasiones cuando estaba triste, cuando estaban separados (en teoría), pero él la vigilaba a escondidas.
"oh, mi héroe, tan lejos ahora, ¿volveré a ver tu sonrisa? el amor se fue lejos como la noche al día, ¿es un sueño que se desvanece?" --- (NdelA: traducción del tema principal vocal del Final Fantasy VI)
Por debajo del mantel, Amy sintió la mano de Sonic sobre la suya propia, ahora con una mirada más seria, deseando que estuviesen a solas para poder expresarle lo que sentía en aquel momento, a su manera, puesto que Sonic no es muy bueno con las palabras. Knuckles pareció advertir que era innecesario, casi podía sentir las manos de Amy y Sonic acariciarse mutuamente bajo la mesa, así que se despidió torpemente y salió de la sala.
-Gomen nasai, Amy...- Dijo Sonic una vez se quedaron a solas.
-No pasa nada,- Amy sonreía -mientras estés a mi lado, no habrá más canciones tristes...
Sonic sonrió, se acercó a ella y la besó suavemente en los labios, luego la abrazó con delicadeza.
