No sé si alguien vaya a leer esto... pero me gustaría xD hace como mil años que no escribo nada y creo que soy una plasta :( pero bueno. Hice esto porque recientemente jugué LoZSS y... sddsfdfcdafs feelings /_/ Esto contiene yaoi y nada de Legend of Zelda me pertenece. Si alguien lo lee... dejen un review, sí? Sería lindo saber qué piensan y si alguien vio esto. Y ya xP

Tan pronto como sus pies tocaron tierra se apresuró a guardar el manto y recorrer el bosque en busca de algunos ingredientes que la señora de la cocina de la academia le había pedido buscar. Sin embargo, no después de mucho vio sobre una gran rama algo conocido, mejor dicho, alguien y no cualquiera, sino de gran categoría, como diría tal persona sobre sí misma. Lucía tan metido en sus pensamientos que seguro no había notado su presencia, o al menos eso parecía.

Dejó correr un par de segundos, esperando por una reacción hasta que decidió subir allí por medio de sus zarpas. A pesar de la velocidad, apenas se escuchó el sonido de estas volando hacia su destino, el Señor de los demonios volvió a la realidad y miró al héroe, por lo que, cuando Link hubo caído sobre la gruesa rama del árbol, Grahim ya había chasqueado sus dedos y desaparecido dejando al héroe completamente solo. Sin él ni sus secuaces, ni siquiera algunas palabras en que pensar. Link se halló confundido ante la visión de alguien que creía desaparecido en cualquier sentido posible, pero estaba bastante seguro que no había sido producto de su imaginación. ¿Entonces qué?

Desde un punto más alto pero no tan alejado, Lord Grahim observó al chico rubio buscar a su alrededor con una profunda cara de confusión. No planeaba dejarle saber que seguía existiendo, así como tampoco que algún día el muchacho bajaría de nuevo a las tierras inferiores. ¿Para qué lo haría si tenía su paraíso allá arriba con la encarnación de la diosa, su amigo de peinado asqueroso y otras personas igual de estúpidas? No es que sintiera envidia de aquello, pero el niño del cielo tenía bastante de que regocijarse: amigos, hogar y honor. Mientras él había quedado sin amo al que servir, deshonrado y ninguna meta que seguir, así como tampoco tenía con quien conversar o al menos quejarse, los bokoblins no eran buenos escuchando ni respondiendo. ¡Ni siquiera eran buenos para divertirse con ellos! El niño del cielo era audaz, atrevido, estúpidamente valiente e ingenuamente persistente, pero sus tontos secuaces no podían resistir ni el más pequeño desafío. Cualquier oponente que les pusiera los hacía papilla y sólo desaparecía cuando tronaba sus dedos y le arrancaba la vida del mismo modo que se la había dado.

Nunca lo admitiría ante el chico o estando a solas, ni siquiera dentro de su mente en palabras, pero extrañaba al chico del cielo. –Link…- dijo sin pensar, muy bajo y como en un suspiro. Cerró los ojos y tronó los dedos para teletransportarse a otro lugar donde estuviera fuera de su vista aquel caballero de verde. Suspiro mientras se llevaba una mano al rostro como gesto de resignación. Probablemente el mejor momento de su vida fue cuando aquel chico apareció, mientras estuvieron unidos por el lazo del destino, aunque fuera como enemigos.

Sí, había empezado como una mera distracción y un oponente patético, pero desde el inicio siempre había escuchado atentamente sus palabras. Eran enemigos pero podía desahogarse con él, tanto frustraciones como alegrías, además que disfrutaba apareciendo aquí y allá, confundiéndolo. Era adorable ver como sus ojos asustados los buscaban sin cesar, moviendo también su cuerpo. Y finalmente, mientras avanzaba en su camino se volvía más fuerte, Un oponente verdaderamente digno. El único que había tenido, a decir verdad.

-Estúpido chico del cielo.

Llegada la noche Link se había quitado el traje de caballero y se había instalado en su cama, con las manos unidas detrás de la cabeza, pensando. ¿Estaría Grahim tramando algo? ¿Por qué estaba en el bosque de Farone? ¿Y por qué no le había dado ningún monólogo? Al menos una de sus características risas burlonas. Nada. Prácticamente había huido de él. Tenía que saber qué sucedía. Lo había decidido. Mañana partiría de nuevo al bosque de Farone para buscarlo. Se sintió extraño al pensar en eso pero también ansioso, muy ansioso.

Una hora después de andar como un tonto por todo el bosque con su espada y escudo preparados decidió guardarlos y seguir con su búsqueda, quizá el Señor de los demonios preferiría venir si se veía desprevenido, pero después de una hora más, Link comenzó a pensar en volver a casa o sacar su red y ponerse a cazar insectos, para que al menos no hubiese sido todo el viaje en vano. Bueno, pensó en algo más. Si en realidad no hubiera nadie y quedara en ridículo por hacer eso, tampoco importaría porque no había nadie que se diera cuenta, así que, hizo su último intento. -¡Grahim, sé que estás ahí! ¡Deja de esconderte y sal a pelear!- gritó una vez… y lo repitió en otras cinco zonas diferentes. Hasta que el Señor de los demonios, luego de reírse del muchacho al que había seguido desde su llegada, decidió aparecer detrás de él e inclinarse sobre su cuello, como la primera vez que se encontraron.

-¿Tanto así me extrañas?- sus blancos labios se curvaron en una sonrisa maliciosa, acercándose un poco más aspiro sonoramente el cuello del chico, éste se apartó con un escalofrío en su espalda y trató de poner una expresión ruda. -¿Acaso bromeas? Vienes aquí gritando mi nombre y pidiendo pelea cuando ni siquiera has desenvainado tu espada, no incluso ahora- acto seguido, Link tomó su espada y escudo. La cara de Grahim era indescriptible, en ella había una fría incredulidad, ¿podía este chico actuar más tonto? –Vamos, niño del cielo, ¿con quién crees que estás jugando? ¿Vienes a pelear así como así? Si algo le ha pasado a tu amiguita no he sido yo, no tengo idea de qué ha sido de esa mocosa desde la última vez que nos vimos ni estoy interesado en ella. Y si no estás aquí por eso, habla ya. ¿Qué quieres?- exigió cruzando los brazos.

-No, ¿qué quieres tú? ¿Qué haces en el bosque de Farone?

-¿Me estás corriendo? ¿Acaso te pertenece?- Grahim dejó ver su indignación a través de sus gestos, dio media vuelta y comenzó a caminar mientras seguía hablando. –Me parece que si hay alguien que pudiera pedir que me retirara de aquí sería la gran dragona del agua, y aunque lo hiciera no me iría- dio media vuelta de nuevo para enfrentar a Link y se aproximó a él- Y cabe decir que ni siquiera he soltado a mis demonios para recibir el trato hostil de nadie, así que no lo toleraré- dijo a poca distancia del muchacho mirándolo desde arriba.

-Tramas algo- afirmó Link poniendo distancia mientras lo miraba fijamente, desconfiado.

-Ya te lo dije, ya no me interesa lo que pase con la encarnación de la diosa. No tienes que preocuparte porque quiera llevármela de nuevo- alzó sus brazos para mostrar su desinterés. –Pero por otro lado…- inclinó ligeramente su cabeza mientras una oscura satisfacción cruzaba su rostro –ya que estás aquí, tal vez quieras arreglar lo que has hecho.

-¿A qué te refieres?- cuestionó rápidamente el héroe mientras se ponía en posición de combate.

-Me has derrotado y luego me has dejado sin amo. He caído en la deshonra, me has manchado. me has deshonrado, Link. Arréglalo- Grahim hizo desaparecer su capa roja y, antes de que el rubio pudiera cuestionar, aclaró sus exigencias –enfréntame una vez más y termina lo que has hecho. Mátame- ordenó.

Los ojos del caballero se abrieron cuan grandes eran, Grahim se apresuró lenta y calmadamente hacia él, como siempre. Link dudó, retrocedió mientras observaba al otro acercarse más y más, hasta que su espalda topó con un árbol; su rostro aún no podía borrar la duda y asombro mezclados en él. Bajó su escudo y espada. No podía. – ¿Acaso no tengo otra opción?- miró hacia abajo un segundo para después subir rápidamente su mirada hacia el otro, buscando sus ojos cafés.

Grahim se mostró realmente sorprendido, detuvo su andar y sus ojos se abrieron aún más. -¿No quieres matarme, niño del cielo?- Link desvió la mirada. –Bien… me has derrotado y has acabado con mi amo… quien era malvado. La única forma de restituir mi honor, me parece, es… que tú me tomes.

El caballero se movió impulsivamente reaccionando a sus palabras, mirándolo con incredulidad. -¿T-tomarte?- preguntó nervioso.

-Sí, o que yo te tome, como prefieras verlo- le dijo mientras colocaba una mano en su cadera y ladeaba la cabeza, esperando una respuesta.

-¿Qué? ¿Tomarte yo a ti o tú a mí? ¡¿A qué te refieres?!- sus mejillas se colorearon mientras en su mente por alguna extraña razón se imaginaba a Grahim cargándolo en su hombro y llevándolo a quién sabe dónde. ¿Querría hacerlo con pagar con servicio por el honor perdido?

Grahim soltó un gruñido. –Sí, tomarme como tu siervo o tomarte yo como mi amo, como prefieras llamarlo, ¿qué no es obvio?- Una mano cubrió su frustrado rostro. ¿Cómo es que eso lo había derrotado? ¿Cómo alguien tan torpe podía ser el elegido de la diosa y haber derrotado, encima, al Heraldo de la muerte?

-Acepto- dijo Link con solemnidad. –Yo te tomo, Lord Grahim, para ser tu amo- el más alto bajó lentamente aquella mano, incapaz de creer lo que había pasado, pero de algún modo, una parte muy dentro de él creyó que su vida volvía a tener sentido.