Draco encuentra al héroe del mundo mágico desaparecido por 13 años, pero…. ¿Es realmente él? Un piano, un secreto, dos corazones heridos y una historia de amor. ¿Puedes volver a amar Potter? Enamórate de mí. Slash. Drarry.
¡Hola a todos! ¿Cómo andan? Aquí de nuevo dando señales de vida ^^
Esta vez es un poco diferente a las demás, en cuanto comiencen a leer se van a dar cuenta. Nació de una visita que le hicimos con una amiga a nuestra abuela postiza. A ella le gusta tocar el piano, y a nosotras escucharla, así que entre acorde y acorde esta pequeña historia fue tomando forma. Me dije "¿Por qué no? podría funcionar"
Espero que disfruten leerla tanto como yo de escribirla.
La historia transcurre años después del 7º libro. Continua después de la historia original, aunque modifique algunos detalles y sucesos para que encajen mejor en esta narración, pero van a ser muy pequeños esos cambios... creo xD
Disclaimer: Ningún Personaje me pertenece, todos ellos son propiedad de J. R. Rowling (si fueran míos las parejas del final serian muy diferentes y los muertos también ¬¬)
Advertencia: Es slash, o sea relaciones entre personas del mismo sexo, en este caso dos hombres. Si no te gusta, ya sabes, no sigas leyendo. También relaciones Hetero =)
Ahora disfruten de la función! ^^
_.-._.-._.-._.-._.-._.-.
En una fría noche de abril un hombre rubio y de porte arrogante termina los últimos detalles de su vestimenta muggle frente a un gran espejo de su cuarto. Blaise lo había invitado a conocer a su prometida. No tenía nada en contra, pero simplemente no lo podía creer, nunca se hubiese atrevido a imaginar que el orgulloso Slytherin, Blaise Zabini, quien tenía a media población femenina del mundo mágico detrás suyo, se terminaría enamorando de una Squib.
Muchas cosas habían cambiado después de la guerra; él lo había hecho, y sus amigos también. Al levantar la vista, el espejo le devuelve la mirada. En el hombre reflejado allí ya no queda nada del pequeño Draco Malfoy que todos conocieran en el colegio. Ciertamente los años lo habían favorecido, pero la existencia de Voldemort había dejado sus cicatrices en él. Sus ojos ya no poseen esa alegría y vida de antes, parecen frías rocas grises. Había sido obligado a madurar y eso se notaba en unas pocas y finas marcas alrededor de sus ojos, que le daban un aire más "interesante" según algunos. No sonreía a menudo, no le veía el caso a hacerlo. Era un exitoso hombre de negocios, pero era una victoria vacía, nada significaba en su vida. Con el pasar de los años y luego de varios rechazos, simplemente habían desistido de tratar de enamorarlo. Estaba bien con su soledad. No necesitaba a nadie. Y de todos modos no había nadie lo suficientemente adecuado para él.
-Listo, todo está en su lugar - Toma la chaqueta de sobre la cama y sale de la habitación.
Mientras camina por los fríos pasillos de la mansión acuden a su mente todos los malos momentos que allí pasó. Siempre ocurría lo mismo y no entendía por qué no se había desecho de ese maldito montón de rocas. A nadie le iba a importar. ¿Acaso era por los recuerdos de su feliz niñez que aun habitaban en ella?, ¿Por qué era su castigo auto-impuesto por su papel en la guerra? No, no era ninguna, su niñez poco y nada le importaba. Y su papel en la guerra fue obligado, no se sentía culpable, gracias a eso el Lord no había lastimado a su familia. ¿Entonces...?
La verdad es que era lo único que le quedaba de su amada familia. Sentía que si se deshacía de la mansión junto con ella irían los últimos recuerdos que tenia de ellos. Allí no vivía nadie más. Su padrino había muerto gracias a Nagini, y gracias a él Potter pudo derrotar a Voldemort después. Pero durante años no lo perdono. ¿Por qué había hecho algo tan estúpido? Por amor... que palabrsa más crueles... Sus padres sin embargo quedaron vivos y, gracias a los recuerdos que Severus le había entregado a San-Potter, a salvo del beso del dementor, pero no todo fue bien. Tantos años de tortura injustificada a manos del Lord Oscuro habían dejado severos daños en el cuerpo de su padre, llevándolo a la muerte solo dos años después, y seis meses más tarde su madre partía de este mundo consumida por la tristeza. Otra vez el cruel amor...
Se apareció a pocas cuadras de donde habían quedado con Blaise. Aunque la temperatura era baja, mucha gente disfrutaba de la noche despejada. Familias completas paseaban por el parque, en las confiterías amigos se reunían a festejar cualquier cosa que ameritara el encuentro, las parejas iban bien juntitos y abrazados de aquí para allá. Era un barrio muggle destinado a la recreación y diversión.
-Allí esta- Blaise lo esperaba en la puerta de un café. Cada vez que respiraba quedaba momentáneamente oculto tras una nube de aliento suspendido en el congelado aire de la noche.
-¡Draco! Llegaste, temía que... no importa, ya estás aquí. Ven, ella está dentro. No puedo esperar a que la conozcas- Blaise parecía realmente emocionado y nervioso -Eh...Draco... gracias por venir, significa mucho para mí.- Draco le regaló una pequeña y sincera sonrisa a su amigo.
Luego de terminar el colegio no había vuelto a saber de sus compañeros ni amigos, aun se mantenían en contacto por correo, pero estaba limitado a fechas especiales y cumpleaños. Pero hace unas semanas en una fiesta dada por el ministerio se habían cruzado. De repente tenían 17 años otra vez y la guerra solo eran las chifladuras de un viejo de barba blanca. Terminaron bebiendo en un bar poniéndose al día y recordando viejas épocas. Al final de la noche Blaise le había hecho prometer que conocería a su novia.
-Draco, ella es Rebecca Smith, mi prometida. Querida, él es Draco Malfoy, un amigo del colegio- Blaise hizo las presentaciones.
-Mucho gusto Rebecca. Blaise me ah comentado mucho sobre ti.
-El gusto es todo mío Draco, Blaise también me contó sobre ti- El moreno la ayudo a sentarse y Draco los imitó. La verdad no estaba mal. Tenía el cabello negro, lacio y lago hasta la cintura. Sus ojos eran de un bonito azul claro y sus facciones eran finas y elegantes. Estaba usando un vestido verde agua que le quedaba muy bien y resaltaba su figura. Blaise no podía dejar de mirarla embobado. La noche pasó de forma agradable entre chistes y recuerdos.
Rebecca tenía trabajo en la mañana en un banco muggle del cual era presidenta y Blaise una reunión en el ministerio a primera hora, así que se despidieron temprano.
La noche todavía era joven y Draco no sentía deseos de regresar a la mansión.
Durante la velada, Blaise y Rebecca no habían dejado de hablar sobre una función de música clásica a la que habían asistido, así que decidió dar una vuelta por el auditorio de la ciudad.
Al entrar se sorprendió, el lugar era muy elegante, luces tenues iluminaban las paredes y bajos los asientos creando un ambiente relajado. Altas columnas completamente esculpidas, también iluminadas, sostenían varios balcones donde, de a poco, se acomodaban las personas. Los asientos eran muy cómodos y estaban tapizados de rojo. Todo el lugar está cubierto por una gruesa alfombra negra donde se los pies se hundían al caminar. Pero lo mejor de todo era el enorme escenario donde estaban acomodados los instrumentos y algunos músicos practicaban. El lugar era simplemente sobrecogedor.
-No puedo creer que fue hecho sin magia.-
La función de esa semana era un homenaje a un tal Beethoven y constaba con la participación de un pianista internacionalmente reconocido. El lugar estaba lleno cuando por fin comenzó.
En el más absoluto silencio el director de orquesta saludo al público y comenzó a mover la batuta. Lentamente el lugar empezó a llenarse por las suaves y melancólicas notas de un piano. De a poco se fueron sumando los demás instrumentos. Draco estaba maravillado, esa gloriosa multitud de sonidos perfectamente coordinados creaban una música capaz de ponerle la piel de gallina. Cada nota trasmitía tanto poder y magnificencia.
Sin embargo el protagonista era el piano. Sus suaves y continuas notas parecían ser las que mantenían juntas y en armonía a las demás. Draco se concentró solo en ellas. El pianista estaba fuera de la vista de Draco, solo podía ver el movimiento de sus manos. Sus largos dedos bailaban sobre las pequeñas teclas y parecía que apenas las tocaba. Una a una las notas se iban uniendo y en ellas parecía que el pianista ponía trozos de su alma.
Draco estaba sin palabras, el sonido era hermoso, transmitían tristeza, cierta melancolía y soledad; pero al mismo tiempo eran fuertes y seguras, eran suaves, pero se abrían paso firmemente entre los demás sonidos. Las notas flotaban libremente por todos lados y a pesar de todo llevaban promesas de esperanza y confianza en el mañana. Aunque por momentos se volvían alegres, detrás siempre iban ocultos complejos sentimientos. Draco se dejo llevar por estas sensaciones, que hacían vibrar su alma y le otorgaban una sensación de vida que creía haber perdido. El pianista era excepcional y contaba a todos su historia esperando que alguien pudiera comprenderla.
La función terminó en estruendosos aplausos dejándolo con ganas de más. El director de orquesta fue presentando a los músicos uno por uno dejando para el final al pianista. Este se levanto de su sitio y camino con porte y elegancia al frente del escenario. Fue recibido con aplausos. El rubio quería conocer a ese hombre, quería conocer a la persona que le había contado su historia sin importarle quien era él. Al hombre que en cada función dejaba su alma al descubierto. Lentamente fue subiendo la vista...
-Y por último, un músico invitado que nos honrará con su presencia durante algunas funciones más, James Evans...-
Por fin logró ver su rostro... era imposible... -¡¿Potter? -
_.-._.-._.-._.Continuará._.-._.-._.-._
Jijiji ¿qué les pareció? ¿Será realmente Harry? ¿Qué hará Draco ahora?
En la parte del piano me inspire escuchando "Moonlight Sonata" de Beethoven, simplemente adoro esa canción.
