Han pasado seis años desde la última vez que Los Vengadores estuvieron juntos como equipo. Después de la batalla final contra el ejercito Chitauri, Fury los citó a todos para darles a conocer los resultados de una investigación realizada, no había más enemigos que combatir, la iniciativa Vengador se cerraba, ni siquiera serían requeridos los servicios de los agentes Barton y Romanoff, en caso de ser necesarios los contactarían. Fury se despidió de Los Vengadores felicitándolos por su trabajo.
Después del mensaje de Nick, salieron a festejar, la pasaron bien, era la última vez que se verían como equipo… Fue la última vez que se vieron, terminada la noche cada quién hizo su vida. Thor regresó a Asgard visitando de vez en cuando a la Dra Foster. Barton regresó a Iowa y se volvió profesor de arquería. Bruce trabajo un tiempo en industrias Stark para regresar después a Calcuta. Tony siguió siendo el mismo de siempre, se casó con Potts, creando juntos la primera torre "POTTS". Steve comenzó a rentar un departamento en Brooklyn, pero nunca se separó del todo de S.H.I.E.L.D, en ocasiones lo llamaban para alguna misión sin importancia o para realizarle análisis sobre el suero del supersoldado.
Han pasado seis años y la vida dio un giro inesperado para Natasha Romanoff. No se lo esperaba, no era algo que deseara, nunca en sus años de espía paso esa idea por su mente, y si llegaba siquiera a pensarlo la desechaba, no llevaba una vida para ello y nunca pensó que sus servicios como espía dejarían de ser requeridos en algún momento por S.H.I.E.L.D. Lo inesperado pasó, no se quejaba, al contrario llevaba la vida que quizá llegó a soñar alguna vez en su infancia y que probablemente había olvidado con el paso de los años, no era algo completo, pero era algo.
La alarma sonó a seis treinta, la pelirroja estaba tan cansada que la dejo sonando, el tiempo no pasaba, solo estaba el molesto sonido del reloj, para cuando se harto de escucharlo ya eran las siete, se levantó rápidamente y salió corriendo de su habitación, tocó las puertas contiguas haciendo que sus hijos se despertaran. La noche anterior se habían quedado hasta tarde jugando y dejaron todos los juguetes tirados. Se tropezó un par de veces con pelotas, muñecos de felpa, figuras de acción y juegos de té antes de llegar a la cocina. Sirvió en dos tazones cereal con leche, no le daba tiempo de cocinar un desayuno completo.
-¡Natalie, James! Apresúrense o llegaremos tarde a la escuela.
-¡Vamos! – Gritaron los hermanos al unísono.
Los niños salieron corriendo de sus habitaciones directo a la cocina, donde Natasha los peinaba mientras desayunaban. No era fácil ser madre soltera eso lo sabía de sobra, llevaba siéndolo por cinco años y tres meses; sin contar los nueve del embarazo, pero era feliz, disfrutaba su vida, no tenía quejas, había sido independiente toda su vida, no necesitaba a ningún hombre para cuidar a sus hijos, fue decisión suya ser madre soltera, fue cosa suya no avisarle al padre siquiera que estaba embarazada.
Salieron del departamento, Natasha condujo velozmente esquivando los autos. Llegaron a tiempo, justo cuando daban el toque los niños bajaron corriendo del auto. Había sido una mañana fugaz. Cuando regresó al departamento se dispuso a recoger todo, guardo los juguetes en sus baúles, limpió la cocina, hizo las habitaciones, y cuando todo estuvo hecho se arregló para ir a la oficina.
El negocio de bienes raíces era incierto, dependía de cómo estuviera la economía del país, pero últimamente Natasha corría con suerte. Al separarse de S.H.I.E.L.D había pensado en dedicarse a lo que le apasionaba, tuvo en mente las primeras semanas en unirse a un estudio de ballet, sus planes cambiaron cuando se enteró del embarazo. Utilizó lo aprendido como espía durante tantos años para hacerse de un título profesional. Los primeros tres años trabajó para una agencia "Goodlife". Después decidió independizarse, creó N&K.
Llegar al centro era un horror a pesar de ser tan temprano. Respiraba profundo mientras apretaba el volante conteniendo las ganas de no maldecir a diestra y siniestra al taxista parado frente a ella que compraba un hot-dog. Llegó a la oficina o recibir los avisos del día, enseguida se marcharía, no le gustaba estar en la oficina, nunca le gustó, de eso se encargaba Kimberly, su socia y mejor amiga desde hace ya cinco años, cuando la conoció en "Goodlife", la única que está parcialmente al tanto de su vida antes de conocerla, la única que sabe quién es el padre de sus hijos y que realizaba trabajos de los que no está orgullosa antes de ser vendedora de bienes raíces.
Pasó casi toda la mañana fuera, tenía una reunión con los Thompson y se tardó más de lo esperado, para cuando firmaron los papeles era la una menos quince. Tendría que manejar al otro extremo de la ciudad para recoger a sus hijos del kínder, si conducía rápido y no le tocaban tantos semáforos llegaría justo a tiempo para recogerlos.
El camino de regreso a casa fue afortunada mente más relajado, Natalie y James le contaban a su madre de su día en la escuela.
-Mami – Natalie habló desde la parte trasera del auto, su hermano la animó con la mirada mientras se acercaba un poco más al asiento de su madre.
Natasha observó a su hija a través del retrovisor-Siéntate bien cariño pidió la pelirroja- Ahora si dime ¿Qué paso?
Natalie miró fijamente a su madre unos segundos, después agachó la mirada.
-Natalie, ¿Qué pasó cariño? ¿Ocurrió algo malo en la escuela? –La niña negó con la cabeza aun gacha, después volvió a fijar sus ojos en ella, tenían el mismo azul intenso que su padre.
-La maestra nos pidió hablar de nuestros papás mañana, queremos hablar también de papá, pero no sabemos nada de él.
Natasha se quedó sorprendida ante la respuesta de su hija, ciertamente no sabían nada de él, cuando comenzaron las preguntas ella les dijo que se había ido a trabajar muy lejos, solo eso y les pidió no preguntaran más por él. Sabía que esa respuesta dejaría de bastarles un día. Miró a sus hijos fijamente y una sonrisa amarga se dibujó en su rostro, apretó con más ganas el volante y se concentro en mirar al frente, después de unos segundos de silencio se decidió a hablar.
-Se parece mucho a ti James, eres su viva imagen en pequeño, el cabello rubio, los ojos azules, la nariz, la misma sonrisa de lado, la cara que pones cuando te concentras…-El pequeño sonrió ampliamente ante la respuesta de su madre, ésta se quedó unos segundos más callada, pensando en él.
- Lo conocí unos años antes que ustedes nacieran, ambos trabajábamos en el mismo lugar, al principió no me interesaba, era solamente un compañero más, trabajamos juntos un par de veces y siempre se portó bien conmigo, me trataba diferente supongo que fue lo que me llamó la atención de él, el resto se dio por sí solo.
Los niños sonrieron, no era mucho, pero al menos conocían ya algo de su padre, sabían que a su madre no le gustaba hablar de él. No le preguntaron más a Natasha, se enfocaron en tratar de convencerla en comprarles un perro.
-No niños, y es mi última palabra, nada de perros.
-Pero mami, te prometo que lo cuidaremos, Natalie y yo nos haremos cargo.
-Lo pensaré.-Respondió la madre mientras entraban al elevador.
Ella sabía muy bien que ese lo pensaré se convertiría en un sí, no había nada que le negara a sus hijos, eran su vida y hacía todo lo que estuviera en sus manos para hacerlos felices.
Natasha preparaba de comer mientras su hijos veían la tv. Mientras hervía la sopa se dispuso a acomodar los platos, sacó los favoritos de los niños, unos de cerámica pintada que hicieron un año atrás en una feria. Ya estaba todo listo apago el fuego y cuando esta por servir, sonó el tiembre.
-Niños vayan a lavarse las manos, solo veré quien toca.
Los pequeños se dirigieron al baño, Natasha se quitó el mandil y lo dejo en el desayunador, se secó las manos y caminó a la puerta. No era común recibir visitas, dehecho nunca recivían visitas a no ser de Kimberly o algún amigo que invitaran sus hijos. Lo cierto es que no le agradaba recibir visitas, así que puso su mejor cara al abrir la puerta, pero no esperaba encontrarse con lo que vio, la sonrisa se le borró del rostro y se puso pálida.
-Agente Romanoff, cuánto tiempo- La saludo el hombre parado frente a ella.
Natasha cerró la puerta asustada, corrió al baño y le dijo a sus hijos que se fueran a sus habitaciones y no salieran hasta que ella los llamara.
