NOTA: Este fic contiene temas muy fuertes, como sadomasoquismo, bondage, spanking... Si eres menor de edad o te impresionan estas cosas NO LO LEAS.
En este capi vamos a ver Draco/Astoria, pero esta historia es un DRARRY.
Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling.
I
Harry sabía que había algo dentro de él que no funcionaba del todo bien. A veces pensaba que haber regresado a aquel octavo año en Hogwarts había sido un error, pero no estaba seguro de querer empezar en la Academia de Aurores. Lo peor de todo, sin embargo, era esa sensación de desinterés y apatía. Quería a sus amigos, pero estar con ellos no le resultaba realmente satisfactorio. Y las cosas con Ginny no se habían roto simplemente porque ella estaba dispuesta a aceptarlo todo sin protestar, como las escasas sesiones de sexo. ¿Qué clase de adolescente normal no quería tener sexo? Y sin embargo, Harry lo hacía casi por obligación, porque no quería que las cosas con Ginny se estropearan del todo. La necesitaba, especialmente ahora que Ron y Hermione se marchaban por su cuenta a menudo. Y quería casarse con ella, formar parte de los Weasley. Aquello no conseguía llenarle de tanta alegría como antes, pero aun así sabía que era lo mejor para él.
A veces Harry se preguntaba si al resucitar no habría habido algún pequeño incidente; quizás una parte de su alma seguía muerta, y por eso se sentía así. Le habría preocupado si hubiera tenido energías e interés por preocuparse.
Y no parecía haber ningún cambio a la vista hasta que accidentalmente escuchó a dos chicas Slytherin de sexto decir que Draco Malfoy no había regresado la noche anterior hasta las dos de la mañana. De pronto, se sintió como si hubieran encendido un fuego dentro de él. ¿Qué andaba haciendo Malfoy fuera de las mazmorras a esa hora?
Desde que había aparecido en el castillo para cursar también ese octavo curso, sorprendiendo a unos y a otros, Malfoy no se había hecho demasiado de notar. Sus insultos habían terminado y en clase sólo hablaba cuando el profesor preguntaba algo. Sin embargo, no podía decirse que fuera un hombre derrotado. Al principio de curso había recibido algunos insultos, incluso agresiones, pero poco a poco, sin que Harry supiera muy bien cómo ni por qué, aquello había acabado.
Sin embargo Harry nunca había llegado a fiarse de él y aquel comentario probó que había hecho bien. Estaba claro que Malfoy andaba planeando algo. La vieja curiosidad ardiendo en su cuerpo era una sensación que había añorado con fuerza y se dejó llevar por ella sin pensárselo dos veces.
Harry usó el Mapa para vigilarlo. La primera noche no sucedió nada, pero a la siguiente lo vio salir de la Sala Común pasado el toque de queda. Sonriendo con excitación, Harry fue a buscar su Capa y se escabulló sin hacer ruido del dormitorio de Gryffindor. Cuando volvió a mirar vio que se dirigía a uno de los invernaderos. Harry tomó el mismo camino y unos minutos después se encontró fuera del invernadero, preguntándose cómo entrar sin que Malfoy le viera. Dudoso, comenzó a darle la vuelta en busca de alguna abertura y por fin, justo en la parte de detrás, vio que una de los paneles acristalados del techo tenía una pequeña abertura.
Durante unos minutos, vaciló. Sabía cómo entrar, pero tenía que desnudarse para ello y la idea de espiar a Malfoy en pelotas le resultaba turbadora. Sin embargo, había llegado hasta allí y quería saber en qué andaba Malfoy, así que finalmente decidió seguir adelante. Con un movimiento de varita se apuntó a sí mismo y notó una especie de estirón extraño en su cuerpo mientras todo parecía aumentar a su alrededor. Al cabo de sólo un segundo, Harry se había convertido en un pájaro. Había estado practicando todo el verano y McGonagall le había dado el empujoncito necesario para dominar su transformación en animago.
Harry voló hasta la abertura y entró en el invernadero. En cuanto lo hizo escuchó la voz de Malfoy y se dio cuenta de que el hurón no estaba solo y que debía haber echado un hechizo para impedir que el sonido traspasara las paredes del invernadero.
-… verte suplicar.
-Draco… -sollozó una voz de chica-. Draco, por favor.
Harry masculló mentalmente, sobresaltado. ¿Qué estaba haciendo ese cabrón? Buscando el origen de las voces, voló entre las plantas, tratando de localizarlos. Cuando lo hizo, se sintió casi como si le hubieran dado un golpe en la cabeza y parpadeó varias veces, abochornado y escandalizado.
Malfoy estaba sentado en un sillón incongruentemente lujoso; debía de haberlo transformado para la ocasión. Iba vestido con el uniforme de Slytherin, perfectamente compuesto. Delante de él, a un par de metros de distancia, había una chica a cuatro patas, con el culo apuntando a Malfoy. También llevaba parte del uniforme, pero la blusa entreabierta dejaba ver sus pechos y si falda levantada sobre su espalda probaba que iba sin bragas. Un consolador le salía del culo, que temblaba en el aire.
-¿Tantas ganas tienes de correrte? –preguntó Malfoy, burlón.
-Hace ya cuatro días –gimió ella. Harry, que tenía la sensación de estar soñando, se dio cuenta de que era Astoria Greengrass, otra Slytherin.
-Tú te correrás cuando yo te dé permiso, tanto si tardo una semana como si tardo un mes, ¿entendido?
-Sí –contestó Astoria sin aliento.
-¿Cuántas veces se te ha caído el dildo mientras venías aquí?
-Cinco.
-¿Y las cinco veces te lo has vuelto a meter allí mismo, en el pasillo, donde podría haberte visto alguien?
-Sí, sí.
Harry sintió una oleada de horror y al mismo tiempo, para su vergüenza, se dio cuenta de que había empezado a tener una erección incluso como pájaro. La idea de estar en esa situación, caminar por el pasillo del colegio con un dildo en el culo, sentir cómo iba resbalando y volver a ponérselo.,,
-Ponte de pie y desnúdate del todo. –La voz de Malfoy era firme, autoritaria. Ella obedeció rápidamente y cuando se fue a quitar los zapatos, el dildo cayó al suelo una vez más. Malfoy arqueó las cejas-. Vamos, póntelo otra vez.
Ella lo hizo, separándose las nalgas con una mano, introduciéndolo en su culo. Harry observó cómo se mordía los labios. Cuando Astoria quedó desnuda, Malfoy le ordenó que gateara hasta él. Astoria obedeció y cuando llegó a sus pies se quedó arrodillada, con las piernas abiertas y las manos en la nuca. Draco hizo una mueca y le retorció uno de los pezones, causando que Astoria gimiera. Sin embargo, no se movió, no bajó las manos para protegerse.
-¿Estás mojada, Astoria?
-Sí.
-¿Cuánto?
-Mucho. No había estado tan mojada nunca.
Malfoy esbozó una sonrisita y volvió a apretarle el pezón.
-Estarás aún más mojada cuando acabe contigo. –Se puso en pie con un movimiento felino-. Pero voy a prepararte antes.
Harry se dio cuenta de que había una bolsa de cuero en uno de los maceteros más grandes y la cabeza le zumbó sólo de pensar en lo que Malfoy podía tener allí. Estaba totalmente paralizado y lo que era peor, caliente como una supernova. Todo era demasiado depravado, demasiado surreal. Astoria tenía que estar bajo la Imperius, era la única explicación y sin embargo no conseguía creérselo del todo. Ella parecía estar disfrutando de todo aquello.
Estaba tan abrumado por toda la situación que el movimiento repentino de Malfoy lo pilló desprevenido y un hechizo le dio de lleno.
-Te tengo.
Sin que pudiera hacer nada excepto sentir puro terror, Harry fue transportado al suelo. En cuanto tocó tierra, Malfoy lo devolvió a su forma humana. Harry quiso morirse al verse allí tirado, inmovilizado y desnudo, y fue aún peor cuando vio la expresión de Malfoy.
-Potter… Desnudo y con una erección… Merlín bendito, eres un puto pervertido.
-No, yo… ¡Suéltame!
Harry forcejeó, pero no podía librarse del hechizo de Malfoy. Este tampoco hizo ademán de soltarlo. Permaneció allí unos segundos, observándole con malicia. Mientras, Astoria seguía en el mismo sitio de siempre, expectante, pero inmóvil.
-No creo que estés en condiciones de dar órdenes, Potter. Eres un enfermo, espiando así a la gente para pajearte.
-¿Yo soy un enfermo? –replicó-. ¿Qué le estás haciendo a esa pobre chica?
-¡No soy una pobre chica, gilipollas!
Malfoy parecía divertido.
-Por lo que parece, tú también estabas encontrándolo bastante caliente.
-¡Mentira!
-¿Y esa erección? ¿A qué se debe?
Harry sintió que le ardían las mejillas.
-Yo no…
-Tú sí, Potter. Con el susto se te está pasando, pero aún la tienes dura. Lo que no sé… ¿Me estabas envidiando a mí o la estabas envidiando a ella? -Harry sintió un ligero vértigo hacia la pregunta que le hizo forcejar salvajemente de nuevo, pero tampoco tuvo éxito y Malfoy se rió de él-. ¿Sabes, Potter? Pensándolo bien, creo que te debo una por lo de la Sala de Menesteres. Si tienes tanto interés en ver lo que estamos haciendo, ¿por qué no darte la oportunidad? A Astoria no le importará un espectador.
Harry abrió los ojos, alarmado, pero al momento Malfoy movió su varita y en cuestión de segundos lo tuvo atado a una silla, con los brazos a su espalda y los tobillos amarrados a las patas. Estaba allí, desnudo, con la polla ligeramente enhiesta, las piernas abiertas y Malfoy lo observaba como si quisiera hacerle las mismas cosas que a Astoria. Para su absoluta vergüenza, su erección comenzó a aumentar de nuevo al contemplar esa posibilidad. Dios mío, ¿qué le estaba pasando?
-Creo que empiezo a sospechar a quién estabas envidiando, Potter.
-Suéltame, Malfoy… Te arrepentirás si no lo haces.
-Eres molesto –dijo él, apuntando hacia su bolsa-. Acció mordaza.
-¡No!
-Sí. No hay manera humana de que pueda empalmarme escuchándote decir tonterías, Potter. Y no querrás quedarte sin numerito, ya que te gusta tanto.
Malfoy le colocó la mordaza, superando con facilidad los intentos de Harry por impedírselo. Cuando estuvo silenciado, una sensación extraña se apoderó de él. Estaba desnudo, amordazado, atado. Malfoy podía hacerle lo que quisiera y él no podría evitarlo. Sus mejillas enrojecieron aún más cuando su polla se puso más dura.
-Pero Potter, estoy… anonadado. Empiezas a parecerte a una barra de hierro. Ven, Astoria, mira esto.
Ella se acercó gateando y se quedó contemplándole con ojos voraces. Era humillante y a la vez tan excitante que tuvo que apretar los labios a toda prisa cuando sintió un gemido subiéndole por la garganta.
-Podrías hacerle suplicar en cuestión de segundos. Lo está deseando…
Harry negó con la cabeza vigorosamente, pero Malfoy volvió a reírse.
-Eso mismo pienso yo. Pero ya hemos perdido bastante tiempo con él. Tú y yo tenemos cosas que hacer. Te mereces unos azotes por haber dejado caer el dildo cuando venías.
Ella se mordió los labios y sonrió. Entonces Malfoy sacó de la bolsa unas correas de cuero que tenían una argolla. Había cinco, una para el cuello, dos para las muñecas y dos para los tobillos. Después unió las de las manos con la argolla del cuello, sujetándoselas en la nuca y ató sus tobillos juntos.
-Al suelo, quiero verte reptar hasta el sillón.
Astoria lo hizo, moviéndose con suma dificultad, gimiendo. Mientras, Draco se volvió a sentar y la observó con una sonrisa complacida. Cuando ella llegó hasta sus pies, Draco usó la varita para levitarla y la colocó de espaldas sobre su regazo. Harry no podía apartar la vista de la escena, preguntándose qué estaría sintiendo Astoria en ese momento.
Malfoy movió el dildo dentro del culo de Astoria y se lo quitó, haciendo que ella diera un gritito. Después empezó a azotarla con la mano y Astoria lanzó gemidos que pronto se entremezclaron con sollozos. A cada golpe su culo se iba poniendo más y más rojo. Harry se agitó en la silla, tratando de encontrar algo de alivio para su erección. Podía notar cómo se estaba evaporando su auto-control, aquello era más erótico de lo que jamás habría imaginado. Y a la vez estaba avergonzado de sí mismo, humillado hasta la derrota, porque sabía que estaba deseando lo mismo que Astoria, quería saber qué se sentiría así atado, recibiendo esos azotes mientras su polla chorreaba semen, desatendida y hambrienta. Sus ojos observaron con aterrada y culpable fascinación cómo aumentaban los sollozos de Astoria, cómo dejaba de retorcese sobre las piernas de Draco y parecía rendirse a la paliza, estremeciéndose ligeramente.
Sólo entonces Draco se detuvo y contempló el rojo culo de Astoria con evidente satisfacción.
-Perfecto… Estás perfecta, Astoria. Creo que esta vez no te daré permiso para que te cures mañana los moratones. Dejaremos que se curen solos. Quiero que te acuerdes de mí cada vez que te sientes.
-Sí, Draco –dijo ella, con voz ahogada, tratando de calmarse.
Él se puso en pie, levantándola a ella en el proceso, y le desató los tobillos.
-Separa las piernas.-Cuando Astoria obedeció, Draco le examinó el sexo de cerca-. Te dije que ibas a estar aún más mojada. Sé exactamente qué hace que tu coño chorree. Repítelo.
-Sabes exactamente qué hace que mi coño chorree.
-Sí…
Malfoy volvió a sentarse, se desabrochó la bragueta y el botón de los pantalones y le hizo una señal a Astoria. Ella se inclinó sobre las piernas de Malfoy –tenía las manos aún atadas a la nuca y Harry sospechó que le había bajado los calzoncillos con la boca- y empezó a chuparle la polla. Harry no podía vérsela, se la tapaba la cabeza de Astoria: era el culo de ella lo que tenía en primer plano, todavía de un rojo brillante. También podía ver destellos pegajosos entre sus muslos. Y los sonidos… La expresión de Malfoy… Harry lamió la mordaza que le aprisionaba la lengua. Oh, Dios, estar así, atado, con una polla entrando y saliendo de su boca sin merced, sabiendo que esa pulsión creciente entre las piernas quizás no se vería satisfecha… Era enfermizo y excitante y Harry estaba entregado ya al espectáculo, era uno más. Malfoy quería ponerlo cachondo, hacerlo sufrir y era eso lo que estaba haciendo sin ni siquiera tocarlo.
Malfoy se corrió en la boca de Astoria y se quedó unos segundos con los ojos cerrados, jadeando. ¿Había terminado ya todo? ¿Iba a dejarla así, insatisfecha? Harry se imaginó lo que sería someter sus orgasmos a la voluntad de otro, sufrir sin tocarse para buscar alivio. Malfoy alzó una mano y le dio una palmadita a Astoria en la cabeza.
-Bien hecho… Si consigues que se me ponga dura en menos de cinco minutos te follaré y dejaré que te corras.
Astoria lanzó un gruñido desesperado e inició un segundo ataque a la polla de Malfoy. Parecía lamer y chupar como si le fuera la vida en ello. Un par de minutos después, Malfoy volvió a darle una palmadita en la cabeza.
-Tienes una boca estupenda, Astoria. Hecha para chupar pollas. Te mereces una recompensa. –Entonces miró a Harry con ojos intensos, feroces-. Podrías empalarte en nuestro invitado. No cabe duda de que está listo. -Harry no pudo ni reaccionar, porque una parte de él lo deseaba con todas sus fuerzas, pero la idea de someterse así… - Pero claro, eso sería una violación o algo así, porque Potter ya ha dejado claro que él está por encima de todo esto. Tendré que hacerlo yo.
-Oh, sí, gracias, gracias, fóllame, ya no puedo más…
Malfoy sonrió.
-Te voy a follar por el culo.
-Sí, sí…
-A ver cómo lo haces, pequeña viciosa.
Astoria se movió para sentarse a horcajadas sobre Draco, cara a Harry, y éste tuvo un atisbo de la polla de Draco, gorda y preparada, antes de que desapareciera engullida por el culo de la chica. Ella cerró los ojos mientras lanzaba un gemido de éxtasis y Malfoy le dio una fuerte nalgada que la hizo empezar a cabalgar con velocidad creciente. Harry apenas podía ver a Malfoy, pero veía cómo se balanceaban los pechos de Astoria, cómo su sexo relucía bajo la mata de rubio vello púbico. A cada embestida, Astoria lanzaba un gemido gutural.
-¿Te gusta, Astoria? –exclamó Malfoy, dándole otro azote-. ¿Te gusta sentir mi polla en tu culo?
-Sí… Sí… Draco…
-Mira qué húmeda está, Potter. Ha nacido para esto. Y su culo… Ugh… Está tan estrecha y caliente… Es mejor que un coño, te lo juro.
Harry respiraba entre jadeos entrecortados, los ojos fijos en ellos, la polla pegada a su estómago por un hilillo pegajoso. Se sentía unido a Astoria, necesitaba correrse a través de ella y su agujero del culo se tensaba y distendía, imaginando que era él quien estaba cabalgando, quien estaba siendo follado por Malfoy.
Los gruñidos de Astoria eran cada vez más desesperados, el placer debía estar aumentando dentro de ella, pero no conseguía alcanzar el orgasmo, no si Malfoy no la ayudaba. Y también el placer aumentaba dentro de él, imposible de culminar sin el más mínimo contacto.
Entonces Malfoy le puso a Astoria la mano en los pechos y le retorció una vez más los pezones. Ella lanzó un gritito y perdió un momento el ritmo, lo cual le costó una nueva nalgada de Malfoy. Astoria volvió a adoptar un ritmo estable pese a los dedos que torturaban sus pezones y echó la cabeza atrás, apoyándola en el hombro de Malfoy. Su cuello quedaba expuesto y Malfoy mordió con fuerza sin dejar de torturar sus pezones. Astoria aún se movió más rápido gimoteando histéricamente y Harry notó cómo sus propias caderas se sacudían, deseando el orgasmo con la misma desesperación.
De pronto, la mano derecha de Draco bajó y sin demasiados miramientos le metió tres dedos en su chorroso sexo. Astoria lanzó un auténtico aullido y su ritmo se volvió loco.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Draco!
-¡No te corras aún!
Astoria sollozaba y gritaba y Harry se retorcía sin recato en su silla, tratando de liberar las manos para agarrarse la polla y exprimirse hasta quedarse seco. Nunca había estado tan caliente, el sexo con Ginny jamás le había hecho perder el control de esa manera.
-¡Ahora! –exclamó Malfoy, dándole un azote fuerte-. ¡Córrete!
Ella chilló y se convulsionó sobre Malfoy, su cuerpo tenso de un modo casi imposible. Malfoy dio dos empujones más y también lanzó un breve grito mezclado con una maldición. Harry se mordió se meneó como loco en la silla, notando cómo se le llenaban los ojos de lágrimas frustradas al ver que no había liberación para él, que todavía seguía insoportablemente duro.
Ajenos a él, Malfoy y Astoria estaban recuperando el aliento, ella recostada sobre él.
-Eres genial, Astoria… Genial… Estoy muy satisfecho contigo…
-Draco… -murmuró ella, en un tono que sonaba a pura adoración.
-Mañana antes del almuerzo vendrás a enseñarme las marcas del culo. Y procura ir sin bragas.
-Como tú digas…
-Y algún día de la semana que viene te follaré con los dedos durante la cena y haré que te corras en medio del Gran Comedor, delante de todo el mundo.
-Draco… -gimió Astoria, evidentemente encantada con la idea.
Él le dio una palmadita en la pierna.
-Deja que me levante, tengo que ocuparme de nuestro invitado.
Harry se tensó y notó una trepidación en su interior que aumentó su excitación hasta volverla casi dolorosa. ¿Qué iba a hacer con él? Malfoy se levantó, desató las manos de Astoria y le indicó que volviera a sentarse. Después se acercó a Harry, quien casi no se atrevía a respirar.
-Mírate, Potter… Estás rojo como el culo de Astoria y tienes la polla tan dura que bastaría el más mínimo roce para hacer que te corrieras. ¿Te gustaría eso? ¿Te gustaría que te rozara la polla? ¿Me suplicarías para que lo hiciera? -Harry gimió y cerró los ojos, incapaz de soportar su mirada-. ¿Eres lo bastante listo para saber que si cuentas algo de esto, Astoria y yo nos encargaremos de que todos sepan lo bien que te lo pasaste mirándonos? Tienes tanto que perder como nosotros, Potty.
Incapaz todavía de abrir los ojos, Harry asintió.
-Bien. Ahora voy a soltarte. Pero creo que sería una auténtica pena que un parangón de la moralidad como tú se dejara llevar por estas perversiones nuestras. –De pronto, Harry notó una especie de aguijonazo no muy doloroso en la base de la polla y cuando abrió los ojos, sobresaltado, vio que Malfoy tenía la varita en la mano y sonreía con malicia-. No te preocupes, Potter. Sólo quiero asegurarme de que no te la machacas hasta despellejártela por culpa nuestra. Eso no sería propio de un héroe como tú. Mañana cuando amanezca serás capaz de correrte si quieres.
La mordaza y las cuerdas mágicas que le mantenían sentado en la silla desaparecieron con otro pase de varita y Harry casi se dobló en dos, angustiado por el dolor en la entrepierna. Astoria se rió desde el sillón y Malfoy también soltó una risilla mientras regresaba con ella.
-Pásatelo bien esta noche, Potter –dijo Astoria, dejando que Malfoy se sentara de nuevo para acomodarse en su regazo.
Harry salió de allí a trompicones, avergonzado y aturdido. Apenas podía soportar el dolor de huevos, la necesidad de correrse era insufrible. Casi sin darse cuenta su mano se cerró sobre su polla y empezó a frotar con fuerza, con la espalda apoyada en el invernadero, sin pensar que estaba desnudo, a la vista de cualquier profesor noctámbulo con ganas de aire libre.
-Potter, ¿te estás pajeando ahí fuera? –exclamó Malfoy desde dentro, sonando francamente divertido.
Harry gimió con mortificación y anduvo hacia el montón de ropa que había dejado en la parte trasera del invernadero. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras se vestía y regresaba al castillo lo más rápido que le permitieron los terribles pinchazos en las ingles. Una vez dentro, buscó el cuarto de baño más próximo y comenzó a masturbarse de nuevo con furia, pero el orgasmo se le escapaba. Era el hechizo de Malfoy. Harry sollozó con fuerza, consciente de que quería regresar al invernadero y suplicarle a Malfoy que le dejara correrse, pero si lo hacía… Era como un salto al vacío. Como pudo, salió del cuarto de baño y se dirigió hacia las escaleras. Cada escalón fue una tortura, pero por fin consiguió llegar a la Sala Común y practicamente a gatas se fue a su habitación.
Una vez allí se desnudó, tratando de contener sus sollozos para no despertar a nadie, y se metió en la cama. La mano se le fue sola a la polla, incapaz de rendirse con algo que necesitaba con tanta ansia, pero no lo conseguía. Por fin, lloroso, tuvo que desistir. Maldito Malfoy… No habría paz para él hasta que amaneciera. Y saber eso lo puso aún más cachondo.
