When I was your man

.

.

.

"Querida Aoko:

Sé que es improbable —por no decir imposible— que llegues a leer esto. Seguramente, al ver mi nombre, no habrás ni querido abrir esto.

Pero suelen decir que por intentar no se pierde nada. Además, esta es mi manera de deshaogarme.

Si te soy sincero, no sé muy bien cómo empezar este escrito. Te diría un "¿cómo estás?" pero ya sé que bien, o por lo menos lo disimulas muy bien. Quizá comenzaría con un "hola" pero sonaría muy frío, y eso no me gustaría que pensaras que me eres indiferente.

Porque tú me transmites de todo, pero la mayoría son sentimientos tan cálidos como un rayo de sol en pleno verano.

Tal vez por esa razón este invierno se me está haciendo eterno.

En resumen, no sabía muy bien cómo empezar esto, pero dejaré que mis dedos escriban solos.

¿Quieres saber una cosa? Bueno, quizá la respuesta sea negativa, pero te lo diré igualmente, aunque no llegues ni a leer esto.

¿Recuerdas la cama de mi casa, donde ambos dormíamos abrazados?

Pues ahora es más grande. No, no he cambiado nada. Ni las sábanas ni el colchón ni las almohadas.

Y sin embargo, cuando me acuesto en ella, da la inquietante impresión de que el tamaño ha aumentado drásticamente desde tu partida.

¿Y quieres saber otra? Mientras escribo esto, tengo la radio puesta. Sabes que me gusta escuchar música, pero no me atrevo a encender el reproductor de mi móvil, todas esas canciones me recuerdan a ti.

No lo hago precisamente por eso, y sin embargo parece que el mundo se ha puesto de acuerdo para que tu imagen venga a mi mente.

Justo ahora está sonando aquella canción que te dediqué cuando me declaré. ¿Te acuerdas de cómo me mirabas, con tus orbes azul zafiro radiantes?

¿Por qué te digo esto? Simple, solo era para decirte que no suena igual. Es una tontería, soy consciente de ello. Es el mismo cantante y la banda sonora no ha cambiado. Sin embargo, su sonido es diferente por alguna razón.

Quizá es porque me estoy volviendo loco, tal vez porque ya he perdido la cabeza.

Desde que te fuiste, todo dejó de tener sentido. Las cosas que me rodean gritan tu nombre, desprenden tu aroma, me muestran tu rostro.

Además, ya ni siquiera tengo vida social.

No digo que sea tu culpa, en absoluto. Pero lo cierto es que nuestras amistades me traen recuerdos nostálgicos, sobretodo Ran y Shinichi.

Son tan parecidos a nosotros que duele verlos tan enamorados, tan acaramelados, y yo sin poder siquiera verte. Eso hace que me deprima, e incluso a veces se ponen a hablar de ti, lo que empeora la situación.

En cuanto al pomposo y la bruja, me recuerdan a la época en la que íbamos al instituto. Además de que todos mencionan tu nombre, rompiendo un poco mi ya dolido corazón.

No los culpo. Eres imposible de olvidar, y lo sé. Por eso me mantengo con una sonrisa tan falsa como cuando afirmo que ya no me importas.

Oh, casi se me olvida. Te quería decir algo, y si lees esto, quiero que sepas que te lo digo de corazón.

No sé exactamente cual de todas las cosas hice mal, fue la que más nos distanció.

Quizá es que fui muy tonto —o un idiota, como me decías siempre—. Es posible que fuera muy joven e ingenuo, y no supiera tratarte como tú te merecías.

Pienso que tal vez debí haberte regalado más rosas, o llevarte más a menudo a aquellas fiestas que tanto te encantaban, sobretodo por los bailes.

Recuerdo esa gracia con la que te movías en la pista, atrayendo a todo el público, siendo el centro de atención de los invitados al danzar con aquella elegancia tan simple que posees.

A lo mejor la razón fue que era un egoísta. Esto es lo que pienso que es más probable.

Que sólo pensé en mí, que fui un egocéntrico al no contarte que era el ladrón fantasma.

Había desmantelado a aquella organización, había eliminado el peligro, pero no te dije absolutamente nada.

Shinichi me lo dijo, y me lo advierto muchas veces, además.

Que te lo contara, que a la larga sería peor. Pero yo y mi maldito orgullo, convenciéndome de que nunca lo descubrirías, hicieron que hiciera oídos sordos.

Fui un estúpido, te subestimé y este es el resultado.

Cada vez que cierro los ojos, me arrepiento terriblemente de mi error y desearía poder cambiarlo, aunque sepa que es demasiado tarde.

Porque por eso te perdí. Ese secreto me separó definitivamente de ti, de la mujer que más amo en el mundo.

Sí, ahora estoy llorando. No es para que te sientas culpable, después de todo yo soy el único responsable de esto, pero quería que supieras que te extraño y odio a ese hombre que ahora está a tu lado.

Je, me imagino la cara de sorpresa que se te habrá quedado en ese hermoso rostro si has leído eso. ¿Cómo lo sé? Te debes de estar preguntando.

Simple. Quizá él ya te habrá comentado la contratación de un mago que al final no asistió a tu ceremonia de compromiso.

Creo que ya sabes por dónde voy, siempre has sido muy lista.

Sí, era yo. Llegué justamente cuando ambos bailabais juntos, tan pegados que se notaba a kilómetros el amor que sentíais el uno por el otro.

Créeme que no habría ido a esa celebración de haber sabido que era tu ceremonia de compromiso, no soy tan masoquista como para querer ver cómo la mujer que amo está con otro que no soy yo.

Fue por eso que, ni bien te ví con el hombre que me contrató, me fui lo más rápido que pude.

Pero te diré una cosa, y también es de corazón.

Espero… no, deseo que él te regale las flores que yo no te dí. Y que te lleve a todas las fiestas que tanto te gustaban, porque recuerdo cuánto amabas bailar.

Deseo que te haga feliz, que no cometa mis mismos errores. Que no te oculte nada, que te quiera como a nadie…

Y que haga todas las cosas que debí haber hecho yo, cuando era tu hombre.

Esto será lo último que te escriba, no te molestaré más.

Así pues, es un hasta siempre, mi zafiro, mi niña azul…

Kuroba Kaito."

El mago de orbes azules envió el correo electrónico, y se derrumbó encima del teclado, empapando todo con sus lágrimas sin final.

Porque aunque la quería, debía dejarla ir.

Porque ella era feliz cuando aquel tipo que él aborrecía y envidiaba hacía todas las cosas que, como bien había escrito, debió haber hecho cuando era su hombre.