Atención: Este fic contiene violencia, temas con controversia , lenguaje grosero y lemon, y yaoi, claro, pero eso cae de cajón. Además, si buscáis fluffy entre Lovino y Antonio, lo siento, pero tardará en llegar.
Algunas palabras o frases tendrán un número entre paréntesis. Al final del capítulo aparecen con su definición.
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Habían pasado meses desde la última vez que le encargaban algo cómo aquello. El joven Lovino entró en la oficina y se dejó caer en la silla más cercana, apoyando los pies en la mesa. Se apartó el cabello castaño del rostro y dirigió la atención al hombre frente a él.
-¿Qué se me pide?- Preguntó sin rodeos, con el sombrero bajo cubriendo parte de su rostro. Pasaban de las dos y aún no había podido comer nada.
El otro frente a él gruñó ante tal acto, mas no dijo nada en reproche. Sacó una pequeña carpeta de un cajón y se la pasó.
-Antonio Fernández- Recitó el jefe-. Traficante de armas el cual nos debe demasiado. Antiguamente colaborábamos con él, pero sus deudas nos han tocado bastante los cojones. Quiero que entres en su casa, le saques información y acabes con él.
El joven italiano vio atentamente la foto. Su objetivo parecía tan peligroso como un poni rosa. Mostraba una alegre sonrisa, la cual acentuaba sus facciones algo marcadas y resaltaba el color verde intenso de los ojos de este. ¿Enserio era parte de comunidad de tráfico ilegal? Resopló y cerró de nuevo la carpeta.
-¿Por qué yo y tan de repente?
-Pequeño soldato(1). Eres de los mejores aquí en cuanto al engaño y estratagemas, además, últimamente has vagueado bastante. Quiero que consigas que piense que sólo buscamos su deuda. Mañana mismo lo quiero muerto, así que ya estás pensando en algo.
El sicario chasqueó la lengua y salió de allí. Las calles y el propio cielo estaban grises, como solía ser. Encendió un cigarrillo y se apoyó en la pared de un edificio que parecía abandonado. Comenzó a leer con mayor atención todo lo mencionado en aquella carpeta. Incluso tenían anotada la orientación sexual del español. Quizás con cierta seducción conseguía sacarle toda la información posible antes de meterle un tiro entre los ojos.
Dio otra calada y esparció el humo. Sabía que no podía ser tan sencillo, ya que el otro era traficante de armas, por lo que debería detectar cualquier arma a simple vista. Necesitaba una pistola pequeña y fácil de cubrir o algo similar. El móvil comenzó a vibrar y vio que se trataba de su hermano menor, al cual no había visto en la sala de organizaciones.
-¿Qué ocurre, Feli?
-Me han informado de tu nueva misión. El chico ese es muy despistado, pero no tonto. Tengo hablado con él en múltiples ocasiones al intercambiar información y mercancías. Si vas a llevar arma de fuego, he de recomendarte la pistola Double Tap(2).
Como siempre, un paso por delante. Siempre tenía que informar de algo en el momento en el que su hermano mayor dudaba.
-¿Alguna a mano?
-Ve~ Pasa por casa a recogerla. Te ofreceré una merienda también.
El italiano colgó y tiró el cigarro al suelo, apagándolo con la planta de su zapato. Tenía la sensación de que no todo iba a ser tan sencillo.
Justo a las seis en punto, una hora tarde de la establecida, Lovino llamó a la puerta. Era un barrio bastante desagradable en las calles abandonadas de Nápoles donde vivía su futura víctima, aunque supuso que era algo normal debido a la profesión de este. La única casa que no parecía estar derrumbándose era la del español el cual parecía no querer abrirle la puerta. El italiano refunfuñó algo molesto, sin cesar de cambiar el punto de apoyo de su peso, sobre la pierna derecha, izquierda, derecha…
-Buenos días- Saludó el joven ojiverde nada más abrir la puerta. Mostraba la misma sonrisa que en aquellas fotos y llevaba una chaqueta hortera- ¿Puedo ayudarle en algo?
-Verás. Vengo para tratar un asunto sobre deudas.
Antonio asintió, entendiendo el problema. Dejó pasar a su invitado y le indicó el salón, para después sentarse ambos uno frente al otro en diferentes sofás.
-¿De qué se trata, mi buen gánster?
Lovino trató de disimular lo molesto que se sintió al escuchar aquella palabra soltada tan a la ligera y bromeando. Sacó unos papeles y los extendió sobre la mesita de cristal que había frente ambos. El español revisó alguno un poco por encima y los fue dejando en su sitio de nuevo. El menor de ambos comenzó su explicación.
-Debes más de medio millón de euros a mi jefe. Obviamente, necesitamos saber por qué te demoras tanto en el pago.
El moreno se echó hacia atrás en el sofá, con ambas manos en la nuca.
-Los negocios no han ido en exceso bien, mas en una semana podré pagar la mitad de mis deudas.
El otro no supo exactamente qué decir además de insultos.
-¿Eres idiota? ¿Enserio lo dices tan tranquilo? Llevamos esperando meses para que sólo vayas a pagar la mitad. La mafia no espera.
Antonio mostró sus dientes al volver a sonreír. Parecía calmado.
-Ese medio millón de euros fue invertido en negocios, obviamente. Dentro de poco recuperaré vuestro dinero.
Ante aquella contestación, el menor alzó una ceja. Parecía que estaba siendo en exceso sencillo el quitarle información. Dejó su borsalino(3) sobre el sofá para poder frotarse las sienes mejor. Juntó ambas manos y las entrelazó para apoyarlas en el mentón, inclinándose un poco hacia su interlocutor.
-¿Puedo preguntar en qué se basa ese negocio?
-¿Acaso es de su incumbencia?
-Obviamente. Has gastado demasiado dinero en este, y se trata dinero de mi familia, ¿Capisce? He venido aquí por razones obvias.
-¿Va a matarme?- Su voz sonó algo más rota, como si temiera realmente que su destino fuera recibir un tiro.
-Sólo a informarme. Eso vendrá tras no recibir el suficiente dinero en el plazo que se pide.
El otro suspiró, aliviado.
-Digamos que amplié el mercado a países más seguros y con más vigilancia. Sabe que suelen ser los que más pagan. Debido a eso, necesité ampliar mi seguridad en cuanto al negocio. Bastante dinero hay que emplear para tal.
Por lo que pudo admirar el mafioso, la casa parecía bastante cara, por lo que supuso que el joven español el cual estaba frente a él no se andaba con chiquilladas en cuanto al negocio de tráfico de armas. Ya lo ponía en la carpeta, pero no supuso que llevara tal sucursal. Al notar que este estaba evadido en sus pensamientos, el español le dio un golpecito en la mano con la suya enguantada, sintiendo el menor un leve escalofrío por tal contacto.
-¿Quiere un café o algo?
Lovino asintió, agradecido por la oportunidad que el moreno le estaba ofreciendo. El muy idiota había contado prácticamente todo sin mostrar apenas resistencia. Antonio se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. En ese momento, el italiano comenzó a sentir cierto mareo, así que suponiendo que se trataba de los nervios, sacó la pequeña pistola de la manga de su camisa y apuntó a la espalda del español, ya que este todavía no había llegado a su destino. Cuando este estuviera en el suelo herido, le asentaría el golpe de gracia. Disparó y notó como el otro se echaba para delante, malherido. Sonrió ante aquel golpe, pero su visión se volvió nublosa y cayó al suelo, inconsciente.
El español sacó la pequeña bala de su ropa y miró al joven durmiendo sobre la moqueta. "Esto va a ser divertido."
Soldato(1): Sicario de la mafia.
Double Tap(2): Pistola del tamaño de un teléfono móvil.
Borsalino(3): Especie de sobrero fedora llamado así por la empresa que comenzó a fabricarlo, el cual es apropiado en ciertas pelis para los gánsteres
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Espero que os haya gustado este primer capítulo. Gracias a la gente que trató de ayudarme con el título. Como al final la mayor parte optaron por este, lo dejé así.
¡Hasta la próxima!
