N/A: Hola mis chicas! ¿Cómo están? Yo estoy aquí de nuevo, matando el tiempo antes de seguir con la traducción de mi obra maestra, TSL (en mi perfil) jajaja.

Este es un caprichito que he tenido desde hace meses cuando lei el 2º libro, y se reavivo cuando vi la película (New Moon)... (spoiler...) sobre todo cuando se ve a Edward al teléfono en Brasil y pensé: "¿Qué demonios paso por la mente de este hombre para hacer algo así?" y pues, bueno, esto es lo que yo creo que ocurrió =P

No será muy largo y probablemente incluya hasta que Bella lo encuentra en Volterra.

Tengan en cuenta que es la primera vez que escribo, en todo caso ha sido un gusto y un desafío, así que las dejo para que lean...

Declaración importante! Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Algunos diálogos de este cap están extraídos directamente del libro en español, solo quise poner la perspectiva de Edward frente a la misma situación.

1. Cumpleaños (Edward POV)

La lleve a su casa después del incidente con Jasper. No nos dijimos nada. Ni siquiera podía mirarla. Estaba furioso, estaba triste. Tantas emociones, por su puesto la culpa una de ellas. ¿Cuántas veces Bella estaría en peligro por nuestra culpa?

El silencio era incomodo, pero yo estaba absorto en mis pensamientos.

-"Di algo" – suplico con impaciencia

-"¿Qué quieres que diga?". Pregunte con tanta indiferencia como pude. Tenía los puños apretados al volante y maldiciendo que su viejo cacharro no anduviera más rápido para poder terminar pronto esa terrible noche.

- "Dime que me perdonas"

¿Qué? ¿Había oído bien? ¡Por dios santo! De qué tenía que perdonarla yo a ella, si no era más que una víctima en todo este asunto. La rabia me recorrió como la ponzoña en mi boca, inundándome.

—"¿Perdonarte? ¿Por qué?", logre decir con los dientes apretados

—"Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera tenido más cuidado". ¿Es que esta noche podía empeorar cada segundo? Se había cortado con un maldito papel, ¿Cómo es que eso ahora era tan terrible?

—"Bella, te has cortado con un papel. No es como para merecer la pena de muerte", le dije sintiendo que estaba a punto de quebrar mi barrera de control.

—"Sigue siendo culpa mía". No podía dejar que pensara eso. No podía dejar que se culpara por lo que había pasado. Ella no lo entendía. Mis palabras salieron de mi boca como fuego, quemándome la garganta mientras las decía.

—"¿Culpa tuya? ¿Qué hubiera sido lo peor si te hubieses cortado en la casa de Mike Newton, con Ángela y Jessica? Si hubieras tropezado y caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta más disgustado", le solté de un respiro, sin todavía mirarla a la cara. Ciertamente admitir que era un maldito monstro sediento por su sangre, al igual que toda mi familia vampira no era algo de lo que me enorgulleciera.

—"¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación?", me rebatió. Sólo había puesto atención a esa parte. Ah, ella nunca dejaba de sorprenderme. Antes de que este pensamiento pudiera hacer mella en mi ira, le respondí lo que realmente pensaba de todo esto.

—"Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea, él te hubiera convenido mucho más que yo", espeté con dolor cuando la imagen de ellos juntos y felices se proyecto en mi mente, pero sobretodo porque sabía que tenía razón.

—"Preferiría morir antes que terminar con Mike Newton. Preferiría morir antes que estar con otro que no fueras tú". Ella no sabía realmente lo que estaba diciendo. La sola idea de que ella muriese por cualquier causa me dejaba sin sentidos.

—"No te pongas melodramática, por favor"

—"Vale; entonces, no seas ridículo", me contesto. No quise seguir discutiendo. Sería inútil por ahora. Ambos estábamos demasiado sensibles con lo ocurrido.

La mire de reojo y la vi voltear la cara hacia delante. Durante nuestra pequeña discusión ella había estado mirándome, intentando hacer algún contacto visual, pero no lo permití. Mirarla hubiese sido hundirme en ese mar chocolate que me hubiese hecho sentirme aún más miserable, si eso era posible.

Me preguntó si me quedaría esa noche y no pude negarme. Discutimos otro tanto por sus regalos de cumpleaños. Sabía que no los quería, porque me había dicho explícitamente en más de una ocasión que no quería ningún regalo, pero insistió, aunque no me creí ni por un momento su repentino entusiasmo. Sin embargo, no quise continuar contradiciéndola.

—"Feliz cumpleaños", suspiré y me incline para besarla suavemente en los labios, intentando apaciguar un poco la tensión.

Lleve los regalos a su dormitorio, los deje sobre la cama y luego me senté en ella. Me puse a juguetear con la maldita caja iniciadora de toda esta catástrofe. Era tan inofensiva, solo una simple cajita plana envuelta en un nada-mortal papel de regalo plateado. Me sonreí para mi mismo sin ganas, el contenido de la caja era poético. Era mi propio regalo para Bella. Aquel en el que no me había gastado ni un centavo. Ese que esperaba que disfrutara sólo porque lo había hecho con amor para ella… trágico.

Cuando entró al cuarto, con el brazo vendado, una nueva dosis de culpabilidad me oprimió el pecho.

—"Hola", le dije intentando sonar optimista, pero fallé espantosamente. Me saludó de vuelta, me quito los regalos de enfrente y se acurruco en mi regazo.

Insistió en querer abrir sus regalos con una curiosidad que me despertó dudas. Me ofrecí para abrir los envoltorios, no quería que otro accidente terminara por condenarnos. Me sorprendió su entusiasmo ante los pasajes que le dieron Esme y Carlisle para que fuésemos a ver a su madre a Jacksonville. De haber sabido que sería tan razonable la habría obligado a aceptar algún otro regalo que yo le comprara.

Por un momento, pequeño, casi olvidé el incidente y me dedique simplemente a disfrutar de su compañía, de su peso sobre mis piernas, de su sonrisa con cada nuevo presente, de sus manos tomando cuidadosamente cada paquete como si fuesen del más fino cristal.

Lo mejor, la expresión de su rostro cuando escucho el CD que grabé para ella, con la melodía que había compuesto especialmente para mi Bella. Sus ojos se llenaron de lágrimas, con una expresión que no supe reconocer en primera instancia.

-"¿Te duele?", le pregunté algo confuso y angustiado de que estuviera dolorida por la herida de su brazo.

- "No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo", dijo dejando caer las lágrimas sobre sus hermosas mejillas sonrosadas.

Nos quedamos escuchando la música un momento más. De pronto todo volvió a ser gris en mi pensamiento, mientras la nana tomaba notas más dramáticas. Podía sentir exactamente lo que sentí cuando compuse la canción. Siempre lo supe, estaba allí, había estado ahí todo el tiempo.

—"¿Te duele el brazo?", pregunté una vez más para cerciorarme, con voz monocorde esta vez.

—"No. Estoy bien", dijo removiéndose un poco en la cama. De todas formas me levanté y fui por un analgésico. Sabía que el efecto de la anestesia estaría pasando y que probablemente sólo se estaba haciendo la valiente para no aumentar mi malestar. Pero al negarlo, solo hacía que me sintiera peor.

Cuando regresé, se tomó la pastilla obedientemente. Me miraba como esperando que dijera algo, pero no podía decir nada sin soltarle la verdad de mis sentimientos.

—"Es tarde". La levante con un brazo y abrí las cubiertas de su cama, dejándola luego sobre el colchón. La arropé y luego me acosté al lado de ella, sobre la colcha. Me rodeó con sus brazos como para que no me escapase. La verdad es que no lo había pensado. ¿Cómo podría hacerlo si la mejor parte de mi día era esta? Cuando podía tenerla entre mis brazos. Cuando sabía que ella dormía tranquila porque yo estaba a su lado, cuando pronunciaba mi nombre en sus sueños y yo me deleitaba con sus suspiros y el sonido pausado de su corazón. Cuando no había forma en que pudiese dañarla. Solo verla dormir tranquila me llenaba de esa paz que carecí por casi cien años, esa paz que solo conocí cuando ella llegó a mi vida.

Me quedé pensativo, mientras ella me observaba.

-"¿En qué piensas?", me preguntó algo nerviosa. Dude antes de hablar

-"En el bien y el mal", le respondí con sinceridad.

Pareció estremecerse ante mi respuesta. Se pegó más a mi cuerpo, estrechándome con fuerza, mientras yo la rodeaba por la espalda con mi brazo y jugueteaba con su pelo, meditando sobre nosotros, sobre mi naturaleza, sobre nuestras almas…

Trató de evadir mi respuesta y aligerar el ambiente cambiando de tema. No encontró una forma más eficaz de hacerlo que pedirme que la besara con motivo de su cumpleaños. No necesitaba motivos para desear besarla. Dudé un momento. Sabía que besarla sería aumentar mi sufrimiento, por quererla siempre, por desearla y no poder estar con ella, pero, ¿cómo podía negarle algo que yo mismo anhelaba hacer con tanta insistencia?

Tomé su rostro entre mis manos y lo acerqué despacio. Podía sentir su corazón latir un poco más fuerte, mientras nuestro labios se encontraban en el más dulce, tierno y sublime contacto. Besar a Bella era como renacer con cada beso, como si el mundo dejase de girar mientras ella estaba en mis brazos. Dios, me encantaba como su cuerpo reaccionaba a mi tacto, su piel subía de temperatura, sus latidos se hacían progresivamente más rápidos y su respiración se detenía, hasta que debía alejarse para poder respirar. Todos esos pequeños cambios en su persona que antes me estremecían de felicidad y orgullo, ahora estaban calando un hueco en mi pecho. Aún no entendía por qué, pero esta vez sentía necesidad de ella, como si fuese nuestro último beso, como si fuese nuestra última caricia, como si el destino ya estuviese sellado sobre nosotros. No lo comprendí en ese momento. Enredé mis manos en su pelo, sin querer dejarla ir, sin querer separarme de ella nunca, mis labios estaban ansiosos de ella, saboreé cada rincón de su boca, mi lengua degustó con apremio su dulce sabor, me estaba dejando llevar, por primera vez quise de verdad hacerlo, augurando un futuro sombrío. Su cuerpo seguía reaccionando a mis caricias, se pegó más a mi por sobre la colcha y volví a la realidad. La maldita realidad.

La aparte con brusquedad, intentando no lastimarla más, no fue mi intención, pero estuve a punto de no poder hacerlo.

—"Lo siento" —dije sin aliento—. "Esto es pasarse de la raya"

—"A mí no me importa en absoluto" —contesto respirando entrecortadamente.

Fruncí el ceño, ella de verdad sobreestimaba mi control, sin contar lo hermosa que se veía con su rostro enrojecido y la voz agitada.

—"Intenta dormir, Bella".

—"No, quiero que me beses otra vez"

—"Sobrestimas mi autocontrol", le recalqué

—"¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo?". Soltó la pregunta pillándome totalmente desprevenido. Me tardé un momento, aunque ella probablemente no lo notó.

Me dejé llevar por la pregunta, yo mismo no me la había hecho. Por una parte su sangre era la esencia más deliciosa que nadie podrá jamás imaginar probar, la deseé desde el primer momento en que la sentí, fue mi perdición durante los primeros días y mi tormento durante los siguientes meses. Aceptar que la amaba había puesto un candado a mi demonio interno, haciéndome tragar la ponzoña que se acumulaba en mi boca cada vez que estaba remotamente cerca de ella. Sin embargo, desde hace un año, cuando estuve a punto de perderla, cuando creí que llegaría demasiado tarde, cuando tuve que probar su perturbadora sangre para salvarle la vida y creí que no podría detenerme hasta dejarla completamente vacía… había marcado mi existencia a fuego y cada vez que sentía su aroma y mi demonio quería escapar recordaba a Bella tirada en el piso, pálida, malherida y sufriendo… esa idea me quitaba cualquier atisbo de descontrol por su sangre.

Por otra parte su cuerpo… ah, su cuerpo, tan frágil, tan rompible, tan humano y por lo mismo tan delicioso e igualmente perturbador. Si dejaba, solo un instante mis sentimientos y mi naturaleza depredadora de lado, aunque fuera completamente imposible, y solo pensaba en su cuerpo, la duda seguía exactamente donde mismo. Bella había reencarnado al hombre que era, de mas formas que las que ella misma podía imaginar. No solo el amor, la bondad, la ilusión, la felicidad, también había despertado la pasión, el deseo y la necesidad de una mujer, sentimientos que eran tan fuertes ahora como nunca lo habían sido, ni siquiera cuando era verdaderamente un humano. Estar junto a ella me hacía sentir como si mi cuerpo efectivamente reaccionara - y ciertamente lo hacía en algunas cosas - como un hombre y que sólo ya no podía verlo. Aunque mi corazón no latiese más rápido, mis mejillas no se sonrojaran con su tacto, mi respiración no se agitara precisamente por la necesidad de mas oxigeno, objetivamente lo sentía como si estuviese pasando.

Verla dormir entre mis brazos, susurrando mí nombre en sueños, me hacía querer acariciarla y hacerla mía dulcemente.

Cuando se enfadaba conmigo, o eso fingía, y fruncía el ceño, no deseaba más que pasar mis dedos por su entrecejo y continuar acariciándola hasta que olvidara el motivo de su aparente enojo.

Cuando se sonrojaba por cualquier motivo que no me incluyese, no hacía más que desear tomarla entre mis brazos y hacerla tener una razón para enrojecerse, pero por mi causa.

Cuando se arreglaba para salir y dejaba al descubierto su suave y cremosa piel, no podía quitar el pensamiento en mi mente de querer tocarla y deslizar mis manos por aquellos lugares aun cubiertos por la tela.

O al oírla mientras se duchaba, estando yo en su habitación, eso era simplemente una tortura, imaginarla desnuda con su cuerpo bajo el agua tibia, sus ojos cerrados disfrutando del contacto cálido y tranquilizante del agua sobre su cuerpo.

O en momentos como hoy, tan recurrentes en ultimo tiempo, en que Bella sobreestimaba inimaginablemente mi autocontrol, apenas con un último atisbo de voluntad podía alejarme de ella y no continuar acariciando sus suaves curvas, besando sus dulces labios, oyéndola suspirar y gemir ante mis caricias y mis besos… eso era lo peor, porque lo deseaba, la deseaba a ella más que cualquier otra cosa en el mundo… ¡Suficiente!

—"Hay un empate" —sonreí como pude, a pesar de sí mismo, pero me duró solo un instante. "Y ahora, ¿por qué no dejas de tentar a la suerte y te duermes?"

—"Esta bien", aceptó por fin sin oponerse.

—"Duerme Bella, hoy ha sido un día muy largo"

Poco a poco sentí como su abrazo se hacía más débil, señal que estaba cayendo en un sueño profundo y su respiración se volvió pausada y acompasada. Ahora, gracias a mi nuevo análisis sobre ella y lo que me hacía sentir, tenía nuevo material para torturarme. Volví al meollo del asunto, a lo que me mantenía melancólico y angustiado a pesar de tenerla a salvo justo a mi lado.

Ella es una humana y yo soy un monstro. Esta expuesta constantemente al peligro.

Si algo tan simple como rasguñarse un dedo con un papel podía costarle la vida, entonces algo estaba endemoniadamente mal. Si le hubiese pasado con cualquier otra persona, esto no habría sido más que otra anécdota en la accidentada vida de Bella. ¿Por qué ella? Ella, que era la persona más propensa al peligro que había conocido nunca, se encontraba justamente con nosotros?, o peor aún, ¿por qué el destino se burlaba de ella haciéndola tan terriblemente irresistible para mí?, no sólo su sangre, toda ella era como una droga de la que no quería rehabilitarme. Pero estaba mal. Le prometí hace casi un año, después de lo de James, que nunca la pondría en peligro de nuevo. Recordarlo me hizo estremecer. Pero no me había querido dar cuenta que el sólo hecho de estar conmigo suponía más peligro que cualquier otra cosa.

Meditaba sobre estas cosas cuando los primeros rayos de luz se colaron por la ventana. Me levanté con cuidado, deshaciéndome de su abrazo suelto y arropándola con cuidado. Le había dado vuelta al asunto toda la noche, pero la tranquilidad de una respuesta o de una solución no aparecía, más bien mi angustia y desesperanza parecían aumentar.

Me fui hasta mi casa para cambiarme ropa. Intenté no pensar. Intenté fijar mi mente en otras cosas. El sonido de los pájaros, las ramas de los árboles al moverse, la suave llovizna que caía sobre las rocas. Me distraje durante algunos momentos, lo que demoré en regresar a casa.

N/A: Que decir... si me dicen que les pareció estaría muy feliz, sé que muchas probablemente lo leerán porque les llego una alerta de autor =P, pero no les cuesta nadita dejarme un mensajito, aunque sean criticas, si son constructivas, serán bienvenidas!

En el prox cap =P

"Lo siento Edward. No se que me pasó", dijo con voz torturada.

"Debes irte Jasper, no puedo permitir que Bella esté en peligro", dije apenas creyendo las palabras que estaba diciendo, pero era la verdad. Como si un montón de gusanos estuvieran en mi estómago, me sentí nauseabundo. ¿Podía realmente echar a mi propio hermano por proteger a Bella?.

Si, definitivamente sí.

Podía soportar el dolor de su partida, podía vivir extrañándolos, podía vivir con la culpa de haber desterrado a mi propia familia, pero no podía vivir sin Bella. La sola idea de que ella no existiera me dolía tanto que apenas podía soportarlo; y la certeza de que sería por mi culpa era simplemente desgarradora.

Yap... bueno, aprovecho para decirles que la secuela de TSL comenzara el 28 de dic... Ahí veré la frecuencia, dependiendo de la autora =P

Ya chicas bellas

Cariños

CaroB