Fuego Cruzado

by Kaiba Kisara (Ryou Kisara)

El reloj sonó, las cinco se dibujaban en él.

Sanada se levantó con tranquilidad, hoy sería un día como cualquier otro ¿o no?

Su rutina, ahora, se había vuelto insoportable pues tras la graduación de la secundaria se había aislado de todos sus compañeros y se concentraba en otras actividades, lejos del tennis.

Y su relación con Yukimura fue de mal en peor.

Se detuvo frente al espejo, mirando su reflejo: vacío como siempre. Una mirada llena de firmeza, difícil de leer, unos ojos fuertes y deslumbrantes, ese cabello corto y negro, escondido bajo una gorra.

Suspiró levemente.

Tomó la fotografía del equipo de tennis, sosteniéndola algunos segundos y perdiéndose en sus recuerdos, después la depositó sobre la repisa y en su lugar cogió la de Yukimura.

Pero al hacerlo un sobre amarillo cayó al suelo.

Lo levantó con cuidado leyendo las letras negras que decían "Para Sanada", era la caligrafía de Yukimura. Muy suavemente se dedicó a abrir el sobre, leyéndolo en silencio.

Avanzó hacia su cama, sentándose mientras su miraba devoraba letra por letra la carta.

Después de unos minutos cerró los ojos, conteniendo las lágrimas, sosteniendo las hojas en sus manos.

Pero no pudo y terminó llorando bajo el cobijo de la soledad y la oscuridad.

Pasaron unas horas hasta que pudo calmarse y volver a su rutina.

A su acostumbrada y monótona rutina.

Aunque no podía concentrarse y terminó por regresar a su habitación.

Miró su reflejo unos cuantos minutos antes de decidir salir.

Cada paso que le llevaba lejos le traía un recuerdo.

Afuera el viento azotaba los árboles y lo que encontrara a su paso con furia.

Las nubes grises en el cielo amenazaban con lluvia pero aún así eso no impidió a Sanada cumplir con su misión.

En cuanto llegó a su destino la lluvia pareció calmarse, al igual que el viento que ya no aullaba.

Allí frente a él se encontraba la serenidad y la paz.

Avanzó, encontrándose con Yukimura Seiichi, no pudo evitar sonreir ni sonrojarse.

Agachándose dejó un ramo de flores sobre su tumba, derramando lágrimas.

Sé muy bien lo que está sucediendo, Geni-chan. Y no te culpo por ello... yo estoy próximo a partir y tu tienes un gran camino por recorrer. Estas palabras, Geni-chan, salen desde el fondo de mi corazón: Te amo como nunca pensé lleguer a amar a alguien, te amo Sanada Genichirou.

Ámalo, ámalo como no pudiste amarme. Como no quisiste y supiste amarme, Geni.

Bésalo como jamás me besaste, quítale el aliento.

Sujeta su mano, míralo a los ojos y róbale el alma...

Puede que mi corazón deje de latir pero mi llama quedará viva si tu no me olvidas... pero te pido esto, olvídame. Sin tu amor no vale la pena seguir atando mi nombre a tu memoria. No me recuerdes como capitán o como amigo, sólo olvídame. Es sencillo.

Olvídame como me olvidaste cuando tus labios besaban los de él.

Olvida mi nombre así con la rapidez con la que pronunciaste su nombre.

Olvídame... como yo a ti, pero recuerda que alguien te amo.

Sanada dobló la carta, metiéndola al sobre para dejarla dentro del ramo de flores, se sentía culpable: había engañado y mentido a Yukimura, le había traicionado como amigo, capitán y novio. Le había dejado morir.

Y ahora era tiempo de dejaro partir.

Inspirado por Fuego Cruzado de Thalía: "...que no sabes que pasó, que mientras la amabas pensabas que era yo, todo el tiempo. Fuego Cruzado al centro de mi corazón, tu me abrazabas mientras me moría yo. Fuego Cruzado al centro de mi corazón, tu me disaparabas mientras me moría yo..."