Hola a todos. Omg estoy mazo nerviosa. O sea este fic será mi primer trabajo OkiKagu. Intentaré hacerlo lo más "perfecto" que pueda. Estos dos se convirtieron en mi OTP mas fuerte junto con el ShikaTema de Naruto, así que a ver qué tal.
La semana OkiKagu comienza y mis nervios explotan:). Como la palabra es "Convivencia", os relataré un día, con un time-skip de 2 años desde el Arco de la Caída del Shinsegumi, de convivencia de estos dos. Mis días no tendrán nada que ver los unos con los otros.
La canción que recomiendo escuchar mientras leéis es Sincericidio – Leiva. Grandioso.
Palabras: 3671.
Gintama le pertenece a Hideaki Sorachi.
Que os guste.
S&K
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Día 1: Convivencia.
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Qué problema.
Vamos, que él no pedía mucho. O bueno, el tener a Kagura como una novia "normal" ya de por sí era pedir demasiado. Demasiados gritos, demasiadas estupideces por oír en un solo día. Sin embargo, Okita Sougo no creía ser demasiado exigente.
A ver, que el exigir a una chica a la que molestar continuamente, que se enfrentase a él —eso sería absolutamente excitante para alguien tan sádico como él— y que tuviera una actitud desafiante. En resumen: alguien a quien le costase dominar, pero que dominaría; sin duda.
Pero quizá lo que el castaño no sabía es que esos parámetros describían perfectamente su relación con la pelirroja. En fin, como fuera. Demonios, que difícil era el entender a esa loca vestida de china. O a esa china vestida de loca. Daba igual.
La observó de reojo, tumbada en el suelo del salón mientras veía aquel programa estúpido. Seguía sin saber, a pesar de ya haber vivido con ella por tres meses, de que mierda iba ese programa. Solo la veía a ella con sus 16 años comer su asqueroso sukombu y dar golpes en el suelo; viviendo el programa.
Gritando cada dos por tres.
—China, eres una verdadera molestia. Más te vale arreglar el suelo y besar mis pies.
Se rascó la nuca, quitándose después su antifaz. Era imposible dormir con aquella mujer allí. Aun se acordaba como hacía poco que salían, como había surgido algo entre ellos tras volver a verse dos años después de la caída del Shinsegumi. Sougo no sabía que había sido, ni siquiera sabía porque meses después de empezar a tener más que una amistad le mostró ese apartamento en el que vivía.
Lo había adquirido lo suficientemente lejos del centro de la ciudad, justo al volver y poco antes de encontrarse con su rival, y de pelearse con ella; claro. Y mucho antes de vivir en el mismo lugar con la excusa de "si te dejo sola, China, crearías problemas. Así que solo ven y así me asegurare de controlar tus estupideces".
Porque no podían dejarse ver, porque estaban siendo buscados por ese Shogun. Como el resto de sus amigos. Tsk, un problema por el que Sougo no podía dejar de preocuparse. Pero bueno, la presencia de la monstruo le relajaba en cierta manera. Podía pelear con alguien sin matarle, solo pensando en su diversión.
—¿¡Qué demonios estás soltando cara de niña!? ¿¡Por qué tendría que besar tus feos y asquerosos pies!? ¡Y no es mi culpa que se rompa este suelo de mierda con una simple caricia de mis bellas manos!
Okita sonrió de medio lado, jodidamente divertido de ver su cara enfadada, mirándole enfurruñada. Oh, sí, era satisfactorio que dejase todo de lado por pelear con él. Como le gustaba aquello, el hacerla perder sus cabales. El tenerla solo para él; maldita sea.
Se levantó, ya que había dormido solo con unos pantalones del pijama. Ella tenía puesto su pijama entero, por desgracia Sougo no había podido convencerla de nada la noche anterior. Quería levantarse pronto para ver ese jodido programa. Por eso le encantaba que ella ahora le atendiese, si, también que desviara su mirada a su —según él, humildemente, claro— cuerpo perfecto.
Era inevitable, y la entendía. Hasta comprendía su sonrojo y que apartase la mirada. Aunque no lo olvidaría. Oh, ni hablar.
—Oe, oe… Relájate china. No debes gritar así para que te deje besar mis pies —ya estaba pensado en como doblegarla para que lo hiciese—. Así que cuando los beses, mis pies podrán permitirse el lujo de pisar el suelo de mi casa que tú rompiste.
—¿¡Qué mierda estas diciendo!? ¡Te voy a matar sádico! ¡Voy a destrozar esos pies de los que estás tan orgulloso, son demasiado feos!
Él rió, esquivándola cuando se lanzó sobre él. Pudo observar como en el programa estaban peleándose, una de las partes favoritas de su novia, pero ella le atendía a él. Estaba muy cabreada. Y como le divertía aquello.
Tras reírse de nuevo se dirigió hacia la cocina, donde se preparó un café. Sabía que tenía la mirada de la pelirroja en su espalda, y la dejaría disfrutar de aquello. Estaba tomando unos bollos de un cajón cuando recordó que no sabía si ella desayunaría.
—¿Quieres un café, china?
—¡No quiero nada que venga de un sádico como tú! ¡Estúpido, más que estúpido!
—Oído, cocina —dijo, como si fuera un chef en acción—. Un café de la mierda de Sadaharu para la china —se frenó, girando la cabeza lo necesario mientras buscaba al perro de su novia—. ¿Uhm? ¿No está esa bola de pelos?
No pudo esquivar una patada de Kagura que le mandó directo a la nevera. Por suerte esta no sufrió ningún daño, no tendrían en absoluto dinero para comprar otra. Se tocó la cabeza adolorido mientras la observaba tomar uno de los bollos y mirar a través de la ventana, aun enrabietada.
—Sadaharu aun duerme. Más te vale no despertarle con tu sarta de gilipolleces diarias que salen de tu cabeza de mocoso de mierda.
—Oe, tenme más respeto —dijo él levantándose, para llegar hasta ella, y entrelazando la mirada—, tú eres la de las gilipolleces. Si cada uno no tenemos un rol, esta relación no funcionara.
—¿¡Qué estás…!? —Suspiró, cerrando los ojos y recordando que debía tener más paciencia; todo iba a salir bien, sí, solo debía respirar a fondo y… Abrió un ojo cuando oyó una risa y se encontró al estúpido riendo—. ¡Te voy a hacer papilla, sádico!
Él paró su mano mientras la apartaba solo suficiente para así controlar que el café se estuviese haciendo adecuadamente. Solo después, tras esquivar otro puñetazo, la golpeó en la cabeza.
—Tenías un mosquito.
—¿¡Ah!? —Exclamó sorprendida y realmente alivida de que ya no lo tuviera—. Que suerte. Me pudo haber… —Se frenó al ver su cara, la madre que lo parió al maldito niñato—. No tenía nada.
—Lo sé —sonrió, orgulloso de ver de nuevo esa cara enfadada que adoraba.
—Te mataré. Sin dudar. Traficaré con tus órganos y me conseguiré el jodido dinero para salir al espacio y lanzarte por allí. ¡Para perderte de vista de una vez, idiota! ¡Ven aquí!
Sougo empezó a correr lejos de ella, saltando mesas y sillas, casi a la misma velocidad que ella, llegando hasta el baño. Cuando el castaño llegó allí primero, se escondió tras la puerta. Quería joderla lo mas que pudiera, que se levantase para ver ese maldito programa y que anoche le rechazase por el mismo motivo le había cabreado.
Oh, y nadie cabreaba a Okita Sougo y se salía con la suya sin venganza de su parte.
Kagura se dirigió al baño confiada, dispuesta a cumplir lo dicho. Demonios, que había oído que en Edo la venta de órganos estaba de moda. O algo así le había parecido al ver a Hasegawa un día con varias cicatrices en su cuerpo. Porque era claro que no podían ser de batallas.
Que ya era lo que la faltaba por ver, a ese estúpido peleando. Ya era suficiente con ella y el Sádico, lo nunca inimaginable y que nadie podría haber previsto, en una relación de pareja. Estando juntos para algo más que pegarse. Vamos, que seguían pegándose como antes, pero quizá ahora habían cosas de novelas rosas.
Aunque ella no lo llamaría algo romántico. Oh, ni hablar; preferiría —aunque jamás lo reconocería— hacerle un jodido masaje al Sádico antes que tener una escena romántica con él. En realidad no le haría un masaje, le patearía hasta que quedase satisfecha.
Cuando entró al cuarto de baño, pensó en que algo le daba mala espina. Demasiada. Para cuando quiso darse cuenta esa clase de novio que tenía le había hecho la zancadilla, agarrado por la cintura y tirado sin compasión, aunque sin haber besado el suelo, a la bañera. Se dolió de la cabeza para luego mirarle furiosa.
—Buen aterrizaje, china.
—Muérete, estúpido. Te voy a… —abrió cuando grandes eran sus ojos cuando se dio cuenta que estaba en una bañera. Que el Sádico la miraba desde fuera sonriente. Aun sin camiseta. Agarrando con su mano libre el mango de la ducha de la misma—. Ni se te ocurra hacer cualquier cosa que estés pensando, cabrón. No tengo traje de baño. No tengo ganas de mojarme. Realmente te mataré, Sádico.
—¿Eh? ¿Desde cuando necesitas traje de baño para ducharte?
—No quiero…
—Pues eso, buen baño, china.
Y sí, en ese momento, el agua comenzó a empapar a Kagura. Sin compasión, aun ella se cubriese y gritase insultos y diferentes maldiciones a su novio. Todo su pijama estaba empapado, y nadie va a negar que Sougo disfrutó aquello. Una venganza muy hermosa, sí señor.
Cuando el castaño escuchó a la cafetera hacer ruido, demostrando así que su café estaba listo, acercó la ducha a la cara de la pelirroja, escuchando sus quejas mientras ella intentaba apartarlo. Okita solo quería cerrar el agua, pero el grifo estaba sobre la cabeza de ella.
Claro que inevitablemente su otra mano debía acercarse lo más que podía para poder dejar la ducha en su lugar. Que aquello mojase y enfadase aún más a su pareja no era su culpa, obvio que no. Cuando consiguió cerrarlo, dejó la ducha y posó una mano sobre la cabeza de su novia, la cual aún no había abierto los ojos.
—China, realmente necesitabas una ducha, ¿sabías? Así hasta puedo tocarte sin arrepentirme después.
—Te odio. Quiero matarte, maldito mocoso —murmuró ella, pensando en cómo vengarse.
—Para tu suerte aún sigo vivo. El café ya está listo, así que, aunque me encantaría ayudarte a quitarte la ropa mojada, n…
Fue interrumpido por la mirada de Kagura… y por su fuerza, claro está. Le empujó hacia ella, agradeciendo una bañera más grande de lo normal, para luego dejarle bajo su cuerpo y justo debajo del grifo de la bañera. Él sonrió, divertido, esperando un buen momento entonces. Kagura sobre él siempre sería algo que traería un gran momento.
Pero cuando puso las manos en la cintura de la fémina se dio cuenta de que su mirada no pronosticaba nada bueno. Su sonrisa era malvada, algo que él amaba; no en ocasiones como esa, por desgracia.
—Buen baño, sádico.
—¿Qué…? Te vo…
Palabras incomprensibles salían de sus labios mientras el agua del grifo le caía sobre la cara sin pausa. Kagura reía, orgullosa, y dándose cuenta que no solían despertarse tan "enérgicos". Era claro que a ese estúpido le ocurría algo, pero meh, después investigaría. Ahora que se jodiera.
Se le ocurrió algo más para su sufrimiento, así que cerró el grifo, viéndole respirar con dificultad y mirándola con ganas de matarla. Deseo de ambos, matar al contrario; vaya que sí. La pelirroja sonrió y le golpeó en el estómago, a lo que él tosió molesto.
—¿¡Qué te crees que estás haciendo, esclava!?
—¡No soy tu esclava, sádico de mierda!
Antes de que él pudiera decir nada más, ella volvió a encender el grifo, impidiendo a su novio levantarse. Su fuerza y la caída del agua constante y sin pausa impedía aquello. Orgullosa, decidió minutos después que el castigo había sido suficiente. Así que apagó el grifo para verle entonces con los ojos cerrados. Parecía que estaba durmiendo, lo cual a ella le enfureció más. ¿Se atrevía a dormirse en plena venganza?
Se acercó más y así pudiera despertarle de un puñetazo, para cuando sintió una mano de él moverse hasta su nuca. Cuando le miró a los ojos y le vio con su mirada sádica maldijo. ¿Por qué demonios no aceptaba que ella había ganado? Le bajó la cabeza tan rápido y sin ver que estaba el grifo de la ducha. Por lo que ella se golpeó y se apartó rápidamente, aun sentada sobre él.
—¿¡Qué mierda te pasa estúpido!? ¡Eso dolió!
—Oh, lo siento. No me di cuenta.
Un tic apareció en una de las cejas de Kagura. Claro que se había dado cuenta, se dijo mirando su sonrisa, lo había hecho queriendo. Maldito… Le vio con intenciones de acercarse a ella tras sentarse en la bañera, pero la chica le frenó, con una mano delante de su cara.
—Deja de joderme, sádico. El que estés frustrado por algo no quiere decir que la pagues conmigo.
—No estoy frustrado… —dijo, ladeando su cabeza para mirarla a los ojos—. Que tú estés vieja y por ende no sigas mi ritmo, no quiere decir que deje de pelear contigo.
—¿¡A quien llamaste vieja!? ¿¡Quieres morir, mocoso!? ¡Eres tú quien me saca cuatro años! —Expresó tomándole del cuello.
Él sonrió posando sus manos sobre las piernas de ella mientras la atraía a poco hacia él. Oh, parecía que el desayuno tendría que esperar.
—Relájate, estas demasiado nerviosa, china.
—Tú eres el estúpido, sádico de mierda.
Una ceja de él se alzó, aun sin entender si aquella mujer oía lo que decía alguna vez. Como fuera se acercó a ella hasta morder su barbilla, la muchacha se apartó a los segundos, sonrojada y exaltada.
—¿¡Por qué demonios hiciste eso!? ¡Es-Estúpido, más que estúpido! ¡Te odio!
Él no habló, solo se encogió de hombros para luego ir hacia su cuello y morderlo de nuevo. Ella esta vez no pudo reprimir un suspiro. Claramente satisfactorio. Abrió uno de sus ojos cuando lo sintió en su oreja, respirando suavemente mientras sentía como era a ella a quien se le iba la respiración.
Posó una de sus manos en un hombro del chico, apretándolo con fuerza, para su satisfacción. Posteriormente posó su mano libre en el pecho de él, moviéndola con lentitud y sonrojándose a cada tanto más. Sougo sonrió, y orgulloso susurró a su oído, certificando que ahora mismo el café podría irse a la misma mierda. No le interesaba en absoluto. Ni su sonido molesto le incomodaba.
—Oe, china, si tanto me odias… ¿Por qué desde la mañana no has dejado de mirarme? Sé que te encanta verme sin camiseta, pero eres demasiado descarada.
—¡N-No te miré! —Le golpeó en el estómago, haciendo que él se moviese ligeramente, pero que aun así no la soltase—. ¡Ja-Jamás lo hice, ¿oíste?!
—Tranquila, china. Tu secreto de que me deseas… —dijo, acercándose lentamente a sus labios, ella no pudo apartarse, porque demonios también quería besar a ese maldito idiota— se mantendrá a salvo conmigo.
—En verdad eres un grandísimo idi…
Sus labios hicieron contacto, haciendo que Kagura olvidase sus palabras, subiera la mano que tenía sobre su hombro hasta su pelo y le acercase hacia ella, sin dejar que se apartase hasta que se hartara. Cosa que empezaba a pensar que jamás ocurriría. Ese sádico tenía algo que ella no acababa por descubrir, pero que le atraía inevitablemente hacia él.
Sougo tampoco la dejó escaparse, sus manos en la espalda de la chica nunca permitirían tal ofensa. Esa joven había sido suya desde el momento en que pelearon.
Se separaron tras un par de minutos, respirando aceleradamente. Entonces Kagura escuchó claramente el pitido de la cafetera. Recordando que su novio se había hecho un café que aún no había tomado. Y que ella tampoco había desayunado, claro.
—Sádico, debemos desayu… —no pudo hablar al verse de nuevo interrumpida por sus labios, claro que no negó el beso, pero cuando se apartaron poco tiempo después retomó el habla—. Hey, idiota, quiero desayunar.
—No tengo hambre china, más tarde. Además, me debes una por dejarte dormir por el mierda de programa ese.
—¡Mi programa! ¡Me hiciste perdérmelo, sádico de mierda!
—Qué mal.
—¡No te ves arrepentido en absoluto! — Sougo se encogió de hombros, a lo que la pelirrojo bufó, aún más molesta—. ¡Pues eres un estúpido! Estoy enfadada. ¡Jodidamente enfadada, ¿escuchaste?! ¡Debes hacer algo muy importante para que te perdo…! —Cuando él la volvió a besar ella se apartó rápidamente—. ¡Eso no será suficiente!
—Puedo ser muy convincente, china.
—Muérete, sádico.
Y Kagura no pudo evitar volver a ser besada —y mordida por él— una vez, y otra, y otra… En resumen, fueron tantas veces las que él la besaba, y en las que ella no se resistía —la pelirroja se apartaba cuando se daba cuenta—, que llegó un momento en el que no aguantaba más. La Yato se quedó una de esas veces, y maldita sea si lo agradeció.
Porque —y aunque jamás lo reconocería en alto o ante cualquiera que se creyese juez— su pareja podía ser jodidamente convincente con ella cuando se lo proponía. Quizá ese enfado que tenía era más falso que nada. ¡Porque no pudo resistirse demasiado!
Que débil era a sus labios, joder. ¡Aunque no era su culpa! Se dejó tumbar por el sádico en la bañera. No, claro que no era su culpa. La espalda del sádico, el pelo castaño un poco más largo que hace dos años, sus brazos, sus besos… Si, la culpa la tenía el gilipollas del sádico. No había duda de ello.
Por una vez, comería más tarde. Seguro el sádico le daría más comida, y eso era un doble regalo para ella. Se sonrojó aún más, dejando escapar un gemido cuando las caricias de él aumentaban.
Joder, como lo odiaba.
A él, y al maldito ruido de la cafetera.
Aunque lo dejó de escuchar en poco tiempo.
…
Nada más llegó a la cocina —un par de horas después—, vestida con una camiseta de manga corta de él —que le llegaba casi hasta las rodillas— en la que se había cuidado de que no decía nada sádico o que provocara burla de su novio, tomó la cafetera, que aún seguía sonando, y abrió la ventana de la cocina. Sonrió de medio lado y la tiró contra un árbol, provocando que se rompiese al instante y el café se dispersase en el suelo.
Hm, jamás volvería a comprar o a tener una cosa de esas. Maldito sonido molesto. Tomó un par de sukombus y se dispuso a comerlos, mientras observaba orgullosa su acto. Que satisfacción, maldita sea.
—Oe —un escalofrió le recorrió en cuanto escuchó la voz de su novio; no se giró a mirarlo, así que siguió comiendo para mantenerse normal—, ¿has visto la cafetera? Mi café me esperaba ahí desde hace dos horas y ahora no está.
—Ni idea, sádico. Debes cuidar más tus cosas.
Él frunció el ceño, mirándola desconfiado. Llegó hasta ella, poniéndose detrás y mirando al mismo lugar que lo hacia ella.
—Oh, ¿regaste el árbol?
—S-Sí, lo necesitaba —debía disimular mejor, el estúpido jamás debía darse cuenta.
—¿Con café?
—No es café.
—¿El agua es marrón?
—Claro que no, sádico, ¿acaso bebes mierda?
—¿Entonces el árbol fue regado con mierda?
—Fue con café, estúpido. ¿Quieres escucharme, retrasad…? —Se sonrojó, dándose cuenta de que había sido descubierta. Se dio la vuelta lentamente hasta quedar frente a él—. El sonido era molesto, cómprate una Nespresso —le dijo, cruzándose de brazos y apartando la mirada.
Él se rascó la nuca, no podía negar que no había nada más que le apeteciera en ese momento que un café. Pero la maldita china había actuado sin cabeza, como siempre. Aunque no reconocería que él iba a hacer lo mismo que ella, solo que antes salvaría el café.
Golpeó su cabeza, viendo que ella aceptaba la culpa, por lo que aprovechándose de aquello Sougo la golpeó de nuevo. Ella le miró mal, casi con ganas de escupirle en la cara. ¡Maldita sea su estampa!
—¡Bien, ya lo caché! —Expresó, tomando ambas manos del chico.
—China, me quedé sin café. Y quiero café. ¿Cómo solucionarás esto?
—Hay leche en la nevera.
—No quiero leche.
—Necesitas calcio para los huesos, te traeré leche, sádico.
Ella se hizo hueco para ir hacia la nevera, pero una mano de él le frenó. La tomó de la cintura y aun con la misma ropa con la que se había levantado, él la pegó contra sí para entonces respirarle en su nuca.
—¿Cómo te castigaré? —Susurró, pensativo.
—¿Cómo te mataré? —Preguntó ella, imitándolo.
Ambos sonrieron levemente, hasta que la chica notó un mordisco en su nuca, lo cual no pudo evitar quejarse.
—¡Deja de morderme, sádico pervertido!
—Debes pagarme la leche que no tomé, china.
Un silencio de unos segundos se hizo entre ambos. Quien lo rompió fue ella, quien le pegó un codazo en la tripa. Se giró a mirarle, sonrojada a mas no poder.
—¡Sádico, te pasaste! ¡Jodido pervertido de mierda!
—¡Tú fuiste quien pensó mal! Si esto fuera un fanfic todos sabrían que no iba con esa intención.
—¡Deja de mentir a los lectores! ¡Lo dijiste con intención de sádico pervertido!
—¿Quién sabe? —Cuestionó, sonriendo a su manera para desgracia de ella. Suspiró, agotado pero más feliz que al despertarse—. En serio, china, convivir contigo es un gran problema.
—Nadie te dijo que lo hicieras, estúpido.
—Te instalaste en mi casa…
—¡Excusas de mierda, excusas de mierda! —Dijo, dirigiéndose hacia el salón—. Además, deberías estarme agradecida. Dediqué una parte de mi tiempo a estar contigo en vez de ver mi programa favorito —entonces sonrió de medio lado, divertida—. Así te quité la frustración que te dejé en la noche, ¿cierto?
Rió, bien alto, provocando que el chico maldijese. Así que se había cerciorado de aquello. Aunque bueno, él no lo llamaría frustración. Solo molestia por ese maldito programa que destrozaría en cuanto pudiese. Lo llevaría a la ruina, sin duda.
Miró el reloj y observó que aún tenían tiempo hasta la comida. Por la tarde ya irían a buscar a sus amigos, como ya llevaban haciendo por meses sin éxito; pero no se rendirían. Aún era pronto para hacerlo.
Se dirigió al salón, directo a tirarse sobre la china para cobrar venganza por haberle dejado sin café. Oh, vaya si la castigaría. Quizá debería enseñarle lo que era capaz el futuro Káiser del Shinsegumi. Ella volvería a estar a sus pies. Como siempre ha estado él; a los pies de una china difícil y gritona. Dos de sus adjetivos favoritos sin duda.
Sí, qué problema de novia tenía.
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S&K
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¡Lo sé, lo sé! Fdhwquiwidhewiodifj. ¡Ni puta idea de cómo me quedó tan largo, lo juro! En los próximos días me controlo más, de verasxD. Personalmente amé el fic con todo mi corazón, de verás que mi hype con este par es fuerte hfiejdio9ei3jed.
Primer día cumplido, ni yo me lo creo. Omg que buenísimo. Si queréis seguirme en Tumblr mi cuenta esta en mi perfil, AlwaysLazyStrongGirl. Allí rebloggeo mucho OkiKagu:3. En verdad pienso que a mi cuenta de tumblr y ff debería llamarlas NoTengoOriginalidadJoder. Pero lo otro queda más hermoso, ¿no?xD
Espero vuestros comentarios para ver qué tal, y ojala que os guste. Besazos.
Se despide TemariAckerman06.
