…:::España, 2012:::...
- Oye, vamos a empezar- dijo una suave voz masculina. -Pero tómatelo con calma, es la primera vez que utilizamos este bicharraco y no queremos tener problemas.
El joven de unos 20 años examinó otra vez la máquina asintiendo con aprobación. Se sentó frente al ordenador situado al lado de la máquina.
-Todo está listo.- sonrió ampliamente – Allá vamos.
…:::Florencia, 1475:::...
Ah, el despertar una mañana cuando el sol de invierno te pega en la cara... revolcandote en tu mullida y enorme cama, estirando los brazos y disfrutar de ese cosquilleo tan reconfortante. Aaah sii, que bien.
Pero ahora, volvamos a la realidad.
Hace unos días vino un nuevo año y por suerte, esta vez no vino acompañado de lluvia.
Me desperté con mi cuerpo entumecido y la espalda dolorida. En enero el invierno se volvía más frío, y encima dormir sobre los congelados adoquines de las calles no era muy favorable para mi espalda. Estiré mis brazos esperando sentir algo agradable pero solo sentí dolor.
Miré a mi alrededor esperando ver algo distinto a lo de todos los días, pero como me lo esperaba, nada había cambiado. Me encontraba en una estrecha y polvorienta calle, la luz del sol era ausente, los alto edificios hacían sombra, supuse que debería ser aún muy temprano.
Me levanté y me froté los ojos. Un rugido salió de mi estómago y sentí el vacío en él. Hacía un día que no comía nada, no era fácil conseguir comida cuando no se tiene dinero. Mi barriga volvió a quejarse, así que decidí que era hora de robar algo de comer.
El tema de robar se me daba bien, podía ocultarme entre el burullo de gente y coger los objetos o alimentos que desee robar con discreción, el problema era mi aspecto, mi ropa. Vestía con unos pantalones piratas marrones oscuros, sucios y rasgados y una camisa blanca, buenos gris de mangas largas y encima una chaqueta corta sin mangas de color marrón oscuro que se ajustaba a mi torso.
Y bueno, una chica de clase baja caminando junto con gente de clase media y nobles era un poco sospechoso.
Pero me tenía que arriesgar si no quería morir de hambre.
Caminé hacía el mercado viejo deslizándome entre los callejones. Conocía muy bien aquella zona y sabía ocultarme de los posibles guardias que hubiera alrededor.
Pero al llegar al mercado me llevé una sorpresa, había muchos más guardias que de costumbre, y mucha más gente con mucho mejor aspecto que yo.
Y como pensaba nada más aparecer allí ya me recibían miradas; algunas curiosas, otras desconfiadas y otras reflejaban repugnancia, pero no les di importancia. Mi objetivo principal era coger algo de comer y largarme de allí lo más rápido posible.
Me mezclé entre la multitud, intentando evitar así llamar la atención de los guardias. Fui observando los distintos puestos. Había muchos productos distintos; telas, ropas, vegetales, carnes, objetos de cerámica, pinturas, cuadros, frutas… ect.
Yo me centré en un puesto en el que vendían pan. Habían otras panaderías, pero en los puestos al aire libre siempre es más fácil robar algo que en sitio cerrado, es obvio.
Me junte con la gente que se agrupaba enfrente del puesto mientras observaban las deliciosas barras de pan y el vendedor del puesto gritaba alentando a los clientes para que compraran, y presumía de que él tenía el mejor pan de toda Florencia, todos los vendedores hacían lo mismo.
Aproveché la oportunidad de que el vendedor atendía a una señora, y mirando a todos lados puse una mano encima de una de las barras de pan para cogerla. Pero antes de que pudiera hacerlo alguien tiró de mi brazo izquierdo bruscamente hacia atrás. Caí al suelo y ví a un guardia desenvainando su espada.
Los nervios se apoderaron de mí y mi cuerpo se puso en tensión. Antes de que aquel guardia me apuntase con su espada me levanté rápidamente y corrí como quien lleva al diablo, escuchando los gritos del guardia.
Cuando salía del mercado apartando a la gente a empujones, que se quejaban y me insultaban por lo bajo (no es que me gustara molestar a la gente y darle empujones ¡es que estaba huyendo de los guarias para evitar que me ahorcasen, me cortasen las manos o algo así!).
Corría por la mitad de la calle y miré hacía arás; ahora, eras tres guardias los que me perseguían y estaban a unos 50 metros de distancia. Intenté correr más rápido, a pesar de que el fondo no era exactamente lo mío tenía velocidad, y con algo de fondo y velocidad podía desaparecer del campo de visión de los guardias.
Giré la esquina de la calle y miré otra vez hacia atrás mientras corría. Pero choqué contra algo, no, contra alguien. Mientras caí encima de ese alguien, deseaba con todo mi ser que no fuera un guardia, y no lo fue. Caí encima de un joven de mi edad o ago más mayor.
Me levante de encima suya rápidamente y sin decir palabra me dispuse a seguir huyendo, pero dos fuertes brazos me retuvieron por los hombros. Me hicieron girar y me encontré con la cara del joven sobre el que aterricé.
-Oye, oye, creo que merezco una disculpa- dijo con una leve sonrisa. Levanté una ceja y me pregunté si era a mí con quien hablaba o me lo había imaginado. Normalmente casi nadie me dirige la palabra a no ser que fuera para quejarse de mi. Pero repetí sus palabras en mi mente ''una disculpa'', vale, un noble con orgullo.
Pero mi nerviosismo aumentaba al pensar en los guardias. Y no dejaba de mirar por encima del hombre del muchacho para esperar ver a los guardias.
-Si, em, si, u-una disculpa eh- empecé a decir nerviosamente –sí, ¿una disculpa?, si em, te perdono- dije rápidamente, la verdad es que las palabras me salieron solas, tenía ganas de deshacerme del joven y correr lejos.
Me pareció ver una sonrisa en el rostro del chico. Pero yo ya corría y corría lejos de allí.
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Iba caminando tranquilamente, me acercaba ya a la esquina de a calle, cuando de repente, algo, no, alguien chocó contra mi. Caímos al suelo y pude ver el rostro de la persona que cayó encima de mí muy cerca del mío. Vi que era una mujer e mi edad, o quizás algo más joven. Era hermosa, contemplé su rostro por unos segundos y me fijé en sus carnosos labios, sus finos rasgos y sobre todo, quedé cautivado por esos dos bellos ojos felinos color verde claro.
Pero la proximidad de nuestros rostros no pareció importarle, parecía muy nerviosa.
Se levantó rápidamente y se giró, creo que con la intención de salir corriendo.
Pero yo la retuve por los hombros, quería saber más de ella, poder hablar con ella.
-Oye, oye, creo que me merezco una disculpa.- dije con una leve sonrisa. Vi su ceja levantada y una expresión de sorpresa. Pero luego empezó a mirar con nerviosismo por encima de mi hombro.
- si, em, si, u-una disculpa eh- dijo nerviosamente – si ¿una disculpa?, si em, te perdono.
Sonreí. La vi salir corriendo rápidamente. Me fije en sus ropas, esta chica era pobre, y acaso ¿huía de algo?. Mis sospechas se cumplieron cuando oí a los guardias a mis espaldas. Se pararon mirando a todos lados, buscando al alguien.
-¡Eh! ¡Guardias!- les grité. Me miraron enfadados y uno de ellos me preguntó de mala gana -¿Qué quieres?.
-Si buscáis a una mujer pobre, ha huido por allí.
Los guardias inmediatamente se fuero corriendo por el camino señalado por mí.
Y así, seguí con mi camino.
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