Todos los miembros de la Liga de la Justicia se encontraban en una reunión, que, por una vez, no trataba sobre una crisis global que requiriese su atención o quién se convertiría en un nuevo miembro de la organización. En su lugar, estaban discutiendo sobre los presupuestos.

Acababan de llegar a la conclusión de que otra donación más por parte de Bruce Wayne o Ted Kord atraería atención indeseada de la prensa cuando el ordenador de su estación espacial, la Torre, les avisó de la llegada de sus ayudantes y alguien golpeó la puerta de la sala de reuniones.

Tras decirles que esperasen al final de la reunión, Superman y Batman, dándose cuenta de lo nerviosos que los jóvenes parecían, pidieron discretamente a algunos miembros de la Liga que permanecieran en la sala tras finalizar para hablar con ellos.

Cuando terminaron la reunión todo el mundo menos Superman, Batman, Aquaman, Flecha Verde, Flash, Icono, Detective Marciano, Tornado Rojo, Canario Negro y Doctor Destino salieron de la sala y volvieron a la Tierra usando el zetatubo de la Torre. Superman esperó hasta que estuviesen fuera de la estación espacial antes de darle permiso a los jóvenes para entrar y, tras usar su visión de rayos X para confirmar sus sospechas, les pidió que les explicasen el problema desde el principio.

Tras diez minutos, todos suspiraron. Fue Superman quien tomó la palabra.

—Dejadme ver si lo entiendo. Hace casi dos meses, esas princesas tamaranianas...

—Koriand'r y Komand'r —dijo Kid Flash.

—Sí, ellas, os invitaron a una fiesta que habían organizado en vuestro honor por rescatarlas, junto a millones de personas más, de los esclavistas extraterrestres que las retenían y, de alguna manera, todos acabasteis borrachos...

—Las bebidas eran extraterrestres —señaló Miss Marte.

—Sí, bueno, eso explica cómo incluso tú y Conner pudisteis emborracharos. Entonces os despertasteis varias horas más tarde los unos encima de los otros, desnudos y oliendo fuertemente a algo que no habíais olfateado jamás. Y ahora, algo más de un mes después, las tres humanas de vuestro grupo os disteis cuenta de que estabais embarazadas, mientras que M'gann lleva varias semanas teniendo dificultades para cambiar de forma, algo que solo pasa en su especie cuando las hembras están preñadas de forma que sus hijos no mueran accidentalmente. ¿Me he dejado algo?

—Eso... lo resume bien —respondió Superboy mientras miraba discretamente a Miss Marte con preocupación obvia. Nightwing estaba haciendo lo mismo con Zatanna mientras Kid Flash miraba a Artemis con nerviosismo y Aqualad parecía no querer cruzar la mirada ni con su mentor Aquaman ni con su novia Rocket.

Tras pedirles que se retiraran de la sala, los adultos se miraron entre sí.

—Lo primero que necesitamos saber es cómo ninguno de los dos os disteis cuenta antes —dijo Batman a Tornado Rojo y Canario Negro, que parecían estar avergonzados. Bueno, en realidad solo Canario Negro, la encargada de entrenar al equipo, lo hacía, ya que Tornado Rojo, el supervisor del equipo y tutor legal de Superboy, era un robot y, por tanto, no podía expresar emociones fácilmente.

—Yo nunca fui humano y, como nunca iba a ser capaz de tener hijos, no me molesté en aprender a distinguir los signos de embarazo que no fuesen obvios —admitió Tornado Rojo, deseando poder estar en la reunión usando a John Smith, el androide que había construido y en el que podía descargar su programación para pretender ser un ser humano, en lugar de su cuerpo habitual ya que le permitiría mostrar mejor lo mucho que le preocupaba la situación.

—Mi madre ha pasado las últimas dos semanas en el Hospital General de Star City por culpa de una embolia cerebral, así que no pude prestar al equipo la suficiente atención —respondió Canario Negro, ganándose miradas de simpatía por parte de todos sus compañeros.

—Vale, ahora que sabemos por qué no nos enteramos antes, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Doctor Destino, cuestionándose internamente si le gustaba o no la idea de ser abuelo. A la parte de él que era Nabu, el espíritu que habitaba el casco que le concedía sus poderes como señor del orden, no le importaba, pero a Giovanni Zatara, el padre de Zatanna, sí lo hacía, sobre todo porque su hija acababa de cumplir dieciséis años unos meses antes.

—Bueno, abortarlos no es una opción —dijo Superman mientras se preguntaba mentalmente si se iba a convertir en un tío o un abuelo. Como Conner era un clon, incluso si la mitad de su ADN pertenecía a Lex Luthor, era una cuestión difícil de responder.

—Chicos, ¿ninguna de vuestras civilizaciones creó un vientre artificial o algo por el estilo que permitiese a los fetos desarrollarse fuera de sus madres? —preguntó Flash sin saber si estaba orgulloso de su sobrino o enfadado con él por tener que explicarle a sus cuñados que acababan de convertirse en abuelos. Eso sin contar con lo que la villana Cheshire, la hermana mayor de Artemis, haría con él cuando descubriese que la había dejado embarazada.

—Debido a la fisiología de nuestra especie, cualquier intento de remover el feto sería muy arriesgado para la madre —explicó el Detective Marciano, preguntándose si la situación demostraba que sus habilidades les permitían reproducirse con otras especies. Sabía que los kriptonianos y los humanos podían cruzarse, como la existencia de Superboy demostraba, pero la especie de Superman era fisiológicamente muy parecida a los humanos mientras que la suya apenas se parecía biológicamente a los habitantes de la Tierra. El hecho de que M'gann fuese su sobrina tampoco le ayudaba mucho a pensar en el asunto con objetividad.

—Por mi parte, tengo que admitir que mi conocimiento sobre la tecnología de mi especie es escaso, dado que llegué a este planeta hace dos siglos de la misma forma que Clark y me he acostumbrado demasiado a vivir como un ser humano. Además, no tengo los conocimientos médicos o de ingeniería necesarios para construir esa clase de aparatos —admitió Icono, preguntándose si debía estar cabreado por lo que Rocket, a quien veía como su hija hasta cierto punto, había hecho o dirigir esa rabia contra el mocoso acuático.

—Yo no puedo usar la tecnología de mi planeta fuera de la Fortaleza de la Soledad y no tengo nada que se asemeje a lo que necesitamos —afirmó Superman—. Incluso entonces, Luthor se enteraría de su existencia de alguna manera, contrataría a un puñado de otros villanos para intentar robarla y probablemente esta fuese destruida en el proceso de recuperación.

Todos sabían que decía la verdad. Lex Luthor, sobre todo si podía pretender que no estaba involucrado en el asunto, siempre se las arreglaba para detectar cuándo Superman usaba algo que no era su traje. Era algo muy frustrante, aunque no tanto como lidiar con la Luz, el grupo de supervillanos al que sabían que pertenecía pero de cuya membresía carecían de suficiente evidencia que entregar a las autoridades para detenerlo. Incluso entonces, lo más probable era que su ejército de abogados impidiera que él o cualquiera de sus asociados pisase la cárcel.

—No sé cómo lo hacéis en la superficie, pero en Atlantis los niños nacidos de padres demasiado jóvenes para criarlos son dados en adopción.

—Perfecto, Aquaman. Acabas de solucionar este problema.

—No, Flecha Verde. Lo ha hecho peor —replicó Batman mientras pensaba qué decir a la prensa para explicar por qué cuatro de sus ayudantes no aparecerían en público durante los próximos meses, durante los cuales las cuatro chicas iban a permanecer en sus identidades secretas por su propia seguridad. Podían decirles la verdad a los familiares y tutores que no formaban parte de la Liga y a los directores de sus respectivos institutos, pero solo porque estos ya estaban al corriente de las «actividades extraescolares» de las adolescentes.

Todos se dieron cuenta en pocos segundos de a qué se refería. Si los ponían en adopción era muy posible que los futuros padres no reaccionasen de la misma forma que los Kent habían hecho al encontrar a Superman cuando era un bebé tras descubrir que tenían poderes, algo casi seguro porque al menos uno de los padres era metahumano, maga, atlante o extraterrestre, lo que hacía muy posible que sus hijos heredasen algunas de sus habilidades.

—Bien, yo no sé vosotros, pero yo pienso ayudar a criarlos —dijo finalmente Superman—. ¿Quién está conmigo?

Tras un minuto de silencio Flash levantó la mano junto al Doctor Destino. Pronto todos los miembros de la Liga presentes habían acordado asistirles en lo que precisasen.

Siete meses y medio después los nueve, sus ayudantes y algunos familiares estaban presentes en los partos, mostrando un apoyo total a las parejas. M'gann, que se encontraba allí junto a Conner, todavía tardaría otros seis meses en terminar su embarazo. Un año más tarde, sus sospechas acerca de la herencia sobrehumana de los pequeños se confirmaron, algo que ni a los presentes ni al resto de la Liga les importaba. Era muy difícil ocultar su existencia de la mayor parte del mundo de forma que Lex Luthor y compañía no intentasen secuestrarlos para experimentar con ellos.

A pesar de las dificultades, toda la Liga consideró que valía la pena ver crecer a la nueva generación de héroes.